16 de junio: Día de la Ciencia Digna
«Las semillas de Andrés
Carrasco».
20 de junio de 2014
Fabián Chiaramello | La
Brújula. Vía /Rebelión]
“La solución está
en el pueblo, únicamente los pueblos tienen la llave de la solución, ellos
sabrán dar respuestas a las crisis de paradigmas del mundo moderno que inventó
el conocimiento supuestamente para mejorar la calidad de vida, pero lo está
usando para la dominación”. (Andrés E. Carrasco)
La Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad Nacional
de Rosario estableció por unanimidad, a través de su consejo directivo, que
cada 16 de junio sea recordado como el Día de la Ciencia Digna. La
fecha elegida coincide con el nacimiento del científico Andrés Carrasco.
Sobran los motivos para tan merecido homenaje. Más de
treinta años de carrera puestos al servicio del pueblo. Desde 2009, cuando su
investigación sobre los efectos del glifosato fue
tapa de Página/12, su nombre y su trabajo fue tomado como escudo por las
víctimas del modelo del agronegocio.
Ahora sí, quienes llevaban años denunciando y sufriendo los efectos de los
agroquímicos (mejor dicho, agrotóxicos), encontraban en un científico
reconocido el respaldo a sus denuncias. “No descubrí nada nuevo. Digo lo mismo
que las familias que son fumigadas, sólo que lo confirmé en un laboratorio”,
solía decir Carrasco según recuerda el periodista Darío Aranda. Desde ese año
fue invitado en universidades y ámbitos académicos, a exponer frente a
asambleas, campañas contra las fumigaciones y un largo etcétera de
participaciones a las que les dedicaba gran parte de su tiempo.
Durante los dos primeros años del nuevo siglo fue presidente
del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet); fue Subsecretario de Ciencia del
Ministerio de Defensa hasta 2009, cuando renunció por presiones para limitar
sus investigaciones sobre los efectos de los agrotóxicos sobre la salud humana.
Hasta los últimos días de su vida se desempeñó como Director del Laboratorio de
Embriología Molecular de la UBA, desde donde realizó los estudios que
demostraron el mecanismo por el cual el glifosato genera alteraciones en el
desarrollo embrionario.
Con un largo reconocimiento en el ámbito académico, puso al
servicio de las mayorías su conocimiento y su trabajo científico, acompañando
con su cuerpo las luchas. Semejante hazaña en un ambiente tan alejado de los
territorios no le iba a costar poco.
Carrasco ha sido blanco directo de difamaciones,
hostigamientos, amenazas, censuras y desprestigio. Su trabajo molestaba a
muchos: desde las empresas de agroquímicos hasta funcionarios públicos. En
síntesis, molestaba al poder.
Por éstas y tantas otras cosas es que se rindió por primera
vez homenaje a Andrés Carrasco en el Día de la Ciencia Digna. Pasado
apenas un poco más de un mes de su fallecimiento, la Facultad de Ciencias
Médicas de la UNR reunió a científicos, miembros de organizaciones que luchan
contra las fumigaciones y los agrotóxicos, de asambleas y movimientos sociales,
y algunos familiares. Todos con la particularidad de haber conocido a Carrasco,
de haber sido al menos en un momento parte de su vida.
Ciencia al servicio de quién
Para la primera parte de la jornada hubo un espacio para la Divulgación Científica.
De ésto se ocupó el investigador del Conicet, Damián Marino.
En su repaso por varias experiencias trabajando con las poblaciones afectadas
por las fumigaciones, Marino aseguró que el saber y la experiencia de quienes
viven y sufren las problemáticas son la clave para investigar. “Aprendimos
mucho más estando en la calle”, dijo. Algo tenido en cuenta muy pocas veces,
sobre todo por los científicos que se encierran en cuatro paredes.
Un caso que plasmó la relación directa de la ciencia con la
gente fue detallado por el investigador. Todo empieza con un llamado telefónico
de una mujer que había sido fumigada por un avión en su casa en el campo. La
mujer contó que apenas unas horas después de lo ocurrido su perro, conejo y
canario murieron. Asustada por semejante efecto congeló el canario y llamó a
los investigadores. “Más allá de los resultados obtenidos, lo importante es
esta relación, porque ese canario no era una muestra más, había sido por varios
años parte de la vida de esa mujer, significaba muchas cosas, su mundo privado,
y ella lo entregaba para que lo investiguemos”, contó con orgullo Marino,
graficando la relación humana y necesaria de la ciencia.
Para Marino, el caso de las escuelas fumigadas es lo más
grave y pidió que todas las miradas se posen sobre esta problemática. “Medimos
agroquímicos en el aire, es el fin del derecho. Ya no podemos elegir que aire
vamos a respirar”, sentenció y agregó en crudas palabras: “Los chicos están
cagados antes de nacer”.
Además de repasar experiencias e interrogantes sobre los
quehaceres de la ciencia, el investigador dedicó unos minutos a su relación con
Andrés Carrasco. Según Marino, los pares del doctor no eran otros científicos,
“era la gente, él era uno más”. También recordó algunos concejos y enseñanzas.
Una que eligió resaltar fue que Carrasco sabía muy bien cuándo molestaba un
trabajo: presentar, como científico, cualquier investigación es aceptada. El
problema aparece cuando ésta trasciende, cuando sale a la luz, cuando es
decodificada toda la información técnica. Algo que tenía muy claro el doctor.
Luego fue el turno del decano de la Facultad sede del
homenaje, Miguel Farroni, que recordó su corta relación con Carrasco y
puntualizó el lugar de la Universidad pública y de la ciencia. “Toda la ciencia
es importante, pero la que vuelve a la comunidad y se compromete es la más
importante”, disparó como una declaración de principios para estudiantes y
científicos. El decano de la Universidad de La Matanza, Mario Rovere, no pudo
asistir al homenaje pero envió una carta. Dentro de las palabras leídas dejó un
interrogante que habla por sí sólo: “¿Por qué con tanta trayectoria y
reconocimiento (Carrasco) se lanzó a semejante acto político?”
Sembrando semillas
En un segundo momento del homenaje participaron algunos de
los que compartieron luchas y diferentes experiencias con Andrés Carrasco. El
primer orador fue Carlos Manessi, del Centro de Protección a la Naturaleza
(CeProNat) que resaltó la importancia que tuvo el trabajo de Carrasco: “En el
año 2009 trasciende el trabajo de Andrés y a partir de ahí nuestra campaña,
Paren de Fumigarnos -Santa Fe-, tiene una bisagra. Hasta ese momento veníamos
con la presunción de que algo sucedía en el campo, con los químicos, había
investigaciones que nos llegaban de afuera, pero nos estaba faltando algo
nuestro y Andrés fue quien puso esa semilla”.
Manessi recordó y agradeció a Carrasco en nombre de todos los
pueblos fumigados: “Nos enseñó un camino y ese camino hay que seguirlo
caminando, porque están sucediendo cosas tremendas en el país y Andrés fue uno
de los que puso un poco de claridad entre lo que estaba pasando”.
Carlos Vicente, miembro de la ong Grain y de Acción
por la Biodiversidad, hizo un recorrido por muchos de sus momentos compartidos
con Andrés Carrasco. Desde 2007 cuando lo conoció, compartió conferencias,
reuniones, viajes, cátedras y luchas, destacando su vitalidad que se vio hasta
el final de sus días. “Todos nosotros somos Andrés. Se ha convertido en un
imprescindible y sigue en la lucha”, dijo Vicente. Además destacó dos
cuestiones: por un lado, su visión de la ciencia biológica que entendió a la
naturaleza, a la vida, lejos del mecanicismo de los demás científicos que él
mismo se animó a cuestionar. Por otro, avanzó en la consolidación de un grupo
abierto para crear una Unión de Científicos Comprometidos por la Sociedad de
América Latina. También recordó toda su trayectoria y reconocimiento más allá
de las fronteras del país. “Andrés no sólo sembró su lucha y conocimiento en
Argentina sino que ha estado en muchos espacios ligados a las luchas socioambientables.
Después de su fallecimiento hemos tenido eco de todos esos lugares ya que fue
como un maestro para todos nosotros”, recordó Vicente.
En el panel también estuvo presente Sofía Gatica, una de las
fundadoras de las Madres de Ituzaingó Anexo y una de las referentes en la lucha
contra la instalación de la planta de Monsanto en la localidad cordobesa de
Malvinas Argentinas. Gatica relató el momento en el que Carrasco se acercó para
ayudar a las Madres: “En 2009 golpeó la puerta de mi casa, dijo que era un
científico del Conicet y que venía a demostrar que nosotros teníamos razón. Que
había realizado la investigación por nosotros y que no la había publicado.
Entonces le pregunte: ¿usted se anima a decirlo frente al grupo de Madres y
frente a un medio? Al día siguiente armamos una reunión con las madres,
llamamos a un medio y a un medico, no podíamos creer que un científico del
Conicet diga que tengamos razón, siempre nos trataban de locas, y el volvió a
repetir lo mismo que me había dicho en mi casa. Desde ese momento no nos
separamos más”.
Gatica también destacó cuando, en pleno proceso del juicio
histórico contra las fumigaciones en Ituzaingó, Carrasco presentó su
investigación como prueba y denunció a otros científicos del Conicet que habían
realizado una investigación que desmentía la suya y los señaló como empleados
de Monsanto. “Ahí nos dimos cuenta que teníamos un doctor al servicio de la
gente”, cuenta la
referente. También contó cuándo le informó a Carrasco de la
idea de tomar el predio de la planta en construcción de Monsanto en Malvinas
Argentinas. “Fue al primero que avisé. Después él dijo: ‘si te metés te van a
llevar detenida y la planta se instala, hay que pensar otra medida’. ‘Un
bloqueo’, le dije en ese momento. Le pareció más oportuno y se bloqueó por su
consejo”.
“Son muy pocos los que saben todo lo que Argentina le debe
al doctor Carrasco. Somos un puñadito acá, no son conscientes de lo que hizo el
doctor, tendríamos que estar todos en la calle. Esa semilla que el sembró tiene que estar
creciendo por todos lados. Muchas están germinando y como dijo el doctor ‘la
sacamos adelante juntos’, finalizó conmovida Gatica.
Alicia Massarini es bióloga, investigadora del Conicet y compañera
de Andrés Carrasco en sus últimos años. Leyó una extensa carta en la que repasó
la importancia y el peso político de los pasos dados por el científico. Remarcó
su compromiso, sus ideas políticas y su lucha dentro de la ciencia. “Andrés,
científico y militante, todo uno. Puso su ciencia, su saber, su historia, su
pasión, su inteligencia y su compromiso al servicio de la imperiosa necesidad
de seguir resistiendo a la lógica letal del sistema capitalista”, describió en
uno de sus interesantes pasajes Massarini.
“Lo hizo de una manera integral, frontal y valiente, sin ignorar
el precio que pagaría por ello. Lo llevó adelante con enteresa, sin respiro ni
reparo, aunque sin dudas, no sin sufrimiento físico y moral”, puntualizó
emocionada su compañera y continuó: “Agradezco a la vida el enorme privilegio
de haber compartido el último tramo de su vida, de haberlo acompañado en su
aventura intelectual, en su reflexión política, en su constantes incursiones en
los territorios donde los pueblos resisten este modelo mercantil-extractivista
que amenaza con arrasar los bienes comunes, la naturaleza y la salud de
nuestros pueblos”.
Para finalizar, volvió sobre la idea que estuvo activa
durante toda la jornada: la presencia de Carrasco y la necesidad de seguir
transitando su camino. “Maestro, médico, científico, militante de la vida,
compañero. Andrés íntegro, único, indispensable. Andrés siempre en nuestras
luchas, siempre en nuestros sueños”, finalizó su lectura Massarini.
El último orador fue el periodista Darío Aranda, quién
compartió muchas experiencias y momentos con Andrés Carrasco. En un primer
momento recordó cuándo Andrés lo llamó por teléfono, “hablando rápido” se
presentó como científico y le contó que había confirmado lo que otros
científicos ya habían descubierto y lo que sostenían desde hacía mucho tiempo las
poblaciones, que el producto estrella del agro argentino, el glifosato, produce
malformaciones neuronales, intestinales y cardíacas. “Nunca había escuchado su
nombre y por entonces, para mí, el Conicet era algo impoluto, algo transparente
(con él hice un curso acelerado y vi que era todo lo contrario)”, contó Aranda.
Luego esa investigación, de la mano del periodista, fue tapa de Página/12 y
desde ese momento todo cambió para las luchas contra el agronegocio.
El periodista realizó un breve punteo sobre algunas
cuestiones que le pareció necesario destacar. En un primer lugar, Carrasco
decía que ya no había que estudiar más el glifosato, porque ya está probado su
efecto. Sostenía que a lo que hay que apuntar es al modelo, no sólo el
agropecuario, sino también el modelo científico al servicio de las
corporaciones. “Esto disparaba la pregunta: ¿ciencia para quién y para qué?”,
explicó Aranda.
Otro punto fue que los científicos “tienen que dejar de
escribir para los círculos reducidos”, tienen que salir a decir, tienen que
contarle a la población aquello que investigan y ponerlo a su servicio. “’El
silencio es complicidad’, como era el nombre de su programa de radio”,
recuerda. El rol de la universidad pública también es importante. En este caso
también cabe mencionar el rol del ministro de Ciencia, Lino Barañao que desde
2009 intentó desacreditarlo. “Un científico comprometido con el pueblo y un
científico al servicio de las corporaciones”, según el periodista. En un
segundo momento mencionó a la cúpula del Conicet que en un último ataque le
negó, “de manera tan mañosa, tramposa”, la promoción a investigador superior
que había solicitado. Fue un castigo por su lucha. Según Aranda, A Carrasco no
le molestaba que le hayan negado la promoción, “le molestaba la forma, le
indignaba” como era ninguneado por científicos empresarios. “Él decía: ‘no se
las voy a dejar pasar’. ‘¿Si cedo ante esto que mensaje dejo para los
científicos mas jóvenes?’ Y salió a denunciarlos. Obviamente los medios de comunicación, ni la corpo con C ni la
corpo con K quisieron dar cuenta de eso”, describió Aranda.
“Yo decía en un momento que los amigos hablan de uno y los
enemigos también”, dijo Aranda y continuó: “Al otro día de la partida de
Andrés, el vicepresidente de Monsanto en Argentina, Pablo Vaquero, puso en su
cuenta de Twitter unas pocas palabras diciendo: ‘El Conicet no había avalado su
estudio’, y puso un link con una cita del ministro Barañao diciendo que ellos
no avalaban el estudio”.
Mientras tanto, por otro lado, las redes sociales se taparon
de imágenes, notas, videos, cartas de despedida, agradecimientos. Los pueblos
fumigados, movimientos de campesinos, pueblos indígenas, organizaciones
sociales, y un sinnúmero más que se hicieron eco de la triste noticia.
“Me acuerdo el día del velatorio me llamó muy triste Félix
Díaz y me dijo llorando del otro lado del teléfono: ‘nosotros tendríamos que
estar ahí como él estuvo con nosotros’, contó el periodista y para finalizar
leyó unas palabras de su artículo de despedida: “(…) Se transformó en un
referente hereje de la ciencia argentina. No tendrá despedidas en grandes medios , no habrá palabras de ocasión de funcionarios
ni habrá actos de homenaje en instituciones académicas. Andrés Carrasco optó por otro camino: cuestionar un modelo de corporaciones
y gobiernos y decidió caminar junto a campesinos, madres fumigadas, pueblos en
lucha. No había asamblea en donde no se lo nombrara. No existe papers, revista
científica ni congreso académico que habilite a entrar donde él ingresó, a
fuerza de compromiso con el pueblo: Andrés Carrasco ya tiene un lugar en la
historia viva de los que luchan”.
Por último, se leyó la Declaración
Latinoamericana de la Ciencia Digna ,
redactado por el propio Carrasco. Se anunció el inicio de la Unión de
Científicos comprometidos por la Sociedad, una de las ideas que soñó el doctor.
Y al final, entre mezcla de emociones, se otorgó un recordatorio a modo de
homenaje a su hijo, su hija y su nieto presentes.
Cooperativa de Comunicación La
Brújula
Noticia original en Rebelión: ver aquí.
Fuente: http://www.elikaherria.eus/16-de-junio-dia-de-la-ciencia-digna-las-semillas-de-andres-carrasco/?lang=es
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