La semiótica no es un
campo indemne en la disputa del sentido
Semiótica de las
noticias burguesas
4 de julio de 2016
Por Fernando Buen Abad
Domínguez (Rebelión/
Universidad de la Filosofía)
Eso que llaman “noticieros” (en las máquinas de guerra ideológica
llamadas “mass media”) son unidades de combate en la disputa semiótica
que el capitalismo impone para deformar y manipular la realidad su conocimiento
y su enunciación. La garantía de éxito radica en la lógica de los monopolios y
en la repetición -hasta la náusea- del canon de estulticia refinado con
chatarra ideológica. Silenciar a todos para imponer una sola voz. Formatear
cerebros con moldes de mansedumbre. ¿Quiere el enemigo de clase mantenernos
bien informados? ¿Para qué? ¿Según quién?
Todavía cuesta trabajo (a no pocos) aceptar que vivimos bajo los
proyectiles ideológicos de una guerra mediática, incesante y multifacética,
abierta de “par en par” para hacernos aceptar, sin reparos, el mundo como nos
los imponen… para obligarnos a financiar sus maquinarias de mentiras y
aceptarlos con aplausos y sumisión desde el alma. Aunque es verdad que los
destinatarios no son “robot” que acepta linealmente toda basura que le impone,
es igualmente cierto que la mentalidad de los pueblos está secuestrada entre
jaulas de falacias monopólicas donde el pensamiento crítico se persigue, se
sataniza y se ridiculiza. Es, tal cual, una guerra asimétrica. Y desde luego no
se ignora que las masas están fermentando, también, su emancipación
informativa. No aceptar que se trata de una Guerra nos condena a la ignominia y
al silencio.
Esa disputa por la producción de sentido en las “noticias” tiene ingredientes que se repiten al antojo de los escenarios en los que se lucha para reprimir u omitir al enemigo de clase que incomode al libre ejercicio del hurto contra el producto del trabajo. Es producto barnizado con alguna fuente de ilusionismo, individualismo y egolatría burguesa; teñido por la moral de la propiedad privada y de su fetiche multiforme en las mercancías. Es un gran ejército para defensa de la propiedad privada.
Si la noticia burguesa sirve para algo eso se reduce a convertirlas en expedientes de canalladas serviles al interés más aberrante y no importa que se trate de “noticias del espectáculo”, “noticias rojas”, “deportivas”… junto a su ser mercantil que se basa en su poder de espejismo distorsivo siempre. Sólo se salva el éxito burgués, sus dueños y sus sirvientes. Todo lo demás es carne del infierno dantesco en el que el proletariado ha de batirse entre detritus de “periodistas”. Cada día todas las horas. Y sentir la satisfacción de “estar bien informado” por el enemigo de clase.
A mañana tarde y noche la disputa (la guerra noticiosa) por dominar las herramientas de producción de sentido se nutre con misiles de táctica y estrategia burguesa. Quede eso bien claro. Ninguna semiótica que se precie, ha de estar al margen de esta guerra y de su alma mater la lucha de clases camuflada como “noticia”. No hay duda. La ética burguesa es rigurosa y no tiene fronteras. Especialmente en el campo de las ganancias. Sus más destacados adalides son los que más pagan por mentir y los que más se aplauden a sí mismos. Incluso con premios y ovaciones académicas de mercado. Cumplen con su deber disciplinadamente, como soldados cuya precisión de ataque y odio de clase se entretejen para mostrarse “ecuánimes”, “informados”, “neutrales” y “profesionales”. En el alma de la noticia, en su estructura interna la mentalidad burguesa sólo aspira a dar un golpe certero, un crimen perfecto, una puñalada ideológica que anule al destinatario. Que esconda la lucha de clases y haga invisible toda fuerza transformadora en manos de los pueblos revolucionarios. La forma y el género son sólo coartadas para desplegar munición y asegurarse territorios de todo tipo.
En esto tenemos mucho por hacer comenzando por reconocer nuestras
debilidades revolucionarias en materia de producción de información. Es frente
concreto de batalla la batalla de las ideas emancipadoras de las noticias. Es
frente concreto desmontar sus diccionarios y sus vocabularios, mayormente
tributarios de anglicismos léxicos e ideológicos. Es frente de disputa la
sintaxis, el orden de las ideas, los valores y las prioridades para la acción y
las formas de enunciar la transformación del mundo y al mundo mismo en todos
sus espacios. Contra la sintaxis paupérrima con que la burguesía pregona sus
verdades de escuelita bobalicona y contra la pedantería de los dueños del
dinero. Tenemos el desafío de romper el cerco monopólico que viola todos los
preceptos y leyes del mundo incluidas las leyes de comunicación que creó
Ecuador, Venezuela y Argentina, que se atrevieron a soñar la democratización de
los medios y la desmonopolización de sus feudos “mediáticos”. Eso sí es
noticia.
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