El mundo que desnuda el
Polaquito
20 de julio de 2017
20 de julio de 2017
Padre, dejad de llorar que nos han declarado la guerra.
Joan Manuel Serrat
Joan Manuel Serrat
Por Laura Taffetani
(APe).- Millones
de niños y niñas en nuestro país han ido naciendo a través de cuatro
generaciones de seres humanos expulsados del paraíso capitalista que el
neoliberalismo ha edificado sólidamente, conformando una de las catástrofes
éticas y políticas más profundas de la historia de nuestro país. En los
pasillos de los asentamientos o villas, donde cobra cuerpo el verdadero
infierno por donde deambulan y sobreviven nuestros pibes, han debido buscar muy
tempranamente el modo de transitar su primera infancia sin un vínculo que pueda
seducirlos para la vida.
Desde ese contexto de infamias se puede empezar a hablar del
Polaquito.
Como los
adultos que pierden el conocimiento frente a un acontecimiento traumático
o se tapan la cara cuando viene la escena de terror, arman el vacío en sus
propias vidas para no sufrir. Aprenden a gobernar sus dolores, blindando
cualquier afecto que los vuelva vulnerables, naturalizando el horror, para
poder afrontar la cotidianidad y administrar las emociones que se desbordan en
sus cuerpos frágiles que han de hacerse fuertes si quieren sobrevivir.
Y por esos pasillos
siniestros de la exclusión afectiva no hay muchas recetas a las que echar mano.
Sin duda, una de las más comunes suele ser la de lookearse la imagen
que le permita cobrar presencia frente a la mirada del otro de modo de ser
admirado y respetado, siendo parte de epopeyas que lejos están de los héroes
que contemplan otros niños y niñas en sus pantallas de smart tv mientras se
adormecen con el control remoto del confort en sus manos.
Sus héroes tienen
encarnadura real y vívida, los han visto circular a su alrededor y su fin poco
tiene que ver con liberar al planeta de los enemigos que quieren
destruirlo, sus héroes lo odian y están dispuestos a destruirlo y además si
pueden tratarán de hacerse de ese mundo al que jamás accederán de forma
“adecuada”.
¿Cómo podrían de otro
modo construir un mito que les permita resguardarse de la intemperie con el
encogimiento de hombros que destruye su esperanza o las miradas de desdén que
reflejan las pupilas de los buenos y honestos ciudadanos que los observan?
La
desigualdad puede reflejarse en los fríos números que en forma esporádica
y según las conveniencias suelen hacer su aparición pública. Pero cuando
esa desigualdad se muestra en la vida cotidiana, en cada gesto y mirada, en el
desprecio, no hay defensa alguna que pueda hacer frente a los valores que
solemos exigirles a los pibes desde el lugar de almas bellas superiores en un
mundo del que secretamente participamos.
Entonces, una buena
manera de comenzar este análisis, es centrarse en lo que no podemos sino
denominar la «economía política de los excluidos», para desarrollar la
conciencia clara de qué y quién está causando verdaderamente el problema y si,
como es evidente, no está en nuestro horizonte pensar en solucionarlo, comenzar
a asumir y ser conscientes de que nos acercamos a una nueva era
de apartheid y con territorios sometidos a una verdadera guerra
prolongada.
En ese sentido, el
micrófono que se le acerca al Polaquito y que da rienda suelta a su voz, es la
fiel expresión del modo que han sufrido y sobreviven cientos de miles de
nuestros pibes. Que no han tenido un solo lucero del alba que los abrace en las
madrugadas en esas cárceles abiertas que rodean la periferia de nuestras
grandes ciudades. Allí donde gobiernan los sistemas clientelares de turno y
donde los pibes son sometidos por las bandas de delincuentes y
narcotraficantes, las más de las veces en alianza con las fuerzas de seguridad
y la complicidad del poder judicial.
Es cierto, a veces las
caras se convierten en símbolos: no en símbolos de la poderosa individualidad
de sus portadores, sino de las fuerzas anónimas que hay detrás de ellas. En ese
sentido Jorge Lanata, es una fiel expresión de la forma en que los medios de comunicación refuerzan el sistema de
dominación impuesto, señalando el enemigo donde no está, mostrando como causas
las que son efectos de los problemas para encubrir las verdaderas y de ese
modo, legitimar la violencia que genera el propio sistema.
No hay duda de que
cada vez que arman este tipo de “informes periodísticos” los montajes, la
edición de cada imagen o diálogo está “orientado” a ese fin. Sería sumamente
ingenuo hablar a estas alturas de un periodismo independiente de parte de los
grandes medios de comunicación, así
como ignorar el contexto donde se desarrolla esta nota mientras se discute
en el congreso la el proyecto de ley de baja de imputabilidad y la seguridad
cotiza fuertemente los primeros lugares de la agenda electoral.
Pero también pareciera
que nos quedaríamos cortos si le quitáramos fuerza a lo que el Polaquito dice
orgulloso frente a las cámaras y nos proponemos maquillar la realidad que viven
nuestros pibes reclamando el respeto de una inocencia que ya les había sido
arrebatada mucho antes de nacer, ya desde el flaco vientre de sus madres. El
Polaquito en su diálogo con el periodista, está denunciando, nos está
denunciando y nosotros seguimos negándolo.
El Polaco sabe
bien que poco podrá esperar de la letra muerta de derechos que hace tiempo
que sólo cobran vida en mesas debate de expertos bien pagos o adornan
sentencias impotentes y vacías frente al orden cruel e injusto en el que le ha
tocado crecer, por eso se inventa su propia justicia donde él puede tener,
aunque sea en forma breve y con algo de fantasía, un protagonismo que jamás
tuvo ni tendrá de otro modo.
Los nosotros y
nosotras, hombres y mujeres a los que esa imagen verdaderamente nos interpela y
nos duele, deberíamos hacer verdadero lugar a su voz y asumir no sólo su
denuncia sino también, nuestra incapacidad de no poderlo convocar, como décadas
atrás lo hizo Oesterheld en el “Eternauta”, a soñar ser parte del héroe
colectivo que invita a rediseñar el mundo que merece. Quizás sea el momento de
comenzar a hacerlo.
http://www.pelotadetrapo.org.ar/ Fuente: http://contrahegemoniaweb.com.ar/el-mundo-que-desnuda-el-polaquito/
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