sábado, 23 de diciembre de 2017

"Estamos frente al desafío que representa superar el trauma de la conquista de que hemos sido objeto durante más de quinientos años y de una cultura paternalista, y corporativista. La estrategia de la Resistencia y la Dignidad, el modelo y método zapatista de hacer política, donde los medios son el fin y los seres humanos no son vistos como medios, nos convierte en Sujetos de la acción y por tanto en los condicionantes para el tipo de futuro que hoy ya existe con sólo nombrarlo".

La resistencia como forma de 

hacer política del zapatismo 

ante la IV guerra mundial 

contra la humanidad


29 Julio 2017



Por Rafael Sandoval Álvarez*

Resumen

En el contexto de la Cuarta Guerra Mundial contra la humanidad y la extraordinaria articulación de la resistencia y la rebeldía que se teje contra la globalización neoliberal, resulta relevante reconocer las nuevas formas de hacer política que en los últimos diez años han desplegado sujetos tan diversos en todo el planeta y que se identifican como parte del esfuerzo por crear un mundo donde quepan muchos mundos. La resistencia como forma de hacer política tiene en el Zapatismo un referente que desde 1994 ha generado iniciativas políticas y organizativas que hoy trascienden tanto en lo local como en el ámbito internacional. El objetivo de este ensayo es realizar un acercamiento que da cuenta de cómo el Zapatismo ha pensado y construido una forma de hacer política que tiene en la resistencia, la dignidad y la autonomía, la base de lo que ellos llaman el Método Zapatista de hacer política: el caminar preguntando, el mandar obedeciendo, el autogobierno, etc.

Introducción

El primero de enero de 1994, con la entrada oficial del Tratado de Libre Comercio para Norteamérica, la naciente “Sociedad del poder”1 pensó que con la nueva era del capitalismo iniciaba un proceso mundial de dominación donde el imperio de las leyes del mercado sería total. Se modernizaba el modelo neoliberal a costa de imponer una estrategia geopolítica de alcance planetario donde no se veía ninguna oposición seria, después de la derrota del Socialismo de Estado que tuvo en 1989 un momento definitivo.
Hacía un siglo, fines del XIX, la naciente burguesía mexicana se aprestaba a configurar su proyecto de Estado- nación en el territorio al que quedaría reducida la geografía del México del siglo XX, después de que la clase dominante permitiera que más de la mitad del espacio donde habitaban los mexicanos se “anexara” a los Estados Unidos de América. Pasarían dos largos períodos históricos, entre 1917 y 1968, en los que se consolidaría el régimen político resultado de la revolución y el establecimiento del sistema de Partido de Estado, hasta que tanto la resistencia de los de abajo se convirtió en un movimiento social con capacidad de cuestionar las políticas económicas del régimen y quebrar su sistema corporativista de control social, como la imposición de los intereses de los de arriba, la “Sociedad del poder” y del dinero obligó a cambiar a la clase política dominante en la perspectiva de la modernización neoliberal global.
Tendrían que pasar veinticinco largos años más (1968-1994) de una cruenta lucha de clases en la que tuvo lugar prácticamente una guerra civil, no reconocida suficientemente aun, si la valoramos por los saldos en muertes, represión y exclusión de miles de mexicanos (una muestra contundente siguen siendo los cuatro mil desaparecidos que por razones políticas se siguen reivindicando), para que surgiera una sublevación indígena que dijera ¡ya basta!, con suficiente fuerza como para obligar a replantearse el proyecto de nación que ha dominado hasta ahora. Los diferentes sujetos que se oponían al modelo neoliberal tenían claro desde 1982, año en que se dio el viraje en la clase política mexicana y asumió la dirección la fracción tecnócrata de los capitalistas, que la plataforma en la que se daría la confrontación se redimensionaba, para convertirse en mundial, donde lo global y lo local, el centro y la periferia, el adentro y el afuera, ya no serían lo mismo, ni con respecto al poder ni con respecto a la rebeldía. Así, el poder ya no estaría fijado a un solo centro, ni el Estado sería el único lugar desde donde se orquestara la disciplina y el control social, y en el mismo sentido no existirían espacios geográficos exclusivos para ninguna clase social, sino que la totalidad del planeta sería objeto de control y ocupación, los otros estarían en todos lados, además nadie quedaría neutral, pues se es aliado o enemigo.
Con todo, la coyuntura que definiría el final del último período del siglo XX y el principio del tercer milenio en la civilización occidental y cristiana, estaría caracterizada no sólo por la guerra total contra la humanidad de la “Sociedad del poder”, sino por la iniciativa de un Sujeto que, sin desconocer a otros, marcaría una nueva forma de entender la política, en donde ya no dominaría más la idea hegemónica de Estado y Poder en las formas de hacer política entre los sujetos de la resistencia y la rebeldía; con esto lo que quiero decir es que ya no sería la única idea que dominaría el por-venir. A partir de aquí, el paradigma de la Realpolitik2 estará cuestionado por uno nuevo donde “el que manda, manda obedeciendo” y en donde la idea del mundo es que sea “un mundo donde quepan muchos mundos”.
El sujeto zapatista viene de lejos; su propuesta de una forma de hacer política desinvestida de la idea de Poder y Estado estaba “enterrada” en las culturas indígenas que como la Tojolabal sólo reconoce la subjetividad como Intersubjetividad3; es decir, no hay objetos al margen del sujeto y por lo tanto no hay lo otro separado del nosotros. El Zapatismo, como movimiento de resistencia, también viene de las entrañas de la revolución, donde los campesinos e indígenas se reconocieron en las ideas autogestivas y libertarias del Magonismo y, por supuesto, recreando las autonomistas y comunitarias milenarias. El Zapatismo tiene muchos momentos históricos en sus despliegues emergentes, ya sea como sublevaciones locales, como formas políticas y culturales de su subjetividad.
La necesidad de reconocer al Zapatismo también es dar cuenta de su pensamiento político, que no pocos estudiosos han considerado como una aportación al pensamiento teórico en las ciencias sociales4, con la cualidad de que es desde el movimiento y por los sujetos que lo conforman desde donde se desarrolla la práctica política y su reflexión teórica correspondiente. En esta perspectiva, presento a continuación una síntesis de la concepción que el Ejército Zapatista de Liberación Nacional [EZLN] tiene sobre la “Guerra Total” contra la humanidad, que han implementado los diferentes sujetos que constituyen la “Sociedad del poder” como forma de hacer política en el contexto actual.

La Cuarta Guerra Mundial contra la humanidad: la guerra como forma de hacer política

La guerra es el escenario que impone a la humanidad entera el capitalismo que por ese medio pretende renovarse. La crisis de la globalización neoliberal tiene en la estrategia de guerra preventiva, con sus modalidades de contrainsurgencia que aplica que según la localidad, su apuesta para revertir la resistencia que cientos de miles de organizaciones, comunidades, pueblos y movimientos sociales realizan por todo el planeta, desde sus localidades y regiones.

La idea de la “Cuarta Guerra Mundial” la planteó el SubComandante Insurgente Marcos [SCI Marcos] del EZLN a propósito de una visita que la Comisión Civil Internacional de Observación de los Derechos Humanos realizó a La Realidad, Chiapas, en noviembre 20 de 1999. En esa ocasión definió toda una concepción sobre la Guerra Total que se comprobaría, en todas sus modalidades de operación durante los años que siguieron. Entonces advertía:

Hay varias constantes en las llamadas guerras mundiales, sea la Primera Guerra Mundial, la Segunda o las que nosotros llamamos la Tercera y Cuarta… Una de estas constantes es la conquista de territorios y su reorganización. Después de la Primera Guerra Mundial hay un nuevo mapamundi, después de la Segunda Guerra Mundial hay otro mapamundi.
Al término de lo que nosotros nos atrevemos a llamar Tercera Guerra Mundial y que otros llaman Guerra Fría, hubo una conquista de territorios y una reorganización. A grandes rasgos, se puede ubicar a finales de los años ochenta, con el derrumbe del campo socialista de la Unión Soviética y al principio de los años noventa al vislumbrarse lo que llamamos la Cuarta Guerra Mundial. [SCI Marcos, 1999].
El SCI Marcos señala que hay dos constantes más en las guerras mundiales: la destrucción del enemigo y la administración de la conquista. De la Tercera Guerra Mundial que se extiende desde 1946 y hasta 1985-1990, dice que es una gran guerra mundial compuesta de muchas guerras locales y tenía a dos actores principales: Estados Unidos y la Unión Soviética, y la mayoría de los países europeos, América Latina, África y partes de Asia y Oceanía, en las que intervenían las dos superpotencias. Después, con la victoria de EE UU sobre la URSS, se inicia la Cuarta Guerra Mundial, donde el territorio por conquistar y reorganizar es ya todo el planeta y el enemigo por destruir son dos terceras partes de la humanidad que sobran, según la lógica del mercado, pues ni son productores ni son consumidores adecuados a la acumulación de capital. En este sentido el SCI Marcos puntualiza “no quiere decir acabar con la gente, sino con las formas de ser de la gente” y que “después de destruir hay que reconstruir. Reconstruir los territorios y darles otro lugar. El lugar que determinen las leyes del mercado” [SCI Marcos, 1999].
En este contexto, sostiene el SCI Marcos, la estrategia de guerra tiene varias dimensiones y formas de operación que han evolucionado durante el transcurso de la Tercera y Cuarta Guerra Mundiales, a saber: donde haya que colonizar con la intervención de ejércitos completos se hará así, y donde sea suficiente con la intervención de los ejércitos propios de cada país, pues así será. Lo mismo que si se requiere de fuerzas de ocupación militar combinadas con paramilitares y policías (como en el caso de Chiapas), de tal manera que el control de las sociedades civiles y pueblos completos se garantice. Así, las guerras ya no se rigen por las convenciones establecidas sino que ahora “se desarrolla el concepto de Guerra Total: en la doctrina militar entran elementos que ya no son militares… los medios de comunicación… medidas económicas, con medidas políticas y con diplomacia… la ideología… no es sólo una guerra en todos los frentes, es una guerra que puede estar en cualquier lado, una guerra totalizadora en donde el mundo entero está en juego. Guerra Total quiere decir: en cualquier momento, en cualquier lugar, bajo cualquier circunstancia… el mundo ya no es el mundo, es una aldea y todo está cerquita” [SCI Marcos, 1999].

En la Guerra Total, de acuerdo con el SCI Marcos, la doctrina militar considera la totalidad del mundo como traspatio porque el mundo globalizado produce simultaneidad y un esquema ya no es suficiente para construir todas las respuestas militares que se requieren en todas las partes del mundo. En esta doctrina se agrega otro elemento: el paso de la “estrategia de contención” a la de “alargamiento” o de “extensión”, en la que además de conquistar un territorio y contener al enemigo, se trata de prolongar el conflicto a “actos de no-guerra”, configurando así una nueva concepción militar de “intensificación de la ocupación del territorio”, ocupando a todo y todos cuanto lo habitan, de tal manera que “ya no hay civiles y neutrales. Todo el mundo es parte del conflicto… eres aliado o enemigo” [Cf. SCI Marcos, 1999]

La resistencia, base de las formas de hacer política zapatista

Las condiciones de vida y socialidad que trajo consigo el sistema capitalista y que exacerba su modelo neoliberal desde la década de los ochenta en que se globalizó, están colapsadas de tal manera que la mayoría de la población tiene serios problemas para sobrevivir y sus redes de solidaridad social son objeto de ataque por las políticas tanto de asistencia social como de seguridad policíaca por parte de la clase política dominante.

Desde esta situación de precariedad económica y social es que se puede entender la necesidad de creación de formas de resistencia que den sentido a la existencia y que, desde la recuperación de la dignidad, se construyan alternativas de vida donde la esperanza en un mundo diferente se convierte en la construcción del presente a partir de conectarse las diferentes acciones e iniciativas, que por más sencillas y elementales, representa un golpe mortal al sistema de reproducción capitalista que tiene en la separación-fragmentación entre los seres humanos, su fundamento. Se trata, pues, de la reconstitución del flujo social del hacer [Cf. Holloway, 2002].

El EZLN advierte esta situación especialmente desde su gran recorrido por toda la geografía de México, en 1999 cuando destinó a cinco mil zapatistas5 –dos por cada uno de los más de dos mil cuatrocientos municipios que conforman los 32 estados de la federación– para que dialogaran con toda la población; ahí observaron que existía una gran insubordinación (incluyendo la no subordinación) que no se expresaba en discursos públicos o manifiestos, y que en muchos casos se expresaba de manera ambigua y contradictoria en las acciones de lucha y resistencia, pero siempre, en todos los casos, haciendo evidente el dolor y el coraje ante las condiciones indignas y de miseria a que estaban sometidos.

El EZLN ponía en juego el despliegue del diálogo que inauguraría, como forma de hacer política, en 1995 con la iniciativa de convocar e incidir en los llamados Diálogos de San Andrés que sostuvo con el gobierno en San Andrés Sakamchen de los Pobres, Chiapas, para acordar la paz con base en la inclusión de los derechos y el reconocimiento de las culturas indígenas en la ley constitucional, a todas las organizaciones de la sociedad civil y los más de cincuenta pueblos indios que habitan la república mexicana. Posteriormente, con la marcha-caravana de los comandantes del EZLN, en los primeros meses del 2001, donde recorrieron desde la Selva Lacandona hasta la ciudad de México, la mitad del territorio nacional, volverían a promover el diálogo, en el que los zapatistas experimentarían su método para hacer política, uno de cuyos desafíos es pensar, en lugar de teorizar, en función de lo que hacen y dicen los no subordinados y los que ya se insubordinan. Ellos sostienen que para pensar como zapatistas hay que escuchar, preguntar, observar-mirar, para dar cuenta de los sujetos concretos desde su práctica; es decir, caminar, preguntándose a propósito de la acción experimentada por los sujetos.

Uno de los resultados de ese reconocimiento de la resistencia que fueron encontrando por todos los lugares, lo presentaron en un amplio documento conocido como México 2003 Otro Calendario. El de la Resistencia, dado a conocer en febrero de 2003 y que posteriormente se completó con el documento denominado Chiapas, la treceava estela: Un Caracol; en él dan cuenta de la propia rebeldía que como pueblos indígenas zapatistas estaban llevando a cabo. El EZLN abre una coyuntura el 1° de enero del 20036 orientada a construir un escenario donde se articulen todo tipo de resistencias y rebeldías, no para disputar políticamente los espacios en el tablero de la guerra total contra la humanidad. La apuesta está por la acción que tomen los millones de seres humanos que en y desde sus regiones y localidades resisten y optan por la rebeldía. No se trata de un optimismo ingenuo sino del reconocimiento del quehacer de los sujetos en resistencia desde su vida cotidiana entendida como un “dado dándose” que no tiene por qué confundirse con la idea de la Revolución en tanto momento espectacular dentro del curso de la historia.

La organización y la lucha que se experimenta con el desarrollo de la autonomía, la dignidad y la resistencia entre los pueblos y comunidades zapatistas es una forma de hacer política, y en ese sentido, habrá que entender también el silencio que ha marcado siempre la práctica zapatista en situaciones previas al lanzamiento de iniciativas político-organizativas, silencio que solo es la forma en que construyen la plataforma para lanzar sus proyectos; es el tiempo de escuchar y preparar el siguiente paso.

La articulación de las resistencias, base de la rebelión contra la globalización neoliberal

El zapatismo, más allá de las evidencias, da cuenta de que no sólo es un movimiento de resistencia, también es una rebelión ética, un movimiento por nuevas relaciones sociales: que no lucha por el poder, ni por ser un partido político, ni por tomar el control de las instituciones del Estado.

El EZLN planteó la resistencia como forma de defensa de la soberanía popular en el contexto en que se produce la crisis de las soberanías nacionales. Es decir, una política donde el tiempo y la forma los determina el método de consultar, escuchar y mandar obedeciendo a los integrantes de todo el movimiento. Así, ya no sólo se trata de construir un nuevo sistema político, sino el de lograrlo a través de una nueva forma de hacer política donde el reconocer la diferencia de los otros se traduce en un mundo donde quepan todos; no por otra cosa se puede observar que el EZLN siempre se refiere a los diferentes: hombres, mujeres, niños, ancianos, lesbianas, homosexuales, bisexuales, trabajadores y trabajadoras sexuales, jóvenes, estudiantes, etcétera.

En la perspectiva zapatista de la rebeldía, además, existe un deslinde de lo que ha sido la forma política de entender la revolución, tanto como forma de hacer política y objetivo de los revolucionarios. La crítica a la idea de la revolución por lo que de ella se ha realizado: un proceso para reproducir las relaciones sociales de dominación, luego del asalto al poder por aquéllos que se convierten en los nuevos gobernantes que de ella emanan.

La revolución entendida como hacer política para tomar el poder y controlar el Estado.
El EZLN, a través de su vocero el SCI Marcos, introdujo a la discusión y al debate nuevos elementos sobre el método zapatista de hacer política, durante la “caravana de la dignidad” que realizaron los comandantes en marzo del 2001. A continuación algunos extractos del discurso zapatista:
Consideramos que no es ético que todo se valga por el objetivo del triunfo de la revolución… No es ético que la toma del poder cubra de bondad las acciones de cualquier organización de revolucionarios. No creemos eso de que el fin justifica los medios. Finalmente, nosotros pensamos que el medio es el fin. Construimos nuestro objetivo a la hora en que vamos construyendo los medios por los que vamos luchando. En ese sentido, el valor que le damos a la palabra, a la honestidad y a la sinceridad es grande, aunque a veces pequemos de ingenuos [SCI Marcos, 2001].

Nosotros nos ubicamos más como un rebelde que quiere cambios sociales. Es decir, la definición como el revolucionario clásico no nos queda. En el contexto donde surgimos, en las comunidades indígenas, no existía esa expectativa, porque el sujeto colectivo lo es también en el proceso revolucionario, y es el que marca las pautas… El revolucionario tiende a convertirse en un político y el rebelde social no deja de ser un rebelde social… Porque un revolucionario se plantea fundamentalmente transformar las cosas desde arriba, no desde abajo, al revés del rebelde social. El revolucionario se plantea: vamos a hacer un movimiento, tomo el poder y desde arriba transformo las cosas, y el rebelde social, no [SCI Marcos, 2001].

Con la idea de rebeldía, los zapatistas ratifican su renuncia a ser vanguardia, cuestión que va contra la teoría y la práctica tradicional de la izquierda. En este sentido, la idea no es quién tiene la verdad o el programa más revolucionario, sino cómo se integra a todos con sus diferencias, de tal manera que el calendariotiempo y la agenda de los pueblos y movimientos sociales no son los de los partidos políticos y los gobiernos. Y en esto habrá que destacar la forma en que actualmente, con la modernización neoautoritaria del régimen, la elite del poder ha resuelto salir de la crisis política en que se encuentra: a través de un proceso de distribución selectiva del poder político entre la clase dominante, entre la burocracia de los partidos y la burguesía, que no significa siquiera la democratización del poder y menos un cambio en la relación entre gobernantes y gobernados. Se trata también, de parte del imperio del capital, de tener el control sobre los “nativos” del poder y el dinero local, en la perspectiva de la globalización neoliberal de romper con las fronteras de la soberanía de las naciones para dejar paso libre al mercado dominado por las transnacionales.

Con todo, la misma condición de la acumulación del poder y el dinero, no logra una fórmula hegemónica que se traduzca en disciplina y control mundial del mercado y conformación de un sistema político internacional. El uso de la guerra como extensión de la política en la concepción de la Sociedad del Poder y el Dinero tiene en las guerras locales y en los conflictos nacionales, además de un sistema de control de las luchas de liberación nacional, un gran negocio de armas, drogas y saqueo de recursos naturales.

Así, en la lógica de la rebeldía, estamos frente al desafío que representa superar el trauma de la conquista de que hemos sido objeto durante más de quinientos años y de una cultura paternalista, y corporativista [Cf. Páramo, 1992]. La estrategia de la Resistencia y la Dignidad, el modelo y método zapatista de hacer política, donde los medios son el fin y los seres humanos no son vistos como medios, nos convierte en Sujetos de la acción y por tanto en los condicionantes para el tipo de futuro que hoy ya existe con sólo nombrarlo.


Citas

1 Sociedad del Poder es un concepto que utiliza el SCI Marcos para referirse al “colectivo de dirección que ha desplazado a la clase política de la toma de decisiones fundamentales. Se trata de un grupo que no sólo detenta el poder económico y no sólo en una nación. Más que aglutinada orgánicamente se conforma por compartir objetivos y métodos comunes. Aún en proceso de formación y consolidación, la Sociedad del Poder trata de llenar el vacío dejado por los estados nacionales y sus clases políticas. La Sociedad del Poder controla organismos financieros (y, por ende, países enteros), medios de comunicación, corporaciones industriales y comerciales, centros educativos, ejércitos y policías públicos y privados. La Sociedad del Poder desea un Estado mundial con un gobierno supranacional, pero no trabaja en su construcción” [SCI Marcos, 2003].
2 Denominaré “paradigma de la realpolitik” al modelo teórico que tiene la idea de que el fin justifica los medios como la base fundamental para justificar el pragmatismo y el realismo en las formas de entender y hacer política.
3 El concepto de Intersubjetividad en los Tojolabales, nos lo muestra Carlos Lenkersdorf: advierte que a diferencia de la cultura occidental, carece de objetos subordinados a los sujetos. En la estructura Tojolabal en la ausencia del objeto aparece otro objeto. “En la cosmovisión intersubjetiva, desde la palabra clave del nosotros, todos somos sujetos que nos necesitamos los unos a los otros y nos complementamos entre nosotros” [Lenkersdorf, 2002].
4 Pablo González Casanova ha escrito algunos ensayos al respecto, destacando su ensayo “La teoría de la selva Lacandona” y John Holloway en su libro Cambiar el mundo sin tomar el poder y su ensayo “El zapatismo y las ciencias sociales”.
5 Habrá que recordar que antes ya habían hecho recorridos, como cuando salieron 1.111 representantes de las 1.111 comunidades base de apoyo zapatistas como delegados a la fundación del Frente Zapatista de Liberación Nacional en 1997.
6 Ver los discursos de los diferentes comandantes dando por terminada la coyuntura del silencio que guardaron desde mediados de 2001 en que los tres poderes del Estado incumplieron con los Acuerdos de San Andrés. En esos discursos dejaron claro, entre otras cosas que dejaban de ser interlocutores todos los miembros de la clase política mexicana.


Bibliografía

GONZÁLEZ CASANOVA, Pablo, La teoría de la Selva; disponible en www.jornada.unam.mx, 1997.
HOLLOWAY, John, Cambiar el mundo sin tomar el poder; Herramientas/BUAP, Buenos Aires, 2002.
LENKERSDORF, Carlos, Filosofar en clave Tojolabal; Miguel Ángel Porrúa, México, 2002.
PÁRAMO ORTEGA, Raúl, “El trauma que nos une. Reflexiones sobre la Conquista y la identidad latinoamericana”, en: revista Dialéctica, año 16, No. 23-24, México, 1992.
SUBCOMANDANTE INSURGENTE MARCOS, Chiapas, la treceava estela: un caracol; disponible en www.jornada.unam.mx, 2003.
“El mundo: siete pensamientos en mayo de 2003”, en: revista Rebeldía, año 1, No. 7, México, 2003, entrevista realizada por Fernando Tetes para Radio Espectador de Uruguay; disponible enwww.fzln,org.mx, 2001.
Entrevista realizada por Gabriel García Márquez y Roberto Pombo, en: revista Cambio, disponible en www.fzln,org.mx, 2001.
La Cuarta Guerra Mundial; disponible en www.jornada.unam.mx, 2001.
México 2003 Otro Calendario. El de la Resistencia, FZLN, México, disponible enwww.fzln,org.mx, 2003.
* Maestro en Antropología Social. Profesor Investigador del Instituto Nacional de Antropología e Historia, Centro INAH Jalisco. E-mail: rsylm@hotmail.com

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