Del Sahara a Canadá,
la industria
minera y petrolera
priva a las poblaciones de un bien
vital, el agua
25 de julio de 2016
Por Olivier Petitjean
Basta!
"Desde el Sáhara argelino a las montañas
andinas la cuestión del agua suele ser el centro de las protestas contra los
proyectos mineros o de sondeos de hidrocarburos".
Algunos querrían
mantenernos en el siglo XIX y no sólo en el ámbito del derecho laboral: la
propuesta de abrir nuevas minas o de autorizar la fractura hidráulica en
Francia es producto de la misma lógica de regresión social y medioambiental en
nombre del beneficio de algunos. Un nuevo informe publicado hoy [30 de mayo de
2016] por nuestro Observatoire des multinationales [Observatorio de las
Multinacionales] con el apoyo de France Libertés saca a la luz el peligro que
representan para este bien vital que es el agua las minas y los sondeos
petroleros o de gas, a los que ya se había acusado de contribuir al desajuste
climático.
En los países andinos
los campesinos y los indígenas luchas contra los megaproyectos mineros en la
cima de sus montañas. En Australia se establece una alianza muy poco habitual
entre agricultores y ecologistas contra la explotación del «gas de esquisto»
que necesita recurrir a la fractura hidráulica. En Brasil y Canadá los
residentes locales y las autoridades acusan de incuria a las empresas mineras
tras la ruptura de embalses mineros que contenían aguas residuales tóxicas. En
Argelia la población del sur del Sáhara se rebela contra la llegada del gas de
esquisto. También en Francia varios colectivos ciudadanos denuncian unos
proyectos de nuevas minas, aunque a día de hoy las antiguas minas abandonadas
siguen contaminando su entorno. Todas estas luchas tienen un punto en común: el
agua.
Algunos querrían
mantenernos en el siglo XIX o hacernos volver a él y no sólo en el ámbito del
derecho laboral, también en el dominio de las «industrias extractivas». Desde
la década de 2000 el planeta ha conocido una verdadera explosión de nuevas
minas y nuevos sondeos petroleros y de gas bajo el efecto del crecimiento de
China y de los países emergentes, pero también de la demanda de economías
supuestamente «inmateriales» (basadas en las tecnologías de la comunicación y
de la información) que son, sobre todo, cada vez más consumistas y no
igualitarias. Basta con pensar en los minerales y la energía necesarios para
producir y utilizar los smartphones y las redes sociales. Y en la propia Francia
muchos industriales y políticos defienden en nombre del crecimiento la apertura
de nuevas minas o el desarrollo del gas de esquisto.
Sin embargo, tras los
complacientes discursos «responsables» de las empresas, la realidad de las
minas y del petróleo a menudo sigue presentando la misma cara que en una época
que nos gustaría creer superada: una realidad de inseguridad y de contaminación
que afecta tanto a los trabajadores como a las personas que viven en el lugar,
una realidad de violencia y de conflictos sociales, de connivencia política y
de millones de dólares o de euros que se acumulan en las sedes sociales de las
multinacionales en París, Londres, Nueva York o Toronto.
Amenazas a un bien
vital:
El informe "Eau et industries extractives
: la responsabilité des multinationales" [Agua
e industrias extractivas: la responsabilidad de las multinacionales] publicado
por el Observatoire des multinationales con el apoyo de France Libertés estudia
uno de los impactos de las industrias extractivas: su impacto sobre el agua (ver aquí). Las
no siempre bien conocidas consecuencias directas e indirectas de las minas y de
los sondeos sobre los recursos en agua no dejan de revestir una importancia
capital puesto que el agua es esencial para la vida y la salud de las
poblaciones, al igual que para la integridad de los ecosistemas, y puesto que
las repercusiones de las explotaciones extractivas se pueden sentir durante
mucho tiempo. Por esa razón, desde el Sáhara argelino a las montañas andinas la
cuestión del agua suele ser el centro de las protestas contra los proyectos
mineros o de sondeos de hidrocarburos.
Este informe es
producto de un trabajo de investigación de varios meses, basado sobre todo en
informes sobre el terreno concernientes a proyectos extractivos, realizados
sobre todo por multinacionales francesas, y los conflictos que suscita desde
Australia a Colombia, pasando por Túnez, México, Estados Unidos, Canadá e
incluso Francia. Saca a la luz las múltiples maneras en las que el sector
extractivo (minas, petróleo y gas) afecta a los recursos de agua, así como la
falta de adecuación de las reglamentaciones vigentes, la falta de conocimientos
científicos y la inconsistencia de las respuestas aportadas por las empresas
concernidas.
La contaminación
empeora:
El impacto que las
industrias extractivas tiene sobre el agua no tiende a atenuarse gracias a una
«modernización» de las técnicas, todo lo contrario. Los recientes avances en el
sector extractivo, como los hidrocarburos no convencionales (gas de esquisto,
arenas bituminosas…), presentan unos riesgos significativamente mayores para
los recursos de agua. Lo mismo ocurre con los proyectos mineros en zonas cada
vez más recónditas, como las cumbres de las montañas andinas, o que implican
triturar y tratar cada vez más cantidad de roca para explotar unos filones cada
vez más modestos. Existe el riesgo de que la crisis por la que atraviesa
actualmente todo el sector extractivo sirva de pretexto para recortar aún más
en muchos países las regulaciones sociales y medioambientales, que ya está muy
debilitadas.
En un momento en que
el gobierno francés y los industriales planean abrir nuevas minas en la Francia
metropolitana y en que algunas personas defienden el desarrollo del gas de
esquisto en Europa, esta constatación debería servirnos de advertencia, tanto
más cuanto que parece que no se han aprendido bien las lecciones del pasado.
Entre otros muchos, el ejemplo de Salsigne* en la región francesa de Aude
demuestra que los antiguos emplazamientos mineros franceses siguen contaminando
todavía hoy el agua y el medioambiente. Sin embargo, la reforma en curso del
Código Minero, de la que es responsable el ministerio de Economía y Finanzas de
Emmanuel Macron, ignora olímpicamente estos retos. A pesar de ello, es
imperativo abrir el debate.
* Salsigne fue la
principal mina de oro de Francia, cerrada en 2004 tras un siglo de explotación,
y la primera mina de arsénico del mundo. La contaminación del agua debido al
arsénico es altísima en toda la región: ver aquí
- Traducción del
francés por Beatriz Morales Bastos.
Fuente: http://www.biodiversidadla.org/Principal/Secciones/Noticias/Del_Sahara_a_Canada_la_industria_minera_y_petrolera_priva_a_las_poblaciones_de_un_bien_vital_el_agua
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