Un tarifazo
que pega duro (parte 2)
20 de julio de 2016
20 de julio de 2016
Con los subsidios energéticos, el Gobierno cometió errores de principio
a fin. Pero luego, el reclamo masivo (en las calles y por vía judicial) obligó
al Gobierno a poner un tope de 400%, a los hogares y 500% a las industrias.
Publicamos la segunda parte del análisis sobre el tarifazo y sus impactos.
Por Martín Kalos (Director de EPyCA Consultores. Miembro de Economistas de Base.
@martinkalos en twitter) para ANRed
Marcha atrás con la suba de tarifas y nuevos errores del Gobierno
Con los subsidios energéticos, el Gobierno cometió
errores de principio a fin. Las
empresas comenzaron a ajustar las tarifas desde el 1 de abril, cuando las
autorizó el Enargas (organismo regulador del sector, que depende del Ministerio
de Energía). Pero luego, el reclamo masivo (en las calles y por vía judicial) obligó al Gobierno
a poner un tope de 400%, a los hogares y 500% a las industrias para el aumento
de las tarifas (no
del total de la boleta, que incluye otros elementos además de la tarifa) y las
empresas debieron recalcular las boletas que ya habían enviado.
El problema no se detuvo ahí: los juicios empezaron a
generar fallos adversos al
tarifazo, basados en lo mal que se hizo el proceso de suba de tarifas. Rápidamente hubo amparos vigentes en
Córdoba, Salta, Jujuy, Santa Cruz, Chubut, Río Negro, Mendoza y Neuquén, y
en San Carlos de Bariloche ,
Avellaneda, La Matanza y Moreno. La Cámara Federal de La Plata dictó un fallo que
declaró nulo el reajuste de las tarifas de gas, con alcance para todo el país.
El principal argumento de la Justicia para aceptar recursos de amparos y nulidad
es que el Gobierno no cumplió
con un requisito constitucional para el aumento de tarifas: la participación
popular, específicamente en este caso porque no llamó a
audiencias públicas.
Esto, nuevamente, sólo puede ser explicado como un error
producto de la falta de experiencia y asesoramiento legal; o como un intento de
pasar por encima de la ley para favorecer rápidamente a las empresas del
sector. Aranguren intentó defenderse alegando que las audiencias públicas se
realizaron en 2005, pero invocar algo tan lejano en el tiempo y en el contexto
económico no tiene ningún sentido – y es una de las razones por las cuales la
Justicia frenó el tarifazo -. Sobre todo porque el Gobierno también anunció que
esto era solamente la primera etapa del ajuste de tarifas, y que a partir del
segundo semestre o de 2017 vendrían nuevos aumentos.
Ante el descontento social y los reveses judiciales, el
Gobierno Nacional decidió corregir (una vez más) su tarifazo: ahora la boleta
de gas no podría aumentar más de 400% para hogares y 500% para empresas,
respecto del total pagado en la factura de igual bimestre de 2015.
Esto presenta dos problemas: el primero, que si el objetivo del
tarifazo era reducir paulatinamente la carga fiscal de los subsidios a la
energía, este primer “tarifazo” queda corto – el déficit casi no se reducirá -. El segundo, que es un incentivo
a derrochar energía. Si no nos importara el cuidado ambiental y miráramos sólo
nuestros bolsillos, a los hogares nos convendría gastar mucho gas en estos
meses.
¿Por qué? Porque este año, por mucho gas que ahorremos, el
aumento en nuestras boletas será al menos cercano al 400%. Entonces es mucho
más conveniente no preocuparse por ahorrar gas este año; y así el año que
viene, cuando haya un nuevo tarifazo, podremos mostrar que hemos reducido el
consumo de gas (respecto del que hayamos gastado este año) y entonces la nueva
suba de tarifas no nos afecte tanto. Así, el esquema que terminó implementando el Gobierno Nacional, como
resultado de sus sucesivos errores, incentiva el despilfarro de energía en el
corto plazo.
Un tarifazo torpe y demasiado parecido al clientelismo
El tarifazo constituye otra muestra del rosario de errores que
acumula Aranguren desde que asumió como Ministro. Ha tenido numerosas declaraciones fuera de lugar (como “cometemos
errores porque estamos aprendiendo”, una muestra de incompetencia
importante para un Gobierno que se jacta de su “meritocracia”).
Defiende ser dueño de acciones en Shell, empresa de la cual
era CEO hasta diciembre y que en el gobierno de Macri ya ganó 7 de las 8
licitaciones a las cuales se presentó, como si no existiera ningún conflicto de
intereses entre ese vínculo suyo con Shell y las políticas que pueda tomar como
Ministro. En este tarifazo, nunca logró aclarar cuánto iba a aumentar cada
servicio; por eso el problema surgió cuando las primeras boletas ya habían
llegado a los hogares con aumentos exorbitantes. Pero no está solo en esto:
este tarifazo fue defendido y avalado también por los demás Ministros y por el
Presidente Macri.
Es cierto el diagnóstico: “hacer algo” era necesario para que la burbuja de
subsidios no se tornara insostenible y dejara de beneficiar a quienes sí podían
pagar mayores tarifas, pero se podría haber hecho distinto. Se podría haber hecho gradualmente,
como en definitiva terminaron haciendo; o cuidando con más claridad y precisión
a los sectores que ya sabían que no iban a poder pagar semejante aumento. O se
podría haber hecho sin la ostentación en paralelo de haber eliminado
retenciones al sector agropecuario que sólo este año significa que el Estado le
cede a las empresas exportadoras un dinero que equivale al 2,2% del PBI – o
sea, más que ese 1,5% lo que se buscaba ahorrar con esta primera ronda de suba
de tarifas -.
Pero además el tarifazo implicaba transferir dinero de las
familias a las empresas proveedoras de servicios públicos, sin nunca hacer mención
al tema de la pésima calidad de los servicios brindados y la falta de
inversiones. Sin
ir más lejos, las empresas energéticas hicieron los arreglos en el sistema de
distribución que evitaron nuevos cortes de luz en los últimos dos años con una
buena ayuda de subsidios estatales: ¿qué incentivos u obligaciones legales
tienen para seguir invirtiendo en mantener o mejorar el sistema? Entre los
menores subsidios, la política de no utilizar las acciones que el Estado tiene
en las empresas privadas para influir sobre las decisiones de inversión, y la
(eterna) falta de renegociación de contratos de concesión, tienen vía libre
para seguir sin preocuparse por la calidad del servicio que prestan, mientras
el Estado nacional les sigue garantizando sus ganancias.
El Gobierno de Mauricio Macri tiene un objetivo: desarmar lo que
considera “excesos” del Estado. Pero algunos de esos “excesos” son necesarios
para sostener una calidad de vida digna a buena parte de la población, por más
que se los pretenda denigrar llamándolos “populistas” o “privilegios”. No puede
erradicar esos excesos y privilegios de golpe y sin antes solucionar los
problemas de desempleo, pobreza, miseria y exclusión social que existen en el
país (y que las primeras medidas de este Gobierno exacerbaron), porque significaría dejar sin
posibilidad de subsistencia digna a una buena parte de los 40 millones de
argentinos de los cuales es Presidente.
Leer la primer parte: Un tarifazo que
pega duro (parte 1)
Fuente: http://www.anred.org/spip.php?article12437
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