martes, 30 de abril de 2019

Nos urge "convencer sobre la necesidad de salir del marco nacional en el que se mantiene una gran parte de las fuerzas del campo popular. Pero esto no quiere decir, evidentemente, que no hay que preocuparse de los combates políticos y sociales locales, si no que se deben conectar esos combates con la dimensión internacional tanto en las propuestas como en la práctica. (...) Unidos y unidas, estemos a la altura de los desafíos del tiempo presente y construyamos un nuevo internacionalismo de los pueblos en Europa y en todas partes ".

Europa

El Manifiesto de ReCommons: una iniciativa para hacer avanzar la izquierda popular en Europa

28 de abril de 2019
Por Eric Toussaint
Mientras que a la campaña para las elecciones europeas de fines de mayo de 2019 le cuesta arrancar y suscita muy poco interés, la iniciativa de ReCommons con el «Manifiesto por un nuevo internacionalismo de los pueblos en Europa» [1] Europa tiene un comienzo prometedor. El texto fue redactado por dieciséis personas de seis países (Bélgica, Bosnia, Estado español, Francia, Grecia y Gran Bretaña), que militan en organizaciones y movimientos diferentes (sindicatos, partidos políticos, movimientos de activistas) y con experiencias diversas y complementarias en economía, ciencias políticas, filosofía, antropología, derecho, ecología, sindicalismo, feminismo, solidaridad Norte/Sur, etc. Además estas personas representan, por edad, a tres generaciones. El Manifiesto es apoyado por más de 160 firmantes provenientes de 21 países europeos. Entre esos firmantes, la mayoría son mujeres. Y se continúa la recogida de firmas.
Los puntos más destacables de la iniciativa ReCommonsEurope
RecommonsEurope emana de la voluntad de colaboración entre dos redes europeas, el CADTM [2] Las dos redes, CADTM y EReNSEP, estuvieron directamente implicadas en la experiencia griega de 2015 y de allí se 
extrajeron una serie de lecciones convergentes. Por otro lado, desde hace más de quince años, ELA y el CADTM están comprometidos sistemáticamente en diferentes iniciativas internacionalistas, desde el Foro Social Mundial lanzado en 2001 al Altersummit, pasando por la experiencia del Foro Social Europeo. Por lo tanto, las y los militantes de ELA, del CADTM y de EReNSEP están directamente implicados en los combates que se desarrollan en sus respectivos países. Además, estas personas participaron activamente en las discusiones y reuniones del Plan B desde 2015 hasta ahora.

El texto del manifiesto fue elaborado durante las tres reuniones mantenidas en 2018, y redactado de manera colectiva en 2019. Este manifiesto se puede considerar una continuación del llamamiento denominado ‘Los retos de la izquierda en la zona euro’ [3], un texto colectivo presentado por más de 70 firmantes en febrero de 2017.
El objetivo de ReCommonsEurope es a la vez modesto y ambicioso: demostrar que es posible y necesario poner en marcha un conjunto de medidas radicales en Europa.

El Manifiesto proviene de esta constatación: una gran parte de las organizaciones políticas de izquierda y de los movimientos sociales tiene miedo de proponer medidas realmente anticapitalistas, antipatriarcales, antirracistas y ecosocialistas. Algunas organizaciones practican cínicamente el «socioliberalismo», lo que las coloca directamente fuera del campo de la izquierda.
A diferencia de una izquierda que tiene miedo hasta de su sombra o que se compromete totalmente con el orden establecido, ReCommonsEurope propone medidas radicales ecosocialistas, feministas, antirracistas, claramente a favor del internacionalismo de los pueblos y con el objetivo de impulsar una revolución social y política.

La experiencia griega de 2015 es, a menudo, utilizada como espantajo. Sería la demostración de la imposibilidad de poner en práctica un programa radical. Pero los miembros de ReCommonsEurope extraen una enseñanza totalmente diferente de la experiencia griega, y felizmente no están solos, que es esta: el gobierno del primer ministro Alexis Tsipras renunció desde el comienzo a aplicar, de manera real, los compromisos radicales acordados con el pueblo griego, y eso condujo al desastre que todos y todas conocemos.
Para ReCommonsEurope se debe reafirmar la necesidad de aplicar un programa radical y tener, en la práctica, una estrategia compuesta de movilización, desobediencia y autoorganización popular.

Las redactoras y los redactores del Manifiesto tienen puntos de vista diferentes sobre algunas cuestiones que se deberían zanjar: ¿Es necesario abandonar la zona euro? ¿Es posible y útil crear una moneda complementaria? ¿Hay que expropiar por completo los bancos y las aseguradoras para hacer de ellos un servicio público o bien se debe crear un polo bancario público que le haga competencia a los bancos privados capitalistas? ReCommonsEurope se considera un lugar de confrontación de puntos de vista, un lugar de debates sobre las medidas que se deben tomar. El Manifiesto no es un documento a aceptar o a rechazar, es una invitación a la discusión.
Las y los militantes que se encuentran en torno a ReCommonsEurope son perfectamente conscientes de que no es suficiente con promocionar un programa, aunque este sea excelente. Está claro que son las luchas las que serán determinantes para conseguir el cambio profundo de las relaciones de fuerza, y permitir la puesta en marcha de una serie coherente de medidas económicas, políticas, sociales, culturales, etc. Para que esos combates desemboquen en cambios profundos, aquellas y aquellos que se reúnen en el marco deReCommonsEurope están convencidas y convencidos que es fundamental comprometerse con el conjunto de medidas que debe realizar un gobierno popular.
La crisis climática, las violentas políticas de austeridad y el peligro representado por la extrema derecha racista y xenófoba hacen que sea aún más urgente definir una estrategia que asocie la autoorganización popular, los movimientos sociales y las organizaciones políticas, para poner la política al servicio de la mayoría.
Desde hace diez años, numerosas movilizaciones populares cuestionan el orden existente. El Manifiesto se enmarca en el seno de esos movimientos y prioriza la lucha contra la explotación y contra todas las formas de opresión.
Como lo señala la introducción del Manifiesto, los movimientos de lucha de los diez últimos años son indisociables de las urgencias sociales, ecológicas, democráticas, feministas y solidarias. Urgencia social porque las condiciones de vida y de trabajo de las clases trabajadoras en Europa se han deteriorado constantemente durante los últimos treinta años, y especialmente desde la crisis que afectó al continente a partir de 2008-2009. Urgencia ecológica porque el consumo exponencial de combustibles fósiles, y en forma general, la destrucción de los ecosistemas, consustancial al sistema capitalista, condujo al cambio climático planetario hasta el punto de no retorno, amenazando la propia existencia de la humanidad. Urgencia democrática porque, ante los desafíos planteados a las clases dominantes en los últimos treinta años, estas no dudaron en adoptar métodos de dominación cada vez menos cuidadosos con las apariencias democráticas y cada vez más coercitivos. Urgencia feminista porque la opresión patriarcal en sus diferentes formas está provocando cada vez más reacciones masivas de rechazo, proclamadas con contundencia por millones de mujeres y hombres. Urgencia solidaria, finalmente, porque el cierre de fronteras y la construcción de muros en respuesta a millones de migrantes en todo el mundo, huyendo de la guerra, de la miseria, de los desastres ambientales o de los regímenes autoritarios, solo constituyen una negación de humanidad. Cada una de estas urgencias conduce, como reacción, a movilizaciones de desobediencia, autoorganización y construcción de alternativas, que constituyen otros tantos focos posibles de alternativas democráticas en Europa.
La Unión Europea es hoy no solo una de las vanguardias del neoliberalismo y del imperialismo, sino también un conjunto irreformable de instituciones al servicio del gran capital. Por lo tanto, una izquierda que aspire a la transformación social ya no puede ser creíble y realista sin poner en el centro de su estrategia la ruptura con los tratados e instituciones de la Unión Europea.
Al hacer estas propuestas para desobedecer y romper con las instituciones europeas, no se pretende buscar una solución nacionalista a la crisis y a la protesta social. Al igual que en el pasado, es necesario adoptar una estrategia internacionalista y abogar por una federación europea de pueblos que se oponga a la prosecución de la actual integración, totalmente dominada por los intereses del gran capital. También deberíamos desarrollar constantemente campañas y acciones coordinadas a nivel continental (y más allá) en las áreas de la deuda, la ecología, el derecho a la vivienda, la recepción de migrantes y de refugiados, la salud pública, la educación pública y otros servicios públicos, el derecho al trabajo, la lucha para cerrar las centrales nucleares, la drástica reducción del uso de combustibles fósiles, la lucha contra el dumping fiscal y los paraísos fiscales, la lucha por la socialización de los bancos, los seguros y el sector energético, la reapropiación de los bienes comunes, la accióncontra la evolución cada vez más autoritaria de los gobiernos y a favor de la democracia en todos los sectores de la vida social, la lucha por la defensa y extensión de los derechos de las mujeres y las personas LGBTI, la promoción de los bienes públicos y el inicio de procesos constituyentes.

Un trabajo colectivo que debe continuar
Los miembros de ReCommonsEurope se reunieron en Bruselas el 21 y 22 de marzo de 2019. Las personas presentes provenían de Alemania, Bélgica, Bosnia, Chipre, Croacia, Francia, Gran Bretaña, Estado español, Dinamarca, Grecia, Italia y Serbia. Discutieron sobre la actual versión del Manifiesto y de las iniciativas que se emprenderán para difundirlo en toda Europa. Este documento está actualmente disponible en francés, castellano, inglés y catalán. Todavía es posible unirse a los firmantes del mismo.
La reciente reunión del 21 y 22 de marzo de 2019 constituyó el cuarto encuentro de los miembros deReCommonsEurope. Las dos primeras reuniones se habían celebrado en Bruselas en febrero y junio de 2018, y la tercera en Londres en septiembre del mismo año. Durante esas reuniones los grupos de redacción se habían constituidos según los diferentes temas, y esos mismos grupos presentaron, entre fines de 2018 y marzo de 2019, el «Manifiesto por un nuevo internacionalismo de los pueblos de Europa» que se hizo público el 21 de marzo de 2019 en tres idiomas.
Durante la reunión del 21 y 22 de marzo, los miembros ReCommonsEurope estuvieron de acuerdo en que se podía mejorar el documento, y que, por lo tanto, el trabajo debía continuar. Por otro lado, también se constató que era necesario hacer una versión netamente más accesible y mucho más reducida. Por consiguiente, hay dos procesos en curso: un trabajo de mejora del Manifiesto (100 páginas) y la redacción de una versión sintética con el objetivo de no superar un volumen de 20 páginas.
También es muy importante reconocer que los debates sobre el programa de medidas que se deberían tomar todavía no son lo suficientemente exhaustivos. Varias cuestiones merecen estar mejor definidas: la posibilidad y el papel de una moneda complementaria, la puesta en práctica de la salida del euro para una serie de países, las medidas prácticas que se deben tomar con los bancos, la política respecto al impago de las deudas ilegitimas, las medidas inmediatas en materia de participación en la lucha frente a la crisis ecológica, etc.
¿Por qué el trabajo de ReCommonsEurope es importante y útil?
Los acontecimientos que siguieron al desastre griego de 2015 muestran que la izquierda popular debe urgentemente debatir y adoptar propuestas coherentes para dar una solución justa y de izquierda a la actual crisis. El Brexit esta ampliamente dominado por el combate entre las diferentes fracciones del gran capital en Gran Bretaña, el campo popular no consiguió definir su proyecto y su respuesta a la cuestión planteada de salida de la UE. En el caso de la lucha del pueblo catalán por su independencia, es la derecha independentista la que dominó ampliamente el proceso. No hubo una intervención autónoma suficientemente fuerte de una izquierda independentista e internacionalista catalana. La lucha concerniente a los derechos sociales y a la contradicción Capital/Trabajo fue fuertemente marginada. En el caso de Italia, son también las fuerzas reaccionarias de derecha las que marcan la pauta, con una fuerte presencia en el gobierno. Y de manera más general, es indispensable que el campo popular intervenga de manera autónoma en esta profundización de la crisis de la Unión Europea.
Con modestas fuerzas, ReCommonsEurope trata de convencer sobre la necesidad de salir del marco nacional en el que se mantiene una gran parte de las fuerzas del campo popular. Pero esto no quiere decir, evidentemente, que no hay que preocuparse de los combates políticos y sociales locales, si no que se deben conectar esos combates con la dimensión internacional tanto en las propuestas como en la práctica. Por consiguiente, es necesario favorecer un abandono del inmovilismo de la mayoría de las grandes organizaciones sindicales. La Confederación europea de sindicatos, que agrupa a decenas de millones de trabajadores y trabajadoras, se ha mostrado siempre incapaz de actuar a nivel europeo para defender las conquistas sociales frente a la brutal ofensiva del gran capital, secundado por las instituciones de la Unión Europea.

Las luchas en curso de las mujeres (especialmente con ocasión del 8 de marzo) y de la juventud (en particular en las movilizaciones por el clima) nos dan un ejemplo. En varios países europeos, estas movilizaciones ya son capaces de articular formas de autoorganización, de autoformación, de iniciativas públicas y de la búsqueda de soluciones concretas, con alcance global. Es urgente que todas y todos las y los militantes anticapitalistas, ecosocialistas, feministas, antirracistas debatan estas soluciones, e interpelen a las organizaciones sociales y políticas para decirles: unidos y unidas, estemos a la altura de los desafíos del tiempo presente y construyamos un nuevo internacionalismo de los pueblos en Europa y en todas partes.


Notas

es maître de conférence en la Universidad de Lieja, es el portavoz de CADTM Internacional y es miembro del Consejo Científico de ATTAC Francia. 
Es autor de diversos libros, entre ellos: Bancocracia Icaria Editorial, Barcelona 2015,,Procès d’un homme exemplaire, Ediciones Al Dante, Marsella, 2013; Una mirada al retrovisor: el neoliberalismo desde sus orígenes hasta la actualidad, Icaria, 2010; La Deuda o la Vida (escrito junto con Damien Millet) Icaria, Barcelona, 2011; La crisis global, El Viejo Topo, Barcelona, 2010; La bolsa o la vida: las finanzas contra los pueblos, Gakoa, 2002. Es coautor junto con Damien Millet del libro AAA, Audit, Annulation, Autre politique, Le Seuil, París, 2012. 
Coordinó los trabajos de la Comisión de la Verdad Sobre la Deuda, creada por la presidente del Parlamento griego. Esta comisión funcionó, con el auspicio del Parlamento, entre abril y octubre de 2015. El nuevo presidente del Parlamento griego anunció su disolución el 12 de noviembre de 2015. A pesar de ello, la comisión prosiguió sus trabajos y se constituyó legalmente como una asociación sin afán de lucro.

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Fuente: http://www.cadtm.org/El-Manifiesto-de-ReCommons-una-iniciativa-para-hacer-avanzar-la-izquierda#nb3

Recordemos: "El 1 de Mayo, como Día Internacional de los Trabajadores y Trabajadoras, fue acordado en el Congreso Obrero Socialista, celebrado en París en 1889. Era el homenaje a los cinco mártires de Chicago. Al año siguiente se conmemoró por primera vez. Lucy participó en la manifestación realizada en Chicago. Ya era conocida como «la Viuda Mexicana de los mártires de Chicago». Y los patrones ya aplicaban la jornada de 8 horas. El sacrificio no había sido en vano".

La viuda de 

los mártires de Chicago

27 de abril de 2019
Recordada por su gran oratoria, la mexicana Lucy González será recordada por ser viuda de Albert Parsons, uno de los cinco mártires de Chicago, pero tuvo por sí misma un gran protagonismo en la organización de las obreras, principalmente en las fábricas de textiles. Aún en 1920 la policía de Chicago la consideraba «más peligrosa que mil insurrectos». 

Por El viejo topo (España).

Nació esclava en 1853, en un poblado de Texas, territorio que cinco años antes había pertenecido a México. Fue hija de una negra mexicana y un indio de Alabama. Quedó huérfana a los tres años. Apenas pudo trabajar, ya que la enviaron a los campos de algodón.
Se casó a los 19 años con Albert Parsons, joven veterano de la Guerra de Secesión (1860- 1864). Casi eran una pareja ilegal: las «mezclas» raciales estaban prácticamente prohibidas en los estados sureños. La vida social no era fácil, y menos siendo de los pocos activistas por los derechos de los negros en tierras de racistas. Las amenazas constantes que recibían les obligaron a partir hacia Chicago, en 1873.
Aun no habían desempacado los pocos bártulos que poseían y ya participaban de la vida política. Para poder comer, Lucy se dedicó a elaborar ropa femenina en casa, y él trabajó en una imprenta. Ella empezó a escribir, de forma gratuita, en el periódico The Socialist. Luego ayudaron a fundar The Alarm, vocero de la Asociación Internacional de Trabajadores. Ella escribía sobre el desempleo, el racismo o la función de las mujeres en la política.
Lucy tuvo un gran protagonismo en la organización de las obreras, principalmente en las fábricas de textiles. Eran las más explotadas. Ni sus dos embarazos fueron impedimento: casi salió de reuniones en las factorías, a los partos. Con el apoyo de Albert se dedicó a colaborar en la creación de la Unión de Mujeres Trabajadoras de Chicago, organización que fue reconocida en 1882 por la Orden de los Nobles Caballeros del Trabajo, una especie de federación. Un gran triunfo: hasta ese momento no se aceptaba la militancia femenina.
Siempre contaba con Albert. Y Albert con ella. De él no sólo tenía el apoyo político, sino que compartían la atención a los hijos y al hogar.
Fue en ese momento cuando la lucha por la jornada de 8 horas se convirtió en la principal reivindicación nacional. Hasta entonces todos los trabajadores, incluidas niñas y mujeres, debían trabajar 15 o 18 horas para ganar apenas con qué comer. El presidente estadounidense Andrew Johnson había promulgado una Ley que establecía la jornada de ocho horas, pero en casi ningún estado se quiso aplicar. Los trabajadores llamaron a una huelga para el primero de mayo de 1886. La reacción de la prensa fue virulenta. El 29 de abril el Indianapolis Journalhablaba de «las fogosas arengas de truhanes y demagogos que viven de los impuestos de hombres honestos».
Como en otras ocasiones, Lucy y Albert marcharon junto a sus hijos. Los Parsons habían estado tensos y expectantes porque el Chicago Mail, en su editorial, había tratado a Albert y a otro compañero de lucha de «rufianes peligrosos en libertad». Y exigía en sus páginas: «Señálenlos hoy. Manténganlos a la vista. Indíquenlos como personalmente responsables de cualquier dificultad que ocurra».
En Chicago, donde las condiciones de los trabajadores eran peor que en otras ciudades, las huelgas y las movilizaciones continuaron. Para el día 4 se convocó a un acto en el Haymarket Square. Albert fue uno de los oradores.
El acto terminó en total orden. Habían participado unas 20 mil personas. Empezó a llover y los manifestantes se fueron marchando. Los Parsons decidieron tomar chocolate en el Salón Zept’s cuando quedaban unos 200 manifestantes. Fue entonces cuando un grueso contingente de policías cargó contra todos ellos. Una bomba de fabricación casera explotó matando a un oficial, y los uniformados abrieron fuego. Nunca se informó sobre la cantidad exacta de muertos. Se declaró el estado de sitio y el toque de queda. En los días siguientes se detuvo a cientos de obreros. Algunos fueron torturados.
De la bomba fueron acusadas 31 personas, de las cuales 8 quedaron incriminadas. El 21 de junio empezó el juicio. Después de discutir la situación con Lucy, Albert apareció ante la Corte exclamando: «Nuestras Honorabilidades, he venido para que se me procese junto a todos mis inocentes compañeros». El juicio fue una burla a la justicia y a las normas procesales. La prensa se lanzó en una campaña condenatoria. Fue un juicio político porque no se podía comprobar nada. Fue un linchamiento. El Jurado declaró culpables a los ocho acusados: De ellos, tres fueron condenados a prisión y cinco a la horca. Parsons estuvo entre los condenados a muerte.
En la sala hizo presencia el periodista José Martí, futuro apóstol de la independencia de Cuba. El 21 de octubre, el diario argentino La Naciónle publicó un artículo. En él describía la actitud de Lucy cuando se dictaba sentencia: «Allí estaba la mulata de Parsons, implacable e inteligente como él, que no pestañea en los mayores aprietos, que habla con feroz energía en las juntas públicas, que no se desmaya como las demás, que no mueve un músculo del rostro cuando oye la sentencia fiera […] Ella aprieta el rostro contra su puño cerrado. No mira; no responde; se le nota en el puño un temblor creciente…».
Lucy, acompañada de sus hijos, empezó a recorrer el país durante casi un año. Explicaba el caso. Hablaba de noche y viajaba de día. Escribió centenares de cartas a sindicatos y distintas autoridades, tanto de Estados Unidos como de todo el mundo. La solidaridad que nació fue inmensa. Pero aún así, el 11 de noviembre de 1887 se cumplió la sentencia. Años más tarde, Lucy recordaría la mañana en que llevó a sus hijos hasta donde tenían a los condenados. Ella pidió que dejaran a los niños dar a su padre el último adiós, pero la respuesta fue retenerlos. «Nos quedamos encerrados en la estación de policía, mientras que el infernal delito se consumaba», escribía.
Poco antes de que lo ahorcaran, Albert le escribió a Lucy: «Tú eres una mujer del pueblo y al pueblo te lego…». El 1 de Mayo, como Día Internacional de los Trabajadores y Trabajadoras, fue acordado en el Congreso Obrero Socialista, celebrado en París en 1889. Era el homenaje a los cinco mártires de Chicago. Al año siguiente se conmemoró por primera vez. Lucy participó en la manifestación realizada en Chicago. Ya era conocida como «la Viuda Mexicana de los mártires de Chicago». Y los patrones ya aplicaban la jornada de 8 horas. El sacrificio no había sido en vano.
Tras el ahorcamiento de su esposo, Lucy siguió recorriendo el país, organizando a las trabajadoras y escribiendo en periódicos sindicales. En junio de 1905 estuvo presente en la constitución de la organización Trabajadores Industriales del Mundo, en Chicago. Solo 12 mujeres participaron, y ella fue la única que se atrevió a tomar la palabra. «Nosotras, las mujeres de este país, no tenemos derecho a ningún voto. La única manera de estar representadas es tomar a un hombre para representarnos […] y yo me sentiría rara al pedirle a un hombre que me represente […] Somos esclavas de los esclavos…». Finalizó su discurso expresando: «¡No hay poder humano que pueda detener a los hombres y mujeres que están decididos a ser libres!».
Siempre tuvo enfrentamientos con las feministas. Poco las soportaba. Catalogaba al feminismo como algo típico de la clase media. Sostenía que servía más para confrontar a mujeres contra hombres. Repetía que la liberación de las mujeres llegaría con la emancipación de la clase obrera de la explotación capitalista.
Con 80 años de edad, Lucy continuaba dictando discursos en la Plaza Bughouse de Chicago. Seguía asesorando, formando. En febrero de 1941, a sus 88 años, hizo la última aparición pública. Al año siguiente, el 7 de marzo, ya ciega, la muerte la sorprendió al incendiarse su casa. Aun muerta la policía la seguía considerando una amenaza: sus miles de documentos y libros fueron confiscados.

Este texto (modificado para su publicación un Primero de Mayo) forma parte del libro Latinas de falda y pantalón, de Hernando Calvo Ospina. Un recopilatorio de 33 breves historias de mujeres que cambiaron el curso de la historia.
Fuente: https://www.anred.org/?p=114136

Atendamos: “Ante la crisis ecológica, el enorme problema de la sumisión/integración de los asalariados/as a la carrera productivista de capital sólo puede ser superado mediante la lucha autoorganizada. (…)En la actualidad esta colaboración se está volviendo cada vez más antinatural, ya que amenaza la supervivencia misma de la humanidad. (…)La contradicción capital-trabajo está así incrustada en un antagonismo más amplio entre el capital, por un lado, y la vida y su reproducción, por otro. Si se sitúa en el centro de este antagonismo, el sindicalismo puede salir de la defensiva, anudar alianzas con otros movimientos sociales”.

Por un ecosocialismo de combate
30 de abril de 2019

Por Daniel Tanuro 
Viento Sur

¿Cómo reconciliar la lucha social y la lucha ambiental? Esta pregunta preocupa a los sindicalistas. Para evitar una catástrofe climática sería necesario reducir la actividad, suprimir las producciones inútiles o dañinas, renunciar a una parte sustancial de los transportes... ¿Pero qué pasaría entonces con el empleo? ¿Cómo evitar una oleada de desempleo, un nuevo impulso de la miseria y la precariedad? En las actuales relaciones de fuerzas, frente a un capitalismo financiarizado y globalizado, estos desafíos parecen imposibles de enfrentar...
La Confederación Sindical Internacional (CSI) extrajo una conclusión radical: bajo la cubierta de la retórica en favor de "transición justa", optó por ayudar a la evolución hacia un imposible capitalismo verde. La resolución de Vancouver (2010) es clara: este texto aboga por una transición que "no ponga en peligro la competitividad de las empresas y no ejerza una presión indebida sobre los presupuestos de los Estados” (Artículo 5). Se cree soñar: la demanda de respeto a la competitividad ni siquiera está acompañada por una reserva en relación con el sector de los combustibles fósiles, ¡la principal causa del cambio climático! Sin embargo, sin romper el poder de este sector del capital es estrictamente imposible evitar la catástrofe climática...
La CSI quiere creer que una "gobernanza democrática" que integre la "transición justa" abriría "nuevas oportunidades" y crearía masivamente "empleos verdes", buenos y "decentes". Esas son ilusiones. Los capitales invertidos en la "transición energética" no anulan de ninguna manera la despiadada ofensiva capitalista contra los salarios, las condiciones de trabajo y los sindicatos. Alemania está a la vanguardia a la vez en la energía renovable y en la expansión de una subclase de trabajadores y trabajadoras pobres. En muchos países, los gobiernos utilizan la ecología para desmantelar los bastiones sindicales en los sectores tradicionales. La respuesta no consiste en la participación sindical en la “gobernanza democrática” del respeto a la competitividad sino en la construcción de una relación de fuerzas.
El desarrollo de una alternativa genuinamente sindical a la política de colaboración de clases de los líderes de la CSI es de importancia estratégica. La clase obrera ocupa una posición decisiva en la industria y los servicios. Sin su participación activa, una transformación antiproductivista de la economía será imposible. Pero, ¿cómo se gana a los trabajadores y trabajadoras para la lucha por la defensa del medio ambiente? Tal es la cuestión. La respuesta es difícil. Más difícil aún porque el equilibrio de poder se está deteriorando y el veneno de la división se está extendiendo en el mundo del trabajo.
La autoorganización obrera
¿Qué hacer? Para empezar, es necesario plantear correctamente el problema en el terreno teórico. Porque aquí estamos tocando una cuestión fundamental: el capital no es una cosa sino una relación social de explotación que sujeta a los trabajadores con mayor seguridad que las cadenas. Se quiera o no, este sistema obliga a cada asalariado/a a producir más de lo necesario para satisfacer sus necesidades y realizar esta producción bajo la forma alienada de la mercancía. Así pues a colaborar en el productivismo, que "agota las dos únicas fuentes de riqueza: la Tierra y el trabajador”(Marx). En la actualidad esta colaboración se está volviendo cada vez más antinatural, ya que amenaza la supervivencia misma de la humanidad. Pero, en condiciones "normales", la competencia capitalista se impone a todo el mundo.
Por lo tanto, debemos salir de las condiciones "normales", de la competencia de todos/as contra todos/as. ¿Cómo? Por la organización colectiva, la acción de los explotados/as por sus reivindicaciones. "La emancipación de los trabajadores será obra de los propios trabajadores". Esta célebre frase de Marx es más que nunca válida. Ante la crisis ecológica, el enorme problema de la sumisión/integración de los asalariados/as a la carrera productivista de capital solo puede ser superado mediante la lucha autoorganizada. Conclusión práctica: debe apoyarse cualquier resistencia colectiva contra la austeridad, los despidos, los cierres, incluso de manera crítica (cuando no es realmente democrática, o que su punto de partida es antinómico con la defensa del medio ambiente). Una cosa es cierta: los trabajadores y trabajadoras derrotados en la lucha económica inmediata contra la austeridad no progresarán hacia una conciencia política más elevada, que integre la cuestión ecológica.
El control obrero y la autoorganización democrática pueden hacer milagros en términos de conciencia. Incluso a nivel de una empresa. Un "ejemplo" notable fue proporcionado por los "excedentarios" del sector vidriero de Charleroi (Bélgica, ndt): tras la lucha contra el cierre de su compañía, impusieron su reconversión en una empresa pública de aislamiento/renovación de viviendas (la empresa fue creada pero saboteada posteriormente por los políticos y la patronal).
Formar la conciencia ecosocialista
Tales ejemplos, sin embargo, siguen siendo excepcionales. En general, la formación de una conciencia ecosocialista requiere un enfoque y experiencias a un nivel más amplio que la empresa. Es en el nivel interprofesional donde el sindicalismo puede plantear mejor las demandas estructurales que se enmarquen en un enfoque anticapitalista de la transición. Por ejemplo: la extensión del sector público (transporte público gratuito, por ejemplo), la expropiación del sector fósil (condición sine qua non para una rápida transición a las energías renovables), la reducción radical del tiempo de trabajo, sin pérdida de salario (una condición sine qua non para conciliar decrecimiento de la producción y empleo).
Pero el programa y la lucha no son suficientes. Un ecosindicalismo de combate requiere mirar más allá de lo interprofesional. Es necesario concebir una estrategia de convergencia con otros movimientos sociales (campesinos, jóvenes, feministas, ecológicos). Eso implica abandonar la idea errónea de que el trabajo es la fuente de toda riqueza. En verdad, por un lado la explotación del trabajo asalariado presupone la apropiación y explotación de los recursos naturales que necesariamente proporcionan el objeto material del trabajo y, por otro lado, la explotación patriarcal del trabajo de cuidado realizado por las mujeres e “invisibilizado” en el marco de la familia. La contradicción capital-trabajo está así incrustada en un antagonismo más amplio entre el capital, por un lado, y la vida y su reproducción, por otro.
Si se sitúa en el centro de este antagonismo, el sindicalismo puede salir de la defensiva, anudar alianzas con otros movimientos sociales, desarrollar con ellos un proyecto eco-socialista atractivo. No se trata de revivir la quimera de una transformación social progresiva por la acumulación de micro-experiencias que se supone hacen posible la economía de un enfrentamiento global. Por el contrario, se trata de preparar esta prueba de fuerza a nivel territorial, desarrollando sistemáticamente prácticas de control, de solidaridad, de autoorganización y de autogestión. Ellas animarán a los explotados/as y oprimidos/as a coger las cosas en sus propias manos, a tomar conciencia de su fuerza, favoreciendo así una toma de conciencia ecosocialista y feminista global que reforzará al sindicalismo.
Esta propuesta estratégica parecerá a algunos/as muy alejada de las relaciones de fuerza reales. Que no olviden esto: la calma relativa que reina en la superficie de las relaciones sociales es engañosa. El capitalismo mutila la vida y la naturaleza. Especialmente la naturaleza humana. La mayoría de la población se ve obligada a agotarse y a agotar el medio ambiente en un trabajo alienado, cada vez más inútil, éticamente insoportable y que produce una existencia miserable. La materia explosiva acumulada de esta manera puede liberar su energía hacia la izquierda o hacia la derecha. Es decir poco que el sindicalismo tiene interés en que se libere a la izquierda. Habrá más posibilidades de llegar a ello ligando la lucha por la justicia social y la justicia medioambiental en una perspectiva anticapitalista y antiproductivista.
Daniel Tanuro es el autor de El imposible capitalismo verde (Viento Sur-La Oveja Roja, 2011), Cambio climático y alternativa ecosocialista (Viento Sur-Sylone, 2016) y Frankestein en la Casa Blanca. Trump y el interregno global(Viento Sur-Sylone, 2018).
Traducción: viento sur

Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=255349 

Observemos cuán distinto es el hacer político desde abajo por el bien común y cómo se profundiza, multiplica.

El Concejo Deliberante de Cosquín prohibió el uso del agrotóxico
Una tranquera vecinal al glifosato
30 de abril de 2019

Por Leonardo Rossi
Página 12

Prohibido por ordenanza en el ejido de la ciudad de Cosquín. Los vecinos lo consideraron “un paso adelante”. Reclamaban desde 2018.
Desde Córdoba
Acostumbrada a ser noticia por la presencia de notables personalidades del folclore, Cosquín amplificó su voz pero esta vez en clave colectiva: “Basta de agroquímicos”, dicen mujeres y hombres de la ciudad serrana de Punilla. La lucha realizada en los últimos años por vecinas y vecinos que claman por un ambiente sano tuvo su primera repercusión institucional concreta. El 17 de abril pasado, el Concejo Deliberante aprobó una ordenanza que prohíbe el uso del herbicida glifosato en todo el ejido municipal. “Es un triunfo, pero la lucha es más amplia, es por un ambiente sano en todo su sentido”, sostiene Virginia Racino, de Barrios Fumigados Cosquín.
A partir de conversaciones entre habitantes de barrios linderos a un campo, situado al noreste de la ciudad, se empezó a instalar la sospecha de que el uso de agroquímicos podía generar una serie de afecciones en la salud. A principios de abril, impulsada por el colectivo Barrios Fumigados Cosquín, se presentó una denuncia contra quienes explotan la Estancia San Jorge-Kumte, ubicada entre el faldeo de la montaña y la ruta 38, que colinda con barrios de Cosquín, y de las localidades de Molinari y Casa Grande. En ese momento, desde la organización social se planteó estar “sufriendo casos de afecciones respiratorias, cáncer, abortos espontáneos, alergias en la piel”, entre otros impactos sanitarios que podrían vincularse con la práctica agronómica de ese campo. Asimismo, la denuncia apuntó a las autoridades locales “al permitir fumigaciones a menos de 500 metros de las viviendas”.
Desde el año pasado, este colectivo se vinculó con otras asambleas como la de Dique Chico y Barrio Ituzaingó para conocer otras experiencias de lucha contra el uso masivo de plaguicidas en la provincia. En este recorrido, realizaron diversos reclamos administrativos, pero sobre todo acciones de concientización, como ferias de alimentos agroecológicos para sensibilizar a más sectores de la población en torno a otras formas de agricultura. En el mismo sentido, apuntan a construir datos que den cuenta del ordenamiento territorial de la zona y sus vínculos con la calidad ambiental que hoy atraviesan los cuerpos que habitan la región.
En la insistencia por la instalación del tema dentro de la comunidad, este sector logró que el año pasado ingresara un proyecto de ordenanza que permaneció durante más de seis meses en comisión. Finalmente, días atrás con cuatro votos opositores y sin apoyo del oficialismo se aprobó la normativa local. Aún no ha sido promulgada por el Ejecutivo municipal, que enfrenta elecciones por estas horas. La ordenanza, que se ampara en legislación ambiental nacional y provincial, insta en su primer artículo a “prohibir la comercialización y el uso (aéreo y terrestre) del herbicida glifosato” en todas sus variantes en todo el ejido de Cosquín.
La centralidad del glifosato en el modelo agrícola argentino puede sintetizarse con algunos datos de la Antología Toxicológica de este herbicida, recopilada por Eduardo Martín Rossi y publicada por Naturaleza de Derechos, donde se explica que el uso de este agroquímico representa “entre un 60 y 70 por ciento” del total de pesticidas que utiliza toda la agroindustria cada año. La estimación indica que se aplican entre 240 y 260 millones de kilos-litros de glifosato cada año en Argentina. Frente a quienes aún niegan el daño que causa su uso corriente, esta compilación da cuenta de más de 800 trabajos científicos y artículos de investigación sobre los graves impactos sanitarios y ambientales de esta formulación.

Esta ordenanza coscoína se enmarca en una provincia que tiene más de una veintena de regulaciones comunales y municipales que directamente prohíben el uso de plaguicidas en áreas urbanas y periurbanas. Estas normativas dejan más de 30.000 hectáreas en diversas zonas de la provincia que de una forma u otra deben transitar hacia otra forma de agricultura frente a la otra opción que es la urbanización de áreas rurales, y recrear otra vez el problema de tener barrios linderos a campos donde se aplican agroquímicos. El trabajo “Mapeo de zonas de resguardo ambiental...” (2017), firmado por Beatriz Giobellina, Marcelo Lerussi y Victoria Marinelli, entre otros, sostiene que en Córdoba “es posible encontrar comités asesores del propio municipio para definir productos posibles, mientras que es poco habitual que dichos municipios establezcan programas de desarrollo, acompañamiento o mucho menos promoción de una producción alternativa, se la llame sustentable, agroecológica u orgánica”.


Desde Barrios Fumigados Cosquín marcaron que “este es un primer paso de gran importancia para toda la comunidad, resultado del trabajo colectivo que apunta a la visibilizar la problemática de las fumigaciones y la participación directa para lograr su prohibición”. La particularidad de la normativa es que sólo se ha centrado en el glifosato y no en otros herbicidas ni en insecticidas o fungicidas de síntesis química. Para la asamblea este punto de partida es un avance porque limita “el paquete” que se aplica sobre todo en soja y maíz transgénico. Pero, el mayor logro es la cuestión de fondo, “que se instale el tema y se empuja a que ese campo y otras áreas transiten hacia una mirada agroecológica”, que armonice con el perfil territorial que busca la ciudad. Esta prohibición del glifosato marca un camino de “dar prioridad a la preservación de la vida, la salud y el ambiente por sobre los intereses mercantiles y ser coherente con el perfil de ciudad turística y municipio verde”, expresaron en un comunicado.

El concejal que presentó la ordenanza, Raúl Cardinali (FPV), también marcó que “este es un punto de partida, para avanzar hacia fumigación cero, dado que se debe priorizar la salud y ya hay bastante evidencia de que este modelo no va bien, a pesar del fuerte lobby que tienen estos productos”. En diálogo con PáginaI12, Racino expresó que lo que se busca es “dejar en claro que hay otras formas de trabajar el campo, más sanas, que cuidan la vida, la salud, justamente donde se están produciendo alimentos, que es el todo que nos constituye.” Esta integrante del colectivo vecinal sostuvo que “ahora esperamos que se haga efectiva la ordenanza, porque venga el gobierno municipal que venga ahí vamos a estar con el reclamo”. Y aclaró que “las leyes son sólo un paso más dentro de una lucha más larga, que implica pensar el territorio en su conjunto, contra el desarrollismo, las autovías, los desmontes, las fumigaciones para tener verdaderamente un ambiente sano”.

Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=255356

Estamos subsumidos en el dilema: "¿paramos la vida para permitir que el capitalismo continúe o paramos el capitalismo para permitir que la vida continúe?". Es hora de generalizar esa toma de conciencia.

Atrévete a dar por muerto el capitalismo antes de 
que nos mate
30 de abril de 2019

Por George Monbiot
El diario


- Afirmar que "el capitalismo ha dejado de funcionar" en el siglo XXI equivale a la afirmación del siglo XIX "Dios ha muerto": es una blasfemia secular
- El capitalismo se derrumba sin crecimiento, pero el crecimiento perpetuo en un planeta finito conduce inexorablemente al desastre medioambiental
Durante la mayor parte de mi vida adulta me he opuesto al "capitalismo corporativo", al "capitalismo de consumo" y al "capitalismo del amiguismo". Me tomó mucho tiempo caer en la cuenta de que el problema es el sustantivo. Mientras que algunas personas han rechazado el capitalismo alegre y rápidamente, yo lo he hecho lenta y con reservas.
Parte de la razón era que no veía una alternativa clara: a diferencia de algunos anticapitalistas, nunca he sido un entusiasta del comunismo de Estado. También me inhibió su estatus sagrado. Afirmar que "el capitalismo ha dejado de funcionar" en el siglo XXI equivale a la afirmación del siglo XIX "Dios ha muerto"; es una blasfemia secular. Hacerlo requiere una confianza en uno mismo que yo simplemente no tenía.
Sin embargo, a medida que he madurado, he llegado a dos conclusiones. La primera: que el sistema, más que cualquier variante del mismo, es lo que nos conduce inexorablemente hacia el desastre. Y la segunda: que no hay que presentar una alternativa definitiva para afirmar que el capitalismo está fracasando. La declaración se sostiene por sí misma. No obstante es cierto que afirmar que el capitalismo ha fracasado requiere que se haga el esfuerzo, y diferente, de formular un nuevo sistema.
Los fracasos del capitalismo surgen de dos de sus elementos definitorios. El primero es el crecimiento continuo e infinito. El crecimiento económico es el efecto agregado de la búsqueda de acumular capital y extraer beneficios. El capitalismo se derrumba sin crecimiento, pero el crecimiento perpetuo en un planeta finito conduce inexorablemente al desastre medioambiental.
Quienes defienden el capitalismo sostienen que, a medida que el consumo pasa de los bienes a los servicios, el crecimiento económico puede disociarse del uso de los recursos materiales. La semana pasada un artículo del antropólogo Jason Hickel y del economista Giorgos Kallis publicado en la revista New Political Economy, examinó esta premisa. Los expertos descubrieron que, si bien en el siglo XX se produjo una disociación relativa (el consumo de recursos materiales aumentó, pero no tan rápidamente como el crecimiento económico), en el siglo XXI se ha producido un reacoplamiento: el aumento del consumo de recursos ha igualado o superado hasta ahora la tasa de crecimiento económico. No se ha logrado el desacoplamiento absoluto necesario para evitar la catástrofe medioambiental (una reducción del uso de recursos materiales) y todo parece indicar que es imposible que se logre mientras continúe el crecimiento económico. El crecimiento "verde" es una mera ilusión.
Un sistema basado en el crecimiento perpetuo no puede funcionar sin periferias y externalidades. Siempre debe haber una zona de extracción de la que se obtengan las materias primas sin un pago completo y una zona de eliminación, donde se vierten los costes en forma de residuos y contaminación. A medida que la escala de la actividad económica aumenta –hasta el punto que el capitalismo afecta a todo el sistema, desde la atmósfera hasta el fondo del océano–, el planeta se convierte en una zona de sacrificio: todos habitamos en la periferia de la máquina del beneficio.
Esto nos lleva al cataclismo a tal escala que la mayoría de la gente no puede ni siquiera imaginárselo. La amenaza de colapso de nuestros sistemas de soporte vital es mucho mayor que la guerra, el hambre, la peste o la crisis económica, aunque es probable que cuando se produzca también se den los otros cuatro. Las sociedades pueden recuperarse de estos acontecimientos apocalípticos, pero no de la pérdida de suelo, de una biosfera abundante y de un clima habitable.
El segundo elemento definitorio es la extraña premisa de que una persona tiene derecho a una porción tan grande de la riqueza natural del mundo como su dinero pueda comprar . Esta confiscación de los bienes comunes causa otras tres alteraciones. En primer lugar, la lucha por el control exclusivo de los bienes no reproducibles, lo que implica violencia o truncamiento legislativo de los derechos de otras personas. En segundo lugar, el empobrecimiento de otras personas por parte de una economía basada en el saqueo tanto en el espacio como en el tiempo. Tercero, la transformación del poder económico en poder político, ya que el control de los recursos esenciales conduce al control de las relaciones sociales que los rodean.
En un artículo publicado el domingo en The New York Times, el premio Nobel de Economía Joseph Stiglitz trató de distinguir entre el buen capitalismo, al que llamó "creación de riqueza", y el mal capitalismo, al que llamó "apropiación de riqueza" (extracción de rentas). Entiendo que haga esta distinción. Sin embargo, desde el punto de vista medioambiental, la creación de riqueza es apropiación de riqueza. El crecimiento económico, intrínsecamente ligado al uso creciente de los recursos materiales, implica el aprovechamiento de la riqueza natural tanto de los sistemas vivos como de las generaciones futuras.
No se pueden señalar estos problemas sin recibir un aluvión de acusaciones, muchas de las cuales se basan en la siguiente premisa: el capitalismo ha rescatado a cientos de millones de personas de la pobreza y ahora quieres empobrecerlas de nuevo . Es cierto que el capitalismo, y el crecimiento económico que impulsa ha mejorado radicalmente la situación económica de un gran número de personas. Sin embargo, también ha empeorado la situación económica de muchas otras cuyas tierras, mano de obra y recursos fueron confiscados para impulsar el crecimiento en otros lugares. Gran parte de la riqueza de los países ricos se construyó, y se sigue construyendo, sobre la esclavitud y la expropiación colonial .
Al igual que el carbón, el capitalismo ha traído muchos beneficios. Ahora, como el carbón, causa más mal que bien. Así como hemos encontrado medios para generar fuentes de energía que son mejores y menos perjudiciales que el carbón, también necesitamos encontrar medios para generar bienestar humano que sean mejores y menos perjudiciales que el capitalismo.
No hay vuelta atrás: la alternativa al capitalismo no es ni el feudalismo ni el comunismo de Estado. El comunismo soviético tenía más en común con el capitalismo de lo que los defensores de ambos sistemas querían admitir. Ambos sistemas están (o estaban) obsesionados con generar crecimiento económico. Ambos están dispuestos a infligir niveles asombrosos de daño en la búsqueda de este y otros fines. Ambos prometieron un futuro en el que sólo tendríamos que trabajar unas pocas horas a la semana, pero terminaron exigiendo un esfuerzo laboral interminable y brutal. Ambos son deshumanizadores. Ambos son absolutistas y repiten la noción de que el único Dios verdadero es el suyo y sólo el suyo.
¿Cómo sería un sistema mejor? No tengo una respuesta clara y no creo que ninguna persona la tenga. No obstante, creo que se empiezan a perfilar algunos conceptos básicos que lo definirían. Algunas de estas nociones provienen de la propuesta de civilización ecológica de Jeremy Lent , uno de los más grandes pensadores de nuestra era. Otras provienen de la "economía del donut" de Kate Raworth y del pensamiento ambiental de Naomi Klein, Amitav Ghosh, Angaangaq Angakkkorsuaq, Raj Patel y Bill McKibben. Parte de la respuesta está en la noción de "suficiencia privada, lujo público" . Otra parte surge de la creación de una nueva concepción de la justicia basada en este sencillo principio: cada generación, en todas partes, tendrá el mismo derecho al disfrute de las riquezas naturales.
En mi opinión, nuestra labor consiste en identificar las mejores propuestas de muchos pensadores diferentes y convertirlas en una alternativa coherente. Dado que ningún sistema económico es sólo un sistema económico, sino que se inmiscuye en todos los aspectos de nuestras vidas, necesitamos que muchas mentes de diversas disciplinas –económicas, medioambientales, políticas, culturales, sociales y logísticas– trabajen de forma coordinada para crear una mejor manera de organizarnos que satisfaga nuestras necesidades sin destruir nuestro hábitat.
Nuestra elección se reduce al siguiente dilema: ¿paramos la vida para permitir que el capitalismo continúe o paramos el capitalismo para permitir que la vida continúe?
Traducido por Emma Reverter

Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=255359