Brexit, discurso de derecha y
un ejemplo histórico
30 de junio de 2016
Por Rolando
Astarita
En la entrada anterior (aquí) respondí a tres
argumentos que se han presentado, desde la izquierda, para afirmar que el
Brexit fue un triunfo de la clase obrera y de la lucha anticapitalista. En esa
nota pasé por alto un cuarto argumento, que dice que la campaña por el Leave
fue en rechazo a la “dictadura de la Eurocracia”, o a la burocracia de la UE. Así , el discurso
favorable al Leave habría tenido un contenido, al menos parcialmente,
progresista.
Considero que este
argumento solo es una forma de embellecer a la derecha nacionalista. Después de
todo, esta desde hace muchos años combina la exaltación nacionalista con
denuncias del capitalismo financiero, la dictadura de los mercados y similares.
Temas que encontramos en la tradición de los movimientos de extrema derecha
nacionalista. A los efectos de brindar elementos para el análisis, en lo que
sigue paso revista a algunas cuestiones referidas a los orígenes del fascismo
italiano. El propósito es mostrar que la caracterización de un movimiento o
partido no se puede reducir a una suma de partes, del tipo “presenta una
reivindicación nacionalista reaccionaria, pero esto se compensa con otra
progresista”.
Para ir derecho al grano: a comienzos de los años 1920 los Fasci
di Combattimento (que luego se transformarían en el Partido Nacional Fascista)
recogían las ideas del sindicalismo revolucionario, y levantaban muchas
demandas altamente progresistas. Entre ellas, el sufragio universal para ambos
sexos, la abolición del senado, la formación de una milicia nacional, la
jornada laboral de ocho horas, la confiscación de las ganancias de la guerra. La necesidad de
contrarrestar al bolchevismo y la influencia de la Revolución Rusa
puede explicar mucho de este programa. Sin embargo, esas consignas se
combinaban con la reivindicación de las jerarquías sociales, la colaboración de
clases y la sujeción de la clase obrera al Estado. “Libertad, nación,
sindicalismo: el Estado debe resumirse en una grande y potente jerarquía de
sindicatos”, era el resumen del programa del fascismo. Pero esta orientación
corporativa primaba
por sobre las consignas “progresistas”, y definía el carácter global de la
política fascista. De hecho, cuando estuvo en el poder el fascismo
subordinó completamente a los sindicatos, y a la clase obrera, al Estado.
Lo importante es que
muchas veces se defienden políticas que son profundamente de derecha, con argumentos
de izquierda. La evolución de Mussolini y de los “sindicalistas
revolucionarios” es demostrativa de esto. Recordemos que Mussolini fue
militante del partido Socialista y estuvo muy influenciado por George Sorel (y
Sorel terminó reivindicando afinidades del fascismo con sus posiciones). Sorel
rechazaba “el determinismo económico” y las tradiciones del racionalismo
iluminista de la
Revolución Francesa , planteaba la necesidad del “mito social”
–la huelga general- para despertar los sentimientos e instintos colectivos del
proletariado contra el orden burgués y exaltaba a la violencia como
regeneradora de las energías vitales de las masas. Posiciones muy
“revolucionarias”, pero que serían funcionales a los argumentos nacionalistas.
Así, cuando Italia invadió
Libia, una fracción del socialismo, y el sindicalismo revolucionario apoyaron
la conquista con argumentos tomados del arsenal soreliano. Los sindicalistas
revolucionarios sostenían que la guerra era una escuela de heroísmo, y que la
posesión de Libia ayudaría a la mejora de la situación del proletariado
italiano. Mussolini, que estaba cercano al socialismo revolucionario, también
pensaba que el ataque a Libia era beneficioso porque podía desatar una
situación revolucionaria. Era un argumento del tipo “la participación en la
guerra beneficia al socialismo porque agudiza las contradicciones”. Algunos
argumentos tienen una larga tradición.
Luego, en 1914, los
sindicalistas revolucionarios y el mismo Mussolini apoyaron la participación
italiana en la guerra contra Alemania y Austria, invocando la necesidad de
avanzar hacia la “revolución nacional”. Lo cual también se inscribía en la
tradición del nacionalismo italiano. Por ejemplo, en la de Enrico Corradini ,
quien a principios de siglo hablaba de “naciones proletarias” (Italia y
Alemania) y “naciones plutocráticas” (Inglaterra). Corradini sostenía que se
participaba en una lucha de clases a nivel internacional, y reclamaba para
Italia “un lugar bajo el sol ”.
Esta alusión a la “lucha de clases” entre naciones embellecía por izquierda al
nacionalismo imperialista que buscaba “su lugar en el mundo”. Corradini fue
otro de los alimentos intelectuales de Mussolini.
Por supuesto, las
condiciones y la situación social de Europa en 2016 no son las de principios de
siglo XX. Sin embargo, se puede aprender de la historia. La idea de
que para derrotar hoy a la globalización y a la “oligarquía financiera
transnacional” (¿y el capital industrial?) hay que exaltar las identidades
nacionales de los pueblos, no tiene en sí misma nada de progresista, y mucho
menos de socialismo, y ha conducido a desastres al movimiento obrero y
socialista. Lo único que se logrará por esta vía es canalizar el descontento
social hacia la xenofobia, el patriotismo y el racismo. Aunque esto se mezcle
con invocaciones a los derechos de los pueblos, o incluso se hable en contra
del “decadente orden burgués”.
Subrayo entonces lo que
afirmé en otras entradas: el discurso que dice que la civilización se
salvará de la barbarie impuesta por la dominación del dinero y del capital
apátrida mediante la exaltación de la Nación (o el “primero Gran Bretaña”) es
reaccionario en su totalidad y por donde se lo mire. No hay forma de salvarlo
“por partes”.
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Brexit, discurso de derecha y un ejemplo histórico
Brexit, discurso de derecha y un ejemplo histórico
Fuente: https://rolandoastarita.wordpress.com/
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