¿Cataluña como paraíso fiscal y
Andalucía como zona económica
especial?
23 de diciembre de 2017
Por María Dolores Nieto Nieto, Francisco Sánchez
del Pino y Javier Aguilera (Rebelión)
La desigualdad provocada
por las políticas de la UE, junto a la emergencia del Brexit y la elección de
Trump, han generado también una asimetría de intereses entre las élites
locales y europeas con respecto a las mayorías de cada país, que viven un
proceso de empobrecimiento y proletarización. Esto es algo que también se encuentra muy presente en el
conflicto territorial de algunos países de la UE y también, junto con otros
muchos, es un componente que marca la relación entre Cataluña y el resto del
estado español.
Para países como España,
el modelo de globalización que se agudizó a partir de los años 90, supuso
convertirse en víctima, fundamentalmente porque tal modelo: 1) provocaba en
Europa un proceso de concentración económica que dejaba fuertemente
inutilizadas y marginadas regiones y energías productivas que podrían encontrar
una utilización y un papel importante en la cooperación con áreas y regiones
externas a la Unión
Europea ; y 2) imponía una división del trabajo y de las
funciones a nivel mundial, que asignaba un papel subalterno a las regiones
menos desarrolladas de Italia, España o Grecia. A día de hoy, el mito de la
unión de las economías nacionales de la zona europea ha desaparecido, teniendo
por un lado un norte que crece rápidamente gracias al excedente comercial y por
otro un sur con elevados niveles de desempleo, deuda pública en aumento,
déficit en el presupuesto comercial y desindustrialización.
Hace ya años que en un
estudio francés (DATAR), se señaló que el desarrollo europeo se concentraría en
un arco que se extiende de Londres hasta Génova, de lo que se derivaba un
sistema de relaciones económicas en el interior del cual la Europa del sur
queda subordinada a los mercados ricos del norte de Europa, jugando el papel de
suministrador de materias primas y productos manufacturados a bajo coste (con
un relativo bajo nivel de relación de intercambio), mientras se incrementa su
dependencia por la importación de productos acabados, con tecnología avanzada,
tanto industriales como alimentarios. Además de ese eje, se previeron entonces
nuevas posibles áreas de crecimiento a lo largo de la franja que va de Génova
al noreste de España (Cataluña), mientras que para todas las otras regiones
europeas emergía un cuadro de exclusión y marginación. Para los países del sur
de Europa, en particular las 2/3 partes de España y de Italia (centro-sur), el
desequilibrio no ha hecho sino acentuarse en los últimos años.
El proceso de
constitución del estado español, en el marco del desarrollo capitalista del
país, generó una desigualdad social y territorial en medio de la cual Cataluña
despunta por su dinamismo. Su economía está orientada hacia la industria, las
nuevas tecnologías y el sector terciario avanzado. Su tasa de desempleo está
seis puntos por debajo de la media nacional. En 2015, Barcelona fue la segunda
ciudad europea por volumen de inversiones extranjeras después de Londres. En
Cataluña reside, además, el 92,3% de todas las empresas norteamericanas con
sede en España, el 88,8% de las danesas, el 85,5% de las canadienses, el 80% de
las japonesas y el 73% de las italianas. Cataluña es una de las regiones más
abiertas al comercio exterior y, sin embargo, es cada vez menos dependiente del
intercambio con el resto de España. Mientras que en 2009 las exportaciones
hacia las otras comunidades autónomas representaban el 56% del total, en 2016
sólo eran el 37%. En el mismo periodo, las importaciones han pasado del 33% al
21%. Respecto al resto del mundo (aunque mejorando) el saldo sigue siendo
negativo. Cataluña, tecnológicamente más avanzada que la media del país,
acumula más valor que el que produce. Esta desigual composición del capital
representa una fuerza centrífuga y de polarización que encuentra en las
transferencias de dinero público una forma de compensación. i Mientras, la situación de las clases populares catalanas ha
seguido empeorando, aumentando la precariedad, el deterioro de la vida
cotidiana, los efectos de las actividades especulativas y la pérdida de
derechos sociales.
El proceso de
construcción de la Europa alemana del euro, basada en la división entre un
núcleo central fuerte, industrial-exportador y una periferia dependiente y poco
competitiva, marca inevitablemente las aspiraciones de sectores situados en la
frontera entre "un mundo y otro". En ese marco, puede caber la
tentación de avanzar en aquello que han supuesto las tres últimas décadas de
globalismo neoliberal en Cataluña: el desarrollo de sectores punta en
servicios, turismo y algunas ramas de la industria y el sector financiero, con
fuerte inversión extranjera, junto con niveles enormes de desigualdad,
precariedad y privatizaciones.
Vista
desde Andalucía la crisis territorial abierta en Cataluña, puede sintetizarse
en una doble tendencia: Cataluña como “territorio off-shore” y Andalucía
como “Zona Económica Especial” a la manera griega. Algunas elites podrían
pensar en una Cataluña como espacio "offshore" que siga atrayendo
grandes inversiones a costa de las clases medias y trabajadoras catalanasii,
y que suelte lastre con un sur condenado a la exclusión y a la conversión en
una "zona económica especial" (cuyo paradigma es Grecia)
caracterizado por una tasa insoportable de desempleo, privatizaciones, bajos
salarios y el deterioro ecológico y social llevado al extremo.
El Partido Popular ha
encontrado un gran nicho de mercado desde su llegada al gobierno en la
producción masiva de agro-alimentos, siguiendo unas pautas que buscan
incrementar la competitividad basada en elevado impacto ecológico y
abaratamiento de salarios en sur. Es escandaloso el incremento récord de la
superficie de regadío orientada a la exportación (fomentada desde organismos de
la Junta de Andalucía) en medio de una sequía como la que padecemos. Y es
significativo el hecho de que en los últimos tiempos la segunda provincia que
más ha crecido en exportación agroalimentaria sea Jaén, aquella también donde
las elevadas cifras de desempleo suelen permanecer inalterables y donde el
salario medio apenas llega a los 12.000 euros anuales (un 35% menos que la
media nacional) iii . Esto da una buena idea de las características de un modelo al
que se bautiza como “estrategia de internacionalización”.
La
constatación de esta realidad material que opera de fondo no significa reducir
el problema territorial de España a una cuestión de elites, ni la multiplicidad
de causas políticas en liza a “la causa” de la burguesía catalana. De lo que se
trata es de ayudarnos a buscar un espacio de intervención autónomo para las
clases populares. Una iniciativa que ayude a la conquista de la soberanía
popular tiene que reconocer las motivaciones y alineamientos globales de
sujetos decisivos del proceso para consolidar una posición propia frente a
ellos.
Por lo que a Andalucía
respecta, para conformar un movimiento de liberación social para del sur de
Europa, no parece suficiente con el " Andalucía c omo la que más", tomando como referente
la medida de la independencia de Cataluña. Un
movimiento popular que se proponga luchar desde Andalucía por una perspectiva
democrática, republicana y federal del estado español debe medirse
necesariamente con las previsiones de división del trabajo del capitalismo
alemán para Europa y trabajar la perspectiva de articular alianzas entre clases
trabajadoras, y clases medias empobrecidas, contra los planes de las élites de la UE. Pero esa perspectiva
no puede ignorar la nueva realidad geopolítica mundial, si no queremos terminar
como camareros en las mesas en las que otros decidirán en qué mundo
viviremos.
En ese
marco ¿Es posible hoy pensar e imaginar los hilos necesarios para tejer un frente democrático latino-mediterráneo, para cooperación, económica, y geopolítica en la actual crisis de
la civilización capitalista?
Notas:
ii Artur Mas: “los bancos se van a pelear por estar en
Cataluña”: https://www.youtube.com/watch?time_continue=1&v=hwWiFrmrdYE
María Dolores Nieto
Nieto, Francisco Sánchez del Pino y Javier Aguilera Galera son miembros de la
asociación Jaén, Ciudad Habitable
Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=235660
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