La voz de la vocera
31
de julio de 2017
Por Guillermo
Almeyra
(Rebelión)
María de Jesús Patricio Martínez (“Marichuy”), vocera del Concejo
Indígena de Gobierno (CIG) concedió recientemente una entrevista a los
compañeros de las Juntas Universitarias de Defensa quienes difundieron sus
palabras.
Como se sabe,
hasta ahora Marichuy no registró su candidatura ante
¿Qué les dijo Marichuy a los jóvenes universitarios que la
entrevistaron? Nada nuevo pero sí algo muy importante que sólo las agrupaciones
de izquierda anticapitalista (la Organización Política
de los Trabajadores-OPT- y organizaciones revolucionarias como el PRT y otras) vienen sosteniendo y que
desmiente contundentemente a quienes acusan a la indígena nahua
candidata-organizadora de fomentar un fundamentalismo indigenista que excluiría
a la mayoría mestiza de los trabajadores mexicanos de la acción política del
CIG y del EZLN y que opondría al racismo de los opresores un racismo de los
indígenas oprimidos, los cuales rechazan todo racismo.
Para Marichuy, según la entrevista, la lucha del CIG es la de todos
los trabajadores y todos los revolucionarios y no sólo la de los pueblos
indígenas, por las reivindicaciones de cada una de las etnias agrupadas en el
CIG y de las más generales, reconocidas en el artículo 169 de la Organización
Internacional del Trabajo.
Esa posición implica construir poder y conciencia independiente a
nivel de masas en cada conflicto local, sindical, popular, campesino y con
motivo de cada acontecimiento importante desde el punto de vista de la defensa
de la independencia nacional amenazada.
Una campaña real y enérgica de los anticapitalistas sería fundamental para evitar la decepción y desmoralización de esos millones de trabajadores que creen en AMLO y en la vía electoral. Al mismo tiempo, una campaña anticapitalista de masas podría dar un centro a los millones de trabajadores de todo tipo hoy sometidos al racismo y la discriminación en Estados Unidos.
Una candidatura anticapitalista de frente único tendría mucho mayor peso que un esfuerzo exclusivamente indígena del CIG en la conciencia de los más honestos y combativos militantes de MORENA y sería fundamental para la unidad entre campo y ciudades y las diferentes regiones que, por primera vez, construiría sobre esas bases la unidad de los diversos Méxicos existentes.
Si Marichuy Patricio retomase el camino que inició Rosario Ibarra de Piedra, anticapitalista y defensora incansable de los derechos humanos, podría encauzar la protesta de las mujeres de México contra las violencias, la discriminación y los asesinatos cotidianos, que de hecho está contra el sistema, uniéndola con las de quienes conscientemente luchan contra él en otros campos, elevando a un nivel superior la lucha, importante pero limitada, de muchos ecologistas que creen todavía en un capitalismo respetuoso de la gente y de la Naturaleza.
La fusión entre la campaña indígena y del EZLN y los anticapitalistas de la izquierda revolucionaria y obrera permitiría disolver las dudas que existen incluso entre los simpatizantes de la lucha del CIG y de Marichuy sobre el contenido real del anticapitalismo, hasta ahora sobe todo declarativo, de una campaña que hasta ahora no aparece en la vida cotidiana de los trabajadores, a los que el electoralismo de los partidos procapitalistas aturde.
Esas dudas, dicho sea de paso, son abonadas también por la presencia en los actos neozapatistas de un puñado de personas con enormes retratos de Stalin, aliado clave y conservador del capitalismo mundial, enterrador del partido de Lenin y de la revolución rusa, jefe de un régimen autoritario y dictatorial que abrió el camino al derrumbe de
Si las declaraciones de
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