La visita del
embajador Carlos Trujillo y
las negociaciones
secretas con
el gobierno Ortega-Murillo.
23 de junio de 2018
Por
Sebastián Chavarría Domínguez (Rebelión)
La reciente visita de Carlos Trujillo, embajador de Estados Unidos
ante la Organización de Estados Americanos (OEA), ha desatado todo tipo de
especulaciones. Es la segunda visita de un alto funcionario de la administración Trump
en menos de un mes. Anteriormente vino Caleb McCarry, asistente del influyente
senador republicano Bob Corker, presidente de la comisión de Asuntos Exteriores
del Senado de Estados Unidos. No cabe la menor duda que algo se negocia
secretamente, a espaldas del pueblo de Nicaragua.
Departamento de Estado: “Elecciones anticipadas:
camino constructivo”
Aunque los seres mortales no tenemos acceso a
las negociaciones secretas que se celebran en las alturas del poder, podemos
sacar algunas conclusiones a partir de las declaraciones de altos funcionarios
de la
administración Trump.
El 18 de junio, Mike Pence, vicepresidente de
Estados Unidos, declaró “(…) En nombre del presidente Donald Trump, llamamos a
Daniel Ortega a terminar los crímenes de su gobierno y dar respuestas a las
peticiones de la nación por democracia y derechos humanos. Ha llegado la hora
de terminar con los ataques a los protestantes y ha llegado la hora de dar al
pueblo de Nicaragua el futuro de libertad que merecen (…) Esto debe terminar y
debe terminar ahora”. (AFP 18/06/2018)
En reiteradas declaraciones altos funcionarios
de Estados Unidos se han mostrado de acuerdo en adelantar las elecciones. Lo
que nunca han dicho con claridad es si estas se realizarán teniendo como
presidente a Daniel Ortega. Esa es la gran incógnita. Por lo que no dicen,
parece que Estados Unidos acepta y promueve que sea el gobierno Ortega-Murillo
quien convoque a elecciones anticipadas.
Al día siguiente, el mismo día que arribó a
Managua el embajador Carlos Trujillo, la portavoz del Departamento de Estado,
Heather Nauert, leyó un comunicado que expresaba, entre otros aspectos, lo
siguiente: “(…) Observamos el clamor generalizado entre los nicaragüenses de
unas elecciones anticipadas. Estados Unidos cree que las elecciones anticipadas
representan un camino constructivo”. (El Nuevo Diario, 19/06/2018)
Ambas declaraciones son complementarias. Pence
presionó sobre el tema de los derechos, llamando a detener las matanzas, pero
el Departamento de Estado, que conduce las negociaciones diplomáticas, enfatizó
en el tema de las elecciones anticipadas, insistiendo al mismo tiempo en la
necesidad que el gobierno Ortega-Murillo invite a los organismos
internacionales protectores de los derechos Humanos. Sobre este último aspecto,
Heather Nauert dijo que “(…) EE.UU. sabe que el Gobierno de Nicaragua ha
aceptado otra visita de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos
(CIDH), y recomienda que empiece de inmediato” (op cit)
La visita de Trujillo se produce días antes de
la realización de la reunión del Consejo Permanente de la OEA, que se realizará
en Washington el día viernes 22 de junio, teniendo como punto de agenda el
informe final de la visita realizada por la Comisión Internacional
de Derechos Humanos (CIDH), el cual se conoce de antemano, por el informe
preliminar, y es contundente en su condena al gobierno Ortega-Murillo.
¿Que negoció el embajador Trujillo?
El embajador Trujillo ha sido muy parco en sus
declaraciones. Su visita se produjo el mismo día en que el gobierno
Ortega-Murillo desató su furia infernal contra Masaya. Es la clásica táctica de
presentar hechos consumados
En el marco de la visita de Trujillo fue que
el gobierno Ortega-Murillo giró invitación formal a los organismos internacionales
defensores de los derechos humanos, un reclamo que hizo la Alianza Cívica por
la Democracia y la Justicia (ACDJ) y que llevó a la suspensión de las sesiones
del Dialogo Nacional. Ortega-Murillo prefieren negociar y arrodillarse ante
Estados Unidos, ninguneando a la ACDJ.
Pero esta no fue ninguna concesión de parte de
Ortega-Murillo, quienes ya se habían comprometido a invitarlos. Simplemente,
como una táctica dilatoria dentro de la negociación, retardó el cumplimiento de
esta medida, porque necesita que las fuerzas de choque para militares hicieran
la labor sucia de aterrorizar a la población, asesinar selectivamente a los
elementos más combativos, destruir los tranques y secuestrar a decenas de
personas.
Los organismos internacionales finalmente harán
presencia en Nicaragua, pero su sola presencia no es garantía de que no
continuaran las violaciones a los derechos humanos. El gobierno ha creado un
Frankenstein, los grupos armados encapuchados, quienes seguirán haciendo la
labor sucia y sus actividades no podrán ser controladas por estos organismos,
ya que oficialmente no serían miembros de las instituciones del Estado.
Mucho se ha especulado que Daniel Ortega ya
negocio su salida con Estados Unidos y que solo afinan detalles.
Lamentablemente, en política nada es cierto hasta que se demuestra. Existen muy
pocas probabilidades que el embajador Trujillo logre concretizar una
negociación que se salga de la línea general establecida por el Departamento de
Estado: las elecciones anticipadas.
El problema central sigue siendo si serán
convocadas por Daniel Ortega o no, y cuando serian convocadas. Al finalizar el
20 de junio, el embajador Trujillo se regresó a Washington sin brindar
declaraciones, lo que indica que Ortega se niega a aceptar el plan de elecciones
anticipadas para este año, envalentonado por los últimos golpes que ha asestado
a la insurrección popular.
La ofensiva sobre los tranques
Dentro de su estrategia de negociación, el
gobierno Ortega-Murillo ha optado por resistir al máximo, y sólo hacer concesiones
al borde del abismo. Su táctica predilecta es golpear para negociar, y nunca
procede a la inversa.
Entre más golpe asesta, más frutos obtiene en las
negociaciones.
Para contener las exigencias en el Dialogo
Nacional, incluso para contener las presiones de Estados Unidos y otros
gobiernos, utilizó cualquier pretexto para suspender la dinámica de las
negociaciones, y asestar unos cuantos golpes a los tranques.
El gobierno Ortega-Murillo inició una feroz ofensiva contra los
tranques, primero atacando furiosamente el poblado de Maderas y Sébaco, después
giró y regresó a los barrios orientales de Managua, más adelante continuó
contra Ticuantepe y Nindirí, hasta culminar con el desmantelamiento del tranque
en la entrada sur de Estelí, etc. Ortega-Murillo han actuado con cierta
frialdad estratégica, atacando los tranques uno por uno, golpeando primero lo
más débiles hasta poder atacar a los más fuertes.
Si observamos un mapa de Nicaragua, podemos
constatar que esta ofensiva tenía el objetivo central de arrebatar el corredor
de la carretera panamericana. Necesitaba con urgencia demostrar a los gobiernos
centroamericanos y al mundo que todavía mantiene el control de la situación.
Muchos de estos tranques fueron desmantelados,
no por falta de coraje y voluntad de lucha de quienes los defendían, sino
porque las fuerzas de choque del FSLN, apoyadas y protegidas por la Policía Nacional ,
al bajarse de sus camionetas entraron disparando sus armas de guerra, matando e
hiriendo. Los morteros resultaron insuficientes para contener semejante volumen
de fuego y metralla. Era una lucha absolutamente desigual. El repliegue de los
luchadores era inevitable. Pero es una retirada en orden, no un aplastamiento
militar.
El gobierno Ortega-Murillo se equivoca si cree
que el desmantelamiento de algunos tranques significa un cambio en la
correlación de fuerzas. La mayoría del pueblo rechaza tajantemente, hoy más que
ayer, al gobierno asesino y exige su salida inmediata del poder.
Los objetivos del brutal ataque a Masaya
Al eliminar el tranque de Nindirí, el gobierno
Ortega-Murillo despejó la vía y creó condiciones favorables para el posterior
ataque despiadado contra la ciudad de Masaya, ocurrido el pasado 19 de junio.
Masaya se ha convertido, junto a Jinotepe y León, en baluarte de la
insurrección nacional. Fue la primera ciudad en liberarse de la tiranía y la
que ha dado el ejemplo de constituir un gobierno local.
Masaya fue bastión de la lucha sandinista en 1979, pero ahora se
ha convertido en bastión de la lucha democrática contra el gobierno
Ortega-Murillo. Masaya tiene un alto valor emblemático. El asalto contra Masaya
no fue, como se esperaba, el ataque final. Los luchadores estaban preparados
para una batalla desigual, pero un masivo exterminio de luchadores en Masaya
hubiera significado una estocada mortal, a nivel político y diplomático, contra
el gobierno Ortega-Murillo, que anda sediento de legitimidad.
Aparentemente, el costoso operativo fue
realizado sólo para rescatar el enfermo comisionado Ramón Avellán, pero eso fue
un despiste. El operativo militar del 19 de junio tenía tres objetivos.
En primer lugar, con el pretexto de rescatar a
Avellan, el gobierno lanzó una ofensiva militar que despejó la carretera Managua-Masaya ,
no solo para el tránsito de vehículos, sino probablemente para garantizar,
aunque sea a medias, una nueva edición de la conmemoración del histórico
repliegue de 1979, aunque no llegue hasta el centro de la ciudad de Masaya. El
sandinismo, bajo la conducción de Daniel Ortega y Rosario Murillo, se ha convertido
en una especie de iglesia, que le da mucho valor a los iconos sagrados de su
pasado revolucionario, es una forma de mantener el control político e
ideológico sobre su base. El FSLN necesita recuperar las carreteras de cara a
la celebración del 19 de Julio, necesita con urgencia llenar la plaza y
cohesionar a sus bases, muy golpeadas por las matanzas.
En segundo lugar, con el operativo se produjo
un cambio de soldados en el cuartel de la Policía Nacional
No hay comentarios:
Publicar un comentario