Maternidades y desamparos planificados
24 de enero de 2018
El embarazo en la adolescencia se presenta como
un fantasma recurrente por parte de ese otro fantasma denominado opinión
pública. Desde el mundo adulto las plumas y las cuerdas vocales no dudan en
dedicar editoriales y condenas, catalogándolo como un fenómeno inexorable,
alarmante. La vida adolescente, que a su vez fecunda un cigoto que puede
transformarse o no en otra vida, nos pone en jaque en los umbrales del “post”,
postmodernidad, post verdad.
Por Ignacio
Pizzo para Ape
Las cifras así lo demuestran. Recoleta y Palermo tiene
tasas de 4,5 y 7,6 por mil respectivamente de fecundidad entre los 15 a 19 años. La Comuna Lugano -
Riachuelo – Soldati, del 57,8 por mil. Barracas - Boca - Nueva Pompeya - Parque
Patricios, del 53,4 por mil. La brújula siempre marca el Norte y el Sur parece
que sólo tiene la cruz.
En Argentina nacen anualmente unos 117.000 hijos de madres
menores de 20 años. El 15% del total de nacimientos. En algunas jurisdicciones
los embarazos en la adolescencia alcanzan al 25% de los embarazos. Tres mil son
hijos de madres menores de 15 años en las cuales la coerción y el abuso es
habitual. La fecundidad adolescente en la argentina se mantiene relativamente
estable con una pequeña tendencia al alza en los últimos 10 años.
Las investigaciones de Georgina Binstock y Mónica Gogna
revelaron que el 70% de las adolescentes que son madres no deseó su embarazo.
Hay un 20% que simplemente no consideró que podían quedar embarazadas, además
de la falta de acceso a la información y situaciones económicas y sociales
acuciantes.
Los postulados del poder
El Estado, famoso por ser el que está presente, se
sostiene sobre la estructura de quienes toman la sartén por el mango y el mango
también. La entelequia del poder económico deja su carácter de entelequia cuando
hablan sus sicarios de palabras. Tal es el caso Enrique Pescarmona, una de las
cuarenta personas más ricas del país, caucásico y que se ubica en el vértice de
la pirámide al que no accede ni siquiera el 1% de la población. Dueño
de IMPSA, industria metalúrgica considerada la séptima empresa más grande de
Latinoamérica afirmó en una oportunidad: “Las chicas de 14 años quedan preñadas
para cobrar unos mangos”.
A priori se comparte esta proclama por parte de
funcionarios, como un ex Ministro de Salud de Corrientes o masacradores del
arte como Lucía Galán. Se recluta así a una parte de la sociedad como cómplice,
para perpetuar el desprecio hacia la joven pobre y de tez trigueña. Asediada
por urgencias y seducida para una muerte anunciada, a tientas percibe que su
vientre crece, en medio de una urbe que no la mira más que con el ojo de la inquisición. Los
blancos, ricos, adultos, hombres y propietarios se adueñan del saber popular. Y
el saber científico hace agua cuando se encuentra con las niñas madres, con sus
siluetas consumidas por el hambre sistémico. Pero la evidencia castiga a sus
detractores. En 2009 la tasa de natalidad era de 18,6 cada 1000 habitantes,
mientras que en 2012 descendió a 17,9. La fecundidad adolescente era en 2009 de
34,6 cada 1000 habitantes y en 2012 fue de 32,7. Aún más en 2009, desde que se
implementó la AUH, de los 745.336 nacidos vivos, 3.346 tuvieron una madre de
hasta 15 años. En 2014, los niños nacidos vivos fueron 777.012 y los de madres
niñas, 3007. Tampoco creció la maternidad entre aquellas de 15 y 19 años:
113.945 en 2014 y 113.478 en 2009.
“No hay ninguna
evidencia que indique que la AUH genere un incentivo fuerte a los embarazos”,
cuenta Mariana Marchionni, doctora en Economía y una de los participantes de la
investigación del Centro de Estudios Distributivos Laborales y Sociales.
Trincheras
En 1988, en el Hospital Materno Infantil Ramón Sardá de
CABA, se conformó un equipo interdisciplinario para la atención de adolescentes
y sus hijos que se denominó PROAMA (Programa de atención a la madre
adolescente). En entrevista con APe, la doctora Silvia Fernández ,
médica del equipo, plantea que atienden entre 800 y 900 partos de adolescentes
menores de 18 años, de un total de 6000 -7000 recién nacidos asistidos. Más del
50% tienen domicilio en provincia de Buenos Aires.
Agrega que las situaciones de violencia y consumo de
sustancias, son moneda corriente en la población adolescente. Lo que, sin
embargo, no significa que sean sinónimos. Constituyen “un grupo etario que
necesita acompañamiento y que confiemos en ellos, en el potencial maravilloso
que tienen”. Manifiesta, por otra parte, que, en ocasiones, el embarazo
funciona como organizador ante situaciones muy complejas. Por ejemplo, las
adolescentes dejan de consumir y algunos padres dan el ejemplo ante los
adultos. Refiere que los programas de salud sexual y reproductiva de CABA y de
Nación están vigentes desde hace poco más de una década. Sin embargo, pone sus
dudas acerca del cumplimiento de la Ley Educación en Salud Sexual y Reproductiva
sancionada en 2006 y recalca que la respuesta por parte del sector salud por sí
sola no alcanza.
¿Contener?
¿Cuál sería el contenedor donde quepan las adolescencias,
las angustias, los desamparos planificados? ¿Los programas y las leyes de salud
sexual y reproductiva, hoy letra muerta? Eduardo Galeano que incriminaba con
sus venas abiertas, recordaba cómo Robert McNamara -aquel presidente del Banco
Mundial que había sido presidente de la Ford y Secretario de Defensa de EEUU-
afirmaba que la explosión demográfica constituye el mayor obstáculo para el
progreso de América Latina. Y anunciaba que el Banco Mundial daba prioridad, en
sus préstamos, a los países que aplicasen planes para el control de la natalidad. Justificaba
la muy desigual distribución de la renta entre los países y entre las clases
sociales tratando de convencer a los pobres de que la pobreza es el resultado
de los hijos que no se evitan.
Ante la “posibilidad habilitante” del Banco Mundial, tal
vez, mejor, la libertad con responsabilidad. Ante la contención, anteponer la descompresión. Y
ante los programas de controles de natalidad, la libre elección sobre cuerpos y
almas, con la lucidez de los saberes y no de la información devenida en
mercancía.
Ante la planificación familiar, proyecto de vida. Sin
dejar de preguntarnos por qué hemos descuidado a nuestra descendencia y
condenamos a niños y niñas al pecado capitalista. Lo que está claro es que fue
durante la gestación de aquella niña gestante y aún más atrás en tiempo, donde
se parieron los miles de desamparos.
Agencia Pelota de Trapo
Fuente: http://www.anred.org/spip.php?article15922
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