Cientos de juicios contra Monsanto
por causar cáncer con glifosato
8
de julio de 2017
La ola de juicios contra Monsanto sigue creciendo
y cada vez emergen más evidencias de cómo la transnacional sabía de los daños
del glifosato y los transgénicos, pero desató una cadena de maniobras para
ocultarlos, aumentando sus ganancias a costa de la salud de las personas y el
ambiente.
Por Silvia Ribeiro |
La Jornada.
Desde el pasado 7 de
julio, el estado de California incluyó en la lista de sustancias cancerígenas
al glifosato, principal ingrediente del herbicida RoundUp de Monsanto (también
ingrediente de Faena, Rival, Machete y otras marcas). En un año deberá ser
etiquetado en esa entidad como agente que puede causar cáncer. Monsanto apeló
de la decisión, alegando que afecta sus intereses comerciales y afirmando que
no hay pruebas de que sea cancerígeno. ¡Pero sus propios estudios a principios
de la década de 1980 muestran lo contrario!
Monsanto afronta en
una corte de distrito de San Francisco, Estados Unidos, 91 juicios iniciados
por personas que sufren, ellos o parientes, cáncer linfoma non-Hodgkin. Acusan
a Monsanto de haberlos expuesto al glifosato, sabiendo y ocultando que podía
causar cáncer. Los casos, presentados en varios distritos, se combinaron en un
litigio único que debe sentenciar el juez Vince Chhabria en diciembre de este
año. Hay otras mil 100 demandas de personas que han presentado casos similares
contra Monsanto en diferentes cortes. (http://tinyurl.com/lfpych4)
El agrotóxico
glifosato fue inventado por Monsanto y es usado ampliamente en agricultura y
jardinería, pero su uso aumentó hasta 2000 por ciento debido al cultivo de
soya, maíz y otros transgénicos tolerantes a este herbicida.
Un documento clave que
Monsanto ha intentado desechar del proceso a toda costa, es un estudio de la
propia empresa publicado en 1983, sobre el efecto del glifosato en 400 ratones
de laboratorio, que muestra que un número significativo de ratones expuestos al
glifosato en alimentación, desarrollaron tumores. Monsanto presentó el estudio,
pero en las conclusiones no reflejó la gravedad de los impactos.
En 1984, el toxicólogo
William Dykstra de la EPA (Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos),
revisó el estudio completo y declaró que indicaba claramente que "el
glifosato es oncogénico, produce adenomas tubulares renales, un tumor raro,
relacionado a la dosis administrada". Monsanto respondió que los tumores
no eran por glifosato, sino por "otras causas". Pero en 1985, luego
de nuevas revisiones del estudio por parte de toxicólogos y otros expertos,
éstos emitieron una declaración consensuada clasificando al glifosato como
"probable cancerígeno en humanos". Monsanto comenzó entonces una
agresiva campaña para "convencer" a funcionarios y científicos de la
EPA –incluyendo emplear algunos en su empresa– hasta que logró que algunos
declararan que no estaba claro que los tumores se relacionaban al glifosato. La
historia del caso y las subsecuentes turbias manipulaciones por parte de la
empresa están detalladas por la reconocida periodista Carey Gillam, en
Environmental Health News, junio 2017 (http://tinyurl.com/ychhe3yv)
El estudio de
Gilles-Eric Séralini en 2012, alimentando ratones con maíz transgénico con
glifosato, mostró justamente resultados similares a los de los estudios de
Monsanto en 1983. Ambos son coincidentes con las conclusiones del amplio
estudio de revisión del grupo internacional de expertos de la Agencia Internacional
de Investigación sobre el Cáncer (IARC) que motivó a la Organzación Mundial
de la Salud a declarar en 2015 al glifosato como probable cancerígeno en
humanos.
Christopher Portier,
ex director del Centro Nacional de Salud Ambiental, de los Centros de Control y
Prevención de Enfermedades de Estados Unidos, fue invitado como experto a la
revisión del IARC. Portier afirmó que la evaluación aplicada por los
reguladores estadounidenses al glifosato es "científicamente errónea"
y que coloca en riesgo la salud pública. Agregó que "los datos en esos
estudios indican fuertemente la capacidad del glifosato de causar cáncer en
humanos y animales; no hay razón para creer que los resultados de todos esos
estudios son simplemente una casualidad" (http://tinyurl.com/ybpuvl8y,
citado por C. Gillam)
La ola de juicios
contra Monsanto sigue creciendo y cada vez emergen más evidencias de cómo la
transnacional sabía de los daños del glifosato y los transgénicos, pero desató
una cadena de maniobras para ocultarlos, aumentando sus ganancias a costa de la
salud de las personas y el ambiente.
La lucha de las
comunidades de campesinos indígenas y apicultores en la península de Yucatán,
es justamente para impedir que la siembra de soya transgénica resistente a
glifosato enferme y mate a sus comunidades, sus abejas, el agua y el medio
ambiente. La demanda de comunidades de Quintana Roo sigue en proceso, mientras
que en Campeche y Yucatán, la SCJN ordenó realizar consultas, cuya realización
ha sido saboteada, paradójicamente, por la comisión de bioseguridad (CIBIOGEM)
y la de pueblos indígenas (CDI) (http://tinyurl.com/ybe49o4t)
Casi al mismo tiempo,
Sol Ortiz García, secretaria ejecutiva de la Cibiogem, en un simposio
internacional sobre bioseguridad en un hotel de lujo en Guadalajara en junio,
declaró que en México hay "sobreregulación" y que la oposición a los
transgénicos es un problema de "comunicación" (http://tinyurl.com/yadn9sqz ). En ese evento, Monsanto dio 11
conferencias, Dupont 9, Syngenta 3 y Bayer 1, además de otras de Agrobio y
otras personas e instituciones ligadas a la industria biotecnólogica.
Campesinos afectados y científicos críticos: cero ¿Será ésta la comunicación a
la que se refiere la Cibiogem? Ya que en Campeche y Yucatán acosan a los
campesinos afectados para que ni siquiera puedan hablar. ¿Tendrán que morir de
cáncer para que los consideren "evidencia"? Aunque en ese caso
Monsanto ¿y la Cibiogem? posiblemente dirán que se debe a "otras
causas". Es un problema de comunicación. O más bien, de quién paga por
ella.
Silvia Ribeiro,
investigadora del Grupo ETC
Fuente:
http://www.anred.org/spip.php?article14537
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