Mundo del Trabajo: Estado y mercados
por la destrucción de los derechos
de las personas trabajadoras
EDITORIAL
El
mundo del trabajo sufrió un cambio importante en los últimos 30 años del
siglo XX a partir de la restructuración de las actividades productivas que
pasan del modelo industrial fordista a un modelo de acumulación flexible
adaptado al neoliberalismo. Se inaugura un periodo de cambios estructurales que
hacen que el Estado sea reemplazado por el mercado con su consecuente
modificación en la organización social y económica.
En
este escenario, el desempleo, la tercerización y la precarización son elementos
clave para el sostén del sistema. Al contrario de lo que se cree, no es la
crisis, condición intrínseca al capitalismo, que genera desempleo y si el
desempleo que –como factor fundamental para abaratar la mano de obra–sirve como
pilar del sistema que actúa excluyendo a las personas trabajadoras del mercado
de trabajo. La rotación de mano de obra es justificada por su obsolescencia
basada en la falta de cualificación de las personas trabajadoras y avance de
las tecnologías.
Las
lógicas de calificación del mercado pesan sobre la persona trabajadora misma,
la idea de que no se consigue trabajo por estar insuficientemente preparada
genera un cambio en la construcción simbólica sobre lo que sería ser un
trabajador. La preocupación de estar conforme con las leyes del mercado, de
invertir en educación y lograr auto-construirse como un profesional de alto
nivel está presente en todos los sectores de la sociedad. Sin
embargo, quienes no pueden invertir en su propia formación acaban por ser
marginalizados, siendo denominados por el sentido común –validados por los
medios hegemónicos de comunicación– como vagos e indignos.
También
se nota una consolidación de la lógica meritocrática y competitiva que destruye
el ideario de clase, transformando el mercado de trabajo en una selva de todos
contra todos y que ganen los mejores. El acceso al trabajo deja de ser un
derecho y pasa a ser un privilegio.
La
persona trabajadora-empresaria –quien no tiene vínculo directo con la empresa–
pasa a ser la construcción ideal la cual el neoliberalismo necesita para
avanzar sobre la destrucción de los sindicatos –visto por el mercado como uno
de los responsables por la crisis económica, ya que es un enclave a la
precarización y la maximización de las ganancias ad
infinitum.
Esta
nueva construcción también demanda una nueva forma de organización sindical que
pueda responder a los importantes cambios estructurales. En esta nueva etapa,
es importante problematizar sobre organizaciones menos institucionalizada. No
dependiente de los partidos políticos y libre de las históricas formas
sindicales burocráticas, las cuales también contribuyen para el avance del
capital sobre el trabajo.
Teniendo
en cuenta los impactos de la destrucción del trabajo en el tejido social, la
profundización de la desigualdad, la pauperización extrema y consecuentemente
el aumento de la violencia e incremento de fuerzas represivas del Estado, es
menester cuestionar el rol del “Estado Democrático”.
Estas
fuerzas contenedoras de las miserias creadas por la incapacidad de responder al
avance de los mercados y también por su vínculo con estas instituciones
lesa-trabajador son, además de asimétricas, una evidencia de que ya no hay
diferencia entre Estado y mercado cuando el tema es la manutención del sistema
capitalista.
Las
actuales reformas laborales en Brasil y Argentina son un ejemplo concreto de
cómo se consolidan las fuerzas de los mercados por arriba de los derechos
sociales y también deja nítida la debilidad de respuesta del conjunto de la sociedad. Frente
a estos fenómenos, desde Virginia Bolten nos preguntamos: ¿Alcanza para
contrarrestar este avance con las viejas formas de organización?
Fuentes:
Fuentes:
CHAUÍ,
Marilena de Souza. Uma nova classe trabalhadora.
SANTANA,
Marco Aurélio. O mundo do trabalho em mutação: As reconfigurações e seus impactos.
HARVEY,
David. As transformações político-econômicas do capitalismo no final do
século XX.
Fuente: http://virginiabolten.com.ar/editorial/mundo-del-trabajo-estado-mercados-la-destruccion-los-derechos-las-personas-trabajadoras/
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