A la búsqueda del bipartidismo perdido
Sistema político para
el gran capital
o alternativa popular
10 de enero de 2018
Por Daniel Campione (Rebelión)
Los intelectuales “orgánicos” del conjunto de las clases
dominantes, a los que no hay que confundir con los meros propagandistas de la Alianza Cambiemos ,
tienen entre sus preocupaciones centrales la reconfiguración de un sistema
bipartidista en nuestro país. Nunca dejarán de lamentar el entierro definitivo
del bipartidismo peronista-radical que había alumbrado con el retorno al
régimen constitucional y parecía destinado a una larga duración. Ya muy
deteriorado, la rebelión popular de diciembre de 2001 terminó de sepultarlo.
En esa mirada
“republicana” la hegemonía del Frente para la Para la mirada conservadora, “bipartidismo” no significa cualquier sistema basado en el predominio de dos partidos o coaliciones, sino uno tal que garantice que ambas fuerzas puedan alternarse en el poder sin que se produzcan modificaciones fundamentales en la relación benévola de las instituciones estatales con el gran capital. Podrá haber discrepancia en ritmos y modalidades de la política económica y otras acciones sustanciales, se admiten disidencias más fuertes en cuestiones institucionales y culturales sin directa vinculación con las relaciones de producción. Pero los grandes ejes de la relación con la gran empresa deben contar con el acuerdo de ambas fuerzas, comprometidas con la “seguridad jurídica” y el “buen clima de negocios”. A partir de allí se insiste en la indispensable existencia de “políticas de Estado”, denominación que se asigna a grandes líneas de acción que los dos polos del bipartidismo se comprometen de modo explícito a no modificar en ningún aspecto sustantivo cuando les toque el turno de gobernar.
Ambos partidos deben converger hacia el “centro”.
Les hace falta un peronismo “moderado”, “republicano”, “renovado”, adjetivos todos ellos destinados a delinear un polo partidario que renuncie, en lo posible para siempre, a adoptar rumbos de acción que puedan perturbar el alineamiento del poder político con el poder económico. En ese esquema ideal, el Partdo Justicialista y
La construcción de un peronismo “razonable”, preocupado por la gobernabilidad y de trato amable con un gobierno identificado con la gran empresa ha tenido avances en estos últimos dos años, con gobernadores y legisladores justicialistas dispuestos a dar apoyo incluso a propuestas de manifiesto contenido antipopular, como la reciente reforma previsional. Sin embargo, subsisten importantes dificultades.
Un problema fundamental que tiene el conglomerado de fuerzas que se nuclea en torno a la defensa del “republicanismo” es que no queda claro qué estructura y conjunto de dirigentes ocupará el lugar de un peronismo “renovado” en el sentido que ellos desean. Inoportunas derrotas electorales de gobernadores como Juan Manuel Urtubey, Juan Schiaretti y
La tarea de construcción del “enemigo interno” a la que el gobierno y sus aliados intelectuales y mediáticos se han dedicado con ahínco en los últimos meses tiene también su lugar en esta puja. El kirchnerismo y las fuerzas de izquierda son progresivamente identificadas como “antidemocráticos” y “violentos” que hay que aislar y combatir, en función de que no son asimilables a una “educada” competencia por los puestos de gobierno.
El establishment se está jugando la posibilidad de consolidar un sistema político sin riesgos ni imprevistos, con contiendas electorales en las que compiten millonarios o aspirantes a serlo, y gestiones de gobierno en las que la generación de oportunidades de negocios para los grandes conglomerados del capital constituyan un objetivo tan primordial como compartido, incluso por los “opositores”.
No sabemos si tal modelo se consolidará. Lo que debería estar claro es que ese intento de cerrazón del sistema político hacia los intereses, la voluntad y los modos de expresión de las clases subalternas necesita ser contrarrestado. La gran pregunta es quiénes y cómo se enfrentarán al conformismo bipartidario en ciernes, con propuestas que superen el marco de la subordinación indiscutida al gran capital. Sin duda en nuestra sociedad existe un vasto campo social, cultural y político que no se subsume en la aceptación sin más del orden social capitalista, la cultura del consumo de masas y el conformismo, la neutralización de los impulsos rebeldes, la sociedad patriarcal. Que busca y construye formas de organización y acción cuestionadoras y combativas, en muchos casos desde la década de los
Lo que no se ha producido hasta ahora es una articulación política duradera que proyecte al primer plano de la política esas valiosas construcciones.
El Partido Obrero y el Partido de los Trabajadores Socialistas (PTS) han logrado construir fuerzas con inserción en sectores combativos del movimiento obrero, el estudiantado y los movimientos territoriales, y una presencia electoral nada desdeñable, a través del FIT. Pero parecen tener su “techo” en ese nivel de organización e influencia. No amplían su alianza a otros sectores, ni ponen en cuestión cierto paradigma revolucionario que hoy podría estar superado. Hoy ocupan el lugar de fuerzas claramente situadas en el rechazo a cualquier perspectiva “bipartidista”, y a su carga de sometimiento al poder del gran capital. Pero con eso no alcanza.
Decenas de organizaciones, centenares de miles de militantes, se encuentran hoy arraigados en las organizaciones antiburocráticas en el campo sindical, en la llamada economía popular, en la lucha por la conquista del techo y la tierra, en el movimiento estudiantil contestatario, y un gran etcétera. Pero tal potencial no se proyecta todavía en el plano político, en construir una identidad conjunta, apuntar en una dirección convergente. Cada instancia electoral se convierte en un momento de perplejidad, de alianzas apresuradas, adhesiones sin contrapartida o silenciosa abstención. Tal cosa no debería seguir ocurriendo si se pretende dar la batalla social, política y cultural contra la hegemonía existente.
Se trata de impedir que la propuesta de las clases dominantes, sus intelectuales orgánicos y los
Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=236406
No hay comentarios:
Publicar un comentario