Hidroituango y el smartphone
27 de junio de 2018
Por
Renán Vega Cantor (Rebelión)
Publicado en papel en Periferia, prensa alternativa, Medellín,
junio de 2018.
La construcción de represas, como la de Hidroituango ,
tiene por objeto generar electricidad con el fin de satisfacer el consumo de
energía en grandes cantidades, sin la cual no podría funcionar la economía
capitalista contemporánea. La producción de teléfonos celulares alcanza niveles
escalofriantes, hasta el punto que ya en 2014 había más celulares que seres
humanos, tanto a escala global, como en Colombia. Eso puede observarse
diariamente, con la esquizofrénica utilización del celular desde que las
personas se levantan de la cama, hasta que se acuestan, puesto que gran parte
de ellas no puede despegarse ni un segundo de ese invasivo artefacto, una
prótesis permanente que acompaña a los seres humanos hasta en los momentos más
íntimos: cuando satisfacen sus necesidades fisiológicas o cuando tienen
relaciones sexuales.
El
Smartphone, el celular más avanzado, es una mercancía de consumo masivo a la
que se le atribuye vida propia como si funcionara por sí misma en forma
milagrosa, sin necesidad de recurrir a ninguna fuerza externa que lo active.
Ese fetichismo se basa en la creencia de que esos aparatos son autosuficientes,
máxime que pueden prenderse y apagarse en cualquier lugar, conectarse con el
mundo exterior, hablar a través de ellos, enviar mensajes, utilizar
aplicaciones, escuchar música, rebasando fronteras y superando los límites
territoriales.Esa sensación de autonomía es un espejismo, puesto que el celular funciona con energía, más concretamente con su forma más común:
Puede suponerse que el gasto de electricidad de un celular o un Smartphone es mínimo, porque es un pequeño dispositivo microelectrónico que, se nos dice, entre más inteligente menos electricidad consume. Esto ni siquiera es cierto para un aparato individual, porque diversas investigaciones han comprobado que un nuevo celular consume más energía eléctrica que una nevera de tamaño medio. Así, el refrigerador común y corriente consume 322 Kilovatios hora (kWH) al año, mientras que el nuevo celular consume 388 kWh en el mismo período de tiempo, en lo que se incluyen sus conexiones inalámbricas, utilización de datos, la carga de la batería y el almacenamiento de información. Una diferencia notable radica en que un hogar cuenta en el mejor de los casos con un refrigerador, mientras que en ese mismo hogar puede haber 5 o más celulares, puesto que se ha vuelto casi normal que una persona tenga dos o tres celulares. El problema adquiere una dimensión crítica si tenemos en cuenta que en el mundo hay unos 9 mil millones de celulares, incluyendo viejos y nuevos modelos, y en Colombia hay más de 50 millones. En pocas palabras, existen más celulares que seres humanos. Y eso origina el problema de cómo garantizar el abastecimiento de electricidad para que funcionen esos aparatejos, en apariencia mágicos.
Y aquí es donde viene el nexo con las represas que generan electricidad, porque están son indispensables para suministrar una creciente oferta de energía, que se usa de muchas formas, pero es cada vez mayor la cantidad que se destina a los Smartphone, cuya producción es un fabuloso negocio para empresas multinacionales. Si se quiere alimentar el crecimiento exponencial en el consumo de Smartphone (del que se dice que se venden 3.7 millones de unidades por día en el mundo entero) es obvio que debe garantizarse la producción de energía eléctrica. Para hacerlo posible se construyen represas, como
Por otro lado, debe recordarse que estos aparatos están untados de sangre por varias vías: por los materiales y minerales necesarios para su producción, que generan esclavitud y guerras por los recursos como
Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=243362
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