Genocidio constituyente:
ataques al
pueblo mapuche
25 de enero de 2018
Silvia Ribeiro
"Lejos de ser solamente historia pasada,
los ataques siguen en ambos lados de la cordillera, bajo múltiples formas,
desde la aplicación de leyes antiterroristas acuñadas en las dictaduras, a una
escalada represiva que ha cobrado vidas de los que resisten e incluso de los
que los acompañan como Santiago Maldonado y en noviembre 2017, el joven Rafael
Nahuel de 22 años, que apoyaba una ocupación de mapuches reclamando recuperar
su territorio en Lago Mascardi, cerca de Bariloche ."
Robo de bebés. Desaparición de personas.
Torturas. Campos de concentración. Asesinatos.
Lo sufrió la sociedad
argentina en manos de la dictadura cívico-militar. Lo sufrió el pueblo judío en
manos del nazismo.
El Pueblo Mapuche
también ha padecido robó de bebés, desaparición de personas, torturas, campos
de concentración, asesinatos. Pero no hubo jamás pedido de perdón, tampoco
reparación ni justicia. No hubo un “nunca más” para lo sufrido por los pueblos
indígenas.
Diana Lenton, doctora
en antropología y docente de la Universidad de Buenos Aires, lo
resume así: “El Estado se construyó sobre un genocidio.
Se requirió que no hubiera más diversidad interna. Se anulan los tratados con
los indígenas, el Estado se garantizó que no iban a interferir en la
constitución de ese Estado. Es lo que se llama genocidio constituyente, son genocidios
que dan origen a un Estado”.
De esta manera tan
clara y contundente expresa
Darío Aranda la
situación del pueblo mapuche, que se parece a la de muchos otros pueblos
indígenas en Argentina y se entreteje con la de los pueblos indios del
continente. Hasta hace muy poco, Argentina negaba incluso que existieran
indígenas dentro de sus fronteras. Pero no sólo existen, también están
organizados y reivindican su cultura y sus territorios. El territorio ancestral
de los mapuches, Wallmapu, se despliega más allá de fronteras políticas, en
Chile y Argentina. Los gobiernos de turno de ambos países los han perseguido
desde la Conquista, incluyendo campañas militares a ambos lados de la
Cordillera de los Andes en el siglo XIX para exterminarlos y explotar
impunemente su territorio. En Argentina le llamaron la “Campaña del desierto”,
como si fuera un terreno vacío.
Lejos de ser solamente
historia pasada, los ataques siguen en ambos lados de la cordillera, bajo
múltiples formas, desde la aplicación de leyes antiterroristas acuñadas en las
dictaduras, a una escalada represiva que ha cobrado vidas de los que resisten e
incluso de los que los acompañan como Santiago Maldonado y en noviembre 2017,
el joven Rafael Nahuel de 22 años, que apoyaba una ocupación de mapuches
reclamando recuperar su territorio en Lago Mascardi, cerca de Bariloche . El caso de Santiago Maldonado fue
emblemático además por tratarse de una desaparición forzada a manos de las
fuerzas de seguridad y la aparición de su cuerpo luego de protestas masivas en
todo el país. En el caso de Rafael Nahuel, los testimonios
de los sobrevivientes –que
siguen en la ocupación– son contundentes: no se trató de un enfrentamiento,
fueron fuerzas especiales que tiraron a matar.
En ambos casos, no
sólo hubo violencia brutal y unilateral en la represión, además, se intenta
cubrir los hechos con una campaña de falsedades para hacer aparecer a los
mapuches, no como luchadores que defienden su propio territorio y sus derechos,
sino como grupos violentos, vinculados a una supuesta organización RAM
(Resistencia Ancestral Mapuche), que según denuncia Amnistía
Internacional (AI)
y otras organizaciones, parece ser una construcción de los servicios de
inteligencia. Amnistía explica que en noviembre de 2016, “se filtró un informe
interno del Ministerio de Seguridad de la Nación en el que se acusa a los
pueblos originarios de la Patagonia de delitos federales y los responsabiliza
de hechos delictivos (sin aportar ninguna prueba).” Iniciaba una nueva
construcción del “enemigo interno”, para justificar la represión oficial.
Consecuentemente, en enero 2017, se dio el primer ataque violento a la
ocupación enLof
Cushamen, Chubut,
tierras invadidas por Benetton (tierras malhabidas con cobertura “legal”), la
misma comunidad en la que meses después, la gendarmería, en un nuevo ataque
brutal apresa y desaparece a Santiago Maldonado.
Con el asesinato de
Rafael Nauel, se escala esa campaña de mentiras, afirmando además que la RAM,
tendría relaciones con movimientos armados, como FARC; ETA y organizaciones
kurdas.
Del otro lado de la
cordillera, en Chile se volvió a reactivar la acusación –otro proceso
ampliamente falseado, con fabricación de pruebas- contra la machi Francisca Linconao ,
autoridad tradicional mapuche, a la que acusan de haber participado en un
incendio donde murieron dos personas. Ha estado encarcelada por meses y ha sido
absuelta en dos juicios, pero en diciembre 2017 anularon de forma amañada el segundo juicio, para volverla a
procesar junto a otros once comuneros mapuches.
Como explica Darío
Aranda, se trata de un genocidio que además de no haber sido reconocido ni
sobre que ha habido ninguna reparación, sigue ocurriendo. Ahora de nueva cuenta
y con amplio apoyo gubernamental para dar paso y garantizar las ganancias de
mineras, petroleras, forestales, represas y agronegocios transgénicos. Los
ataques, además de violentos son ilegales, porque vulneran incluso leyes
argentinas que establecen que el Estado debe entregar a los pueblos indígenas
tierras “aptas y suficientes” para vivir; que no pueden ser desocupados de sus
tierras, y también tratados internacionales que requieren que los pueblos
indígenas tienen derecho a la consulta y deben dar su consentimiento antes de
avanzar con esos proyectos.
El pueblo mapuche,
como tantas veces lo ha manifestado, seguirá en resistencia. Al igual que
muchos otros pueblos indígenas en Argentina y las Américas que a contrapelo de
la negación, el racismo y la violencia, siguen resistiendo y construyendo. La
atención y solidaridad de todas y todos es imprescindible para parar este
genocidio que no ha terminado.
Para conocer un poco
mejor estos caminos y su contexto, recomiendo ver el libro de Darío Aranda “Argentina originaria,
genocidios, saqueos y resistencias”, lavaca, 2015.
Silvia Ribeiro,
Periodista y activista uruguaya, directora para América Latina del Grupo ETC,
con sede en México.
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