Trabajo precario e
informalidad laboral
en México
28 de diciembre de 2017
Por Adrián Sotelo Valencia (Rebelión)
Durante el fatídico sexenio que comenzó en diciembre de 2012 y
expira en el mismo mes de 2018 la tasa promedio de crecimiento económico del
país será inferior a 2% en términos reales. Con ello se confirma no sólo el
comportamiento histórico-estructural del capitalismo neoliberal dependiente
mexicano de las últimas tres décadas — con Fox: 2,36% y con Calderón: 1,58%; en
ambos sexenios: 1,9%) —; sino, además, su irrefrenable pendiente al cuasi
estancamiento estructural parcialmente contrarrestado de manera preventiva y
coyuntural mediante la aplicación de "políticas correctivas" del
gasto público en contra de la población particularmente en materia de gasto
social como salud, vivienda, educación, alimentación, recreación y salarios. El
resultado ha sido el inusitado y sistemático deterioro de la vida social y
laboral de millones de trabajadores y ciudadanos mexicanos cuyos ingresos son
impiadosamente pulverizados por la crisis capitalista y sus personeros: los
voraces empresarios y comerciantes; la inflación, los bajísimos salarios, el
desempleo, el hambre, la extendida mendicidad, la miseria y la violencia
generalizada que afecta a grandes contingentes de la población, particularmente
a los jóvenes y las capas más empobrecidas del país.
Mientras el gran capital monopólico nacional y
extranjero, así como la burocracia política obtienen súper-millonarias
ganancias en la industria, el comercio, los bancos y servicios, en el sistema
financiero especulativo y en la actividad estatal; con la privatización de las
empresas públicas que el gobierno traspasa al capital internacional
(energéticos, minería, comunicaciones, agricultura, servicios bancarios y
financieros, entre tantos otros) el pueblo y los trabajadores día a día
experimentan el deterioro de su vida social y familiar que cada vez más para
medio sobrevivir depende del desempeño de actividades completamente precarias,
callejeras, de ingresos insuficientes y sin el goce de los mínimos derechos que
formalmente en el papel estipula la Constitución Política
del país.
La crisis de México no es otra más que la de
su patrón de acumulación y reproducción de capital fuertemente dependiente del
ciclo económico de Estados Unidos. Desde hace una década dicho patrón viene
experimentando signos de agotamiento en sus ejes axiales: la industria
maquiladora de exportación ligada a las transnacionales norteamericanas; las
actividades energéticas privatizadas por el gobierno a favor del capital
extranjero; las remesas que, con las políticas racistas y anti-mexicanas del
presidente Trump, vienen experimentando importantes reducciones y, por último,
el turismo que se ha visto menguado debido a la violencia institucional del
Estado y de los grupos irregulares de la delincuencia organizada, además de los
embates climáticos que han afectado a esta importante actividad suministradora
de divisas (para este tema véase Adrián Sotelo, México desahuciado: Dependencia,
régimen político y luchas populares ,
CLACSO- ITACA , México, 2017).
Algunas de las características determinantes
de la economía mexicana durante el régimen de Peña Nieto (2012-2018) son la
devaluación permanente del peso, la contracción del Producto Interno Bruto, la
reducción del mercado interno, particularmente el de bajos ingresos y los
problemas de saturación del comercio internacional, cuya tasa de crecimiento se
redujo de 2,4% en 2013 a
1,3% en 2016 por debajo del comportamiento del PIB mundial que en este último
año fue de 3.1% (Organización Mundial de Comercio, "Se prevé una
recuperación del comercio en 2017 y 2018 en un contexto de incertidumbre sobre
las políticas", 12 de abril de 2017, en:https://www.wto.org/spanish/news_s/pres17_s/pr791_s.htm ).
En este contexto en seguida comentamos los
datos socioeconómicos de México contenidos en el último Boletín :La Voz de la Industria , vol.5, n. 108, 13 de diciembre de 2017 del Instituto para el Desarrollo
Industrial y el Crecimiento Económico (IDIC)
sobre el trabajo precario, la informalidad y los bajos salarios que refuerzan
lo planteado anteriormente (disponible en: http://idic.mx/wp-content/uploads/2017/12/VozIndustria-20171213-Vol-05-Num-108-Bajos-salarios-informalidad-y-pobreza-la-debilidad-social-del-modelo-econ%C3%B3mico-v2.pdf ).
Ese Informe revela que los estados de la
república mexicana más pobres y castigados por el capitalismo y los gobiernos
neoliberales del PRI-PAN son Guerrero, con el 64% de su población en la pobreza
en relación con el total; Chiapas, con 77% y Oaxaca, con 70%. De una población
total en 2017 de 123.5 millones de habitantes, de los cuales 65.2 millones
tiene menos de 29 años, según el Instituto Nacional de Estadística y Geografía
(INEGI), el IDIC apunta que el 62% de la población ocupada no tiene acceso a
las instituciones de seguridad social y que el 42% obtiene un ingreso por
debajo de la "línea de bienestar mínimo".
La "informalidad" — no se define qué
se entiende por este concepto — alcanza un espectro poblacional de 30 millones
de personas (25% del total de la población) o 58% de la Población
Económicamente Activa (54 millones 369 mil personas a marzo
de 2017). Pero en algunos estados supera este nivel promedio de informalidad
como en Chiapas, con el 82%; Oaxaca, con 81%; Guerrero, con 80%; Hidalgo, con
73,8%; Puebla, con 73,6%; Tlaxcala, con 71,3%; Michoacán, con 71%, y los
estados de Veracruz, Tabasco, Morelos, Campeche, Yucatán, Zacatecas y Nayarit,
con un promedio de 65,34% del total de la población en esta condición. Los
estados con menor índice de informalidad, señala el IDIC, son los norteños
Chihuahua (35,9%), Nuevo León (36%), Coahuila (37,7%) y Baja California (39,7%)
entre otros.
El tipo de empleo que se crea en México por
los gobiernos y el capital neoliberal es típicamente precario (sin derechos ni
prestaciones) puesto que los 3 millones 600 mil empleos que se crearon entre
2012 y 2017 son de bajos salarios y sólo una reducidísima parte se ha dado en
los de mayor rango salarial. Además destaca la insuficiencia de la creación de
empleos en México ya que de 1 millón 700 mil que se requieren por año (o un
total de 7 millones 200 mil que deberían haberse creado en ese período) debido
al aumento demográfico y a las expectativas que tiene la población de
contribuir a la actividad económica, sobre todo por parte de los jóvenes (65
millones 200 mil) sólo se generaron anualmente 600 mil plaza de trabajo
marcando un déficit crónico en la creación de empleos. Asimismo, en el lapso
2012-2017, el 40.5% de la población percibe ingresos promedio que fluctúan
entre menos de un salario mínimo (15.5%) hasta 3 salarios mínimos. El ítem
poblacional que gana entre 3 y 5 salarios mínimos cae 9,6% y el que obtiene un
ingreso superior a 5 salarios mínimos declina -30,6% en el período. En este
rubro también se acusa la estratificación desigual entre los estados de la República. Es así
como el IDIC señala que: "Las entidades federativas con mayor ocupación
con menores ingresos son Chiapas con 52.4%, Oaxaca con 49.2% y Guerrero con
48.3%; mientras que en contrasentido los estados con menor población con esta
condición son: Chihuahua con 6.7%, Baja California con 6.9%, Aguascalientes con
8.6% y Nuevo León con 8.6%; las demás entidades superan el 10% de la ocupación
con menores ingresos" (p.7).
En síntesis, la situación actual de México en
materia social, de los mercados de trabajo y de las condiciones de vida de la
mayoría de la población se caracteriza por la prevalencia de una economía de
muy bajos salarios, de empleos precarios y de pobreza que no gozan de derechos
sociales y laborales y están expuestos al libre arbitrio de la competencia del
mercado capitalista y de los vaivenes del ciclo recesivo de la economía
dependiente inserta en el mercado capitalista mundial. La precariedad del empleo
de bajos salarios, la superexplotación de la fuerza de trabajo y la
informalidad laboral constituyen la marca distintiva del capitalismo
dependiente y subdesarrollado mexicano que no solamente afecta a vastos
sectores de la población trabajadora sino, incluso, a cada vez más segmentos de
las otrora privilegiadas clases medias del país.
Adrián Sotelo Valencia es sociólogo e
investigador del Centro de Estudios Latinoamericanos (CELA) de la Facultad de
Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM.
Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=235878
No hay comentarios:
Publicar un comentario