Monocultivos de agricultura transgénica:
una grave
amenaza muy real
5 de enero de 2018
Hoy en día, casi toda
la población está a favor o en contra de los transgénicos, pero pocos saben por
qué o qué son realmente.
Por María Eugenia
Hernández
Hay un gran
desconocimiento y errores de concepto sobre los transgénicos. Vamos a intentar
aclarar algunos conceptos e ideas. ¿Qué es un transgénico? Es un animal o una
planta cuyo código genético ha sido modificado artificialmente en un
laboratorio introduciendo uno o más genes de otra especie. Esta otra especie no
necesariamente es del mismo reino. Es decir, a una planta se le añaden genes de
una bacteria, virus, o insecto… Así se obtienen unas características que
mediante cruces naturales no podrían obtenerse. Por ejemplo, una planta
resistente a un herbicida o a una enfermedad determinada, un animal que crece y
da carne más rápido, una vaca que produce más leche...
¿Es peligrosa la
transgénesis per se para el consumo humano? Los genes
interaccionan entre sí de modo impredecible y una de las maneras de provocar la
transgénesis es disparar los nuevos genes con una pistola de genes que los
introduce en el genoma al azar. Un nuevo gen introducido en el genoma genera
que su portador cree una proteína nueva que antes no tenía. Al comernos la
planta o animal transgénico ingerimos esa nueva proteína. No se sabe qué consecuencias
puede tener en la salud esa manipulación. Puede causar alergias, disminución de
la fertilidad e incluso tumores. Ensayos de laboratorio han indicado que puede
pasar y de hecho, pasa. Pero Monsanto, el gigante de los transgénicos, con el
respaldo del Gobierno de EE UU, obstaculiza y oculta todas las investigaciones
que puedan demostrar ese riesgo, en una implacable y cruenta guerra contra la
ciencia, como ya han denunciado algunos científicos.
La transgénesis es la máxima expresión de un
modelo agrícola muy peligroso que engloba todos los organismos modificados
genéticamente, que en su concepto más amplio incluye a aquellos modificados por
selección artificial. Así se seleccionan a través de sucesivos cultivos las
plantas deseadas, obteniéndose semillas híbridas en las que el gen dominante
contiene características deseables para el agricultor, resistencia a
enfermedades, mayor producción, adaptación climática...
El origen de la
transgénesis es la llamada revolución verde que hubo de 1940 a 1970 en Estados
Unidos que utilizó variedades mejoradas de maíz, trigo y otros granos, cultivan do una sola especie en un terreno (monocultivo),
utilizando grandes cantidades de agua, fertilizantes y plaguicidas. Con esos
procedimientos, la producción agrícola aumentó de dos a cinco veces más que con
las técnicas tradicionales de cultivo. Los partidarios de esa agricultura dicen
que es imprescindible para alimentar a la creciente población mundial. Pero ¿es
eso cierto cuando tiramos a la basura al año 1.300 millones de toneladas de
alimentos? Solo en España la producción agrícola es tan alta que la UE tiene
que comprar el excedente para que no caigan los precios.
GRANDES RIESGOS PARA LOS
AGRICULTORES, CONSUMIDORES, SALUD Y PLANETA:
Las semillas híbridas
y las transgénicas no conservan las características deseadas tras el primer año
de producción. Su rendimiento se expresa en una sola generación. No se puede,
como se hacía tradicionalmente, dedicar una parte del cultivo a producir
semilla para el siguiente año. Las semillas procedentes de esos tomates gordos
y bonitos producirán numerosas plantas sin apenas frutos y tomates malos y
secos. Así los agricultores dependen de la empresa productora de semillas que
por la propiedad intelectual de patentes tendrá exclusividad.
El cultivo intensivo y
el monocultivo emplea mucha agua y desertifica el suelo eliminando muchos
nutrientes. Es necesario un elevado uso de fertilizantes que hace al agricultor
más dependiente de las empresas que lo producen, las plantas son más débiles y
los frutos más pobres. De esos fertilizantes, una parte es absorbida por las
plantas pero otra es lavada por el agua de riego y es arrastrada a las capas de
agua subterránea contaminándola y creando un exceso de algas y otras plantas en
ríos y lagos.
Por otro lado, al
tener todas las plantas del monocultivo similar información genética son
vulnerables a las mismas enfermedades y plagas. Y para evitarlas se utilizan
grandes cantidades de pesticidas, insecticidas o fungicidas pues una plaga o
enfermedad supondría perder toda la cosecha. Como ocurría con los fertilizantes,
todos esos productos contaminan el agua subterránea, ríos y lagos y en muchas
ocasiones aún quedan trazas en la comida que ingerimos. Muchos de esos
productos son cancerígenos, pero el poder de las multinacionales de semillas y
productos fitosanitarios consigue que los gobiernos miren a otro lado, como se
ha visto ahora que la
Unión Europea ha permitido que se utilice el peligroso
glifosato cinco años más.
El producto estrella
de los transgénicos de Monsanto es la variedad resistente al RoundUp o
glifosato, un herbicida clasificado por la OMS como cancerígeno. El uso masivo
de ese herbicida matará todas las plantas menos la transgénica. No
olvidemos que el 35% de los cánceres están ligados a la alimentación. Ya
en 1931 el científico Otto Heinrich Warburg recibió el premio Nobel por
descubrir la causa primaria del cáncer: el cáncer es consecuencia de una
alimentación antifisiológica y un estilo de vida antifisiológico.
¿Cómo afectan los
transgénicos y las semilla mejoradas genéticamente a los agricultores más
pobres y a los países en vías de desarrollo? Muchos de esos agricultores ven en
esas semillas una vía de salida a su situación de pobreza y en un intento
desesperado de cambiar su suerte dejan de cultivar la variedad de alimentos
necesarios para dar de comer a su familia a lo largo del año y pasan al
monocultivo transgénico. Pero si algo no va bien y se pierde la cosecha, el
agricultor cargará con una deuda a la que no podrá hacer frente, pues hizo una
elevada inversión en semillas y agroquímicos y, al haber cultivado un solo
producto, lo perderá todo.
Son numerosos y
documentados los casos de agricultores en la India que se han suicidado por no
poder hacer frente a las deudas. Pero además, al no existir la tecnología y
conocimientos adecuados, la aplicación de los agroquímicos se hace a mano y sin
la protección adecuada lo que generado un notable aumento de enfermedades
asociadas al uso de esos productos por los agricultores.
Además, con ese modelo agrícola se sufre una
gran pérdida de biodiversidad. Hemos pasado de semillas con mucha información
genética, adaptables a diferentes suelos, climas y biosistemas, a la
uniformidad genética producida en grandes empresas. Las semillas ecológicas se contaminan
porque las semillas transgénicas se expanden como cualquier planta, con el
viento, los insectos... Hemos pasado de asociaciones y rotaciones de cultivos
que protegían la producción agrícola, el suelo y los agricultores a grandes
monocultivos que contaminan, desertifican y no sacan de la pobreza. Hemos
pasado de la soberanía alimentaria a estar en manos de grandes multinacionales
que controlan la alimentación que nos enferma y las medicinas que nos curan.
¿Las plantitas son
ajenas?
Los cordobeses, no
conocemos el valor de las especies que conforman nuestra biodiversidad agrícola
y silvestre: “Si queremos saber qué recursos naturales tenemos, la
investigación debe partir de nuestras necesidades para manejar esos saberes
estratégicamente, no como siempre, que abrimos las puertas para que se lleven
todo”, asegura la docente universitaria.
Esta metodología de
bio-piratería, también incluye la apropiación del conocimiento tradicional,
relacionado con plantas y semillas, por parte de empresas agroindustriales,
farmacéuticas o de industria biotecnológica. “Se van a llevar la información y
el manejo de nuestro germoplasma. Hoy, encontramos que en Salta, Jujuy,
Santiago del Estero, Catamarca y La Rioja, por diferentes vías, esta gente
concreta su propuesta: financian la formación de Centros de Biodiversidad, con
los cuales acceden a conocer los componentes nativos de la flora y la fauna. Me atemoriza
dejar en manos de extranjeros nuestros recursos naturales”, concluye Luque.
Fuente: http://www.biodiversidadla.org/Principal/Secciones/Documentos/Argentina_-_Biopiratas_en_Cordoba_la_batalla_por_los_yuyos
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