domingo, 31 de mayo de 2020

"Saquemos la conclusión: el capitalismo no colapsará por sí mismo, debemos concretar en las luchas la disyuntiva entre un ecosocialismo que cuida tanto a humanos como a no humanos y el sumergirse en la barbarie2.

SARS-CoV2, mucho más que un desencadenante de crisis

31 de mayo de 2020

Por Daniel Tanuro
La crisis del coronavirus no tiene precedentes. No puede entenderse ni como una crisis sanitaria, ni como una crisis socioeconómica, ni siquiera como una combinación de ambas, sino solo en su realidad de crisis global, al mismo tiempo sanitaria, social, económica y ecológica, es decir sistémica. Esta crisis es, de hecho, la primera crisis verdaderamente total, la primera crisis del Antropoceno. Como tal, marca un punto de inflexión histórico de una importancia mayor y coloca a la humanidad más claramente que nunca ante una disyuntiva fundamental de civilización: el ecosocialismo o la barbarie.
La naturaleza sistémica de este acontecimiento extraordinario se establece claramente en el origen del virus, su modo de propagación y sus efectos sociales.
Desde hace varias décadas hemos observado que los virus tienden a saltar la barrera de las especies, adaptarse y contagiar al Homo sapiens, provocando zoonosis 1/. SARS-CoV2 2/no es una excepción: además del VIH, hemos conocido el Ébola, Chikungunya, Zika, SARS1, MERS, gripe aviar y algunos otros. Ahora bien, existe un gran consenso entre las y los especialistas en considerar que los saltos entre las especies son atribuibles a la deforestación, a la industria cárnica, a los monocultivos en los agronegocios, al comercio de especies salvajes, a la búsqueda de oro, etc. Es decir, en general, a la destrucción de ambientes naturales por el extractivismo y el productivismo capitalistas. El COVID-19, por lo tanto, no es una maldición que nos remita a la Peste Negra y demás flagelos sanitarios de la antigüedad, sino que nos proyecta, por el contrario, a futuras pandemias. Aunque el virus desaparezca, aunque se desarrolle una vacuna (¡no hay certeza al respecto, como muestran el VIH y la hepatitis C!), se seguirán produciendo nuevas pandemias mientras los mecanismos responsables de ésta no hayan sido erradicados.
El modo de propagación del virus también está marcado con el sello de los rasgos fundamenales del capitalismo contemporáneo. En efecto, la velocidad con la que la enfermedad se ha propagado por la superficie del globo no solo se debe a las características intrínsecas de SAS-CoV2 (una letalidad menor que la del SARS1, vinculada a una contagiosidad elevada). También se deriva, de manera determinante, de la globalización y la densidad de los intercambios aéreos extremadamente rápidos a lo largo de las cadenas de valor que conectan las megaciudades de la producción capitalista. Sin este elemento determinante, la epidemia sin duda no se habría convertido en una pandemia.
Dentro de estas megalópolis el contagio obviamente se ha visto favorecido por la densidad de las poblaciones. Pero este factor no es absoluto, debe entenderse junto con otros dos parámetros. El primero es el crecimiento de las desigualdades sociales. El ejemplo de Nueva York es instructivo: la densidad de la población es mayor en el rico Manhattan que en el Bronx, pero es en este distrito poblado por pobres, generalmente racializados, donde el COVID ha hecho proporcionalmente más víctimas. El segundo parámetro es la contaminación del aire: los análisis italianos y estadounidenses han llegado a confirmar las conclusiones de los investigadores chinos que, ya en 2003, en el caso del SARS-1, habían establecido una correlación entre la densidad del aire en partículas finas, las enfermedades respiratorias que resultan de ello, y los estragos del virus.
La gestión de la pandemia por parte de los gobiernos merece críticas detalladas, para las cuales no hay espacio aquí. Digamos que se trata obviamente de una gestión de clase, cuyas prioridades fueron desde el principio:
1. Mantener lo más posible la actividad del sector productivo de la economía;
2. evitar el cuestionamiento de las políticas de austeridad que han debilitado el sector asistencial (hospitalario y no hospitalario) durante décadas;
3. imponer confinamiento muy estricto a la población y / o medidas tecnológicas liberticidas (la única forma de aplanar la curva epidémica respetando los puntos 1 ° y 2 °) que han tenido el efecto de exacerbar las desigualdades y discriminaciones sociales, de género o de raza.
La pandemia (¡y su gestión!) están precipitando el estallido de una crisis socioeconómica cuya magnitud superará seguramente a la de 2008, e incluso podría acercarse a la de 1929. Pero el análisis del fenómeno no puede ser estrictamente cuantitativo. Cualitativamente, de hecho, esta crisis no es equiparable a ninguna otra. Es cierto que ocurre en un contexto general y muy clásico de sobreproducción capitalista, ya muy tangible antes de diciembre de 2019. Pero, a diferencia de una crisis clásica, la destrucción del exceso de capital no bastará aquí para restaurar las ganancias y por tanto para garantizar el relanzamiento de la máquina. El virus, en efecto, es mucho más que un simple desencadenante: siempre y cuando no se ponga fuera de peligro, gripará el funcionamiento del sistema.
En otras palabras, el retorno a la normalidad podría seguir siendo imposible por un período de tiempo indefinido … excepto a costa de la eliminación de millones de seres humanos entre los más débiles, los más viejos, los más pobres, los enfermos crónicos. La extrema derecha no duda en optar por esta solución, como lo demuestran las manifestaciones contra el confinamiento en los Estados Unidos y Alemania, así como las declaraciones de Trump y Bolsonaro. Nos corresponde a nosotras y nosotros, ecologistas conscientes del hecho de que la vuelta a la normalidad es un callejón sin salida mortal, sacar la conclusión: el capitalismo no colapsará por sí mismo, debemos concretar en las luchas la disyuntiva entre un ecosocialismo que cuida tanto a humanos como a no humanos y el sumergirse en la barbarie.
19/05/2020
Fuente original: gaucheanticapitaliste
Notas:
1/ Enfermedades infecciosas de los animales vertebrados trasmisibles al ser humano.


2/ Más conocido con el nombre de coronavirus o COVID-19
Fuente:
https://contrahegemoniaweb.com.ar/2020/05/31/sars-cov2-mucho-mas-que-un-desencadenante-de-crisis/

Pensemos, desde el pluriverso, "las alternativas a la modernidad tienden hacia formas de organizar la economía, la sociedad y la política –formas otras- que brindan, si no mejores, al menos otras oportunidades de dignificar y proteger la vida humana y no humana y de reconectarse con la corriente de la vida en el planeta".

 
¿Transformaciones y/o transiciones?

Post-extractivismo y pluriverso

Este texto es parte de la revista “América Latina en Movimiento”, No 473, correspondiente a marzo 2012 y que trata sobre "Extractivismo: contradicciones y conflictividad” -
Por Arturo Escobar
El gran desafío está en visibilizar lo “no-liberal/no-capitalista/no-estatal” en sus propios términos.  Este proceso –no sólo de descolonización epistémica sino de verdadera re/construcción de mundos y conocimientos de otro modo--  desborda el panorama actual de las ciencias sociales modernas, incluyendo las vertientes europeas del pensamiento crítico.  En otras palabras, el proyecto de mundos y conocimientos de otro modo se vislumbra en los bordes o límites de la teoría crítica, pero sólo avanzará a medida que construye otros lenguajes y otras formas del saber (aunque incorpore aspectos de dichas teorías críticas de alguna manera).
 
Transformación o transición
 
Si esta interpretación tiene validez, podríamos concluir que América Latina se encuentra en una encrucijada fundamental: entre proyectos de transformación social y económica, alternativas a las que han predominado en el continente durante la mayoría de su historia, pero que tienen lugar de todas formas dentro el espacio/tiempo cultural definidos por la modernidad dominante; y proyectos de transición cultural o, mejor, de transiciones hacia modelos de vida diferentes a los modelos occidentales modernos que definen la globalización, el desarrollo, la economía y el progreso. 
De hecho, el concepto de «transición» está surgiendo con fuerza a nivel mundial, particularmente a raíz de la crisis combinada de energía, clima, alimentación y pobreza (transiciones hacia sociedades post-petróleo, bajas en consumo de energía, sustentables, y hacia la soberanía alimentaria con producción local y autonomías locales, en particular), pero también en términos culturales y espirituales. 
La mayoría de estos discursos de la transición están animados por una preocupación profunda por la vida.  Al hacer visibles los efectos perniciosos de las ideologías del individuo y del mercado,  estos discursos vuelcan la atención sobre la necesidad de reconstruir las subjetividades y la economía, con frecuencia en tándem con aquellas sociedades donde los regímenes del individuo y la propiedad privada no han llegado a controlar por completo la práctica social. 

Estos discursos igualmente propenden por economías diversas centradas en la vida, cual es el caso de muchas visiones de la economía social y solidaria.  El énfasis de algunas de las visiones de transiciones en la espiritualidad, nos recuerda de la exclusión de esta importante dimensión por nuestras academias e izquierdas tan profundamente seculares.  La importancia de reconectar naturaleza y cultura, por último, significa que los discursos de transiciones ubican en el centro del proceso la necesidad de reconectarse con todos los seres vivientes, humanos y no humanos. Todos estos factores apuntan hacia el surgimiento del pluriverso.(...)
 
La dimensión cultural de la transición es clara a muchos niveles, por ejemplo en el cuestionamiento de la idea de que el consumo creciente significa mejorar la calidad de vida (Gudynas 2011).  Pensar en el «Buen Vivir» y «los derechos de la naturaleza» significa embarcarse en estrategias ontológico-políticas de transición hacia el pluriverso.  Hablar del pluriverso significa: revelar un espacio de pensamiento y de práctica en el que el dominio de una modernidad única haya quedado suspendido a nivel epistémico y ontológico; donde esta modernidad haya sido provincializada, es decir, desplazada del centro de la imaginación histórica y epistémica; y donde el análisis de proyectos descoloniales y pluriversales concretos pueda hacerse honestamente desde una perspectiva des-esencializada.  

Las alternativas a la modernidad tienden hacia formas de organizar la economía, la sociedad y la política formas otras- que brindan, si no mejores, al menos otras oportunidades de dignificar y proteger la vida humana y no humana y de reconectarse con la corriente de la vida en el planeta.

" Para,nosotros, los pueblos y naciones orig inarias, hablar de «interculturalidad»significa reivindicar nuestros derechos, significa proponer nuevas formas de convivencia entre los diferentes, tiene siempre una connotación política, pero para los gobiernos de turno seguirá significando asimilación, civilización, desarrollo, etc., en el ciego convencimiento de que ellos son los “ civilizados ” y “ desarrollados ” ; y que los otros, - en este caso “los Indios” - , los diferentes, son “inferiores”, “bárbaros” y “subdesarrollados” y por lo tanto, no tienen otro camino que el trazado por ellos, desaparecer".


Pluriversidad “amawtay wasi” pluriversidad,  interculturalidad y acceso a la universidad:  
el caso de Ecuador 1 
 
 publicado en marzo 2019
Por: Luís Fernando Sarango 
 
“La universidad europea ha de ceder a la universidad americana. La historia de América, de los incas acá, ha  de enseñarse al dedillo, aunque no se enseñe la de los arcontes de Grecia. Nuestra Grecia es preferible a la  Grecia que no es nuestra. Nos es más necesaria. ... Injértese en nuestras repúblicas el mundo; pero el tronco  ha de ser el de nuestras repúblicas”.  José Martí 18911.  
 
Introducción 
En estos tiempos donde la  estandarización mundial de la  Educación  en general y la Educación  Superior en  particular , ha llegado con  mucha fuerza al Ecuador, las  adelantadas reflexiones de José Martí :  “La universidad europea ha de ceder a  la  universidad  americana ...”, por  ejemplo,  nos vienen de maravilla, en ese  intento de recuperar la dignidad identitaria desde lo llamado  “ Indio ” para Nuestra  América. La estandarización de los sistema s educativos con  exclusivos  parámetros  euronorteamericanos, es una real amenaza a la existencia misma de los pueblos  originarios porque  con ello  se acelera el proceso de  asimilación cultural que ha  venido siendo prac ticado  oficialmente por los  “ Modernos estado - nación ” 3 aunque  de manera disimulada hasta nuestros tiempos. 
 
Creemos que ha llegado la hora de despojarnos de la “vergüenza histórica”, ha  llegado la hora de “salirnos del  closet ” para identificarnos como somos y  transformar dic ha vergüenza en potencial que brinde alternativas de vida para la  humanidad en este momento  histórico cargado  de una crisis civilizatoria que  afecta a l planeta entero. Por ello , es importante  que hablemos entonces del fin del paradigma civilizatorio establecido como único y universal y demos paso para hablar de varias filosofías,  de  varias matrices  civilizatorias y por lo tanto  de varios  paradigmas civilizatorios de los otros, de los diferentes , ya no de la única fuente de la  verdad, sino de varias fuentes, de lo diverso, de lo plural, de la PLURIVERSIDAD y entre estos establecer el  Tinkunakuy 4 , el  encuentro de los diferentes mediante el  diálogo de sabidurías con miras a construir la sociedad del futuro, la nueva  sociedad, la  «sociedad intercultural convivencial»  pero con equidad. La  «Interculturalidad» es interpretada de acuerdo a quien lo vea, de acuerdo a los  intereses de quienes lo quieren usar políticamente, dependiendo de los actores de  un hecho o proceso social donde se interrelacionan entre dos o más culturas.  

La  «interculturalidad» por tanto  no es un fenómeno social estándar, no es una  práctica homogénea en todo el mundo y con todas las sociedades . Hay  coexistencias interculturales muy asimétricas,  injustas,  de pocas culturas  dominantes frente a varias culturas dominadas, incluso no importa si son  mayoritarias o minoritarias numéricamente hablando. Hay coexistencias forzadas  com o producto o continuidad de la violencia colonizadora que aún no termina en  varias latitudes . La  «interculturalidad» entonces es una propuesta de convivencia humana entre los  diferentes desde los pueblos originarios de Abya Yala. No se trata de incluirme a  alguien o absorber a alguien, se trata de coexistir como somos en espacios donde  quepamos todos.  La «interculturalidad» con equidad, aún es un ideal, es nuestra  utopía ya vivida y  creemos que de toda la humanidad. 
 
II.  Pluriversidad, recreación desde el  “Ñawpa Pacha” ante la crisis  civilizatoria y de la universidad 
En la Europa medieval, a inicios del II milenio, se crea expresamente y como  institución la UNIVERSIDAD. Así, se fundan  las universidades de Bolonia en  1.088 y Salamanca en 1.218 por ejemplo. Realmente,  la UNIVERSIDAD ha sido  una de las pocas  instituciones que ha durado mucho tiempo,  casi todo el II  milenio, quizá por la importancia relevante que le ha significado históricamente  para el propio Paradigma Civilizatorio Occidental, al concebirla y categorizarla  como la institución de Educación Superior desde donde se emana lo “científico”  como aval  irrefutable de LA VERDAD, que antes era atributo exclusivo de la  iglesia cristiana; y, por el papel preponderante que jugó y juega ésta en la época  del capitalismo y de la globalización, como la entidad que se preocupa de que su  producto final (graduados/profesionales) sean eficientes, eficaces y competitivos y  su marca o etiqueta encarnada en los títulos profesionales y grados académicos  sean de los más prestigiosos, medidos por el parámetro mercantilista de  “Calidad”. Y con mucha razón, algunas universidades miden su “calidad” por su  antigüedad, como el vino por ejemplo,  pues  mientras más viejo,  es  mejor.(...)  Leer
 
V.  La «interculturalidad» vista desde el gobierno y la práctica de un “ apartheid  epistémico” 
La  «interculturalidad»  folclórica es la práctica predilecta del actual gobierno de la  “revolución ciudadana” porque por un lado le da réditos políticos y clientelares y  por otro le permite minimizar o reducir a un hecho meramente  folclórico los  elementos identitarios de los pueblos y naciones originarias, que según el  gobierno sólo sirven para ello, para adornar, para bailar, para cantar, para  traducir, para la foto y nada más.  Esas colectividades milenarias catalogadas  por él como “oposición ”, van camino  a la desaparición forzada porque la  “ civilización ” , el  “ progreso ” y el  “ desarrollo ” así  lo demandan y el papel del gobierno debe redundar en acelerar tal desaparición ,  tal limpieza étnica para finalmente tener sólo  “ ciudadanos ”, individuos fríos desprovistos de identidad, es decir una  sociedad homogénea, conforme al  mandato de todo “Moderno estado - nación”. 
 
En efecto, ésa es la práctica de la «interculturalidad» vista  desde lo  gubernamental, pero en el fondo su gran objetivo es la enajenación para una rápida, fácil y mejor asimilación  cultural. Para los pueblos y naciones orig inarias,  hablar de  «interculturalidad»significa reivindicar nuestros derechos, significa  proponer nuevas formas de convivencia entre los diferentes, tiene siempre una  connotación política, pero para los gobiernos de turno seguirá significando  asimilación, civilización, desarrollo, etc., en el ciego convencimiento de que  ellos  son los  “ civilizados ” y  “ desarrollados ” ; y que los otros, - en este caso “los Indios”  - , los diferentes,  son “inferiores”, “bárbaros” y “subdesarrollados” y por lo tanto,  no  tienen otro  camino que el trazado por ellos, desaparecer. Pero el fondo del asunto consiste , en la forma que los gobiernos de los “Moderno  estado - nación”  le dan tratamiento al viejo “ problema del Indio ” .  Problema  éste, el  de la existencia aún de 14 nacionalidades y 18 pueblos originarios en el Ecuador aunque hoy reducidos estadísticamente al  7% 11 del total de la población  ecuatoriana.  
 
El problema de la implantación del “Moderno estado - nación” de manera unilateral  y su  colapso como proyecto de estado - nación al clásico estilo europeo y burgués  porque justamente, debe serles un problema que existan indios y de varios tipos,  de varias nacionalidades y con muchas lenguas aún y que hoy por hoy no solo  reclaman sino que ya tienen derechos de rango constitucional y en instrumentos internacionales que desarrollan  los  derechos humanos. Es en este contexto  de pensamiento  distorsionado respecto del movimiento  indígena ecuatoriano  que el gobierno actual llega al poder  expropiando y  usurpando los principios y  el discurso del movimiento indígena, de los  trabajadores, de los campesinos y  de los movimientos sociales en general.
 
 Una vez en el poder, tras la máscara de una Revolución Ciudadana, el gobierno  actual ha centralizado su gestión y ha tomado el control de todos los poderes; y  en materia de  derechos de los pueblos indígenas, estos han sufrido una regresión  que jamás se habría ni siquiera pensado, muchos creemos que dicha regresión  puede ser comparada a lo que había en los años 40 o 50 del siglo pasado. Para empezar, todos los espacios que el movimiento  indígena , logró conseguir  con mucho esfuerzo y sacrificio a lo largo de muchos años han sido eliminados  mediante decretos, reglamentos y  leyes que aparent an avances en derechos y  que al ser implementados y ya en la realidad, eliminan derechos . Por ejemplo en  la Ley Orgánica de Educación Intercultural se habla de  «interculturalidad» pero en  la práctica desmantelan todo proceso educativo comunitario  y autogestionario. Es  decir, eliminan “ todo lo que huela a indio”. Otro de los ejemplos en este campo es el cierre de la Universidad Intercultural de  las Nacionalidades y Pueblos Indígenas “Amawtay Wasi”, usando como  argumento técnico una llamada “evaluación”, que implicó la aplicación de un  modelo de evaluación totalmente ajeno al modelo educativo 12 que se venía  implementando, privilegiando las disposiciones de la Ley Orgánica de Educación  Superior ( LOES ) , y sobreponiéndolos a los derechos colectivos contemplados en  la Constitución y el Convenio No. 169 de la OIT, en el cual incluso  incrustaban la  palabra “calidad” al citar algunos de sus artículos sin que esta existiera en el texto  original del convenio e n el capítulo correspondiente a Educación . 
Al cerrar espacios legal y legítimamente ganados por el movimiento indígena  como el de Salud Intercultural,  Consejo de Desarrollo de las Nacionalidades y  Pueblos del Ecuador ( CODENPE ) , Escuelas Comunitarias,  Institutos Pedagógico  Interculturales,  la Universidad Amawtay Wasi, se lo hace con el pretexto de que  estos espacios carecen de  “ calidad ” o que la  “ interculturalidad ” debe ser un eje  transversal. Para ellos, tiene poca importancia cerrar espacios específicos de los  pueblos originarios porque todo  parece compensar dicha eliminación con poner  en las leyes o reglamentos palabras como «interculturalidad» o “calidad”. Sin  embargo y en la práctica tal “calidad” e “interculturalidad” no aparecen por ningún  lado , especialmente una interculturalidad visionada desde la filosofía de los  pueblos originarios. 

A este ejercicio de eliminar pequeños espacios estatales de gestión compartida,  históricamente ganados por el movimiento indígena, porque no son dádiva de nadie, con el argumento extraño y mercantilista de “calidad”, argumentando la  falta de cumplimiento de parámetros  internacionales, especialmente  euronorteamericanos, y en el fondo con intolerancia, con desprecio, con odio al diferente, en nuestro caso , a lo indio, hemos dado en llamar  “ Apartheid  Epistémico ” 13 .  
Pues en esta lucha desigual por defender nuestros derechos y el gobierno por  imponer lo que considera  “de calidad”,  “ superior ” y  “ desarrollado ” en el fondo se  encuentran en juego diferentes filosofías, diferentes cosmovisiones, diferentes  lógicas del  mundo, diferentes visiones civilizatorias, pero que al imponerse por la  fuerza la visión del  más fuerte que en este caso es del gobierno , termina  anulando,  invisibilizando, eliminando a las otras lógicas civilizatorias, porque siempre el superior termina ganando y los inferiores terminan perdiendo y desapareciendo . 

V I .  Acceso a la universidad o la trampa hacia la enajenación cultural? 
Acceder por acceder a la Universidad sería como dar por aceptado que el tipo de  educación  superior  que tenemos es aceptable y hasta pertinente . Que nada hay  que corregir y por lo tanto el sistema de educación superior es perfecto. Para los pueblos originarios que sentimos que no ha terminad o el proceso de  coloniza ción por parte de los invasores y sus herederos,  sí que es necesario  detenernos a  pensar sobre el tipo de educación que tienen estos  M odernos  estado - nación de corte colon ial. El objetivo principal que lleva en el fondo y el  gran objetivo a nivel planetario. Aquí nos ayuda mucho en la reflexión al respecto  Aníbal Quijano  (Quijano: 2008)  cuando nos dice que :  
El asimilacionismo cultural es la política que se ha procurado  sostener desde el Estado, a través del sistema  institucionalizado de  educación pública. La estrategia, por lo tanto, ha consistido y  consiste en una ‘asimilación’ de los ‘indios’ a la cultura de los  dominadores, que suele ser también mentada como la ‘cultura  nacional’, a través de la educación escolar  formal, sobre todo, pero  también por el trabajo de instituciones religiosas y militares. Por eso,  en todos estos países, el sistema educacional pasó a ocupar un  lugar central en las relaciones entre ‘indio’ y no ‘indio’, fue inclusive  mistificada y mitificada en ambas partes, y no hay duda de que en  países como México o Perú, más en el primero después de la  ‘revolución mexicana’, de todos modos en ambos más que en los  demás países, fue un mecanismo de des - indianización subjetiva,  cultural si se quiere, de una parte no desdeñable de la población.  Un elemento importante en dicha estrategia ha sido también  la apropiación de las conquistas culturales de las sociedades que  fueron conquistadas, destruidas y sus poblaciones colonizadas,  transmitido como  orgullo de lo ‘inca’, de lo ‘azteca’, ‘maya’, etc., en  una palabra, de lo ‘indio’ anterior a la colonización. 14 
En estas condiciones, cuando un originario, afrodescendiente o perteneciente a  cualquier “minoría”, lucha incansablemente por obtener un cupo y  accede a la  Universidad, qué gana a cambio ?. Es posible que logre obtener un título  o grado  académico , hasta un Phd, pero a  qué costo, culturalmente hablando?. Es posible que logre un puesto de trabajo  muy alto en el ámbito académico, empresarial,  gubernamental, etc., la pregunta  es, ¿seguirá siendo el mismo?. No es este un esfuerzo demasiado grande que implica exámenes teóricos, gasto  de recursos económicos para las nivelaciones, influencias, etc., para obtener un  pase seguro hacia la enajenación  cultural? Ese hecho donde dejo de ser yo para  pasar a ser otro?(…)
 
1, Ponencia presentada en el Seminario Encuentro de Saberes de las Universidades. Bases para

un diálogo interepistémico, celebrado en la Universidad de Brasilia el 16 y 17 de junio del 2015.
2. Kichwa del Pueblo Saraguro, Ecuador. Pushak de la Pluriversidad “Amawtay Wasi”.
Fuente:
https://amawtaywasi.org/wp-content/uploads/2019/03/Pluriversidad-Interculturalidad-y-Acceso-a-la-U.pdf

"Esperemos que la reacción del Estado sea tangible a partir de estos instrumentos, puesto que la reiterada omisión de sus obligaciones puede constituir una catástrofe cultural. Hay, que duda cabe, responsabilidad política de sus funcionarios, pero, sobre todo, esta crisis sanitaria nos ha puesto los límites a los que se atiene la retórica intercultural. Necesitamos urgentemente aprender y desaprender caminado con los pueblos indígenas para incorporar en nuestras instituciones estatales mecanismos de co-gobernanza".

Amazonia peruana a puertas

de una catástrofe

 28 de mayo de 2020

Por Luis Hallazi (Rebelión)

(…)Respuesta sanitaria: Plan de intervención en comunidades nativas  
Mediante resolución ministerial 308-2020-MINSA, el 21 de mayo se aprobó finalmente el esperado plan de intervención, dispositivo que debió tenerse al inicio de la emergencia sanitaria para prevenir y mejorar la capacidad de atención ante propagación de COVID 19 (como detalla en sus objetivos). Recordemos que este plan se enmarca dentro del D.L. 1489 que generó una estrategia limitada de implementación y ejecución de servicios y acciones para la protección y atención de los pueblos indígenas, donde se plantearon 5 ejes, uno de ellos es la respuesta sanitaría, los otros cuatro son: el control territorial, abastecimiento de bienes, información y alerta temprana, y protección de pueblos en aislamiento voluntario y contacto inicial (art. 4.3).   
El plan atenderá la emergencia sanitaria en 10 regiones amazónicas con un presupuesto insuficiente de 88 millones de soles. Tomando en cuenta que, prácticamente, se trata de implementar una política sanitaria en emergencia bajo la realidad de precarios establecimientos de salud, falta de medicinas e insumos básicos como el oxígeno, falta de personal médico especializado y sin contar con recursos para traslados y conexiones aéreas en casos graves, la realidad es que con dicho presupuesto no se podrá atender ni a Loreto.
El documento técnico enmarca la manera cómo se fortalecerá las medidas de prevención desde el nivel comunitario y cómo es que se mejorará esa capacidad resolutiva de los que implementarán las acciones operativas: las Direcciones Regionales de Salud, las redes de salud y las denominadas IPRESS, Instituciones Prestadoras de Servicio de Salud. La responsabilidad de difusión, implementación y supervisión está a cargo de la Dirección de Pueblos Indígenas y Originarios, dependiente de la Dirección General de Intervenciones Estratégicas en Salud Publica del MINSA. La pregunta es si habrá capacidad para que esta pequeña dirección de pueblos indígenas pueda cumplir con el encargo.
El plan no es nacional, puesto que deja excluida de la atención a las comunidades campesinas. El ámbito de aplicación es para 10 regiones amazónicas, pero, incluso en el mismo plan, se menciona que priorizarán la atención 5 distritos de la región de Loreto: Caballococha, Requena, Contamana, San Lorenzo y El Estrecho. Probablemente los recursos asignados no den para más. Por otro lado, no queda claro la articulación intersectorial con el Ministerio de Cultura, sabiendo que es esta institución la que tiene que aprobar distintos lineamientos y protocolos para la atención con pertinencia cultural y con enfoque intercultural (art.4.1 DL 1489).
El plan tampoco aclara la participación de las organizaciones indígenas para su implementación, sobre todo para el fortalecimiento de las medidas de prevención, lo único que refiere es la capacitación a líderes y agentes comunitarios de salud. Volvemos a mencionar: las comunidades y sus autoridades locales, regionales y nacionales, vienen encargándose en la práctica, con sus limitaciones, de atender la crisis, por lo que es necesario incorporar esa experiencia y aprendizaje y repotenciar las acciones realizadas en la implementación de este plan.  
Finalmente, la crisis pandémica COVID 19 sigue al acecho en los territorios indígenas. Esperemos que la reacción del Estado sea tangible a partir de estos instrumentos, puesto que la reiterada omisión de sus obligaciones puede constituir una catástrofe cultural. Hay, que duda cabe, responsabilidad política de sus funcionarios, pero, sobre todo, esta crisis sanitaria nos ha puesto los límites a los que se atiene la retórica intercultural. Necesitamos urgentemente aprender y desaprender caminado con los pueblos indígenas para incorporar en nuestras instituciones estatales mecanismos de co-gobernanza. De eso trata el reto del diálogo intercultural y para eso hay esperanza, así como en el relato shipibo existe un mundo de desgracia llamado Panshin Nete, coexiste también el mundo Jakon Nete o mundo de la esperanza, allí las estrellas, que en lengua shipiba se llaman wishmabo, representan la vida de cada shipibo o animal muerto y esas estrellas simbolizan la perpetuidad e inmortalidad del pueblo shipibo.
Notas (…)
Luis Hallazi es abogado y politólogo, investigador en derechos humanos  
Fuente: https://rebelion.org/amazonia-peruana-a-puertas-de-una-catastrofe/ 

Vemos que en el capitalismo latinoamericano coincide con el de Estados Unidos donde: "personas latinas, afroestadounidenses e indígenas estadounidenses las que se estaban contagiando y muriendo de forma desproporcionada. Llevó un gran esfuerzo de parte de los movimientos de base, que reclamaron que se expongan los datos raciales, empezar a constatar esto, porque los estados se negaban a verlo". Y se debe a la injusticia en "acceso a la atención médica, el acceso a seguro de salud, así como la contaminación del aire y del agua y el tipo de empleos".

Racismo, brutalidad policial y

COVID-19 en Estados Unidos

30 de mayo de 2020

Por Amy Goodman y Denis Moynihan
Democracy Now!
Mientras las muertes por Covid-19 en Estados Unidos superan las 100.000, con un impacto desproporcionado sobre las comunidades de color, el asesinato y la violencia por parte de la policía contra personas de color, perpetrados con legitimación del Estado, continúan aparentemente sin tregua.
El pasado lunes, Día de los Caídos en Estados Unidos, George Floyd suplicaba por su vida mientras Derek Chauvin, oficial de la policía de Minneapolis, le apretaba el cuello contra el pavimento con una de sus rodillas. “Por favor. Por favor. No puedo respirar, oficial. No puedo respirar”, jadeaba George Floyd, con sus manos esposadas detrás de la espalda. Los testigos del suceso le pidieron repetidas veces a Chauvin que aflojara la presión, pero el oficial siguió con la rodilla enterrada en el cuello de Floyd. Un devastador video de diez minutos registró este asesinato en cámara lenta, respiración menguante tras respiración menguante. Finalmente, el cuerpo inerte de Floyd fue bruscamente colocado en una camilla, cargado en una ambulancia y llevado al hospital, donde se declaró su muerte.
La indignación fue in crescendo a medida que el video se viralizaba. El hermano de George, Philonise Floyd, declaró a la cadena CNN: “Amo a mi hermano. Todos amaban a mi hermano… conocerlo es quererlo. Él gritaba ‘mamá, mamá, no puedo respirar’ pero no les importó. Realmente no entiendo lo que tenemos que sufrir en la vida. No tenían por qué hacerle eso”. El fiscal general de Minnesota, Keith Ellison, expresó en un comunicado: “Su vida era importante. Tenía valor… Vamos a buscar justicia y la encontraremos”. En declaraciones posteriores, Ellison agregó: “Lo que estamos tratando aquí no es un caso aislado, sino un problema sistémico. Y tanto la investigación como la acusación se están llevando adelante con el objetivo de llegar hasta las últimas consecuencias. Estoy seguro de que se están llevando adelante de manera competente. Pero eso no le pone fin al asunto. El despido de los agentes no le pone fin. El proceso penal que ha comenzado no le pone fin. El proceso de derechos civiles no le pone fin. Necesitamos un cambio sistémico, profundo y permanente”. El alcalde de Minneapolis, Jacob Frey, opinó tras el asesinato de Floyd: “Ser negro en Estados Unidos no debería implicar una condena a muerte”. Frey demanda el arresto de Chauvin y la familia de Floyd quiere que los cuatro oficiales sean acusados ​​de asesinato.
La reverenda Bernice King, una de las hijas del Dr. Martin Luther King Jr., publicó en Twitter una foto del oficial Chauvin con la rodilla apoyada sobre el cuello de Floyd al lado de una icónica foto de la estrella de la Liga Nacional de Fútbol Americano Colin Kaepernick hincado sobre una de sus rodillas en un campo de juego. El ex mariscal de campo fue expulsado de la Liga por arrodillarse durante el himno nacional en protesta contra la violencia policial y la injusticia racial. El texto que acompaña el tuit dice: “Si no te molesta o te molesta poco la primera rodilla, pero te indigna la segunda, entonces, en palabras de mi padre, estás ‘más consagrado al orden que a la justicia’. Y más apasionado por un himno que supuestamente simboliza la libertad que por la libertad de vivir de un hombre negro”.
Mientras las muertes por Covid-19 en Estados Unidos superan las 100.000, con un impacto desproporcionado sobre las comunidades de color, el asesinato y la violencia por parte de la policía contra personas de color, perpetrados con legitimación del Estado, continúan aparentemente sin tregua . El pasado 23 de febrero, en Georgia, Ahmaud Arbery fue asesinado a balazos por Travis McMichael y su padre, el policía retirado Gregory McMichael, tras salir a correr. El 13 de marzo la policía de Louisville, Kentucky, disparó ocho veces contra Breonna Taylor, causándole la muerte. Taylor era técnica en emergencia médica y tenía 26 años de edad. La policía irrumpió en su hogar en el medio de la noche, al entrar en el departamento equivocado cuando buscaban a un sospechoso que ya estaba bajo custodia.
Afortunadamente, no tenemos que agregar el nombre de Christian Cooper a esa trágica lista. Chris Cooper, afroestadounidense, se encontraba observando aves en el Central Park de Nueva York el Día de los Caídos cuando respetuosamente le pidió a una mujer que también paseaba por allí que siguiera las reglas del parque y le pusiera la correa a su perro. Ella se negó rotundamente, lo que lo condujo a grabar la interacción. La mujer llamó al 911 y le dijo a Cooper: “Voy a decirles que hay un hombre afroestadounidense que está amenazando mi vida”. Christian Cooper le envió el video a su hermana, quien lo publicó en las redes sociales, donde rápidamente llegó a 42 millones de reproducciones. Alguien identificó a la mujer como Amy Cooper (sin parentesco con Christian) y, como resultado de su reacción violenta, fue despedida de su trabajo y el refugio para perros le retiró su mascota.
Ibram X. Kendi, director fundador del Centro de Investigaciones y Políticas Antirracistas de la Universidad Americana, le dio contexto histórico a esta interacción durante una entrevista para Democracy Now!: “Lo que hizo Amy Cooper es un típico comienzo de violencia racista. Tenemos a una mujer blanca que utiliza como arma su privilegio de ser mujer y blanca. En lugar de resolver la disputa con la otra persona y seguir las reglas y ponerle la correa a su perro, se victimiza y llama a la policía, con esa proyección de víctima, para que la policía vaya y la proteja. A menudo, los policías realmente creen que esta mujer blanca está siendo amenazada por este presunto depredador afroestadounidense. Con demasiada frecuencia, esto lleva a que esa víctima desarmada resulte lesionada o incluso asesinada”. En 1955 un suceso similar condujo a la tortura y linchamiento de Emmet Till, de 14 años de edad.
El profesor Kendi lanzó “The COVID Racial Data Tracker”, un sitio web para documentar las disparidades raciales en torno a la letalidad de la pandemia, que afecta de manera desproporcionada a las comunidades de color. Los datos se están utilizando para desacreditar el argumento de que las personas de color se ven más afectadas por la Covid-19 por sus afecciones subyacentes. Kendi explicó: “Al menos hacia fines de marzo, y ciertamente a principios de abril, eran personas latinas, afroestadounidenses e indígenas estadounidenses las que se estaban contagiando y muriendo de forma desproporcionada. Llevó un gran esfuerzo de parte de los movimientos de base, que reclamaron que se expongan los datos raciales, empezar a constatar esto, porque los estados se negaban a verlo. El indicador de predictibilidad fundamental de las tasas de contagio y muerte en la población negra es el acceso a la atención médica, el acceso a seguro de salud, así como la contaminación del aire y del agua y el tipo de empleos. Todas estas determinantes sociales de la salud son indicadores predictivos mucho más fuertes en cuanto a las tasas de muerte y contagio en la población negra que sus afecciones subyacentes”.
Los afroestadounidenses representan el 13% de la población de Estados Unidos, pero han representado como mínimo el 25% de las 100.000 muertes por Covid-19 del país. La misma disparidad en la tasa de mortalidad prevalece entre los 5.000 estadounidenses asesinados por la policía desde 2015: los afroestadounidenses tienen el doble de chances de ser asesinados por la policía en comparación con los blancos. La violencia policial es una de las principales causas de muerte de los jóvenes de color.
La pandemia revela lo que los videos de teléfonos celulares y cámaras corporales han expuesto cada vez más y lo que las comunidades de color han sabido por mucho tiempo: el racismo está bien vivo en Estados Unidos y tiene consecuencias letales.
Traducción al español del texto en inglés: Inés Coira. Edición: María Eva Blotta y Democracy Now! en español, spanish@democracynow.org
Amy Goodman es la conductora de Democracy Now!, un noticiero internacional que se emite diariamente en más de 800 emisoras de radio y televisión en inglés y en más de 450 en español. Es co-autora del libro “Los que luchan contra el sistema: Héroes ordinarios en tiempos extraordinarios en Estados Unidos”, editado por Le Monde Diplomatique Cono Sur.
https://www.democracynow.org/es/2020/5/29/racismo_brutalidad_policial_y_covid_19

Fuente: https://rebelion.org/racismo-brutalidad-policial-y-covid-19-en-estados-unidos/

sábado, 30 de mayo de 2020

"Jamás vamos a sentir que un llamado de diálogo esté siendo honesto en sus intenciones de avanzar en una discusión política y de derechos. Mientras sentencien a nuestro territorio a la explotación extractivista de cualquier índole, mientras haya presos políticos mapuche y hasta que no veamos encarcelados a los autores intelectuales y materiales que asesinaron al peñiyem Rafael Nahuel y a quienes desaparecieron y asesinaron a Santiago Maldonado."

29 de mayo de 2020 Puelmapu, Wallmapu.
Marimari pu peñi ka pu lamuen
Marimari papayengun chachayengun
Marimari pu weny ka pu kompañ.
Chalian mapuzungun mew, inche ta Mauro Millan ñi pingen, inche ta lonko, pillan mawiza ñi lof che. Kiñeke zungu epian……
 
Es verdad. El estado argentino tiene un conflicto con el pueblo Mapuche, porque acumuló demasiadas deudas desde el momento que, de manera unilateral, decidió invadir nuestro territorio  ¿O qué esperaban? ¿Que el despojo de nuestras vidas sería perpetuo? ¿Que nos olvidaríamos de quiénes somos? ¿Que no nos preguntaríamos qué fue lo que realmente sucedió?
Los winkas, en forma de estado chileno y argentino, nos invadieron y ocuparon nuestro territorio. Violaron, asesinaron, mutilaron. Nos confinaron a campos de concentración. Cambiaron el relato de la historia: el usurpado pasó a ser usurpador. Y todavía pretenden que no busquemos justicia, que seamos buenos indios, mansos, humildes, respetuoso de la ley y que estemos bien domesticados. Así podemos seguir siendo mano de obra barata; quienes levantan las casas, limpian los inodoros o recorren los miles de kilómetros del perímetro de los latifundios cuidando esas miles de ovejas. Lamento informar, señoritos y señoritas de la blanca alcurnia argentina, que eso poco a poco dejará de suceder. 
Podría llevarme muchas palabras tratar de explicar lo que significa tomar conciencia de quién es uno y quienes somos todos, pero lo voy expresar en un solo concepto: Kimun (Saber mapuche, sabiduría ancestral, conocimiento). El Kimun no lo podés descubrir en Wikipedia, ni en las instancias educativas que ofrece este monocultural estado. El Kimun está en la memoria, en la resistencia de mi gente; no es exclusividad de lo rural, también está en la ciudades, en los barrios, en las villas, en cada rincón de la geografía de este territorio que fue testigo de la verdad de lo que aconteció. Sin embargo, esta sociedad sigue alimentándose con la verdad corrupta de lo diarios, de la tele, de la radio, de los medios que reproducen mercenariamente un relato que nos juzga y sentencia de manera exprés. Casi tan rápido como los hacen los racistas del sistema judicial. 

Esta recuperación del saber mapuche hoy nos permite actuar cuando vemos que un peñi o una lamuen tiene un destino como machi, lonko, weupife u otro rol como autoridad ancestral. Ya no acudimos a un psicólogo para que atienda la “locura”, ya no vamos con el cura o con el pastor evangélico para que nos saque el demonio a palos… Sí, hacíamos todo eso, por ignorar nuestra propia cultura. Hoy nacen pu machi, nacen pu lonko, nuestras autoridades, para orientar el destino de nuestro pueblo y no para adornar alguna política de control estatal. Nacen por una necesidad, nacen mostrando el antagonismo entre como vemos el mundo los mapuche y como lo ve la sociedad winka. Sociedad que mira desde la verticalidad del macho capitalista blanco judeo cristiano. Desde esa cúspide de la pirámide se sirve de todo y de todos. Nadie dice nada si llega un magnate de estas características e invade, tala bosque, contamina y alambra lagos, ríos, cerros. Ningún vecino se queja, está todo bien… hipocresía de los sumisos. 

Como Lonko mapuche, reivindico conmovido la lucha del lof winkul lafken mapu, celebro la inquebrantable decisión de defender ese espacio y reivindico la orientación de la joven Machi Betiana. Y sólo les digo

a ese puñado de desquiciados que piden desalojar, que este proceso ya no se detendrá.
al estado y sus eventuales dirigentes, que deberán dar unas cuantas roscas más a sus obsoleta forma de plantear el diálogo. Un diálogo político de profundo reconocimiento, y no uno en el cual seamos estigmatizados como solo un problema de seguridad nacional.
Mientras sentencien a nuestro territorio a la explotación extractivista de cualquier índole, mientras haya presos políticos mapuche y hasta que no veamos encarcelados a los autores intelectuales y materiales que asesinaron al peñiyem Rafael Nahuel y a quienes desaparecieron y asesinaron a Santiago Maldonado, jamás vamos a sentir que un llamado de diálogo esté siendo honesto en sus intenciones de avanzar en una discusión política y de derechos.
 
Por territorio, justicia y libertad¡¡ marici weu¡

 

A afirmarnos, les diverses de abajo, en: "¡Ya Basta! Basta a la precarización neoliberal, a los ajustes económicos, a las desigualdades y la exclusión, al autoritarismo y el estado de excepción, basta a ser condenados a un mundo sin futuro".

Derecho a existir, pulsión de re-existir

Protestas populares y 

sentidos de lo común

en tiempos de pandemia 

en América Latina

 30 de mayo de 2020
 
Por Emiliano Teran Mantovani (Rebelión)

Derribar la clausura de un ‘mundo muerto’: rutas de fuga, revuelta y re-existencia en América Latina

La pandemia del nuevo coronavirus ha saturado absolutamente todo. Incluso la memoria, que ya venía siendo atropellada y convulsionada permanentemente por el eterno presente de esta sociedad hiper-informada, inundada de datos, imágenes, video-cápsulas, memes y múltiples acontecimientos impactantes.
Así que, como un acto para recobrar el aliento, como quien sofocado se quita el tapabocas para tomar una bocanada de aire fresco, hagamos nuevamente memoria de vida, recordemos los meses y semanas atrás, que determinaron todo 2019: calles calientes, millones de voces; marchas, piquetes, pancartas, consignas, pañuelos, enjambres, multitudes. Corazones latiendo, rabia, anhelo, hartazgo, esperanza. Chile, Ecuador, Colombia, Haití, Perú, Honduras, Puerto Rico, Venezuela, Costa Rica, Bolivia, Nicaragua; y fuera de las tierras del Abya Yala, Hong Kong, Francia, Irak, Líbano, Catalunya, Argelia, Zimbabwe.
Todos, de una u otra forma, diciendo ¡Ya Basta! Basta a la precarización neoliberal, a los ajustes económicos, a las desigualdades y la exclusión, al autoritarismo y el estado de excepción, basta a ser condenados a un mundo sin futuro.
Pero las ondas de esta vibración socio-política mundial terminaron chocando con las ondas de la pandemia global 2020, siendo esta última otro resultado de la expansión neoliberal y colonizadora del capital. Además de los millones de contagios y los cientos de miles de fallecidos, la pandemia ha generado una parálisis de buena parte del sistema; un shock concreto en las dinámicas globalizadas (a escala macro, meso y micro), y un shock simbólico, al provocar un considerable impacto en las perspectivas y expectativas de las sociedades. Y sobre todo, nos revela que no estamos sólo ante una enfermedad muy contagiosa, sino que en realidad todo este sistema capitalista en decadencia es una máquina de intoxicación de la vida, una máquina de patologización de cuerpos y ecosistemas; que es el vector fundamental de la insalubridad global que experimentamos.
Ciertamente nos encontramos ante una situación muy complicada y enigmática. Pero para algunos, entre derechas e incluso izquierdas, y ante las fuerzas de saturación y parálisis que provoca la pandemia, parece haberse olvidado el actor social, el mundo de los de abajo, la micro-política; parece que los han ubicado en una especie de campo de invisibilidad, de desmerito, de imposibilidad. Como si estos actores sociales dejaran de contar en el curso de los acontecimientos actuales y futuros; como si la política ahora fuese un estadio vacío donde sólo juegan el poder de las corporaciones transnacionales, la geopolítica tradicional y el Estado (que gestiona la biopolítica, el estado de excepción, la sociedad de control o incluso para algunos, un nuevo y ‘posible’ welfare state).
Visto así, ese es un mundo muerto. Un mundo de comandos, de tránsitos lineales, sin agonismo popular, sin sustancia y de dominio espectral irremediable. Un mundo desde el cual nos negamos a pensar, buscando en cambio resaltar las múltiples rutas que trazan las resistencias de las fuerzas vivas, las pulsiones de vida de los de abajo: alimento y horizonte, salud y comunidad, oxígeno y dignidad. Vida, tanto desde su perspectiva productiva y reproductiva cotidiana, hasta en su sentido ontológico y filosófico.
Estas rutas de escape/reproducción/emancipación se encuentran hoy obstaculizadas, militarizadas, contagiadas. Pero hay que derribar la clausura de posibilidades que propone el ‘mundo muerto’, y señalar al menos tres expresiones cruciales de la política –o la otra bio-política– de estas fuerzas vivas: la primera, que lo que emergió y rugió desde los pueblos en 2019 sigue hoy latiendo, sigue hoy respirando. Y sobre todo, que el problema de fondo, lo que ha originado las protestas, sigue sin resolverse. Hay por tanto, no sólo una materialidad sino también una ontología de la revuelta.
La segunda, que durante el tiempo de la cuarentena y la crisis de la pandemia de Covid-19, también se han desarrollado procesos que han sido poco visibilizados y difundidos –para algunos ‘invisibles’– y que han consistido en la construcción de soluciones desde los de abajo para los de abajo, así como un énfasis del trabajo hacia adentro por parte de comunidades, organizaciones y movimientos sociales en los territorios, orientándose hacia el fortalecimiento de la autonomía y la autogestión.
Vale resaltar experiencias de redes de alimentación solidaria entre territorios, como la Minga de la Comida, propuesta por el Consejo Regional Indígena del Cauca (CRIC), que llevan alimentos para el intercambio y así ayudar a aliviar la situación de las familias vulnerables de Popayán y de comuneros indígenas que no han podido regresar a sus territorios; otras de estas redes se producen no sólo en algunas partes de Colombia, sino en regiones de otros países, como ocurre en Ecuador, y en Bolivia, siendo principalmente alimentos recolectados del campo que se aportan para familias pobres en las ciudades. Sistemas de trueque urbano y campesino de diverso tipo se han también establecido para enfrentar los efectos socio-económicos de la pandemia, como en el caso de Cochabamba en Bolivia o en varias regiones de México. En Brasil, organizaciones sociales como el Frente Brasil Popular y el Frente Pueblo Sin Miedo (que agrupan a cientos de organizaciones brasileñas) crearon una plataforma no sólo de solidaridad alimentaria, sino también para apoyar con artículos de limpieza y un fondo de emergencia para trabajadores informales. Cabe también señalar las experiencias de las ‘ollas comunitarias’ en Chile –como la de la comuna popular de Puente Alto, en Santiago, que asiste a 5.000 habitantes–, en Cali (Colombia), en varios municipios de Guatemala o en Buenos Aires, lugares del conurbano y otros puntos del interior de Argentina; o las de las Asambleas territoriales en Valparaíso (Chile), desde las cuales se han impulsado cosas como campañas de desinfección colectiva de espacios públicos, fondos solidarios, cuadrillas de seguridad alimentaria o la elaboración de manuales de pan. Aunque en primera instancia estas experiencias descritas no se orientan a confrontar a los poderes constituidos, tienen una importancia constitutiva para los procesos de fortalecimiento de las iniciativas populares y territoriales, y sobre todo, marcan claramente la ruta de una respuesta social ante la pandemia.
La tercera expresión contiene las posibilidades de horizonte y expansión de estas fuerzas, y se resume en la siguiente disyuntiva vital: es cierto que la pandemia tiene un poderoso efecto paralizante, pero en realidad todo esto es mucho más paradójico. Mientras busca confinar, desmoviliza y genera miedos, al mismo tiempo potencia escenarios de movilización, al profundizar drásticamente todas las contradicciones y causas que habían generado las protestas y descontentos. Más precariedad, más desigualdad, más estado de excepción. Esta contradicción fundamental es un muy claro ejemplo de lo que es este tiempo paradójico de colapso/oportunidades que vivimos en la actualidad.
Algunos, entre derechas e incluso izquierdas, ven con malos ojos los llamados a la movilización. Es verdad que la pandemia ha generado enfermedad, sufrimiento y muerte en los sectores populares, con la muy dolorosa pérdida incluso de referentes y líderes sociales como Ramona Medina (de la Villa 31 en Buenos Aires) o el cacique Messías Kokama, uno de los principales líderes de la Amazonía brasileña. Pero lo que resulta más dramático es precisamente que la pandemia de COVID19 no tiene el monopolio de la muerte, ni de la infección, ni de la precarización. Que esta pandemia es en realidad el síntoma de una constelación de males y enfermedades que aquejan y acechan a la mayoría de la población, para la cual la lucha es una cuestión cotidiana y fundamental para la sobrevivencia, para la reproducción de la vida. Y especialmente por eso, la pandemia vulnera más cuando se conjuga con esos otros males sociales, como la pobreza, la desnutrición, la falta de agua o el racismo. Que esto que muchos han llamado la ‘normalidad’ que existía previamente, en realidad era una pesadilla para millones de personas en la región, y principalmente en todo el Sur Global.
Por eso la cuarentena en América Latina para una parte de la población, desde sus inicios sencillamente no se podía cumplir (y aún no se puede), o bien no se podía sostener por mucho tiempo, sobre todo para quienes se buscan la vida en el día a día. Por eso se fueron evidenciando múltiples micro-protestas territoriales, a medida que se ampliaba la precariedad (morir de Covid o morir de hambre). Por eso en las últimas semanas, el escenario de movilizaciones retoma vuelo, como ha ocurrido en Ecuador, Bolivia, Chile, Colombia, Venezuela, o en Córdoba (Argentina) –lo que ciertamente ocurre mientras otras tantas se producen por parte de sectores conservadores y de extrema derecha en nombre de las libertades económicas–, mientras se reavivan las protestas de Irak, Líbano, Hong Kong, India, entre otras.
La ecuación es muy complicada y nos encontramos ante un proceso de reorganización del sistema tal y como lo conocemos. Pero esta re-organización no ocurre ni ocurrirá de manera unilateral, estable, lineal e irresistible por los designios del gran capital y los Estados potencia. Esta nueva coyuntura se produce al interior de un sistema global que es en realidad más frágil que nunca, mucho más vulnerable y mucho más inviable. Lo que está en crisis es todo un orden histórico civilizatorio y esto nos ha traído a un tiempo límite, de umbrales ecológicos, económicos, energéticos; a un tiempo de eventos extremos donde la turbulencia es la normalidad. Así que nada está garantizado, nadie puede ya garantizar el control de la situación. Todo, absolutamente todo, está en disputa y el muy diverso campo popular juega, y es onda de choque en esta crisis.
En el corto plazo, por un lado, ante la agudización de las contradicciones y factores causales del descontento, podríamos presenciar una nueva ola de protestas en la región encabezada por la revuelta de los precarizados, provocada por el mundo extremo que va dejando la pandemia. Eso podría abrirnos a una nueva correlación de fuerzas que eventualmente podría allanar caminos a nuevas posibilidades y alternativas populares.
Por otro lado, en el devenir y transitar de esta crisis, las particulares condiciones que se desarrollan abren un campo de redefinición de lo común, de la autogestión, de lo público, de la gobernanza, que tendría importantes repercusiones. Estamos al interior de ese proceso.

Sentidos y dilemas de la revuelta, el antagonismo y lo común

Tenemos hoy muchísimas más preguntas que respuestas. ¿Cómo reproducir una vida digna, cómo transitar una vía alternativa, ante tal nivel de insalubridad global, ante tal nivel de precariedad de las condiciones de vida en el planeta, de las democracias, ante los sistemáticos bloqueos de alternativas? En este mundo en emergencia, de tiempos ajustados, parece que tendremos que ir caminando y resolviendo estas preguntas sobre la marcha. Pero, además de resolver las cuestiones básicas de la reproducción de la vida, seguiremos necesitando comprender y dotar de sentido la existencia, la revuelta, la re-existencia; la transformación socio-ecológica; nuestra forma de ser y estar en la Tierra. No parece bastar el antagonismo puro, mucho menos hoy cuando extremas derechas protestan, ocupan calles, se rebelan, se presentan como ‘anti-sistemas’ y piden un ‘cambio’; o bien cuando el crimen organizado o el narcotráfico insurgen, desafían a los poderes formales o crean violentas economías que logran incluir a parte de los sectores sociales más vulnerados, ganando adeptos entre ellos.
De manera que, el propio antagonismo, la forma y los significados que pueda tener, está en disputa. Es en este sentido que resaltamos el valor del proyecto y horizonte de lo común. Sobre todo en la medida en la que el antagonismo se enraíza en la acción colectiva, en el re-encuentro de los iguales y las diversidades, en la re-articulación integral de nuestros modos de ser y estar con las tramas de la vida, lo cual es fundamental ante un mundo que sufre los terribles efectos de la fragmentación. Lo común hoy, es una posición crítica ante la crisis, ante la posible nueva ola de privatización y mercantilización corporativa; ante el avance de las extremas derechas y sus posturas radicalmente anti-Vida; ante la idea de que el humano es un ‘virus’ depredador y no en cambio esta cultura moderno/occidental colonizante; ante la lógica del ‘sálvese quien pueda’ y la competencia feroz; ante la marginación económica e institucional del mundo de los cuidados; pero también, ante los nuevos Leviatanes de la emergencia o los posibles avances de un nuevo estadocentrismo ‘social’ que recanalice el potente descontento popular hacia una nueva ilusión de cambio desde arriba.
Sin embargo, esta idea de lo común como proyecto y horizonte no se presenta sólo como un lugar filosófico desde donde pensar ese antagonismo, sino tal vez principalmente como un modo de hacer: es una política productiva porque pone en el centro y punto de origen la transformación y la re-existencia en el aquí y en el ahora; no se sienta a esperar mediaciones, sino que territorializa ese otro mundo que imagina. Esto tiene un valor tremendo precisamente porque, en un mundo caótico y muy incierto, de grandes perturbaciones, es la comunidad el principio de orden.
Comunizar es hoy un factor vital, pues se trata de tejer y re-tejer la comunidad, desgarrada por décadas de neoliberalismo y violencia neocolonial; es repotenciar la noción de interdependencia a partir de una política común del cuidado (y más en estos tiempos de insalubridad global y capitalismo enfermo); es por tanto, generar resiliencia y sumar en la correlación de fuerzas; es reconocernos en un nosotros-común entre iguales, que es esencialmente diverso (no un común homogéneo), y recomponer nuestra relación simbiótica con la naturaleza (el común con la trama de la vida ecológica), trascendiendo el antropocentrismo y dando cuenta que el planeta Tierra es en realidad la casa común.
Pero ante este sentido del antagonismo y del re-existir, la gran pregunta que ha surgido es cómo se reproduce ese común ante dinámicas de distanciamiento social, o bien en contextos de caos, conflicto armado o eventos ambientales extremos. Es la gran pregunta sobre lo común en el antropoceno. Algunos parecen haber declarado la muerte de lo común ante los escenarios actuales. Pero esta idea/clausura es muy limitada, por varias razones: primero, plantea una visión normativa y rígida que, ante ciertas condiciones, parece proponer que lo común está o no está, sin reconocer que más bien este se encuentra en permanente producción, adaptación, reformulación y flujo. No se trata pues de una forma pura a la cual se llega, sino, como hemos mencionado, es básicamente un referente, un lugar para pensarnos y sobre todo un modo político de hacer (que ciertamente también podría institucionalizarse).
Lo segundo, hay numerosos ejemplos de cómo, en contextos adversos, lo común ha podido persistir, como ha ocurrido en comunidades que resisten en conflictos armados (teniendo como casos emblemáticos las experiencias kurdas y varias del sur de México) e incluso se reajustan para fortalecerse a partir de ellos. Lo tercero, en relación con lo segundo, nos señala que justamente en períodos de profunda crisis, lo común es un componente fundamental para allanar el camino para lograr salidas y alternativas, trazando un horizonte de restitución, autocuidado, sanación y recomposición vital; y cuarto y último, se trata también de reconocernos en las dinámicas propias de la trama de la vida y los ecosistemas, que son eminentemente cooperativas y simbióticas, es decir, que lo común nos constituye como parte de este tejido de vida en la Tierra.
La otra gran pregunta que surge tiene que ver con los alcances y límites de las iniciativas sociales, desde abajo, ante enormes desafíos como las pandemias de la globalización neoliberal o los grandes eventos ambientales del antropoceno. ¿Cómo nos sanamos ante un virus como este y una pandemia que en buena parte sale de nuestras manos, ante lo cual  pareciese que las grandes tecnologías y las instituciones estatales y privadas están mejor provistas para enfrentarlo? ¿Cómo se enfrentan grandes inundaciones, o algo de las dimensiones del cambio climático, desde los pueblos, sin que esto suponga una dramática y extraordinaria exposición social a tales peligros? Estas fundamentales preguntas nos remiten ineludiblemente a una discusión sobre la relación con el Estado y con lo público que, por su densidad, no podemos abarcar aquí. Pero sí quisiéramos plantear una idea: la protesta, organización y movilización social como una proyección del campo popular en la política global. Esto implica no ver única y necesariamente la contraposición pura y compartimentalizada de lo común, el Estado y lo privado (estos asuntos no pueden ser abordados en blanco y negro), sino también las relaciones conflictivas y ‘transfronterizas’ entre estos ámbitos, que en la medida en que la protesta y organización popular ganan terreno, posibilitan la transformación de la política en ámbitos más amplios que lo local.
Sobre esta idea de lo común como una política multi-escalar, de la proyección del campo popular en la política global, nos parece vital resaltar tres aspectos: primero, hay que recordar que las protestas populares que han llenado las calles latinoamericanas han demandado en muy buena medida justicia social y ambiental, soluciones a la crisis y políticas de protección y asistencia del Estado, ante el muy alto nivel de desamparo, sobre todo de los sectores más vulnerables de la sociedad. Segundo, la idea de la centralidad de lo común, de su política situada como punto de origen, no es excluyente con la disputa política hacia otras escalas. Eso implica, por un lado, que su avance suma a una correlación de fuerzas más favorable para los pueblos, lo que a su vez crea un marco menos adverso para su accionar; por otro lado, la calle y la comunicación son una de las principales arenas donde se canaliza la disputa por lo público y en ellas es fundamental la lucha por demandas hoy centrales, como la condonación de la deuda externa a los países del Sur Global, la salud como derecho universal y la instauración de la renta básica. Toda posibilidad de creación de lo que podríamos llamar barreras de derecho ha provenido y provendrá fundamentalmente de las luchas desde abajo. Se trata de obligar al Estado a mantener y respetar esos derechos. Tercero, y no menos importante, que ante la situación de emergencia ambiental y climática, económica, social, y en general todo lo que supone esta crisis civilizatoria, se requiere de transformaciones tan vastas y aceleradas, que va a ser necesario que profundos cambios se realicen en todas las escalas globales, y en todas ellas el ámbito social y el campo popular necesitarán incidir.
No hay pizca de simplicidad en estos asuntos y, como ya hemos dicho, el tiempo de pandemia y reestructuración sistémica nos podría también abrir a nuevos tiempos de “Estadolatría” (Gramsci), bio-paternalismo y euforia estatal que legitimen que dicha reestructuración favorezca en el fondo mayores formas de explotación, expolio y despojo, y que las dinámicas suicidas que nos llevaron a esta situación crítica actual no sean afectadas. De ahí que es crucial poder respondernos a la pregunta, ¿cómo abordar una política no-estadocéntrica en estos tiempos? ¿Cómo lo común puede reproducir una política desde las autonomías en semejantes circunstancias?
El tan mentado frenazo de emergencia a la locomotora benjaminiana ha ocurrido. El futuro es hoy y la posibilidad de un giro radical de todo el orden civilizatorio se ha abierto. Algunos se organizan para una “nueva normalidad”. ¿Cuál es su posición ante el curso de lo que acontece?
Somos posibilidad en la asunción de nuestro derecho a existir, en la potencia de nuestra pulsión de re-existir; somos raicillas en las grietas de un sistema senil y decadente. Estamos vivas y vivos.
Caracas, mayo 2020
*Emiliano Teran Mantovani es sociólogo venezolano y ecologista político, miembro del Observatorio de Ecología Político de Venezuela