Argentina: Misiones
envenenada
27 de julio de 2017
27 de julio de 2017
El médico Hugo Gómez
Demaio apuntó muy tempranamente a las consecuencias de los agrotóxicos en el
crecimiento de los niños: investigaba el tema desde 1987, alarmado por la gran
cantidad de nacimientos en Misiones de niños con mielomeningoceles, una falla
en el cierre del tubo neural que el médico explicaba de esta forma: “Es una
enfermedad que produce parálisis de miembros inferiores, incontinencia urinaria
y anal, entre otras complicaciones que requieren rehabilitación y un promedio
de entre ocho, 10 o hasta 20 operaciones”.
Por Sergio Alvez
(Ape).- Su investigación permitió comprobar
que en la zona estudiada los recién nacidos eran hijos de familias dedicadas
al cultivo del tabaco, donde se utiliza gran cantidad de agrotóxicos.
“Constatamos que todos tenían en su cuerpo hidrocarburos policíclicos aromáticos,
a los que eran susceptibles” aseguraba Demaio.
“Eso fue la punta del iceberg; que empezamos a
estudiar la genotoxicidad, que es la modificación del genoma humano. Fue cuando
empezamos a ver que además de mielomeningoceles, se presentaba la
genotoxicidad, que es la intoxicación crónica por el uso de estos agrotóxicos”
manifestó el médico en una entrevista.
En uno de sus textos, Demaio reforzaba la idea: “Un día se nos ocurrió poner en
un mapa de la Provincia de Misiones un alfiler señalando en qué lugares habían
sido gestados los niños que tenían malformaciones del cierre del tubo neural.
Les explico: el tubo neural que es la columna vertebral que rodea a la médula
espinal, se cierra antes del día 28 de la gestación. Cuando
la madre no sabe todavía que está embarazada, el cierre del tubo neural ya se
tiene que haber completado. Por lo tanto, era muy importante saber en qué lugar
fue gestado el niño y no en qué lugar nació. ¿Por qué?, porque a los nueve
meses de gestado, ya tiene el cierre del tubo neural imcompleto, lo que se
llama espina bífida, mielomeningocele, meningoceles, espina bífida oculta, y
todo lo demás”.
“¿Qué vimos?. Lo primero que vimos es que
todos los pacientes habían sido gestados en zonas de uso masivo de
agroquímicos: plaguicidas y fertilizantes. Si no hablamos de agrotóxicos
directamente que son sólo los plaguicidas. ¿Se entiende esta diferencia?”.
Demaio fue un profesional sumamente crítico de
un Estado ausente en materia de apoyo al tipo de investigaciones en las que
osaba “meterse” con el uso de agrotóxicos. “Nosotros no tenemos apoyo de nadie,
el último apoyo que tuvimos fue en el año 2000, que eran 5000 pesos para un año
de investigación, cuando las enzimas que nosotros utilizamos cuestan 300
dólares el paquete y usamos más o menos 10, 50 paquetes por año, se dan cuenta
que con eso no es posible investigar en Misiones.
“Esto es responsabilidad de varios, esto es responsabilidad del Ministerio de Salud
Pública que no invierte en investigación sobre lo que le va a pasar a la
población, esto es responsabilidad del Ministerio de Salud de la Nación, del
Ministerio de Ecología de la Provincia que tiene la Ley de Agrotóxicos bajo su
dominio y que no hace absolutamente nada para que se cumpla esa ley, que es
bastante buena y el Ministerio de Agricultura que parece que no se da cuenta de
lo que está pasando en Misiones”.
Tabacales
En Misiones, a 250 kilómetros de
Posadas, existe un polo tabacalero que a partir de la obra de Demaio se
convirtió en una suerte de espacio paradigmático para la observación
periodística y académica de los casos de malformaciones, abortos espontáneos y
múltiples enfermedades que afectan a la infancia que vive en contacto con las
la actividad tabacalera. Se trata de los paradisíacos rincones que componen
Colonia Aurora; más de 50 mil hectáreas distribuidas en 27 parajes junto al río
Uruguay. Aquí, entre los cerros verdes y el ambiente colonial, la mayoría de
las familias subsisten de plantar tabaco. Dentro de esta cuenca rural habitada
por unos 10 mil descendientes de inmigrantes europeos, brasileños y criollos,
están enclavadas las colonias Alicia Baja y Alta.
En casa del joven colono Roberto “Cheto” Bless, un niño llamado Carlos enseña la
palma abierta de su mano. Los deditos extendidos señalan su edad: cinco años.
“Tiene el quiste debajo de la mandíbula desde que nació. Es por los
agroquímicos nos dicen los médicos. Carlitos y su hermana Cristina estuvieron
en las plantaciones de tabaco desde chiquitos” aporta en portuñol “Cheto”, el
padre de los niños, de 32 años. Este hombre de rasgos germánicos, está casado
con Carmen, una morena nacida en Eldorado. Los chicos se parecen más a ella.
“En el tabaco tenemos que trabajar todos. Yo trabajé estando embarazada, cerca
todo el tiempo de los agroquímicos. Por eso una de mis hijas tiene ataques
epilépticos y otro tiene un quiste en el cuello” reconoce Carmen. La realidad
es que ambos niños estuvieron expuestos a los agroquímicos desde el primer día
de gestación en el vientre materno.
Carmen, la mamá de Carlitos y Cristina, relata
que mientras estaba embarazada e incluso antes de enterarse, ella misma se
encargaba de aplicar el Round Up en las dos hectáreas de tabaco de su marido.
“Me hacía mal pasar la
mochila. Me daba náuseas, vómitos, a veces no podía. Pero
nunca pensé que iba a enfermar a mis hijos. A Cristina recién le empezaron las
convulsiones y la epilepsia a los cuatro años, cuando estaba embarazada de
Carlitos y ya había estado en contacto con venenos”: A los pocos meses del
primer ataque epiléptico de Cristina, los médicos le aseguraron a Carmen que la
enfermedad de Cristina y la protuberancia del recién nacido Carlitos en el
cuello tenían relación con su tarea con el tabaco.
“Ahora ya no voy más a la plantación. Me quedo con ellos. Pero toda la vida fue así, yo me crié
trabajando con el tabaco. Toda la familia trabaja; no hay para pagar y que otro
haga el trabajo” dice Carmen. A su esposo Roberto, le espera otra aventura
peligrosa: se dedicará desde el año que viene a la plantación de soja, una actividad
que comienza a crecer en la
zona. Se habla de que ya hay dos mil hectáreas plantadas en
las diferentes colonias. “Sé que también voy a tener usar Round Up y otros
tóxicos. Pero parece que es mejor y se puede ganar más. Yo ya tengo problemas
para respirar y en los ojos. Pero de algo hay que vivir” se despide “Cheto”.
Malformaciones
Los casos se multiplican de a decenas. No hay
poblador que no conozca familias tabacaleras que dieron a luz niños deformes o
con enfermedades. En ciertos casos afloran patologías similares, como por
ejemplo en los casos de una pequeña del paraje Alta Unión y un niño de la
comunidad mbya Tekoa Arandú. Ambos chicos, nacieron con una malformación que
les proporcionó a sus rostros un tercer “pseudo oído”. Quien pudo constatar ambos
casos, entre otros tantos, es la médica Adriana Lens.
Esta profesional se desempeña en los centros de primeros auxilios del paraje El
Progreso y de Colonia Aurora.
En una recorrida junto a un equipo de agentes sanitarios y en campaña de
vacunación contra la fiebre amarilla, desandando los parajes El Anta, El
Pacífico, Alta Unión, Colonia Aparecida, El Progreso, Alicia y otros puntos del
municipio aurorense, la doctora observó que “se encuentran muchos casos de
malformaciones de nacimiento, y todos en familias que se dedican a la
plantación de tabaco y están expuestos a los agroquímicos” señaló la doctora Lens.
“Además del caso de estos chicos con pseudo oído, encontramos muchos niños a
los que les faltan dedos de las manos o los pies y otras deformaciones. En
adultos también hay enfermedades que se repiten, y mucha hipertensión”.
Ubicado a mitad de camino de varios pueblos,
el Caps del paraje El Progreso recepciona pacientes de varias colonias, que en
algunos casos caminan varios kilómetros entEste estudio, cuya realización se extendió por un
plazo de casi tres años, se sitúa en la prolongación de toda una tarea de
investigación previa a través de varias investigaciones y acciones llevadas
adelante por un equipo conformado por el bioquímico Carlos González y el
antropólogo social Francisco Rodríguez. Aquí se explica que “en su gran
mayoría, los tabacaleros de Misiones son colonos , productores familiares,
propietarios u ocupantes de pequeñas extensiones de tierra. La superficie
promedio de las explotaciones tabacaleras censadas era, en el 2001, de 17,3 hectáreas
(Resumen General Censo Tabacalero Campaña 2001- 2002).
El cultivo de tabaco demanda el empleo de gran
parte de la fuerza de trabajo disponible en el grupo familiar, participando,
por lo general, la mujer y los hijos del productor inscripto en la compañía, en
el desarrollo de varias de las actividades de este cultivo. Al igual que en
otras zonas del planeta, el cultivo del tabaco en Misiones se desarrolla
actualmente bajo la tutela de grandes compañías , y exige un uso intensivo de
agroquímicos”.
Generalmente, quien figura como productor inscripto en la compañía tabacalera es el
padre de familia; sin embargo, la producción del tabaco exige recurrir a gran
parte de la fuerza de trabajo disponible en el seno del grupo familiar, por lo
que tanto la mujer, como los hijos de distintas edades, participan en las
diversas actividades vinculadas al cultivo (elaboración y cuidado de los
almácigos, preparación y cuidado del rozado, transplante de plantines y colocación
de abono, eliminación de malezas, aplicación de plaguicidas, cosecha, colgado,
clasificación y elaboración de fardos, etc.).
“Casi todas las fases del cultivo necesitan de
la aplicación de agroquímicos, lo cual se repite año tras año. En los meses de
mayo/junio/julio —aproximadamente— comienza la preparación de los almácigos o
canteros , donde se aplican insecticidas y fungicidas. Paralelamente se limpia
y prepara el rozado. A fines de agosto, comienzos o mediados de septiembre (e
incluso en octubre), tiene lugar el transplante de los plantines a campo,
volviéndose a aplicar periódicamente abono, fertilizantes, insecticidas,
nematicidas y acaricidas.
En noviembre se aplica el inhibidor de brotes —matabroto—, cuyo fin es evitar la floración y la proliferación
de brotes que “debiliten” la
planta. En el mes de diciembre, generalmente, se realiza la
cosecha y el tabaco es trasladado a galpones especialmente construidos en
madera para su secado y posterior clasificación. Finalmente, entre los meses de
marzo y mayo, se realiza la entrega de la producción en los depósitos de la empresa. Los
encargados de aplicar los agroquímicos son en general los hombres y/o sus hijos
varones mayores. Tal aplicación suele hacerse sin los medios
de protección pertinentes, y en ocasiones, en horarios y situaciones climáticas
no convenientes” sostiene el libro.
En algunos pocos casos, la afección en los
hijos, lleva a las familias tabacaleras a decisiones drásticas pero salvadoras.
Juan Carlos Soroka (57) y su esposa Anita Nake (38) aseguran que “los dos
trabajamos en la producción de tabaco desde niños”. En 2001, en San Vicente,
donde llevan décadas afincados, nació Thalía, segunda hija del matrimonio.
“Nació con malformación. Tenía una trasposición de los grandes vasos, por lo que
fue intervenida. Después tuvo un problema neurológico, porque le faltó oxígeno
cuando le operaron, fue una operación compleja, de 8 horas, y posteriormente
vinieron muchas complicaciones más. Tahlía no caminó hasta los 8 años y gracias
a Dios, pudimos darle rehabilitación a cargo de profesionales, y pudo caminar”
cuenta Anita, quien reconoce que “estuve trabajando con tabaco, plantando unas
mudas, en contacto con agroquímicos, durante todo el embarazo e incluso el día
anterior al parto”.
Desde hace unos años,
la familia decidió abandonar el cultivo de tabaco, librarse de los agrotóxicos
y cambiar de vida. Dejaron la chacra y se instalaron en un terreno más cerca
del pueblo. Allí empezaron a trabajar en una huerta orgánica y diversa, donde
la utilización de agroquímico y fertilizantes pasó a la historia. “Nos
dedicamos a producir verduras, con abono orgánico, todo natural, y por suerte
pudimos conquistar un mercado, tenemos clientes y podemos vivir tranquilos,
pero mucho más tranquilos y más sanos, y sin riesgos, ganamos en calidad de
vida” cuentan..
Producciones
El libro “Tabaco y agrotóxicos. Un estudio
sobre productores de Misiones” es el resultado de un proyecto de investigación
multidisciplinario que bajo la dirección de Denis Baranger fue realizado por diversos
equipos de trabajo de la Universidad Nacional de Misiones, con la
colaboración de investigadores de la Estación Experimental
del INTA en Cerro Azul.
Pelota de Trapo, Edición: 3398 // 18 de julio, 2017
Fuente:http://www.biodiversidadla.org/Principal/Secciones/Documentos/Argentina_Misiones_envenenada
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