Editorial A Vencer, edición de julio, elaborada
junto con Hombre Nuevo
Ajuste
macrista y descomposición kirchnerista
6 de julio de 2016
El caso del ex Secretario de Obras Públicas tiene hondas
resonancias en la política nacional. Por un lado, puso de manifiesto la
ofensiva del macrismo y sus aliados para golpear al kirchnerismo. Además, le
funciona como un excelente distractor para continuar con la batería de
políticas antipopulares que impulsa desde el día uno de su gobierno. Por otra
parte, este caso aceleró el reacomodamiento dentro peronismo y dejó mal herido
al kirchnerismo. Queda en evidencia, entonces, la necesidad de construir un
proyecto político de los/as de abajo y con independencia de clase, única salida
para la corrupción estructural de los partidos patronales.
Los 9 millones de dólares que el Secretario de
Obras Públicas del kirchnerismo José López revoleó sobre el muro de un
convento, son mucho más que un caso mediático.
En primer lugar, dan cuenta de una ofensiva
del macrismo, los grandes medios de comunicación y el poder judicial para hacer
retroceder al kirchnerismo, que hasta hace pocos meses se presentaba como su
principal rival político. Lo deja en claro el espectacular allanamiento de
propiedades de Cristina Kirchner en Santa Cruz, vinculado a la investigación
por los negociados de Cristóbal López y su socio Lázaro Báez. En la misma
agenda, están una quincena de funcionarios kirchneristas, como el allanado ex
Ministro de Planificación Julio de Vido, el ex Vicepresidente Amado Boudou, o
el ex Secretario de Transporte Armando Jaime.
El impulso de la llamada "Ley del
arrepentido", ya aprobada en la cámara de diputados, promete ser un
mecanismo "a medida" para profundizar esta escalada, en la que se
podrán amparar personajes como López o Báez a cambio de entregar peces más
gordos.
Esta ofensiva en nombre de la "lucha
contra la corrupción" sirve al macrismo como distractor: por un lado, para
fortalecerse como actor indiscutido de la política nacional y desarticular al
kirchnerismo como referencia opositora; por otro, para desplegar con gran
impunidad su programa económico antipopular en función de los intereses del
gran capital. Este programa de ajuste que implica baja de retenciones para el
empresariado agrícola, beneficios para el capital bancario; y ataque contra el
pueblo trabajador por medio de despidos, devaluación, caída del salario real y
tarifazos. Además, como admite Marcelo Bonelli -un vocero indisimulado del
establishment-, es un mecanismo efectivo para correr del centro del debate el
fracaso de su propuesta económica, en la que prometía baja de inflación e
inversiones al entrar el "segundo semestre".
Por supuesto, este arrebato antikirchnerista
deja al desnudo la completa discrecionalidad de la agenda judicial y mediática,
que poco y nada hace frente a un escándalo de envergadura mundial como los
Panamá Papers, que afecta al Presidente y a hombres del riñón macrista como el
intendente de Lanús y ex Ministro de Hacienda porteño Néstor Grindetti, ni ante
ninguno de los negociados de Macri y los demás funcionarios de Cambiemos.
Reacomodando el peronismo
La trascendencia del caso López aceleró el
reacomodamiento de las filas del peronismo.
Ya desde el momento en que el FPV perdió las
elecciones comenzó la
diáspora. La dirección de la CGT, con Caló a la cabeza,
acompañado por otros impresentables como Rodríguez de UPCN, abandonó el barco
para negociar con el nuevo gobierno y armar la CGT unificada con los
"traidores" Moyano y Barrionuevo. Un camino idéntico tomaron los
empresarios "amigos" de los gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner.
Y lo mismo sucedió en las filas de la política: mientras intendentes y
gobernadores se acercaron al macrismo para poder mantener el flujo de recursos,
Diego Bossio encabezó la salida de quince diputados del FPV.
Ahora, tras López, la diáspora se aceleró.
Otros seis diputados, del Movimiento Evita, salieron del bloque, y seguidamente
se retiraron seis legisladores ligados a gobernadores en el Parlasur.
El FPV está gravemente herido, acompañando la
completa devaluación del kirchnerismo al interior del PJ. Allí, bajo la
presidencia de Gioja y Scioli, una "Comisión de Acción Política"
integrada por gobernadores está preparando la ruptura definitiva del bloque de
diputados del FPV dirigido por Recalde, con la apuesta a arrastrar a la mayoría
a una bancada del PJ no kirchnerista. Algo similar sucederá en la cámara alta
donde el kirchnerismo solo cuenta con ocho senadores.
De la mano de esa orientación, se apuesta a la
apertura del PJ a otros peronistas, hasta ayer tildados como
"traidores", como De la Sota, Solá y Massa. Como dijo el "Chino"
Navarro del Movimiento Evita: "Tenemos la voluntad de construir un
peronismo amplio… Si Sergio Massa demuestra una verdadera vocación de oponerse
al oficialismo estamos dispuestos a charlar con él y con el Frente
Renovador".
Ya a esta altura las negociaciones
parlamentarias se realizan sin condicionamientos del kirchnerismo. Así
Pichetto, Massa y gobernadores peronistas negociaron los pliegos para la Corte Suprema y la
ley de blanqueo. Y el allanamiento a De Vido fue votado con el aval o la
ausencia cómplice de muchos diputados peronistas. Por medio de este
desgranamiento, el peronismo se prepara para lavarse la cara, adecuarse con un
discurso ubicado a la derecha con los tiempos que corren y volver en pocos años
a disputar, aggiornado, la conducción del país.
Un golpe al corazón del kirchnerismo
Pero el caso de López impactó, además, sobre
los sectores más comprometidos con el proyecto kirchnerista.
Hasta el momento esa fuerza política había
logrado desestimar decenas de denuncias sobre el enriquecimiento millonario de
sus funcionarios y amigos. En nombre de la lucha contra Clarín, "el
campo" o "los buitres", toda la dirigencia política y el grueso
de la militancia de a pie, había subestimado la gravedad de semejante
contradicción: un gobierno que se presentaba como popular, pero que contaba con
el enriquecimiento millonario de un sector de funcionarios y empresarios
aliados.
Sin embargo, debilitado por la derrota
electoral, por la diáspora de quienes se reacomodaron con la nueva coyuntura, y
por la carencia de medios y recursos que brindaba el control del Estado, el
kirchnerismo vivió el impacto del caso López con una contundencia muy superior
a la de los negociados de Jaime, o Boudou.
Se desgaja la fe ciega en un proyecto en
donde, como está a la vista, la corrupción no es circunstancial sino
estructural.
La fortuna millonaria del ex Secretario de
Obras Públicas, que al igual que De Vido acompaña a los Kirchner desde hace más
de dos décadas y ya formaba parte de su equipo en Santa Cruz, se emparenta con
la de decenas de otros funcionarios. Lejos de ser un emprendimiento individual,
se desplegó con la anuencia de Julio De Vido, en un sistema de
"retornos" en obras públicas que estaba bajo la tutela política de
Néstor y Cristina Kirchner.
La riqueza millonaria de esos funcionarios que
hoy ostentan mansiones lujosas y numerosas cuentas bancarias fue sólo el vuelto
de las ganancias faustuosas de sectores empresarios ligados a la obra pública y
las concesiones del Estado. Entre ellos, Cristóbal López y Lázaro Báez, pero
también empresas como Techint de Paolo Rocca, y Calcaterra de Angelo
Calcaterra, primo de Mauricio Macri. Los millones de esos empresarios y de esos
funcionarios -que se autodenominaron "nacionales y populares"-
contrasta de forma indignante con las condiciones de vida de las grandes
mayorías populares, tornando más grave la falta de iniciativa para enfrentar
problemas tan fundamentales como la persistencia de la pobreza, el trabajo en
negro, o las pésimas condiciones en que están la salud y la educación públicas.
Nadie puede hablar ya de uno, ni diez "traidores", sino centenares de
políticos y sindicalistas, incluyendo sus más altas líneas, que aprovechan las
turbulencias del caso López para acelerar su desvinculación del kirchnerismo y encontrar
un lugar en la política que les permita seguir viviendo de sus negociados y sus
puestos, sin la menor dificultad en dejar tiradas las banderas del
"proyecto nacional y popular" que ayer flameaban.
Estos golpes, por si fuera poco, no afectan
solo al kirchnerismo orgánico, sino a todo un sector del pueblo trabajador que
durante la década pasada apostó a ese proyecto, ya sea como una alternativa en
la cual confiaran o como un "mal menor", depositando un voto de
confianza en "la política" y que hoy ve la inconsistencia de ese
proyecto.
Construir un proyecto para nuestro
pueblo
No tenemos dudas de que una tarea fundamental
de este momento es enfrentar a un gobierno entreguista y antipopular como el de
Macri, frenar sus medidas de ajuste, sus ataques a los trabajadores. Lo hacemos
a diario, y lo hacemos de conjunto con todos aquellos que, más allá de su
orientación política, estén dispuestos a asumir de forma consecuente esa lucha.
Tenemos claro, además, que nuestra pelea tiene
como apuesta de fondo la felicidad de nuestro pueblo, la conquista de
condiciones económicas, sociales y culturales dignas para las amplias mayorías.
Y hemos aprendido de la historia de nuestro
pueblo trabajador, de sus penurias y sus luchas, algo que ratificamos con la
experiencia presente: sólo una opción política propia de los trabajadores y el
pueblo, independiente de empresarios, de banqueros y terratenientes, incluso de
los que vistan ropaje "nacional", puede dar una respuesta de fondo a
las necesidades populares.
Creemos en la política, sí; pero en la
política de los de abajo.
La derrota definitiva del gobierno de los CEO
que dirige Cambiemos no llegará de la mano de un nuevo gobierno "pagador
serial" de la deuda externa y nutrido de funcionarios como José López,
Jaime o De Vido, beneficiarios directos de los negociados del empresariado.
Si limitáramos nuestras perspectivas a la
derrota del macrismo, sin construir un proyecto que pueda ser una alternativa
realmente popular, estaríamos condenados a la repetición de las actuales
frustraciones.
Por el contrario, la posibilidad de construir
un proyecto propio de los trabajadores y el pueblo, está atada a la acumulación
de poder popular, a la consolidación y crecimiento de las organizaciones de la
izquierda y el campo popular en una perspectiva de poder, con independencia
política de las clases dominantes y los partidos patronales como el PRO, la UCR
o el PJ.
Para aportar a esta perspectiva desde la
izquierda debemos poder superar limitaciones actuales, promoviendo espacios
unitarios de articulación del movimiento obrero clasista y combativo y de las
distintas instancias en las que se organiza nuestro pueblo trabajador,
generando iniciativas unitarias para la intervención política contra el
macrismo, y desplegando propuestas políticas propias de cara al conjunto de
nuestro pueblo.
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