sábado, 22 de diciembre de 2018

"Hacemos un enérgico llamado a todxs nuestroxs hermanos a apoyar y a no claudicar en la legítima lucha de nuestro pueblo nación mapuche, a estar firme al lado de nuestras familias que hoy sufren los embates del Estado chileno y de sus aparatos de seguridad. Exigimos la libertad de nuetrxs presos políticos y no permitiremos ningún atropello más en contra de nuestra infancia… hoy es el momento de levantar nuestro voz y gritar libertad y autonomía para nuestro pueblo, el Estado chileno ha perdido validez hasta entre su propia gente. Saludamos y solidarizamos además con todo el pueblo pobre que sufre el atropello y la persecución política, por el solo hecho de luchar".

Nación Mapuche. Comunidades anuncian recuperación y toma de posesión de tierras aledañas al lago Lleu Lleu

Resumen Latinoamericano / 21 de diciembre de 2018 / Mapuexpress
Mediante un comunicado, 11 comunidades mapuche ribereñas del lago Lleu Lleu anunciaron la “toma de posesión” de tierras durante la jornada de este miércoles. En el documento expresaron que iniciaron “el proceso de recuperación y toma de posesión de nuestras tierras ancestrales que legítimamente nos pertenecen”.
“El objetivo de esta recuperación es proteger nuestro lago Lleu Lleu en todos sus ámbitos -espiritual, cultural y medioambiental- y poder decidir autónomamente cuál es el modelo de desarrollo que queremos, en pos del bienestar de nuestra gente en comunión con nuestra Ñuke mapu”, continúa el comunicado.
Comunicado público Las comunidades ribereñas del lago Lleu-Lleu comunicamos a la opinión pública nacional e internacional que este miércoles 19 de diciembre del 2018 lo siguiente: A partir de la instalación del Estado chileno (proceso de pacificación 1870) el que solo ha traído miseria y sufrimiento para nuestra gente, donde además desde la instalación del proceso de dictadura (el que aún está vigente, debido a que nos sigue rigiendo la constitución del 80) el cual fue y es extremadamente violento para con nuestrxs hermanxs, en donde sistemáticamente el Estado a través de sus policías ha azuzado y perseguido, encarcelándonos y obligándonos a vivir dependiendo de sus políticas subsidiarias queriéndonos controlar hasta el modo de vida que nuestra gente debe seguir, dividiéndonos, transformándonos en consumistas e individualistas para mantenernos bajo su control de vida capitalista… hoy, decimos, con fuerza y unidad ¡BASTA!
Como consecuencia de lo anterior, declaramos lo siguiente:
Kiñe: 11 comunidades aledañas al lago Lleu Lleu han iniciado el proceso de recuperación y toma de posesión de nuestras tierras ancestrales que legítimamente nos pertenecen.
Epu El objetivo de esta recuperación es proteger nuestro lago Lleu Lleu en todos sus ámbitos; espiritual, cultural, medioambiental y poder decidir autónomamente cuál es el modelo de desarrollo que queremos, en pos del bienestar de nuestra gente en comunión con nuestra Ñuke mapu
Kula: Hoy hemos logrado autoconvocarnos de manera transversal, somos más de 500 hermanxs ( Papay, chachay, wechekeche, picheke, peñis, lamuen y wenuy) que hemos hecho ocupación del fundo Choke, para iniciar el proceso de repoblamiento de toda la ribera de nuestro lago Lleu Lleu, sacando a las fuerzas represivas del Estado en conjunto con cualquier atisbo de dominio empresarial – forestal.
Meli: Haciendo uso de nuestro legítimo derecho a decidir autónomamente respecto del qué hacer con la madera que se encuentra en nuestras tierras usurpadas, declaramos que no aportaremos a que se activen los seguros de las empresas forestales, por tanto no quemaremos las plantaciones, sino que las eliminaremos de modo que sirvan para la construcción de puentes, estacas, viviendas, muebles y cualquier otro subproducto que necesitemos para avanzar en re- habitar nuestro territorio usurpado. Además, declaramos que el objetivo es cambiar el modelo productivo, de silvícola a uno acorde con nuestro modo de vivir antiguo, desarrollando la agricultura, ganadería, apicultura, volver a ver renacer nuestros bosques que nos dotaban del lawen y frutos silvestres, hacer renacer nuestras quebradas para que el agua vuelva a nacer y a bajar desde la cordillera de Nahuelbuta, para así alimentar el equilibrio natural de nuestro lago.
Kechu: Los deslindes naturales por los cuales se regían nuestros antiguos son: fundo Becker por el norte, por el sur, el río Pallaco, por el oeste, la ribera del lago y por el este hasta Charrocura, totalizando 20.000 hectáreas en proceso de recuperación, donde reconstruiremos nuestros lob, respetando así, los procesos de resistencia que se han llevado a cabo durante estos años en nuestro territorio ancestral.
Kayu: Hacemos un enérgico llamado a todxs nuestroxs hermanos a apoyar y a no claudicar en la legítima lucha de nuestro pueblo nación mapuche, a estar firme al lado de nuestras familias que hoy sufren los embates del Estado chileno y de sus aparatos de seguridad. Exigimos la libertad de nuetrxs presos políticos y no permitiremos ningún atropello más en contra de nuestra infancia… hoy es el momento de levantar nuestro voz y gritar libertad y autonomía para nuestro pueblo, el Estado chileno ha perdido validez hasta entre su propia gente. Saludamos y solidarizamos además con todo el pueblo pobre que sufre el atropello y la persecución política, por el solo hecho de luchar.
Regle: Las comunidades exigimos el retiro inmediato de las forestales de nuestros territorios y de los aparatos represivos que solo cuidan los intereses del capital, nacional e internacional, colocándole precio y transando los mal llamados “recursos” naturales, los que son parte fundamental de nuestra cosmovisión y del modo de vida que desde tiempos remotos han sido tallados en nuestra memoria, los que seguramente volverán a renacer en cada una de las gotas de sudor que caerán producto de nuestro trabajo mancomunado en nuestra Ñuke y en cada conversación al lado del fuego eternizado de nuestras rucas.
Pura: Por último, declaramos que no permitiremos la intromisión de ningún aparato del Estado chileno, ni de ningún organismo que lo represente. Asumiremos nuestro destino a lo mapuche, tal cual nos enseñaron nuetrxs kuivikeche.
Amulepe taiñ weichan
Comunidades Venancio Ñeguey, sector choke / Juan Huichalao Porma, Choke, / Esteban Yevilao, Choke/ Lorenzo Lepin Millahual, Rankilwe Chico/ Jose Lincopan Lepuman, Rankilwe Grande/ Francisco Millabur Cau cau, Rankilwe Grande/ Lorenzo neculqueo, sector Txanakepe/ Humberto Millahual, Mikiwe/ Lorenzo Pilquiman, Mikiwe/ Salto Lorcura, sector Lorcura/Segundo yevilao, Rankilwe Chico/

Fuente: http://www.resumenlatinoamericano.org/2018/12/21/nacion-mapuche-comunidades-anuncian-recuperacion-y-toma-de-posesion-de-tierras-aledanas-al-lago-lleu-lleu/

"Seguiremos acompañando a nuestro Peñi/Lamien Lonko sumando la fuerza de antiguos Lonkos, Weichafes, Conas y Tokis. Renaciendo en cada Lof de todo el WallMapu. Y resistiendo el avance de forestales, hidroeléctricas, mineras y petroleras que atentan en nuestros territorios".

Pu Lof Resistencia Cushamen: “se demostró que las leyes defienden los intereses de empresas y gobiernos entreguistas”

Difundimos ccomunicado:
18 de diciembre de 2018
Comunicado público
Pu Lof Resistencia, Cushamen, Curra Mapu, Puel Futa Willi Mapu.
A la Gloriosa Nación Mapuche. A la Sociedad consciente en gral.
Marimari Pu Lonko, pu Machi, pu Pillan Cushe, pu Cona, pu Weychafe, pu Peñi ka pu Lamien:
Desde Pu Lof Resistencia Cushamen repudiamos a los estados argentino y chileno, como a los jueces Guido Otranto, Gustavo Villanueva, Carlos Flores, Hector Hinojosa y Guillermo Olate por ser cómplices y mano ejecutora de la criminalización, persecución,judicialización y muerte de nuestro Pueblo Nación Mapuche.
Una vez más se ha demostrado que las leyes están hechas para defender los intereses de empresas y gobiernos entreguistas de la tierra.
El Pueblo Mapuche se ha convertido en una amenaza a estos intereses. Por eso nos matan: Alex Lemun, Matias Catrileo, Macarena Valdez, Rafael Nahuel, Camilo Catrillanca. Por mencionar algunos de los hermanos asesinados en los últimos diez años en todo el Wall Mapu que suman más de treinta.
Por eso se llevan adelante Juicios que no dejan de ser simples circos mediáticos para entretener y alimentar la ignorancia, los prejuicios y el odio racial. En el caso del Lonko Facundo Jones Huala, el desarrollo del juicio debió tener como resultado una Absolución por lo siguiente:
– Falta de contundencia de pruebas.
– Irregularidades en obtención de la información.
– Filtración de antecedentes desde la Agencia Nacional de Inteligencia (ANI) hacia otras instituciones del estado.
– Irregularidades en el levantamiento de pruebas, donde incluso se pudo demostrar a través de fotografías que algunas especies no estaban en el lugar donde habían sido levantadas.
– Testimonios cargados de prejuicios ideológicos.
– Incluso mismos peritos psicológicos y de la PDI señalaron que se trataba de ” un grupo organizado que desarrollaba delitos con motivaciones políticas. Olvidando que los “delitos políticos” no son extraditables.
– Como también llama la atención la declaración del estado argentino ante la consulta de las Naciones Unidas respecto de la extradición donde textualmente habla de las presiones políticas llevadas a cabo por los gobiernos de Michelle Bachellet y Sebastián Piñera.
Bajo todas estas irregularidades groseras, que infringen todos los casos del debido proceso fue condenado nuestra máxima autoridad Política, Filosófica y Espiritual. Un veredicto que no valora adecuadamente las pruebas, que da cuenta de un quiebre en la independencia del poder judicial, fruto de las presiones realizadas por el poder político.
Este viernes 21 de diciembre a las 13 hs. en el Tribunal Oral en lo Penal de Valdivia (Av. francia 2866) se conocerá la sentencia mentirosa que intentará doblegar la dignidad del Lonko Facundo Jones Huala. Sin saber de su impecable moral, compromiso y amor hacia su Pueblo Nación Mapuche.Nada hará detener la Defensa del Territorio. Ni la carcel ni las balas.
Seguiremos acompañando a nuestro Peñi/Lamien Lonko sumando la fuerza de antiguos Lonkos, Weichafes, Conas y Tokis. Renaciendo en cada Lof de todo el WallMapu. Y resistiendo el avance de forestales, hidroeléctricas, mineras y petroleras que atentan en nuestros territorios.
Agradecemos el apoyo y acompañamiento de innumerables Lof de Puel Mapu y Ngulu Mapu, a Hermanos de otros pueblos Originarios de Perú, Bolivia, Guatemala, Chiapas, etc. De Organizaciones Sociales, Populares , de Derechos Humanos, Anarquistas, Estudiantes, Trabajadores, Gremios.
De medios de Comunicación Alternativos, Nacionales e Internacionales que incondicionalmente acompañan la lucha del Pueblo Mapuche.
Basta de Criminalizar al Pueblo Mapuche.
Libertad al Lonko Facundo Jones Huala.
Libertad a todos los Presos Políticos Mapuche.
Cese de Criminalización de Fausto Jones Huala y Lautaro Gonzalez.Justicia por Rafael Nahuel Yem.
Justicia por todos los Peñi y Lamien asesinados por estos estados.
Santiago Maldonado Presente.
Wewuaiñ taiñ wueichan!!!
Marichiweu MarichiweuPeukallal.
*Pu Lof Resistencia Cushamen*

Fuente: http://www.anred.org/?comunicado=pu-lof-resistencia-cushamen-se-demostro-que-las-leyes-defienden-los-intereses-de-empresas-y-gobiernos-entreguistas

Advirtamos es "criminal apostarle al capitalismo, aceptar sus normas y valores que llevan al desastre. Hay que apostar en cambio por la utopía posible, por la democratización y modernización de México en un mundo de iguales y que respete la naturaleza".



Qué mundo enfrenta México
22 de diciembre de 2018

Por Guillermo Almeyra (Rebelión)
Tiene razón Carlos Payán en su excelente discurso de aceptación de la medalla Belisario Domínguez cuando ubica a México en el tiempo de Trump, la xenofobia, el racismo, el nacionalismo fascista, la preparación de una devastadora guerra mundial y la marcha acelerada hacia una catástrofe ecológica. Pese a la desastrosa situación dejada por el PRIAN (y precisamente por ella) México no puede ser guardia fronteriza del imperialismo ni puede seguir ocupado por sus propios soldados convertidos en policías. Debe prepararse y preparar a la población para los grandes desastres naturales y la desertificación que provoca el cambio climático resultante del capitalismo y su depredación. Debe extender- y no reducir- sus bosques y defender al agua de la rapiña de la minería y reestructurar su territorio reforzando –no debilitando- la agricultura campesina y sostener los ejidos y las comunidades en vez de golpearlos.
La prioridad debe ser el reordenamiento de los recursos por los habitantes y para éstos, no el lucro de grandes empresas capitalistas. Necesita lograr al menos la seguridad alimentaria en vías de obtener la autonomía en ese campo, fijar la población con un trabajo digno y productivo reduciendo la emigración y el trabajo llamado informal que esconde la subocupación y la miseria. Tiene que elevar mucho su nivel cultural, mejorar la educación y la lectura para eliminar el semianalfabetismo y la reducción del lenguaje a pocas decenas de palabras que anula la capacidad de pensar, conocer y decidir independientemente, como ciudadanos libres, no como esclavos de la TV y otros intoxicadores.
México tiene que incorporar plenamente a la ciudadanía y la igualdad a sus indígenas, que no son consultados ni sobre los problemas que les atañen directamente y cuyos derechos no son respetados; ellos deben fijar democráticamente, según sus propias normas, los objetivos y las formas y ritmos del desarrollo, de la reestructuración del territorio.
Hay que dar vuelta la pirámide. Que los de abajo piensen, discutan, organicen, decidan, desarrollen sus planes sin depender de decisiones que les llueven desde lo alto. Un pueblo que necesita jefes o salvadores, no es democrático, es un pueblo sin ciudadanos. Los chalecos amarillos franceses dan el ejemplo rechazando los líderes y actuando horizontalmente y uniendo clases medias pobres y trabajadores para poder reconquistar el París del gran capital.
Es prioritario promover la enseñanza, la cultura, la ciencia y la tecnología y defender la mente de los ciudadanos con una ley de medios que condene a quienes mientan por interés. Es indispensable la defensa del ambiente, la organización de los indígenas-campesinos, de los ejidatarios y de la agricultura familiar, sostener al artesanado, combatir duramente el consumismo y la contaminación ambiental y de aguas y mares por el plástico y los detergentes, practicar una agricultura biológica y salvar a los pobres de las bebidas y comidas chatarra.
Hay que crear poder adquisitivo y una importante red de industrias y comercios medianos que reduzcan la concentración de la riqueza en pocos oligopolios. La prevención de los delitos y su represión deben estar a cargo de la Guardia Nacional, formada por ciudadanos sin antecedentes penales por delitos comunes y de Comités comunitarios ciudadanos por colonia o comunidad y la justicia debe ser impartida con jurados populares.
Sólo la organización democrática de los trabajadores permitirá a México hacer frente al embate de una nueva crisis semejante a la del 2008 que tendría grandes repercusiones sociales en todo el continente y, en particular, en Centroamérica y México, tan dependientes de Estados Unidos.
Contrariamente a lo que decían algunos ignorantes e impresionistas sobre la inminente eliminación del dólar como moneda de intercambio, las cosas siguieron el camino opuesto aunque, sin duda, esa previsión apresurada terminará por resultar cierta en el futuro y, como fue previsto, los BRICS no resistieron, Brasil y Sudáfrica entraron en profunda crisis y Rusia no puede con la carga del rearme y la caída del precio del petróleo y del gas, envejece y pierde población pues la expectativa de vida es de 65 años para los varones y cada mujer da a luz, en promedio, 1,7 hijos que no llegan a reproducir la pareja.
Sólo la India y China aguantan aunque la población china también envejece y sufre los efectos de la guerra comercial con Washington y de su intenso rearme, que complica y retarda su crecimiento económico. Eso no le impide colocar sus peones económicos y militares en el tablero mundial para realizar la Ruta de la Seda que cree una Eurasia unida bajo la influencia de Beijing.
Todo está en movimiento en un proceso que se acelera. Lo peor sería ver a México fijo y aislado, como si integrase otro planeta. Sería criminal apostarle al capitalismo, aceptar sus normas y valores que llevan al desastre. Hay que apostar en cambio por la utopía posible, por la democratización y modernización de México en un mundo de iguales y que respete la naturaleza.

"¿Nos ponemos a cultivar otra sociedad y otra política que atienda a las necesidades sociales y a nuestros límites ambientales desde una radicalización de la democracia?".

La ultraderecha: 
el voto productivista contra el mundo
22 de diciembre de 2018

Por Ángel Calle Collado
eldiario.es
Me resisto a presentar el ascenso electoral de la ultraderecha como un síntoma o como una coyuntura. La irrupción de Vox, la elección de Bolsonaro o de Trump, el ímpetu racista de Salvini o de Orbán son más bien un oleaje producto de un mar de fondo. Una marea inhóspita que viene cobrando fuerza en las últimas décadas. La ultraderecha es un producto mediáticamente refinado por sectores neoliberales (empresariales, financieros, mediáticos) que han alzado su vuelo con alas muy conservadoras, comprometidas con la defensa de un orden y de unos privilegios.
Bolsonaro es hijo del grupo parlamentario de la BBB, como dicen por Brasil: bala, buey y biblia, correspondiendo a tres bancadas parlamentarias que se identifican con quienes medran a la sombra de la militarización del país, la defensora del agronegocio y la proveniente del sector evangélico. Vienen siendo mayoría en el Congreso brasileño. No dudaron en apoyar el golpe de Estado frente a Dilma Rousseff. En Brasil, como en otros lugares del mundo, esta ultraderecha se benefició de las promesas no cumplidas y las corruptelas no señaladas por una izquierda cómoda en la cogestión de grandes parcelas del neoliberalismo. Pero sobre todo adquirieron aire con los poderosos grupos mediáticos evangelistas y sus acólitos (Iglesia Universal del Reino de Dios, televisiones como Record TV, periódicos, canales en youtube) a los que bombardearon con su subpolítica de los memes: aquella que sólo caricaturiza y promueve el odio como fundamento político, siguiendo la doctrina Bannon.
De la misma manera, para entender a Trump hay que hablar de élites y de una cultura derechizante reconocida como la Alt-Right: publicaciones en internet como Breitbart, youtubers y canales volcados con la magnificación de sucesos de inseguridad y la propaganda racista, televisiones como Fox, etc. Compañías eléctricas, petroleras y automovilísticas vieron en Trump un camino contrario a Obama y directo para frenar directivas contra el cambio climático, otras que impidieran el control de emisiones tóxicas de sus centrales y prospecciones o que pusiera fin a los sobornos en países que dan el visto bueno a sus negativos impactos ambientales.
¿Y Vox? Crece alrededor de discursos racistas, denuncias contra la “ideología de género” o promesas de bajadas de impuestos para empresarios y grandes fortunas. Militancia que, como la de Ciudadanos, proviene de participantes y simpatizantes del ala dura del Partido Popular. Y del ala afortunada de este país, pues según encuesta realizada en Octubre pasado, sólo uno de cada ocho posibles votantes percibía más de 800 euros, mientras que los pueblos y barrios de renta más alta han sido caladero de votos para esta formación.
Abundan círculos de empresarios comprometidos con la “reconquista de España”, subalternos algunos a la lógica de la globalización que reclama mayor extracción y más deprisa de los recursos naturales, a la par que propone limitar más los derechos sociales. La pujanza en Almería de Vox debe mucho a ese mantra de la necesidad, según sus apuestas, de que siga fluyendo el dinero derivado de la producción intensiva bajo plástico y de las canteras de mármol, a la vez que se demanda superar el olvido histórico que los “políticos de Sevilla” han manifestado para con esta zona alejada de la capital andaluza. Si Ciudadanos se nutría de parabienes y préstamos del Ibex35, Vox representa un ala menos liberal pero igual de comprometida con un productivismo que no atiende a límites ambientales (ausente cualquier mención al tema en sus medidas concretas), tampoco a criterios de justicia sociales.
Se trata de una marea que arrastra y seduce a un electorado descontento y que busca protestar, situarse en una tribu en la que reconocerse, dispuesta a comprar un ideario que someta a otros y otras para beneficio de los mismos. La llamada ultraderecha navega a escala planetaria con tres votos prestados: 1) Protesta contra un orden que nos “roba” certezas, esencias, las cosas como “tienen que ser”; 2) Tribu y hooliganismo de masculinidades fuertes, el parado o precario por encima de 40 o quien define su vida a partir de jerarquías diarias y constantes; 3) Voto Cool pues algo hay de novedad en sus memes y sus discursos. Navega desde un descontento real, gente perdida en el móvil y pendiente de empleos muy precarios. Sectores alejados de una élite o de una clase con aspiraciones de “clase media” que mira a los no tan afortunados o a los sureños (en Estados Unidos, en España o en el Este andaluz) como bastante “paletos”.
Sigue ese rumbo porque, después de protestas como el 15M en 2011 o el SaoPaulazo de 2013 en Brasil, las maquinarias encuadrables en la denominada “izquierda” insisten en pautas verticales, clásicas, poco movilizadoras desde problemas concretos y escasamente propensas a una radicalización de la democracia, a una reinvención de la política (lo global, lo público) a través de lo político (lo cotidiano, próximo). No cultivan sociedades, se ajustan al juego del márketing político según sus opciones de ampliar la maquinaria organizativa que controlen.
Cierto: las maquinarias whatsapp (made in Bannon) acentúan la “guerra de memes” por encima de realidades y luchas sociales. Sin articulación social sólo hay entonces agregación virtual. Y hacer política que huya del fascismo social es cultivar otras sociedades, no “ilusiones” refritas en viejos y verticales modos de hacer. Para eso, y para ir en contra del orden que considera que les expulsa, determinada gente muy descontenta ya tienen una derecha capaz de convencerles de las “bondades” de un fascismo social: retornar a ciertas esencias, mano dura con cuestiones de libertades o de igualdad de género y avanzar de forma impetuosa por el despeñadero neoliberal.
Pero esos tres perfiles de voto (protesta contra el establishment refinado, tribu que exige sus privilegios y guerra social de “buen rollito”) no pueden comprenderse sin las velas y la fuerza con las que sopla el Gran voto productivista: el voto real con el que grandes grupos empresariales descafeínan la democracia liberal. Un voto productivista que no duda en mostrarse cínico con las evidencias del vuelco climático con tal de elevar un poquito más sus cuentas bancarias.
Los ricos de Vox quieren menos impuestos (sociedades que puedan tributar al 15%, fin del impuesto de sucesiones) y que nadie controle sus actividades productivistas asociadas a una globalización insostenible y bajas en emisiones a favor de derechos humanos. Los grandes terratenientes de Brasil quieren la Amazonía para plantar más soja, para patentar biodiversidad y controlar territorios. Los habitantes del “cinturón bíblico” en Estados Unidos quieren que “sus” empresas de coches se queden en la zona y generen empleo, aunque sea hambre y desolación ambiental para un mañana no tan lejana.
Sin embargo, tanto despropósito no convence a todo el mundo. Dos tercios de la población (mujeres, jóvenes menores de 30 años, migrantes, indígenas) sienten poca simpatía o rechazo por sus causas. Pero se puede gobernar cómodamente con el 20% de los votos en tiempos de democracias descafeinadas. Y la cuestión propia de las sociedades líquidas (¿quién me puede ayudar?), a la que añadiría dos asociadas a nuestra interdependencia (¿dónde están mis lazos? y ¿quién cuidará de mi casa, de mi planeta?), siguen sin encontrar respuesta para mucha gente. En muchos casos, las personas descontentas no encuentran en las proximidades sociedad, luchas sociales, sindicatos o partidos inclusivos que les acompañen a salir del bache o del aislamiento. El gran padre televisado y autoritario reaparece entonces como una “solución” cortoplacista: fascismo social más suave, pero certero como los aguijones espoleadores de sus memes.
Insisto: ¿nos ponemos a cultivar otra sociedad y otra política que atienda a las necesidades sociales y a nuestros límites ambientales desde una radicalización de la democracia?
http://www.eldiario.es/ultima-llamada/ultraderecha-voto-productivista-mundo_6_843125696.html
Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=250516

“Fuimos capturadas por la idea mercantil de la justicia institucional como producto y eso hay que deshacerlo. Perseguimos la sentencia como una cosa, y no nos dimos cuenta que la gran cosa es el proceso de ampliación del debate”.

Rita Segato: "El feminismo punitivista puede hacer caer por tierra 
una gran cantidad de conquistas"
22 de diciembre de 2018

Por Camila Alfie
http://www.agenciapacourondo.com.ar
La antropóloga disertó en la cuarta edición del Encuentro Latinoamericano de Feminismos. "No hay una solución simple, pero es necesario pensar más y estar en un proceso constante", señaló.
En la Argentina, como lo demostró ayer Thelma Fardin, las mujeres ya no nos callamos más. Contra el acoso, la violencia y la justicia patriarcal, el escrache, ya sea anónimo o con nombre y apellido, se posicionó como un dispositivo para alertar de posibles violentos, pero también como una búsqueda de ajusticiamiento mediante la condena social. A través de este método, que virtualmente está en manos de todos y todas, hemos visto caer desde ídolos rockeros hasta actores -Juan Darthés, el último-, docentes prestigiosos, cuadros políticos de organizaciones y partidos, todo tipo de “ciudadanos de a pie”. Sin embargo, dispara interrogantes que todavía no parecen saldados: ¿Podemos ponerlo en duda? ¿Puede el punitivismo, frente a la impunidad, ser una forma de “justicia popular”?
Este fin de semana se celebró en La Plata la cuarta edición del Encuentro Latinoamericano de Feminismos, donde la antropóloga Rita Segato junto la periodista e integrante de HIJOS Lucía García Itzigsohn, entre otras invitadas, debatieron acerca de estas cuestiones en la rueda “Seguimos persiguiendo justicia Homenaje a Chicha Mariani”. En conjunto, abordaron cuestiones como la búsqueda de una reparación, el significado de la memoria, y repasaron la historia del escrache como método de lucha; sin embargo, la charla terminó con más interrogantes que respuestas.
Itzigsohn, que contó su experiencia como hija de detenidos desaparecidos, sostuvo que estas acciones surgieron “como una instancia de justicia en acto, perfomática”. “Hoy estoy en otra posición, la vía institucional es importante porque inscribe las cosas en otro nivel”, señala, y recuerda: “Nosotros hacíamos una investigación copiada de las Abuelas. Íbamos a las casas y hacíamos guardia, trabajábamos con los vecinos, les contábamos que íbamos a marcar ese domicilio”, previo al momento de la icónica bombita roja. “Era un momento festivo”, con murga incluida: “Bailábamos, porque podíamos transformar la impunidad en algo que poníamos en la discusión social. Era una catarsis colectiva”.
Si hay o no reparación, Itzigsohn define que la violencia es justamente “lo irreparable”; sin embargo, poder sanar colectivamente y vivir desde el cuerpo que lo que le había pasado a ella también lo atravesaron otros, le permitió “una línea de fuga del lugar de víctima”.
Para la antropóloga Rita Segato, el “bien colateral” de la dictadura fue justamente eso: escenas como la de los escraches, que promocionaron el debate para desarrollar así una inteligencia social “más sofisticada”, que permitió “salir de los lugares comunes”, y promovió que las mujeres profundicen “una nueva forma de hacer política”, que reafirma: “Surgió con las Madres”. Por eso, para ella, los homicidios de Berta Cáceres y de Azucena Villaflor fueron femicidios; aunque muchos hombres fueron asesinados por las mismas causas, señala que la diferencia radica en que lo que se quería matar “era un estilo de hacer política, una politicidad propia de las mujeres”.
Sin embargo, menciona que estos métodos usados en el período de post-dictadura “nunca fueron un linchamiento”, sino el fruto de “un convenio colectivo a través del cual concluyeron que había que llegar a un castigo”: aunque no hubo una instancia judicial, sí hubo una de “juicio justo”. Por eso reconoce que “desde el feminismo podría haber una instancia de juicio justo”, -en vez de las escraches como se los conoce ahora, -“como una asamblea, para que la situación no sea un linchamiento sin sumario”. “Si defendemos el derecho al proceso de justicia, nuestro movimiento no puede proceder de esa forma que ha condenado”.
Para ella, la impunidad radica en que ahora es exhibida como un show, como en el caso de Lucía Pérez, donde se le dijo a la gente que “el mundo tiene dueños”, y que ellos “no van a ceder ante ningún pedido de la sociedad”: hay un “mensaje de la dueñidad”, donde lo que queda en claro es que “la institucionalidad” es una ficción.
“Entonces, ¿qué es lo contrario a la impunidad? ¿El punitivismo?”, se pregunta Rita. Sabiendo que estaba entrando en un terreno complicado, invitó a salir “de los binomios mas paridos, como el abolicionismo o el regulacionismo, que simplifican la realidad”. Y agregó: “No quiero un feminismo del enemigo, porque la política del enemigo es lo que construye el fascismo. Para hacer política, tenemos que ser mayores que eso”. “Antes de ser feminista soy pluralista, quiero un mundo sin hegemonía. Lo no negociable es el aborto y la lucha contra los monopolios que consideran que hay una única forma del bien, de la justicia, de la verdad: eso es mi antagonista”, describió. Para la investigadora, “el feminismo punitivista puede hacer caer por tierra una gran cantidad de conquistas”, es “un mal sobre el que tenemos que reflexionar más”, y recuerda la violencia que se vive en las prisiones: “¿Puede un estado con las cárceles que tiene hacer justicia? Esa no puede ser la justicia; ser justo con una mano y ser cruel con la otra”.
Profundizando este concepto, la antropóloga expuso que hay que tener “cuidado con las formas que aprendimos de hacer justicia” desde lo punitivo, que están ligadas a la lógica patriarcal. El desarrollo del feminismo, recalca, no puede “pasar por la repetición de los modelos masculinos”. Frente a eso, sabe que la respuesta no es fácil: “No hay una solución simple, pero es necesario pensar más y estar en un proceso constante. Cuando el proceso se cierra, es decir, cuando la vida se cierra, se llega a lo inerte”, en cambio, “la política en clave femenina es otra cosa, es movimiento”.
Además, señaló que “la única forma de reparar las subjetividades dañadas de la víctima y el agresor es la política, porque la política es colectivizarte y vincular”, propuso Segato. “Cuando salimos de la subjetividad podemos ver un daño colectivo”, y eso no puede curarse “si no se ve el sufrimiento en el otro”. Por eso, considera clave el proceso de debate y búsqueda de justicia: “Fuimos capturadas por la idea mercantil de la justicia institucional como producto y eso hay que deshacerlo. Perseguimos la sentencia como una cosa, y no nos dimos cuenta que la gran cosa es el proceso de ampliación del debate”.

Necesitamos "entender que la lucha es una sola y no se vende ni alquila por pedazos ni en cómodas cuotas, que la lucha es contra el capitalismo y por la defensa de un futuro para la humanidad. La pelea es entonces simultáneamente anticapitalista, anticolonial y antipatriarcal, en todos los ámbitos de la vida colectiva".

A desalambrar la lucha popular
22 de diciembre de 2018

Por Aram Aharonian (Rebelión)

Cada fin de año uno se siente compelido a escribir sobre lo que pasó en el año que pasó y lo que supone que va a pasar en el que llega sin invitación. Este fin de año, desde el campo nacional-popular latinoamericano, tenemos poco para festejar y, entonces, nuestras miradas se centran en el 2019, en el que depositamos nuestras expectativas de cambio.
Es noche, la ciudad está en calma, mientras los indigentes vuelven a sus refugios en las recovas y las ollas populares solidarias garantizan al menos una comida caliente para miles de desempleados. Desde los estantes de mi miniblioteca me espían la vieja Underwood de mis inicios periodísticos, la carcaza de una antigua teletipo, varias líneas de linotipo, que son testigos del esfuerzo anual de escribir sobre lo que pasó y lo que vendrá. Hora de análisis y de especulaciones, de recordar algún triunfo y otras derrotas.
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Nos quedamos sin referentes cuando más los necesitamos
Vivimos momentos en los que a nuestra región retornan el neofascismo, la xenofobia, la misoginia, la homofobia, el racismo, de la mano de gobiernos de ultraderecha, mientras a las amodorradas fuerzas populares (¿progresistas, de izquierda?) les cuesta reelaborar el pensamiento crítico y apelan a una nostalgia inmovilizadora y acrítica, mostrando la fragmentación de la lucha, la falta de unidad y también de proyectos.
La sensación de inseguridad respecto al progreso y la estabilidad económica de sus sociedades, además de la corrupción, figuran entre las causas de la pérdida de confianza en la democracia de varios países de la región. El 2018 fue un annus horribilis, con un incremento de opiniones que valoran más la autoridad, el orden y la seguridad, por encima de las libertades y los derechos asociados con la democracia en el mundo.
Es una tendencia hacia los autoritarismos que se da no sólo en Latinoamérica, sino en América como continente, así como en Europa y Asia, y justamente en países donde la democracia se encontraba en pleno avance hace un par de décadas. ¿El fin de la tercera ola de democracias? Sólo el 65% del promedio latinoamericano considera que esa es la mejor forma de gobierno, mientras 14% cree que no vive en una democracia, según Latinobarómetro.
Como vemos, no se trata sólo de derrotas electorales, políticas, sino de una derrota cultural. Ya no se habla –al menos desde el poder- de igualdad, justicia social y de sociedades de derechos, ni del buen vivir, democratización de la comunicación, de democracia participativa. Lo que tienen en común las ultraderechas actuales –americanas, europeas- es haberse librado de los complejos e inhibiciones democráticas posteriores a la Segunda Guerra Mundial. 
Ya no hacen falta golpes de Estado, tanques, soldados, bayonetas, muertos y desaparecidos para imponer el modelo, basta el control de los medios masivos de comunicación y las llamadas redes digitales para imponer los imaginarios colectivos, basados en la repetición de mentiras, en golpes blandos gracias a la corrupción de los sistemas judicial, parlamentario, policial que, en el caso de nuestra región, los gobiernos progresistas no lograron cambiar, quizá porque jamás tuvieron realmente el poder.
Hoy, la desobediencia –en las calles- parece ser el arma de los libres, Son los movimientos y los grupos de izquierda los que se proponen, nuevamente, construir la nueva resistencia, la nueva alternativa, conformando espacios más amplios, redes de diálogo y articulación. Y desde allí consensuar una agenda de lucha con propuestas concretas, lejos de la diatriba de talibanes virtuales que solo ayudan al enemigo
Llevamos más de 500 años de resistencia y de desarrollismo subdesarrollado al servicio de las elites, empeñadas en terminar con la política externa independiente de nuestros países y con los procesos de integración, privatizar los recursos naturales, las empresas estatales y los bancos públicos, además de vender las tierras a extranjeros y multinacionales, comprometiendo la producción nacional de alimentos, la soberanía alimenticia y el control sobre las aguas.
Esta pluralidad progresista es la que tiene la misión de hacer un balance sincero, sin sectarismo, de lo actuado en los últimos tres lustros, reivindicando aciertos pero también señalando los límites de un proyecto que no supo y/o pudo realizar los cambios estructurales, las profundas transformaciones, involucrándose, incluso, en escándalos de corrupción, que sirvieron de munición de grueso calibre para el proceso de criminalización de los gobiernos populares. 
Cuando el progresismo supere la fragmentación y desorientación política, tendrá la gran responsabilidad de planificar colectivamente otro desenlace. Mientras, habría que ensayar rumbos alternativos para evitar que, una vez más, sean otros quienes recojan los frutos de la lucha. Hoy, la insumisión de las mujeres parece estar anunciando el futuro, conmoviendo el presente. Pero es un fragmento del todo.
En el progresismo, cada quien cree que la lucha se limita a su temática: género, defensa del ambiente, derechos laborales, democratización del conocimiento y la educación (y en general busca apoyos de fundaciones u ONG extranjeras, que tienen sus propios intereses). No hay una agenda general que deje en claro que la lucha es contra el sistema capitalista, causa de nuestros males pasados, presentes y futuros.
En realidad la izquierda ha sido incapaz de responder de manera efectiva a los diferentes ciclos de crisis financiera, y estas actitudes generan descontento y desconfianza en los sectores populares, y estimulan de alguna medida la agresividad de la derecha, que se comporta y gobierna de acuerdo a su ideología, asume el desprecio por las clases trabajadoras y a las ventajas concedidas al capital.
En varios países de nuestra región es palpable el malestar y una atmósfera que suele preceder a furiosos estallidos sociales, como el Caracazo de 1989 o aquel “que se vayan todos” del 2001 argentino.
Pero, lamentablemente, también se van apagando los faros, y nos vamos quedando sin referentes como Fidel, el Che, Allende, Chávez, Galeano. Mientras otros se reciclan ahogándose en el pragmatismo del fin de las ideologías y la simbiosis de derecha e izquierda.
“Vivimos tiempos de negación; tiempos de empresarios y de cínicos, de emprendedores exitosos. Tiempos de democracia dolorosa. Vienen a escarmentarnos, a quitarnos la épica. No sólo la contemporánea sino también la más lejana, la de los héroes escolares que habrían tenido culpa de ser revolucionarios", señalaba recientemente el biólogo molecular argentino Alberto Kornblihtt.
Vivimos tiempos de delación y de banalidad televisiva, de gatopardismo explícito, en que conservadores se reúnen en un partido con nombre de cambio, para no cambiar nada que no sea retroceder. Tiempos que buscan monocordia. Quien no acepte la conciliación de clases es culpable de ahondar una grieta que daña el entusiasmo y el optimismo necesarios para adormecer conciencias”, añade.
¿Habrá una luz al final del túnel? En el año que se nos viene, el 2019, se vislumbra un pequeño haz de luz; con el gobierno del centroizquierdista Andrés Manuel López Obrador en México, con la factible reelección de Evo Morales en Bolivia, con la continuidad de un desdibujado Frente Amplio en Uruguay, con un triunfo antimacrista en Argentina, con las elecciones en El Salvador y Panamá…
Pero para ver esa luz, el progresismo debe desprenderse de su peor atadura, su propio temor a autocriticarse, refugiándose en un conformismo intelectual y político, anclado a escenarios y discursos ya perimidos por la realidad, sin interpelar permanentemente a la derecha. Debe abandonar de una vez por todas, la denunciología y el lloriqueo, y adelantar propuestas sobre una agenda propia de los acuciantes temas actuales.
La derecha intenta cambiar la relación de fuerzas entre las clases y a insertar a nuestros países en la geopolítica estadounidense, abaratando y flexibilizando al máximo la mano de obra, acordando con el FMI, profundizando la exportación de bienes primarios (minería, agro, petróleo) o apenas industrializados. Intenta imponer una transformación educativa y cultural profunda, junto con el desarrollo de un gran aparato represivo adiestrado por “expertos” militares estadounidenses e israelíes, para terminar con la combatividad del pueblo.
Más allá del tema de género y el empoderamiento de las mujeres, un plan de lucha debiera incluir la reforma constitucional y reestructura del Estado, la problemática de seguridad y defensa, la fase actual transnacional, global, virtual, concentrada del capitalismo, la integración regional soberana y las herramientas de la nueva gobernanza global, las nuevas tecnologías y el futuro del trabajo, el neocolonialismo y la dependencia que propone el FMI.
Es necesario volver a la Latinoamérica y el Caribe como territorio de paz, analizar las nuevas formas de trabajo esclavo, la mercantilización del conocimiento y la educación; proyectar un cambio de las estructuras sociales. Y de pensar otra comunicación y otra democracia, participativa, acorde a las necesidad de una mayor organización popular.
Esto significa construir una agenda propia y no quedar atrapados en ser reactivos a la agenda del enemigo. Para eso, hay que comenzar por vernos con nuestros propios ojos y no con los ojos del enemigo (los eternos vendedores de espejitos de colores), de los neocolonizadores, de nuestros verdugos, para poder dar la batalla por los sentidos.
Es mucho más difícil construir que resistir: hay que juntarse, poner hombro con hombro, levantar paredes ladrillo a ladrillo (a veces se caen y hay que volver a levantarlas). Sí, claro, la construcción se hace desde abajo, porque lo único que se construye desde arriba, es un pozo.
La izquierda, el progresismo, debe analizar las causas de las derrotas electorales, pero también de las derrotas culturales: la agenda la sigue imponiendo la derecha, el relato lo sigue escribiendo ellos. La tarea pendiente es el esfuerzo planificado para transformar y revolucionar ininterrumpidamente las pautas del sentido común establecido, y es por ello que muchos ciudadanos que salieron de la pobreza en los gobiernos progresistas, votan por sus verdugos, en contra de los que los beneficiaron.
Álvaro García Linera presentó “el neoliberalismo zombie”, que sólo moviliza odios y resentimientos. El odio al pobre, al sindicato, a la mujer liberada, al trabajador alzado, implica un rechazo emotivo de corto plazo. Repite viejas recetas que fracasaron y mientras hablan de abrir fronteras, desde EE.UU. los liberales cierran sus fronteras.

El extractivismo ideológico-político
Está desapareciendo la cultura de lo nacional en nuestros países, en virtud del incremento de su dependencia de las grandes potencias industrializadas, la extranjerización de sus economías, la pérdida de sus recursos naturales, la erosión de su soberanía, el bombardeo permanente del terrorismo mediático y el incremento de la injerencia y la intervención foránea.
La avalancha ideológica neoliberal ejerce una influencia determinante en la producción teórica y en la práctica política de diversos sectores de la izquierda, que asumen –quizá por comodidad- que la revolución social es irrealizable, por lo que hay que adaptarse a las reglas del capitalismo y tomar distancia del lenguaje y los programas radicales, de cambios estructurales.
Algunos renunciaron hace ya mucho tiempo al socialismo, mientras que otros diluyen su esencia y lo convierten en una especie de capitalismo idílico, argumentando que a lo que más se puede aspirar es a moderar los excesos de las políticas antipopulares y que los oprimidos deben seguir cediendo, porque corren el riesgo de perderlo todo.
A lo largo de la historia la fragmentación ha sido el objetivo de los imperios sobre los países colonizados –basta recordar nuestra historia- y también la del neoliberalismo sobre los pueblos, en su objetivo de desmontar las construcciones sociales de los estados de bienestar y justicia social, que afectan los intereses de los sectores concentrados del poder, al propender a la distribución de las riquezas. 

A desalambrar: la lucha es una sola
En los primeros años del siglo comenzamos la campaña para desalambrar los latifundios mediáticos, indispensable para la democratización de la comunicación y la información. Hoy, intentamos desalambrar los pequeños fundos de las luchas populares para convertirla en una gran lucha, sin desviaciones, contra el enemigo: el capitalismo y sus consecuencias.
La oportunidad y necesidad obliga a la izquierda a repensarse; obliga a miradas autocríticas y debates sinceros, porque gran parte cambió el protagonismo popular por el de los aparatos políticos tradicionales. Cambiaron los actores, pero no se busca politizar la lucha social sino dar la pelea a través de partidos e instituciones, donde también presionan socialdemócratas europeos y el Vaticano para evitar un estallido social.
El capitalismo neoliberal acentuó su carácter colonial y depredador para apropiarse de las riquezas naturales de nuestros países, pero, lamentablemente, no existe confluencia entre los aparatos sindicales y las asambleas ambientalistas que se reproducen desde Oaxaca a Tierra del Fuego. Las respuestas dese el campo popular son fragmentadas, y la lucha se sigue haciendo con viejas y perimidas herramientas, obviamente insuficientes.
En estas guerras de quinta generación, no podemos pelear contra la inteligencia artificial y el big data, con arcos y flechas.
La izquierda de nuestro continente debe prepararse para volver a tomar el gobierno en los próximos años, reconociendo errores y virtudes, como la incapacidad de gestionar exitosamente la economía y la carencia de proyectos de desarrollo que compatibilicen el crecimiento económico sin desigualdad social, y con el cuidado de la naturaleza.
¿Volver? Hay que tener en claro para qué se quiere retornar al poder, dejando de lado la nostalgia y teniendo conciencia de que el mundo no es igual que a principios del milenio. El retorno debiera ser para poner al ciudadano como sujeto de política, empoderar a los pobres dándoles acceso a la educación, la salud, la alimentación.
Debiera ser para promover la inyección de instancias plebiscitarias de la democracia participativa en los mecanismos de la democracia representativa (lo que supone no cooptar para el gobierno a los referentes de los movimientos sociales que hoy ganan la calle), y disputar la idea de “patria”, de la soberanía nacional, para no dejarla en manos de la derecha. Reinstalar el concepto de “patria grande”, de unidad latinoamericana.
Ya lo decía el premonitorio filósofo rural Martín Fierro: “ Los hermanos sean unidos , porque esa es la ley primera. Tengan unión verdadera, en cualquier tiempo que sea. Porque si entre ellos pelean, los devoran los de afuera”.
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Es medianoche, sentado en mi miniblioteca, mientras los minutos corren por mi reloj del sur (cuyas manecillas se mueven hacia la izquierda), mientras Daniel Viglietti canta su "Milonga de andar lejos": Yo quiero romper la vida,/ cómo cambiarla quisiera,/ ayúdeme compañero;/ ayúdeme, no demore, /que una gota con ser poco/con otra se hace aguacero. Y en seguida arremete con su A desalambrar, para recordarnos que la tierra (y la lucha) es “mía, tuya y de aquel, de Pedro, María, Juana y José”
Sobre eso, precisamente, estuve tratando de escribir, sobre la necesidad de entender que la lucha es una sola y no se vende ni alquila por pedazos ni en cómodas cuotas, que la lucha es contra el capitalismo y por la defensa de un futuro para la humanidad. La pelea es entonces simultáneamente anticapitalista, anticolonial y antipatriarcal, en todos los ámbitos de la vida colectiva.
Me sirvo otro café, mientras la Negra Mercedes Sosa, con su vozarrón me interpela: “¿Quién dijo que todo está perdido? Yo vengo a ofrecer mi corazón”.

Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=250500

viernes, 21 de diciembre de 2018

"Estamos insertos en un momento histórico clave para la reproducción de la vida y la supervivencia distintas especies existentes en el planeta, marcado por un nuevo periodo geológico llamado Antropoceno, en donde la separación ontológica entre cultura y naturaleza a lo largo de los siglos, llevado al extremo con la modernidad y el capitalismo histórico, nos tiene en un momento de completa incertidumbre frente a la amenaza del cambio climático, profundizado por los distintos ecocidios existentes en los territorios".



Hacia una relación posrracionalista y sentipensante con la Tierra frente
a la crisis civilizatoria actual.
21 de diciembre de 2018

Por Andrés Kogan Valderrama
Rebelión

No es ninguna novedad que estamos insertos en un momento histórico clave para la reproducción de la vida y la supervivencia distintas especies existentes en el planeta, marcado por un nuevo periodo geológico llamado Antropoceno, en donde la separación ontológica entre cultura y naturaleza a lo largo de los siglos, llevado al extremo con la modernidad y el capitalismo histórico, nos tiene en un momento de completa incertidumbre frente a la amenaza del cambio climático, profundizado por los distintos ecocidios existentes en los territorios.
Es así como ante esta crisis civilizatoria, se busquen salidas, más allá del negacionismo ambiental de cierta ultra derecha neofascista actual, a través de los mismos marcos de la modernidad tanto de sectores de izquierda (ecosocialismo) como de derecha (economía verde), ya que no han sido capaces de cuestionar una ontología dualista que se ha fortalecido gracias a un racionalismo cartesiano, el cual si bien tienen sus raíces en el pensamiento griego, se ha radicalizado y mundializado en los últimos siglos.
Cuando nos referimos a racionalismo cartesiano, nos referimos a la idea de separación entre cuerpo y mente, que supone la autonomía total de la razón y de la existencia de una realidad objetiva independiente del observador, en donde lo emocional queda relegado a lo natural y por ende a lo irracional e inferior. En consecuencia, lo emocional se ha inferiorizado y puesto como marca identitaria en ciertos grupos particulares llamados como diferentes (negros, indígenas, mujeres, enfermos mentales, homosexuales, discapacitados, animales, niños, pobres) en subordinación a una razón humana, normal, masculina, adulta, blanca, heterosexual, la cual busca someter a la Tierra a ciertos fines económicos
De ahí que tanto la derecha como buena parte de la izquierda sigan concibiendo a la Tierra de manera objetiva y como un ente a dominar. Es decir, desde las bases modernas impuestas desde el racionalismo de Rene Descartes, la física mecanicista de Isaak Newton y la Filosofía natural de Francis Bacon, quienes hasta el día hoy sigue siendo el soporte de las políticas de los estados coloniales conservadores y progresistas, como si no existiera otra forma de relacionarse con lo que han llamado antropocéntricamente como Naturaleza.
No obstante, aquel racionalismo, mecanicismo y naturalismo moderno ha sido fuertemente cuestionado tanto por corrientes filosóficas y científicas, como lo son las ciencias de la complejidad, el constructivismo, la física cuántica, etc., las ciencias de la vida, como también por investigadores como Humberto Maturana, Francisco Varela, Eduardo Viveiros de Castro, Marisol de la Cadena, Mario Blasser, Fritjof Capra, Bruno Latour, Philippe Descola, Donna Haraway, Tim Ingold, Isabellle Stengers, etc, los cuales han servido de importante influencia dentro de diversas disciplinas de las Ciencias, yendo más allá de la dicotomía moderna Ciencia Social/Ciencia Natural.
Asimismo, se pueden destacar también múltiples organizaciones ecologistas, indígenas, ciudadanas y en defensa del territorio en Abya Yala, que desde esa misma crítica a la ontología dualista pero desde la misma praxis, están enfrentando la injerencia de empresas petroleras, agroexportadoras, forestales, mineras, hidroeléctricas, inmobiliarias, etc., las cuales en complicidad con los estados, no respetan nada con tal de seguir expandiéndose y profundizándose la crisis climática actual, llegando al extremo de proponer la geoingeniería como solución.
En ambos, casos, tanto investigadores como organizaciones socioambientales, están pensando y viviendo otro tipo de relación con la Tierra, la cual es considerado como un ser viviente que sufre, sea este llamado Gaia, Pachamama o Madre Tierra, por lo que su relación con ella no es de control, dominio y explotación, sino que hay vinculo fuerte y un apego territorial, y que el racionalismo moderno nos ha arrebatado con su dualismo entre cuerpo y mente, el cual no hace más que reforzar la lógica antropocéntrica.
Una lógica lineal del progreso que está planeando incluso en el futuro próximo colonizar Marte, ante un eminente colapso civilizatorio moderno, resultado del calentamiento global, por lo que se podría generar un nuevo extractivismo espacial, desde una elite, en donde la negación de lo indígena (de la Tierra) se profundizaría mucho más aún, construyendo una especie de posthumanismo tecnocrático alienígena (fuera de la Tierra) que ya no tiene ningún tipo de vínculo, y apego con su origen terrícola.
Por tanto, la idea de posracionalismo nos puede ayudar a vincularnos de manera diferente a los territorios, ya que nos hace reconectarnos con el entorno de manera situada y dentro de ellos. En consecuencia, se debiera desracionalizar a los territorios de la lógica racionalista, mecanicista y naturalista a partir de una relación sentipensante con la tierra, que deje atrás nociones antropocéntricas y coloniales como recurso naturales, commodities, materias primas e incluso medioambiente, la cual supone que lo socioambiental fuera una mera dimensión más a estudiar por la ciencia y a explotar por la economía política, tanto por las izquierdas como las derechas en el mundo.
Andrés Kogan Valderrama, sociólogo y editor del Observatorio Plurinacional de Aguas.

Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=250453

"Nos enorgullece poder rescatar la figura de Camilo Torres, por sus aportes al campo del pensamiento crítico colombiano y latinoamericano, como precursor de una sociología comprometida y en franca ruptura con el eurocentrismo, impulsor de un proyecto emancipatorio al que Fals Borda bautizó con el nombre de socialismo raizal, pero también porque con su ejemplo de vida nos muestra un itinerario que va a contramano de lo que dicta por lo general la academia".

Camilo Torres y el tiempo latinoamericano del amor eficaz

 21 de diciembre de 2018

Hernán Ouviña
Los textos que presentamos a continuación integran el libro “Camilo Torres Restrepo Polifonías del Amor Eficaz” que forma parte de la colección “Aportes del pensamiento crítico latinoamericano” del IEALC(Instituto de Estudios de América Latina y el Caribe, Facultad de Ciencias Sociales, UBA), coordinado por Luz Ángela Rojas Barragán (Comisión Internacional del Congreso de los pueblos, Colombia) y Nicolás Armando Herrera Farfán (Colectivo Frente Unido-Investigación Independiente, Argentina). El libro también es el producto de una apuesta editorial conjunta entre Editorial El Colectivo (Argentina),Editorial Caminos (Cuba), Fundación Editorial y Escuela El perro y la rana (Venezuela) y Editorial Quimantú (Chile).
I
Hace exactamente 50 años atrás, se congregaban en Montevideo militantes de diversos países de la región para participar del Encuentro Latinoamericano Camilo Torres, en el mismo momento que en Medellín se daban cita numerosos obispos para dar inicio a la Segunda Conferencia del Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM). En la Cuba revolucionaria, Fidel Castro instaba al diálogo con la Iglesia y saludaba de manera auspiciosa documentos como las resoluciones del Concilio Vaticano II. En Argentina la resistencia peronista, la irrupción de la nueva izquierda al calor de la politización de la juventud y de sectores importantes de la clase trabajadora, abonaban a un clima de ebullición y descontento cada vez mayor, mientras el país se sumía en un régimen dictatorial cuyo presidente de facto, Juan Carlos Onganía, hacía alarde de su exacerbado catolicismo.
En esta coyuntura tan particular –muy bien reconstruida por Gustavo Morello en su pormenorizado estudio acerca de la radicalización política de sectores católicos en Argentina– mayo de 1968 resultaba un parteaguas no solamente en múltiples territorios del mundo, sino también en nuestro país. El cura villero Carlos Mugica –quien desde hacía algunos años tendía puentes entre cristianos y marxistas e impulsaba un compromiso ético con los pobres– vivenciaba en París la revuelta obrera y estudiantil que hacía germinar cientos de barricadas en las calles y exigía conquistar lo imposible. Durante ese mes, la ciudad de Córdoba ofició de terreno fértil para la realización del Primer Encuentro Nacional del Movimiento de Sacerdotes del Tercer Mundo, como una interpretación herética y plebeya del cristianismo, que hacía de la solidaridad con las y los oprimidos un precepto cristiano fundamental, en contraposición a la lectura autoritaria y conservadora ejercitada desde el poder estatal y eclesiástico.
En el plano intelectual y de renovación cultural, revistas como Cristianismo y Revolución invitaban en sus páginas a “realizar los cielos nuevos en nuestra tierra” y reivindicaban la figura del padre Camilo Torres –caído en combate en las montañas colombianas de Santander en febrero de 1966, como integrante del recién creado Ejército de Liberación Nacional (ELN)–. Las Universidades eran un hervidero y, a pesar de la represión sufrida por la llamada Noche de los Bastones Largos, ocurrida el mismo año de la muerte de Camilo, ejercitaban la búsqueda de un pensamiento no imitativo y descolonizador, dando lugar a experiencias como la de las Cátedras Nacionales y Marxistas, sin dejar de estrechar lazos con el pueblo trabajador para producir conocimiento enraizado y transformador de la realidad.
Rememoramos este caleidoscopio de acontecimientos, proyectos y cruces de caminos no es con un ánimo de mera exégesis historiográfica, sino para enmarcar el contexto inmediato en el que la figura de Camilo Torres emergió como referencia descollante para buena parte de la región en un momento bisagra excepcional. En efecto, si bien las décadas del ‘60 y ‘70 cuentan con una frondosa cantidad de referencias políticas, en tanto momento histórico preñado de futuro, estuvieron marcadas por dos personajes caídos en la lucha, que lograron sintetizar los anhelos de liberación de los pueblos de Nuestra América. Por un lado, Ernesto “Che” Guevara quien, además de resultar uno de los protagonistas principales de la revolución cubana, produjo textos de una enorme hondura teórica y política, y denunció la actitud imperialista en el continente y las formas neocolonialistas que asumía la realidad del Tercer Mundo en ese entonces. Por el otro, Camilo Torres, un cura y sociólogo que decidió dejarlo todo, ejercitar un “suicidio de clase” y sumarse al trabajo militante con los sectores más postergados de Colombia para, más tarde, incorporarse a las filas de la guerrilla, en pos de ejercitar hasta las últimas consecuencias el amor al prójimo.
Ambas figuras devienen mito movilizador para las nuevas generaciones, que ansían revolucionarlo todo. “En este tiempo latinoamericano –sentencia Juan García Elorrio en uno de los editoriales escrito en 1968 para Cristianismo y Revolución– desesperadamente ansioso de realidades más que de signos, el gesto redentor de Camilo junto al de tantos otros que ‘dan la vida por los amigos’ en montes (…) constituyen ya un nuevo estilo de celebración eucarística y presagian (…) el encuentro de todos los pueblos liberados del mundo que sin proclamar tanto el nombre de Cristo y su Eucaristía, harán realidad con su historia lo que ella significa y produce: la igualdad de todos los hombres, compañeros de la tierra”.
En aquel tiempo latinoamericano sumamente original y de politización extrema, la presencia e influencia de Camilo Torres en Argentina fue por demás significativa, aunque hoy aparezca para muchos como desconocida. Resta aún desandar el impacto que tuvieron sus ideas y el ejemplo de su lucha como cristiano, pero también como precursor de la sociología crítica latinoamericana y de los proyectos político-militares que surgieron en el cono sur tras el triunfo de la revolución cubana.
Incluso pocas personas recuerdan sus huellas en vida por estas tierras, a partir de su presencia física y la entusiasta participación en la Primera Conferencia Latinoamericana de Escuelas y Departamentos de Sociología, realizada en Buenos Aires en septiembre de 1961, en la que presentó una ponencia con el sugerente título de “El problema de la estructuración de una auténtica sociología latinoamericana”. En ella, se lamentaba por la tendencia recurrente en nuestra región a la copia, más que al esfuerzo por gestar un pensamiento original que, sin perder severidad, no eluda una sincera actitud de autocrítica a la luz de las problemáticas y los desafíos contemporáneos. Luego de este evento, Camilo regresó a nuestro país en agosto de 1962, para asistir a un encuentro de obispos y sacerdotes latinoamericanos donde, entre los concurrentes, estaba el joven Gustavo Gutiérrez, quien pocos años más tarde sería uno de los principales exponentes de la teología de la liberación.
A pesar de tener previsto retornar a la Argentina en 1964 a un encuentro de Sociología, finalmente desistió por la abultada agenda de actividades que imposibilitó concretar su viaje. Los meses sucesivos lo encontraron recorriendo la Colombia profunda impulsando la propuesta del Frente Unido, una plataforma de articulación inédita por su carácter plural y por su osadía política, que concitó un enorme entusiasmo en los sectores más postergados y también en el activismo de la izquierda popular. Sin embargo, las desavenencias internas en este espacio embrionario y el cierre definitivo de los pocos canales de participación legal que aún se mantenían en pie en el país, radicalizaron su posición y lo llevaron a tomar la decisión de pasar a la clandestinidad e incursionar en la guerrilla del ELN, cayendo en combate en su primera confrontación armada. Su cuerpo, al igual que el de miles de compatriotas, aún hoy se encuentra desaparecido.
II
Este nuevo volumen de los Aportes del Pensamiento Crítico Latinoamericano sale a la luz en una coyuntura tan delicada como adversa en Colombia y en la región, pero también preñada de expectativas y añoranzas. Si bien el país parece transitar actualmente un proceso de paz signado por esperanzas y apuestas políticas venturosas, continúan predominando los sinsabores de una creciente criminalización de la protesta y el incesante asesinato de militantes populares, sobre todo en las zonas rurales, que nos hace priorizar el pesimismo de la inteligencia por sobre el optimismo de la voluntad, asentado en un prolongado historial de antecedentes e intentos de superar la guerra que ha dejado un tendal de víctimas y millones de desplazados. La tierra del realismo mágico, retratada de manera magistral por Gabriel García Márquez, ha vivido durante décadas una guerra sin tregua.
Basta recordar las frustradas apuestas civiles de la Unión Patriótica, A Luchar y el Frente Popular, que padecieron un casi total exterminio producto del terrorismo estatal y paramilitar en los años ochenta. En aquel entonces, las negociaciones de paz se vieron clausuradas por el crimen, el exilio y la desaparición forzada de quienes aspiraron a transitar hacia una vida democrática con plena participación civil, en un sistema político que ha resultado refractario a las opciones por fuera del binomio impuesto, a sangre y fuego, por conservadores y liberales desde los tiempos de la llamada “Violencia”, década que dejó como saldo decenas de miles de muertos y desplazados, y que tuvo como hito catalizador al magnicidio del líder popular Jorge Eliécer Gaitán, el 9 de abril de 1948.
En el monumental libro La violencia en Colombia, Orlando Fals Borda –sociólogo excepcional y amigo personal de Camilo Torres– caracterizó la historia reciente de su país en los términos de “una tragedia del pueblo colombiano desgarrado por una política nociva de carácter nacional y regional y diseñado por una oligarquía que se ha perpetuado en el poder a toda costa, desatando el terror y la violencia. Esta guerra insensata ha sido prolífica al destruir lo mejor que tenemos: el pueblo humilde”.
A juzgar por su derrotero, la historia de Colombia parece refutar a Marx: la tragedia se repite como tragedia, aunque la democracia de la que presumen las élites dominantes y la politología norteamericana siempre tenga algo de farsa.
La posibilidad concreta que se ha abierto con las mesas de paz entre el gobierno y las insurgencias de las FARC y el ELN, es un primer paso para conjurar más de 50 años de conflicto armado en Colombia. Sin embargo, en un país donde 14 millones de campesinos viven en la pobreza y más de un millón de familias rurales carecen de tierras, donde 6 millones de personas han sufrido desplazamientos forzados de sus territorios, la represión contra las luchas populares continúa y los presos políticos se cuentan de a miles, resulta iluso hablar de “posconflicto”, como pretenden hacer desde el gobierno y los medios hegemónicos de comunicación. Sin erradicar las bases estructurales que han dado lugar durante décadas a una violencia social y política endémica, sin la garantía de no repetición –uno de los puntos centrales impulsado por las insurgencias de las FARC y el ELN en las mesas de diálogo– y sin el desmonte definitivo y la condena efectiva del paramilitarismo –que aún se mantiene activo en gran parte del país y cuenta con un considerable apoyo de sectores desestabilizadores de ultraderecha–, no cabe pensar en que las negociaciones lleguen a buen puerto y la paz será más un anhelo que una realidad.
Teniendo como trasfondo a este delicado contexto, desde el IEALC nos enorgullece poder rescatar la figura de Camilo Torres, por sus aportes al campo del pensamiento crítico colombiano y latinoamericano, como precursor de una sociología comprometida y en franca ruptura con el eurocentrismo, impulsor de un proyecto emancipatorio al que Fals Borda bautizó con el nombre de socialismo raizal, pero también porque con su ejemplo de vida nos muestra un itinerario que va a contramano de lo que dicta por lo general la academia. Lejos de postular una posición neutral y distante con respecto a los padecimientos y anhelos de los pueblos, Camilo nos incita a ejercitar una pedagogía de la dialoguicidad y la convicción ética, que se enlaza con la rigurosidad intelectual e investigativa de raigambre latinoamericanista. “Debemos saber que cuando vamos a la base de nuestro pueblo es mucho más para aprender que para enseñar”, llegó a advertir en una de sus últimas conferencias públicas.
Revitalizar a Camilo Torres desde sus múltiples aristas, y a partir de un crisol de miradas complementarias y lecturas senti-pensantes que, de manera tozuda y ejemplar, han enhebrado Luz Ángela Rojas Barragán y Nicolás Amando Herrera Farfán en esta hermosa polifonía y tapiz de voces, evita reducirlo a una única faceta –ya sea la de mártir guerrillero de las luchas campesinas e indígenas, sociólogo comprometido, investigador militante, educador popular, animador socio-cultural o cura tercermundista prefigurador de la teología de la liberación–, y nos permite conocer de primera mano sus aportes y originalidades en el cruce de caminos e identidades, desde una amalgama de interpretaciones, afectos y mixturas que hacen de Camilo un personaje inigualable dentro de la tradición del pensamiento y la praxis crítico-transformadora en Nuestra América.
Para adquirir el libro, se puede consultar en el facebook del Colectivo Frente Unido (https://www.facebook.com/cfu.ii/) o en su e-mail: colectivofrenteunido@gmail.com
Fuente: http://contrahegemoniaweb.com.ar/camilo-torres-y-el-tiempo-latinoamericano-del-amor-eficaz/

Fuente: 

"Habíamos fantaseado con hipotéticos escenarios insurreccionales y habíamos intentado prepararnos para intervenir en ellos, pero nunca pensamos que se produciría algo así, y tan rápido, y mucho menos que sucedería en las calles mismas de la Capital Federal".

Argentina. #2001: Odisea en el Conubano (El día en que, con fuerza y con coraje, salimos a las calles)

Desde Claypole hacia la Capital. El 20 de diciembre de 2001 en los cuerpos de las pibas y pibes del Conurbano.

Ese 20 de diciembre fue un día muy particular, como Ettore Scola tituló a su película de 1977. Ninguna de las pibas era Sophia Loren, obviamente, y ninguno de los pibes nos parecíamos ni en el blanco de los ojos a Marcello Mastroianni, pero de todos modos pensar en 2001 tiene algo de particular, en un día en que, a diferencia del film, no quedamos encerrados mientras afuera el fascismo celebraba en las calles, sino que en Argentina quienes esa vez quedaron encerrados fueron ellos, al punto de que al irse, tuvieron que hacerlo en helicóptero, cagados en las patas porque una rebelión popular gritaba “Que se vayan todos, que no quede ni uno solo”.
La mañana nos encontró medio en comunidad, viendo las imágenes impactantes de los policías tirándole los caballos encima a las Madres de Plaza de Mayo en la histórica Plaza. Conmovidos, reunidos en torno al pequeño televisor que doña Yolanda encendió para que veamos las últimas noticias, nos apresuramos enseguida a realizar una recorrida por las casas de las compañeras y compañeros que vivían en los alrededores del campito del barrio Cerrito (en donde el Movimiento de Trabajadores Desocupados de Almirante Brown tiempo después construyó su Galpón Popular), para reunirnos en una asamblea de urgencia, luego de una semana de intensas luchas que habían involucrado en realidad todo un año de cortes de rutas, movilizaciones y tomas de edificios públicos, como aquella vez en que nos movilizamos al ministerio de Trabajo de la provincia de Buenos Aires, en la ciudad de La Plata, y al llegar vimos que no había vallado policial,  así que tal como veníamos –marchando por la calle– seguimos con el envión y el entusiasmo y subimos las escaleras, hasta terminar con los funcionarios encerrados en una oficina y la mitad de la Coordinadora Aníbal Verón copando las escaleras, el hall y la puerta de entrada. O como tres días antes, el 17 de diciembre, que salimos con camiones llenos de neumáticos y le dijimos a la policía que marchábamos a la Municipalidad de Quilmes (que se llenó de canas) pero que al llegar a la avenida Calchaquí, en un “operativo piquetero” que implicó la coordinación de varios grupos diferentes, dejamos encerrados a varios hipermercados en un corte de ruta que abarcó 18 cuadras y se mantuvo casi todo el día.
Así que aquel jueves 20 de diciembre de 2001 estábamos ya con la última nafta, como quien dice; más pensando en la navidad y en el fin de ese año intenso que en librar nuevas luchas. Pero ante tamaño acontecimiento, no podíamos (no queríamos) quedarnos de brazos cruzados viendo todo por TV. Así que entonces cobró toda su importancia aquella apuesta que habíamos hecho dos años atrás desde un pequeño grupo militante: vivir en los mismos barrios en dónde militábamos.
Entonces, a fines de 1999, yo tenía 19 años recién cumplidos. Recuerdo que para ir al barrio Don Orione (donde Darío vivía desde chico junto a sus hermanos y en donde había puesto en pie la primera asamblea organizada del MTD) tomaba un bondi que pasaba a unas tres cuadras de la casa de mi viejo, donde entonces vivía, y me dejaba en la entrada del BDO. Una hora de viaje, pensaba, no era tanto, y podía ir durmiendo, leyendo algo o escuchando música. ¿Cual era el problema?, pensaba entonces. Pero el Pelado Pablo, que ya se había instalado junto a su compañera Flor y su pequeño hijo Juan en el barrio Villa Corina de Avellaneda, me decía que una hora era mucho tiempo  para llegar a un barrio si se presentaba una urgencia.
Entonces casi nadie tenía celular, apenas unas pocas personas teléfonos en sus casas y no sabíamos casi de la existencia de internet. Así que en realidad, ante una emergencia, más que una hora podían ser dos o tres, quien sabe si no más.
Por eso ese 20 de diciembre de 2001 quedó a las claras que El Pelado tenía razón. Cuando empezaron los palos en Plaza de Mayo, alguien nos goleó la puerta de casa. Medio dormidos, La Dani, Grillo y yo (que vivíamos juntos en unas pequeñas piecitas con un baño que había en la terraza de un vecino del MTD en barrio Cerrito) nos levantamos y nos fuimos a casa de Yolanda, que era entonces nuestra primera militante surgida desde la base, referente territorial, guía espiritual, consejera amorosa y todo lo que se puedan imaginar. En fin: Yolanda lo era todo. Y en su casa funcionaba todo. Si hasta sus hijos, Oscar y Martita, eran del MTD. Incluso Marta, que no tenía entonces ni 20 años, era responsable de seguridad del movimiento.
En la asamblea resolvimos dos cosas.
Una: que teníamos que ser parte de lo que pasaba en capital, pero que debíamos ir sin bandera.
Dos: que sólo fueran quienes estaban convencidos, pero sobre todo, quienes pudieran correr.
Quedamos pocos con disposición y condiciones para ir, puesto que el movimiento estaba compuesto en su mayoría por doñas, pero en Brown el piberío militante era bastante más grande que en el resto de los movimientos. Así que allí fuimos: los más grandes y con mayor experiencia (con 21 años yo me encontraba entre ellos) y el resto: las pibas y pibes que habían terminado el secundario y se habían sumado a militar en los MTD, con 17, 18 años.
***
Un grupo se encargo de preparar las mochilas y otros de coordinar para tratar de sumar más gente de los otros barrios del MTD de Brown y tratar de coordinar con las militancias de los otros movimientos de la Coordinadora Aníbal Verón.
Llegamos justo a tomar el último tren que salió de Burzaco para Constitución, porque después el gobierno dio la orden de cortar el transporte desde el conurbano hacia capital. Logramos pasar el hall de Constitución sin ser detenidos por la policía, a pesar de la pinta que teníamos y el olor a nafta de nuestras mochilas.
Caminamos por la avenida 9 de Julio distribuidos en parejas. Algunas reales, como la mía y la de Grillo, otras ficticias e incluso otras armadas como grupo de amigos, de a cuatro. Así, a ritmo acelerado, pasamos la avenida Belgrano y ya veíamos a lo lejos los gases lacrimógenos volando por los aires. Escuchábamos los tiros (que entonces pensábamos eran sólo de balas de goma y luego supimos que también eran de plomo, y que incluso ya teníamos las primeras bajas mortales entre nuestras filas, las filas del pueblo en lucha contra el mal gobierno), veíamos a muchos pibes y pibas con las remeras tapándose el rostro, corriendo ya para adelante con piedras en sus manos y la adrenalina comenzó a apoderarse de nuestros cuerpos. Apreté más fuerte la mano de mi compañera, nos miramos a los ojos y detrás de su rostro cubierto pude ver como sonrió. Miré para atrás, para los costados y allí estaban mis compañeras y compañeros del MTD, algunos con quienes habíamos comenzado años atrás en la agrupación 11 de Julio, apenas si soñábamos entonces con que algo así podía sucederen Buenos Aires.
Habíamos dicho que los barrios del Conurbano eran nuestra Sierra maestra; habíamos escrito documentos explicando que era con los trabajadores desocupados con quienes había que priorizar el proceso de recomposición de las fuerzas populares en Argentina, porque era ese el sujeto social con mayor capacidad de confrontación con el poder; habíamos fantaseado con hipotéticos escenarios insurreccionales y habíamos intentado prepararnos para intervenir en ellos, pero nunca pensamos que se produciría algo así, y tan rápido, y mucho menos que sucedería en las calles mismas de la Capital Federal.
Eran momentos de radicalización política, de búsquedas de nuevos modos de organizarse y luchar y en los  movimientos sociales emergentes, como los MTD, había mucho piberío entre sus militancias. Sin embargo,  no fueron los movimientos –ese día– los protagonistas de la insurrección, pero sus militancias no fuimos ajenas. Ni en los días previos que fueron calentando el escenario ni en las luchas de calles de ese mismo 20 de diciembre.
Las molotovs, en su mayoría, ese día no encendieron (las pelotitas de tergopol tenían por función adherir el fuego al asfalto, pero en exceso, anulaban la combustión); algunas gomeras se rompieron; los grupos se desarmaron y volvieron a armar muchas veces y con poca frecuencia la voz de mando pudo ejercer su rol en medio del descontrol.
Pero ese día aprendimos en unas horas mucho más de lo que habíamos aprendido en años. Aprendimos la importancia que tiene el hecho de ser consecuentes con las ideas que se sostiene; aprendimos la importancia que tiene la apertura a las sorpresas que depara la historia; aprendimos que esa consigna de Dignidad que sostenían nuestras banderas era un compromiso con nuestro pueblo, que había que sostener en los momentos grises y la acumulación lenta de una cotidianeidad adversa, pero también, en aquellos momentos en los que el tiempo se acelera. Momentos en los que la dignidad se mide en cada cuadra, en cada esquina, en cada barricada y en cada corrida, para atrás huyendo de la policía, pero también, para adelante, cuando es la policía la que tiene miedo, se ve sobrepasada y empieza ella misma a correr para atrás.


*Extracto de un libro en preparación que se titulará #2001: Odisea en el Conurbano.
El autor es ensayista y comunicador popular. También coordina cursos de filosofía. Autor de los libros Cabecita negra. Ensayos sobre literatura y peronismo (Punto de Encuentro, 2016); Montoneros silvestres (1976-1983). Historias de resistencia a la dictadura en el sur del conurbano (Planeta, 2014); Kamchatka. Nietzsche, Freud, Arlt: ensayos sobre política y cultura (Alción, 2013); De Cutral Có a Puente Pueyrredón, una genealogía de los Movimientos de Trabajadores Desocupados (El Colectivo, 2010) y co-autor de Darío Santillán, el militante que puso el cuerpo (Planeta, 2012). Editor del portal y conductor del programa radial La luna con gatillo, columnista el periódico Resumen Latinoamericano y colaborador de Lobo suelto!
Fuente: http://www.resumenlatinoamericano.org/2018/12/20/argentina-2001-odisea-en-el-conubano-el-dia-en-que-con-fuerza-y-con-coraje-salimos-a-las-calles/
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La entrevista para el programa Jardín de la Política corrió a cargo de Leo Fernandes y Nina Fideles, con la colaboración de Juca Guimarães.

Traducción: Pilar Troya, para Brasil de Fato.

Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=250448