Del BDS a la CGT:
crónica de una criminalización a través de una política del miedo.
11 de julio de 2016
11 de julio de 2016
Por Said Bouamama (Investig’Action)
Traducido del francés por Beatriz Morales Bastos
La campaña política y mediática de criminalización de la CGT
[siglas en francés de Confederación General del Trabajo] y el intento de
prohibir una manifestación sindical son unas características importantes de
este periodo. El principal sindicato obrero de Francia ha sido acusado
explícitamente por un prefecto e implícitamente por un ministro de complicidad
cuanto menos pasiva con los llamados «incontrolados». La lógica que hay detrás
de ello no es nueva. Tanto en el pasado como en el presente se utilizó
ampliamente contra los militantes y organizaciones que apoyan la lucha del
pueblo palestino o contra los militantes y organizaciones surgidos de la inmigración. En
ambos casos se trata de producir política y mediáticamente un «enemigo público»
que autoriza unas medidas de excepción duraderas con el pretexto de proteger a
la sociedad y sus «valores republicanos».
Del enemigo civilizacional…
Los sistemas de dominación necesitan de forma
consustancial suscitar miedo y escenificar un peligro. Al no poder presentarse
como lo que son están obligados a legitimarse por medio de esta amenaza
construida y de la que afirman preservarnos. Como tienen que ocultar su
violencia estructural y sistémica, necesitan la figura de la amenaza para
justificar la represión contra la resistencia a esta primera violencia. Cuanto
más en dificultades está la legitimidad de un poder de Estado más se necesita
producir uno o varios enemigos públicos. En este sentido la multiplicación de
los discursos de designación de enemigos es revelador de una crisis de
legitimidad.
A escala internacional la ausencia de legitimidad
de las nuevas guerras coloniales por el petróleo, el gas y los minerales
estratégicos es lo que ha llevado a producir un «enemigo civilizacional» con la
figura del «musulmán». De El
choque de las civilizaciones de
Samuel Huntington al «eje del mal» de Georges Bush este proceso de producción
de un enemigo civilizacional ha pasado del ámbito teórico al ámbito de la
propaganda.
Samuel Huntington teoriza desde las primeras
líneas del prefacio de El
choque de las civilizaciones: «Los
conflictos entre grupos surgidos de diferentes civilizaciones están a punto de
convertirse en el elemento básico de la política global». (1)
Georges Bush traduce esta tesis al lenguaje de
la propaganda: «Estados
como esos [Irán e Iraq] y sus aliados terroristas constituyen en eje del mal,
que se arma para amenazar al mundo». (2)
El filósofo Marc Crépon puso en evidencia el
objetivo principal de la demostración «científica» de Huntington: «Saber de qué debemos tener miedo». (3)
Una vez designado el enemigo se puede
desplegar la cadena de relevos cuyo objetivo es transformar esta tesis en
«aroma ideológico inmediato», por retomar la expresión de Antonio Gramsci. Por
supuesto, los medios de comunicación son el relevo de difusión. Veamos algunos
ejemplos:
1) Le
Nouvel Observateur titula uno
de sus números fuera de serie «La guerra de los Dioses» (4), con tres
subtítulos «¿Es
inevitable el conflicto de valores? ¿Son universales los derechos humanos? El
choque de las ocho civilizaciones principales». Incluso el nombre de civilizaciones se
toma de Huntington.
2) El semanario Le Point le hace eco con un número titulado «Los cristian os
frente al Islam, investigación sobre un choque mundial». (5) La repetición de la palabra
«choque» y el adjetivo calificativo «mundial» tienen relación directa con al
teoría de Huntington.
3) Por su parte, el semanario Valeurs actuelles saca unas conclusiones belicosas: «Francia en guerra, contra la
barbarie en nombre del Islam, contra la barbarie antisemita, contra la ceguera
de las elites». (6)
La referencia al «eje del mal» de Bush es
evidente. Así, están presentes las tres etapas de la teoría del choque de las
civilizaciones: el anuncio del peligro, la designación del enemigo y la llamada
a la acción viril y guerrera. Por supuesto, la designación del enemigo se puede
modular en función de las preocupaciones tácticas. Si globalmente el Islam es
el enemigo, los «países moderados» aportan unos matices.
La distinción binaria entre «moderados» y
«radicales» abarca enteramente los intereses económicos y geoestratégicos
estadounidenses. Así, Arabia Saudí y las monarquías se consideran moderadas,
mientras que se sitúa a Siria e Irán en el eje del mal.
La prensa europea en general y la francesa en
particular han tomado el relevo de la teoría del choque de las civilizaciones y
de la producción del enemigo que la acompaña. Al reproducir los esquemas, las
lógicas, los leitmotiv de los grandes medios de comunicación estadounidenses ha
contribuido a producir un «choque de las representaciones»:
Después de los atentados del 11 de septiembre
de 2001 las cadenas estadounidenses, a través de sus redes dominantes de
cobertura y de difusión, se impusieron como referentes de los demás grandes
medios occidentales según el esquema inapropiado, inadaptado y fabricado
ideológicamente del «choque de las civilizaciones»: el mal absoluto venía de
Oriente Próximo y Medio, y, por consiguiente, había que protegerse volviendo a
los etnotipos del orientalismo más manido. Transpuesto al plano de la
fabricación de imágenes, este imperativo ideológico ha contribuido en gran
medida a la fabricación de un «choque de las representaciones». (7)
- …al enemigo sindical
Aunque se designa a los Estados, el enemigo
civilizacional no se limita a ellos y así se incluye en el «eje del mal» a
organizaciones políticas como Hizbola y Hamas. Más ampliamente todavía, todas
aquellas personas que se oponen a las políticas exteriores occidentales son
sospechosas de complicidad, activa o pasiva, objetiva o subjetiva, consciente o
no, etc., con los «terroristas», los «islamistas», etc. La geometría variable
del eje del mal permite así adaptarlo a todas las prioridades tácticas.
Veamos algunos ejemplos recientes. En una
tribuna publicada en su cuenta de Facebook el delegado interministerial de la
lucha contra el racismo y el antisemitismo (DILCRA) Gilles Clavreul acusa a mi
organización (Front Uni des Immigrations et des Quartiers Populaires- FUIQP
[Frente Unido de las Inmigraciones y de los Barrios Populares]) y también al
Parti des Indigènes de la République (PIR) [Partido de los Indígenas de la
República] y al Collectif Contre l’Islamophobie en France (CCIF) [Colectivo
contra la Islamofobia en Francia] de ser «antidemocráticos, racistas y
antisemitas»: «con el pretexto de un antirracismo pervertido, el objetivo de
esta ofensiva es únicamente legitimar el islamismo, defender a unos
predicadores fundamentalistas y hacer caer a la juventud de los barrios en una
radicalidad sin salida». (8)
Criticar la política del gobierno para con los
gitanos, la política de intervención militar en África y Oriente Medio, la
islamofobia, etc., basta para convertirle a uno en un «antidemocrático, racista y
antisemita».
Otro ejemplo que es un objetivo similar: los
militantes de la
campaña Boicot , Desinversión y Sanciones [a Israel] (BDS).
Esta vez es [el primer ministro francés] Manuel Valls quien se lanza a la
palestra: «Tomaremos todas las
medidas necesarias para condenar estas campañas », anuncia a la Asamblea Nacional
el 6 de diciembre 2015.
Respondía en apoyo a la intervención del diputado sionista del partido Unión de
Demócratas e Independientes Meyer Habib que acusa al BDS de crear un clima de
odio en Francia. «¿Hemos
olvidado que el objetivo de Coulibaly [en
los atentados de París] en enero
fue un Hyper Cacher [supermercado
kosher] ? Se estigmatiza antes de
matar». (9)
Unos militantes que se oponen a las prácticas
coloniales de un Estado se convierten así en cómplices directos del terrorismo.
El 27 de abril de 2016 le toca a la ministra
de Educación Najat Vallaud-Belkacem declarar a la Asamblea Nacional
en una crítica de la iniciativa de una «campamento
de verano decolonial» reservado
a las «personas que sufren a
título personal el racismo del Estado en el contexto francés» que«estas iniciativas […] refuerzan
una visión racizada y racista de la sociedad». (10)
La voluntad de reunir a personas que viven la
misma injusticia se convierte en boca de la ministra en una visión racista del
mundo. De la misma manera los movimientos feministas que organizan reuniones no
mixtas pronto serán calificados de «sexistas».
Desde la llegada de este gobierno a la
dirección del país son incontables las declaraciones de ministros o delegados
ministeriales que anuncian el peligro «comunitarista» y designan a un enemigo
al que hay que reprimir urgentemente. El relevo mediático garantiza la difusión
masiva de cada una de estas declaraciones, lo que permite acreditar la
veracidad del peligro. Una vez que se ha preparado a la opinión pública, ya
solo queda un pretexto para desencadenar un cuestionamiento del derecho de
manifestación. Le toca entonces a un prefecto o al ministro del Interior entrar
en escena invocando el riesgo de violencia. Así, la manifestación prevista en
París el 19 de julio de 2014 en apoyo del pueblo palestino se prohibió«ante
el grave riesgo de problemas de orden público que provocaría su celebración en
un contexto de aumento de la tensión». (11)
Es necesario recordar estas declaraciones y hechos para calibrar
el escenario desplegado con el fin de tratar de prohibir una manifestación
sindical el pasado 23 de junio alegando que las manifestaciones anteriores«dieron
lugar a importantes desbordamientos y graves violencias». (12)
Por consiguiente, el pretexto desencadenante es similar. Se
presenta después del mismo escenario en tres fases: anuncio de un peligro,
designación de un objetivo enemigo y relevo mediático.
La utilización del miedo como herramienta política no es una
práctica nueva. Ya a principios del pasado siglo el periodista estadounidenses
Henry Louis Mencken declaraba que «el
objetivo de la política es mantener a la población inquieta y, por
consiguiente, que pida seguridad amenazándola con una serie ininterrumpida de
monstruos». (13)
Desde la «amenaza judía» y el «peligro rojo»
de los nazis al «peligro amarillo» de quienes justificaban las intervenciones
imperialistas en China a principios del siglo XX, pasando por las «armas de
destrucción masiva» de Sadam Husein y por el peligro de una «invasión
migratoria», la política del miedo es una realidad innegable.
En el entorno de las manifestaciones contra la
Ley [de reforma laboral] El Khomri no ha faltado la comunicación gubernamental
generadora de ansiedad. El peligro aquí es de naturaleza económica. Abandonar
la ley llevaría a cuestionar la recuperación de la economía francesa ideada por
Hollande y que repiten en todos los medios de comunicación.
Curiosamente, este peligro es exactamente el
mismo que el que el FMI pone de relieve en boca de su presidenta Christine
Lagarde, la cual anima a Francia a ir más lejos con las reformas.
L a
evaluación del FMI para el
año 2015 indica que «la
economía francesa se está recuperando, pero siguen siendo necesarios unos
esfuerzos importantes para reforzar la creación de empleo y situar las finanzas
públicas en una vía más sostenible». Los esfuerzos suplementarios
necesarios se citan explícitamente: «reformar
las normas del subsidio del paro», «alargar el periodo mínimo de cotización que
actualmente es de cuatro meses», «reforzar el apoyo a la búsqueda de empleo»,
«facilitar la regulación para las empresas recién creadas y los
autoempresarios», «reducir el déficit presupuestario para garantizar que la
deuda, que sigue en alza, pasar a una trayectoria firme a la baja». (14)
Con semejantes objetivos el derecho al trabajo
se convierte en un obstáculo que hay que eliminar totalmente para abrir camino
a unos acuerdos empresa por empresa. Mantener una regulación, aunque sea
mínima, sería un peligro para una economía frágil. Quienes niegan esta
evidencia ultraliberal son unos inconscientes, unos irresponsables o unos
egoístas que defienden sus propios intereses. Así [el presidente de la patronal
francesa, MEDEF] Pierre Gattaz considera que «el emblema CGT es
igual a paro». (15)
- La designación del enemigo cegetista
El libro La
construction de l’ennemi [La
construcción del enemigo] precisa en su descripción de la fabricación de un
enemigo en tiempos de guerra:«La figura del enemigo prepara, acompaña y
apoya el esfuerzo de guerra. Unas retóricas y unas escenografías la construyen. Unos
saberes con pretensiones científicas o religiosas la legitiman. Unos
medios de comunicación la transmiten». (16)
Hay que constatar que la misma lógica se puede
apreciar en los discursos políticos y mediáticos referentes a la CGT en el
actual movimiento social. Es cierto que para este gobierno estamos en guerra
desde el 11 de enero.
Así, el 30 de mayo el presidente del MEDEF
pide en el diario Le Monde que no se ceda «al chantaje, a las violencias, a
la intimidación, al terror» y
que se resista a unas «minorías
que se comportan un poco como gamberros, como terroristas». (17)
El 15 de junio el primer ministro denuncia la
actitud «ambigua» de servicio de orden de la CGT respecto a unos «incontrolados que sin duda quieren
matar». (18)
El 19 de junio le toca al ministro del
Interior Bernard Cazeneuve acusar: «El
martes 14 de junio unos militantes de la CGT atraparon violentamente a parte de
las fuerzas del orden en el punto de dispersión que, sin embargo, se había
acordado con los organizadores». (19)
El 21 de junio es el sindicato de policía
Alliance quien exige «el
aplazamiento de esta manifestación y de todas las concentraciones estáticas
porque nuestros colegas están en todos los frentes y están agotados, extenuados
y cansados. Viven tanto peor estas manifestaciones cuanto que son repetitivas y
muy violentas». (20)
La designación del enemigo CGT ha ido precedida de una cobertura
mediática casi consensuada cuyo objetivo era apoyar la ley de reforma laboral
como necesaria e inevitable para luchar contra el paro. Se repitió una y otra
vez el argumento clave recurrente en cualquier medio: el paro se debe en gran
parte a la «rigidez» y a la «carga» del código laboral.
Desde el 9 de septiembre de 2015 Arnaud
Leparmentier pide en Le Monde «aprobar [la ley] por la fuerza».
Describe su «esperanza» de la siguiente manera: «Como ocurre a menudo, esperamos.
Con el informe Combrexelle, la Francia socialista lucha contra el Código
Laboral. ¡Por fin un movimiento para luchar contra esta preferencia nacional
que es el paro! […] Francia lucha contra él, queremos esperar,
como han hecho todas las socialdemocracias sosegadas de la vieja Europa ,
aprobándolo por la fuerza, valientemente». (21)
El argumento del MEDEF se retoma sin crítica
alguna. En efecto, su presidente, Pierre Gattaz, considera que «las expectativas suscitadas por la Ley El Khomri son
grandes, a medida de los bloqueos que viven los empresarios y de la crisis del
mercado de empleo». (22)
El segundo acto de la obra mediática consiste
en explicar las oposiciones a la
ley. Por supuesto, estas no se abordan como una defensa de
los intereses de los asalariados. Son obra de un corporativismo sindical, obra
de una incomprensión y, por último, obra de una minoría que ni siquiera estaría
concernida, como los «jóvenes» y los «funcionarios».
El tercer acto consiste en centrar la
cobertura en las catastróficas consecuencias para los usuarios, es decir, la
opción de abordar los sujetos desde el ángulo de las consecuencias del
movimiento eludiendo casi completamente el de las causas. En este aspecto el
lenguaje de los periodistas hace gala de una gran diversidad: desmadre,
pesadilla, caos, etc. Siempre desde el ángulo de las consecuencias, el foco se
centra en los «incontrolados» y las «violencias», lo que permite silenciar la
magnitud de las movilizaciones.
Sólo queda sacar las conclusiones en un último
acto con la imagen de Nathalie Saint-Cricq en el telediario de las 20:00 h de France 2 acusando doctamente a la CGT de «apostar
por la implosión social y asumir finalmente la responsabilidad de que haya un
accidente, un herido o un muerto». (23)
Demos la última palabra al semanario Le Point que el 26 de mayo lanza una encuesta
por internet con una pregunta significativa: «¿Es
la CGT un sindicato anticuado y peligroso para Francia?». (24)
Por supuesto, la respuesta es acorde: 47.473
sí frente a 4.851 no.
Tanto para la casi totalidad de la prensa como
para el gobierno hay un peligro indudable, un enemigo designado y la necesidad
de una respuesta firme y viril.
La necesidad de enemigos revela una crisis de
autoridad que da pie una tentación totalitaria que no hay que subestimar. Según
el balance del ministerio del Interior, desde que se inició el movimiento de
protesta se ha detenido a 1.300 manifestantes, 819 de los cuales permanecen en
detención preventiva y «51 han
sido condenadas tras una comparecencia inmediata, a menudo a fuertes penas». (25)
Estas cifras están a la altura de la
deslegitimación de la política económica llevada a cabo por el gobierno,
animado por el MEDEF, la
Unión Europea y el Fondo Monetario Internacional. Anteriormente
y de forma paralela se construyeron otros «enemigos», en particular contra los
movimientos de apoyo al pueblo palestino y contra las asociaciones que
denuncian la violencia policial. Si no se entienden los vínculos que unen las
diferentes categorías criminalizadas, se debilita la capacidad de resistencia
común. No nos engañemos, la noción de enemigo es extensiva.
Notas: (…)
Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=214373
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