Reflexiones sobre el
terrorismo islámico
21 de julio de 2016
21 de julio de 2016
Por Luís Rodríguez (Rebelión)
Hay al menos dos fracturas o elementos que
atraviesan el problema de los recientes atentados terroristas reivindicados por
el ISIS en nuestros países vecinos:
1. La fractura entre nacionales y extranjeros:
excluidos vs. incluidos.
Comunidades o individuos viviendo en países
occidentales se visualizan a si mismos en situación de exclusión social como
consecuencia de la falta de protección social, desempleo, y pobreza en sus
países de residencia, y terminan reclamando para sí la necesidad de justicia
social. Así ocurrió en el contexto de las revueltas de las banlieues de Francia en 2005, lo cual nos hace
recordar que esto sucede principalmente con ciudadanos nacionalizados en el
país de residencia pero de origen extranjero. Individuos de origen islámico
encuentran con facilidad argumentos que les hacen situarse del lado de los
ideólogos de la Yihad, capaces de ofrecerles una explicación convincente del porqué
de su situación y la discriminación a la que se ven sometidos en sus países de
residencia como consecuencia de la violencia estructural instaurada. A ello
contribuye definitivamente la capacidad transfronteriza de las TIC’s. El ISIS
presiona a estos individuos “reconvertidos” para reivindicar la ideología
yihadista mediante la ejecución de atentados terroristas de gran capacidad
performativa, sin necesidad de enviar efectivos desde países nodriza como Siria
e Irak, y pudiendo evitar así los fuertes controles de seguridad de las
fronteras occidentales.
2. La fractura interna en
el seno de los países occidentales entre nosotros
y los otros.
Los atentados terroristas consiguen el
objetivo de fracturar y polarizar a las pueblos europeos, dibujando el perfil
del enemigo en virtud de homogeneizar a las comunidades islámicas atribuyendo
al conjunto las características indeseables que se atribuyen a los terroristas:
radicales, asesinos y criminales todos. El discurso de la islamofobia llega a
hacerse hegemónico como expresión última de la caracterización del enemigo. La
respuesta de los países europeos es declarar abiertamente la guerra contra el
fundamentalismo islámico mediante dos mecanismos principales: a. El aumento de
la seguridad y la vigilancia en nuestros países, en detrimento de la garantía
de las libertades (Francia acaba de prorrogar el estado de emergencia). b. El
aumento de las operaciones militares en los territorios en que opera el ISIS,
contradiciendo las actuaciones previas que han ayudado a mantener las
estructuras militares y políticas de la organización terrorista, por ejemplo
mediante la venta de armamento o intervenciones militares de dudosa
legitimidad. En ocasiones este enfrentamiento de posiciones adquiere el
carácter de guerra civil entrenosotros y los otros en el interior de nuestras fronteras,
contribuyendo a reforzar aún más la violencia estructural dirigida a
determinados grupos sociales. Así se explica en parte el ascenso de
nacionalismos de corte patriota y racista en media Europa, como es el caso del
Frente Nacional en Francia o el Jobbik en Hungría.
Respecto a la primera de las fracturas, algo
tendremos que reflexionar en occidente. En cuanto al segundo, es precisamente
el objetivo que persiguen los ideólogos del ISIS, al que nosotros damos pábulo
con una fascinante escasez de miras.
Luis Rodríguez. Licenciado en Ciencias
Políticas. Posgraduado en Sociología. Investigador en Fundación Alternativas
Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=214724
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