Argentina - Glifosato:
Más debate, sin miedos
12 de junio de 2018
Cabe preguntarse,
entonces, ante las crecientes evidencias científicas y cuestionamientos
sociales acerca de nuestro ejercicio profesional: ¿qué actitud debemos tomar
los profesionales de las Ciencias Agrarias y afines? ¿Y cuál es el rol de las
Instituciones de enseñanza e investigación, como la Universidad?"
Ante el comunicado
emitido por el Centro de Graduados de nuestra Facultad, en respuesta a una nota
publicada en el portal de noticias de la UNLP, donde el prestigioso equipo de
investigadores del Centro de Investigaciones del Medioambiente (CIMA) advierte
que “el glifosato está en todos lados” [1],
los docentes y graduados nucleados en la Agrupación La 22
señalamos nuestra total preocupación por la reacción del centro de graduados, y
manifestamos nuestro desacuerdo con los términos y argumentaciones vertidas en
su nota.
En la actualidad,
ciertas maneras de ejercer la profesión están siendo crecientemente
cuestionadas por la sociedad, preocupada principalmente por cuestiones
vinculadas a la salud socio-ambiental. Los habitantes de los pueblos cercanos a
las áreas productivas, los actores vinculados a la preservación del
medioambiente y los consumidores, demuestran cada vez más preocupación sobre un
esquema de producción basado fundamentalmente en el uso de pesticidas.
En este contexto el
glifosato, entre otros pesticidas, adquiere una dimensión relevante debido a su
uso creciente y masivo en nuestro país como insumo indispensable para sostener
un esquema productivo basado en cultivos transgénicos. Así, el mercado de
fitosanitarios en Argentina ha mostrado una evolución creciente y sostenida a
lo largo del tiempo. En efecto, su uso aumentó de 73 millones de Kg./l en 1995, a 317 millones de
Kg./l en el año 2012 (CASAFE, 2015). El glifosato concentra actualmente el 64%
del total de las ventas.
Durante la última
década además del incremento en la superficie tratada con glifosato, también se
verificó un aumento en la concentración de su principio activo en las
formulaciones, que pasó de 48% a una de entre 66 y 74%.
La Argentina se ha convertido en la Nación con
mayor consumo de “glifosato” por habitante del mundo: mientras que en los
Estados Unidos su uso es de 0,42
litros por habitante y Francia avanza en su prohibición,
en nuestro país se utilizan 4,3
litros de este agroquímico por persona.
En marzo de 2015 la Agencia Internacional
para la Investigación del Cáncer (IARC), que integra la Organización Mundial
de la Salud (OMS), afirmó que el glifosato "puede provocar cáncer en seres
humanos". Sin embargo, en Argentina no hubo ninguna modificación oficial
respecto al registro o la clasificación del glifosato.
Paralelamente, el
conocimiento científico acerca de los impactos generales del glifosato activo y
formulado, como así también de su metabolito final Aminometlfosfónico (AMPA) ha
ido en aumento. En la
Cuarta Edición de la Antología toxicológica del glifosato,
actualizada el 9 de abril de 2018 [2] se registran 830 artículos científicos
que han sido objeto de publicación en revistas o journales científicos. Esta
recopilación está ordenada por enfermedades vinculantes, sistemas orgánicos
afectados, mecanismos fisio-patológicos más frecuentes y tipo de muestras a
analizar.
Por otra parte, son
crecientes los cuestionamientos realizados por diferentes actores sociales a la
elaboración de normas y estándares de calidad, seguridad, eficacia y protección
de la propiedad intelectual. Entre otras cosas, se objeta la clasificación
toxicológica a través de la DL50 dado que la misma es una medida que sólo da
cuenta de la toxicidad aguda de los pesticidas pero no brinda información
acerca de las enfermedades crónicas que pueden estar asociadas a los mismos.
El trabajo del Dr. Andrés Carrasco, quien fue
director del Departamento de Biología Molecular de la Universidad de Buenos
Aires, investigador principal del CONICET (organismo que dirigió) y ex
subsecretario de Innovación Científica y Tecnológica del Ministerio de Defensa,
puso en cuestión este andamiaje de estudios que regularizan y aprueban
tecnologías. Su investigación sobre el glifosato en embriones de anfibios
detectó efectos teratogénicos que no son reconocidos por estos estudios. Y
aunque Carrasco no limitó sus críticas a las formas de clasificación y
registro, en ellas quedó incluida la objeción al "obvio conflicto de
interés inherente al trabajo cuando las compañías que venden el producto son
las mismas responsables de testear su seguridad" (Carrasco, 2011: 610).
Como señala Blois en
su texto Ciencia y glifosato: “Interpelando órdenes: Una investigación en la
prensa en el contexto argentino” (2016) [3] esta objeción impugna sesgos generales
tales como el tipo de ensayo, disciplinas y mecanismos que intervienen, así
como quiénes arbitran esas elecciones. Aquí el "conflicto de interés"
es "inherente" al orden regulatorio tal y cómo está organizado.
Un orden que admite,
entre otras cosas, la presencia de conocimientos confidenciales y reservados
(¿Se nos oculta información?), la participación de especialistas de la
industria en los comités de expertos de entidades regulatorias como la OMS y un
importante lugar a las empresas en la definición de los estándares y las
reglamentaciones.
Cabe preguntarse,
entonces, ante las crecientes evidencias científicas y cuestionamientos
sociales acerca de nuestro ejercicio profesional: ¿qué actitud debemos tomar
los profesionales de las Ciencias Agrarias y afines? ¿Y cuál es el rol de las
Instituciones de enseñanza e investigación, como la Universidad?
A nuestro juicio, los fundamentalismos
negacionistas no son apropiados para la gravedad del problema. Un ejemplo de
este negacionismo es, el intento de desprestigiar el conocimiento generado por
destacados científicos, como el Dr. Damián Marino (investigador del
CONICET-UNLP) y el equipo de trabajo del CIMA el cual muestra evidentes
similitudes al tratamiento que en su momento tuviese la información aportada
por el Dr. Carrasco. Entendemos también que los profesionales egresados de la Universidad Pública
y de una carrera declarada de interés público, ante las evidencias crecientes
de los impactos negativos del modelo agrícola vigente, debemos estar atentos a
priorizar las demandas del conjunto de la sociedad y no las de algunas empresas
o actores sociales puntuales.
Consideramos también
que es un momento para reflexionar acerca del paradigma agrícola y de generar
debates amplios, que convoquen a distintos actores de distintas posturas para
que contribuyan a formar en nuestros graduados verdadero juicio crítico de la
realidad agropecuaria y los actores vinculados a ella.
Hay muchas preguntas
por responder, entre otras:
- Las cada vez más
evidentes consecuencias negativas generadas por la actividad agropecuaria
reconocidas entre otros organismos referentes del sector agrícola por el CIMyT,
IICA, INTA y por nuestra propia facultad en el marco de la fundamentación del
plan de estudios vigentes, ¿son una consecuencia inevitable de la producción
agropecuaria, o bien resultado del modelo de producción que hemos sostenido?
- En el marco de las
“Buenas Prácticas Agrícolas” y su aporte a la solución de problemas generados
deberíamos cuestionarnos: ¿estas problemáticas son la consecuencia de la mala
aplicación de las tecnologías existentes o son el producto del enfoque bajo el
cual se han generado? ¿Las consecuencias negativas del modelo agropecuario
pueden ser resueltas bajo las mismas lógicas que generaron esos efectos?
- Respecto de la
obligación de estar a la altura de las premisas por las cuales nuestra
profesión ha sido declarada de interés público: ¿el modelo agropecuario
garantiza la seguridad y la soberanía alimentaria? ¿Contribuye a preservar los
ecosistemas que gestionamos?
- En el sentido de
atender las demandas sociales ¿Cuáles son los mitos y verdades de los impactos
de los pesticidas sobre la salud humana y el ambiente? ¿Los sistemas
regulatorios aseguran la inocuidad para la población y los ecosistemas?
Por todo lo anterior,
convocamos a la comunidad en general, a la universitaria en particular y
específicamente al Centro de Graduados, a generar o acompañar las iniciativas
de construcción de espacios amplios de debate que permitan avanzar en la
formación de un profesional verdaderamente comprometido con el Desarrollo Rural
Sustentable.
Estamos convencidos de
que hoy, más que nunca, tenemos el deber de conocer y debatir profunda y
responsablemente estos temas, para aportar a la sociedad herramientas adecuadas
para tomar mejores decisiones respecto del modelo productivo, que consideramos
central para la vida.
“LA 22” . AGRUPACIÓN DE DOCENTES Y
GRADUADOS DE LA
FACULTAD DE CIENCIAS AGRARIAS Y FORESTALES DE LA UNIVERSIDAD NACIONAL DE
LA PLATA.
Notas:
[1] Ver: https://unlp.edu.ar/investigacion/cientificos-de-la-unlp-advierten-que-el-glifosato-esta-en-todos-lados-10058
[2]http://cdn.biodiversidadla.org/content/download/116102/860216/version/1/file/Antologia+Toxicologica+del+Glifosato.pdf
[3] http://www.scielo.org.ar/scielo.php?script=sci_abstract&pid=S1850-275X2016000100007
[2]http://cdn.biodiversidadla.org/content/download/116102/860216/version/1/file/Antologia+Toxicologica+del+Glifosato.pdf
[3] http://www.scielo.org.ar/scielo.php?script=sci_abstract&pid=S1850-275X2016000100007
Fuente: http://www.biodiversidadla.org/Principal/Secciones/Documentos/Argentina_-_Glifosato_Mas_debate_sin_miedos
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