Macri apuesta a la Alianza del Pacífico
Los CEO´s
de la dependencia
6 de julio de 2016
En momentos en que se cumplen 200 años de la independencia, el
gobierno de Macri consolida la dependencia nacional estrechando sus lazos con
el imperialismo yanqui, apostando a la Alianza del Pacífico y al TPP. Como
contraparte es fundamental desarrollar la resistencia y aportar a la
construcción de una alternativa antiimperialista y socialista.
Por Izquierda
Revolucionaria
Mauricio Macri prometió una “Argentina de cara al mundo" y está
cumpliendo el compromiso a su manera: profundizando la subordinación y
dependencia de nuestro país, arrastrándose ante los más poderosos del globo, y
en primer lugar frente al imperialismo yanqui.
Por eso, aunque huela a provocación, no es sorprendente que el
presidente haya decidido convocar, nada menos que al rey emérito de España Juan
Carlos I, para el momento en que se cumplen dos siglos de la independencia
frente a la dominación colonial española. Es completamente coincidente con la
voluntad manifestada por el ministro Prat Gay dos meses atrás, cuando pidió
“perdón" al país europeo, por el supuesto maltrato recibido por sus
empresarios, a los que prometió un “paraíso de oportunidades" en la
Argentina.
En el mismo sentido, mientras el gobierno se vanagloria por hacer
un festejo “austero" del bicentenario de la independencia, todos los
gestos, y sobre todo las medidas económicas se orientan en el sentido de la
dependencia frente al gigante del norte.
No en vano, en pleno 24 de marzo, al cumplirse 40 años del golpe
genocida que fue financiado y promovido por EEUU y su Plan Cóndor, Mauricio
Macri recibió al presidente yanqui lavándole la cara a esa potencia
guerrerista. Del mismo modo, en este mes de julio, en un gesto claro de
compromiso político, seis ministros del gobierno actual se hicieron presentes
en la embajada norteamericana para acompañar los festejos por la independencia
de EEUU. Allí el embajador de Estados Unidos en la Argentina, Noah Mamet,
destacó que “bajo el liderazgo del Presidente Macri, la Argentina ha vuelto a
figurar en el escenario global, y nuestras relaciones bilaterales están
alcanzando nuevos niveles", considerando que “el cambio positivo que ha
ocurrido… ha superado todas nuestras expectativas".
Es comprensible esa visión optimista. En lo que va de su corto
gobierno, Cambiemos pagó sumas millonarias a los fondos buitres, se identificó
con la cruzada continental contra Venezuela, otorgó recientemente grandes
beneficios a los empresarios extranjeros liberalizando la compra de tierras en
el país, y apuesta a estrechar mucho más las relaciones económicas con los
EEUU.
De cara al mundo
El “modelo" macrista apuesta a reconfigurar la inserción
geopolítica y productiva de la Argentina mediante un nuevo esquema de alianzas
con los principales centros capitalistas del mundo. Este nuevo rumbo obviamente
no augura nada bueno para quienes vivimos de nuestro trabajo.
En el plano de la política exterior, el Gobierno ha tomado la
iniciativa de que la Argentina inicie un camino de reconversión, buscando
desandar sus membrecías del Mercosur, la Celac y la Unasur (acuerdos
geopolíticos, económicos y comerciales que fueron parte estructural de la
política económica durante los 12 años kirchneristas) y avanzar a paso firme
hacia la Alianza del Pacífico (AdP), los tratados de libre comercio (TLC) con
diversos países y, en perspectiva, hacia el llamado Tratado Transpacífico de
Cooperación Económica (conocido como TPP por sus siglas en inglés),
recientemente lanzado.
La participación de Macri en la reunión de Jefes de Estado de la
AdP del pasado 31 de junio, a propósito de la incorporación de la Argentina
como “país observador" de la Alianza, o la confesión del Secretario de
Comercio de la Nación, Miguel Braun, de las intenciones que tiene el Gobierno de
que la Argentina forme parte del TPP, son un botón de muestra de la
reconfiguración del bloque en el poder que entró en vigencia a partir del 10 de
diciembre de 2015. Esta reconfiguración implica que los nuevos administradores
del capitalismo argentino avancen hacia una profundización de la dependencia
frente a las principales potencias mundiales que todavía padecen las
consecuencias de la crisis iniciada en 2009 y que buscan el modo de sostener
sus niveles de rentabilidad transfiriendo el costo de la crisis a los sectores
populares de los países dependientes.
En este marco, el sector del capital financiero y productivo
encabezado por EEUU apuesta a defender sus posiciones en gran parte del globo,
desplegando su fuerza militar e interviniendo con fuertes políticas comerciales
que le permitan reconfigurar su dominación, algo que se refuerza para el caso
de América Latina. El fracasado ALCA como proyección del Tratado de Libre
Comercio de América del Norte (NAFTA por sus siglas en inglés), los TLC
bilaterales que los yanquis mantienen con gran parte de los países de la
región, la Alianza del Pacífico y el lanzamiento del TPP, son ejemplos claros
de estas políticas.
La Alianza del Pacífico y el TPP
La Argentina acaba de ser aceptada como “país observador" en la AdP. Esta instancia de
integración regional en la que están México, Chile, Perú y Colombia fue creada
en 2011 a
instancias de EEUU, e implica básicamente una gran área de libre comercio entre
todos los países que la
componen. Es decir, todos los bienes y servicios producidos
por uno de los socios del bloque pueden venderse libremente en los demás,
impidiendo la constitución de protecciones aduaneras y barreras comerciales
internas. Este bloque regional tiene como gran socio a EEUU, con quienes todos
los miembros de la AdP mantienen TLC, permitiendo que los yanquis inserten sin
dificultad sus productos (que son sustancialmente más baratos debido a las
notables diferencias en la productividad) en la estructura comercial, haciendo
inviable el desarrollo industrial y productivo local.
Las estadísticas de Chile hablan por sí solas. Su estructura
comercial abierta ha llevado a que su aparato productivo sea altamente
primarizado y que por tanto sus principales exportaciones estén compuestas por
cobre y derivados seguido por frutas, pescado, papel y celulosa. Por tanto,
Chile mantiene el TLC prácticamente con medio mundo: Estados Unidos, China,
Canadá, México, Centroamérica, Corea del Sur, Noruega, Suiza, Brunéi, Nueva
Zelanda, Singapur, Panamá, Colombia, Perú, Japón, Australia, Turquía, Malasia
y… Liechtenstein, quienes le proveen a nuestro país vecino casi la totalidad de
los productos manufacturados que consume. La estructura socioproductiva chilena
expone lo que constituye una las constantes en los países miembros de la AdP,
como lo es configurar aparatos productivos exclusivamente de commodities que
reciben del exterior todos los bienes que consumen. El acercamiento a este
bloque por parte de la Argentina implicaría entonces que, el poco y limitado
desarrollo productivo (ya que prácticamente todos los rubros dependen de la
importación de gran parte de los insumos y bienes de capital, constituyendo lo
que Milcíades Peña denominó como “pseudo industrialización"), implosione
con correr del tiempo, destruyendo millones y millones de puestos de trabajo
que hoy están insertos en este entramado productivo local.
En el caso del flamante TPP, firmado el pasado 4 de febrero en
Nueva Zelanda por Australia, Brunéi, Canadá, Chile, EEUU, Japón, Malasia,
México, Nueva Zelanda, Perú, Singapur y Vietnam, el potencial impacto en la
estructura productiva y social argentina es todavía más destructivo y pro
yanqui. Este tratado, que oficia de complemento a la Asociación Transatlántica
para el Comercio y la Inversión (TTIP, por sus siglas en inglés, firmada entre
EEUU y la Unión Europea ),
viene a redefinir las relaciones económicas internacionales, permitiendo que
EEUU mantenga negocios comerciales sin aranceles aduaneros con prácticamente
todo el planeta. Pero además de constituir un acuerdo de libre comercio, el TPP
pretende regular las inversiones, servicios financieros, telecomunicaciones,
comercio electrónico, política de competencia, empresas estatales, propiedad
intelectual, medio ambiente, derechos de los trabajadores, coherencia regulatoria,
desarrollo, transparencia y anticorrupción y mecanismos de solución de
controversias. También, y como objetivo estratégico fundamental, el TPP busca
crear una instancia supranacional para que las corporaciones (especialmente las
internacionales) puedan demandar a los gobiernos en cortes especialmente
diseñadas para dicho fin, si sienten que han sido tratadas de forma que las
perjudica. Al reconocer esta nueva institucionalidad, los estados miembros
aceptan que en el futuro parte de sus atribuciones queden limitadas por estas
instancias supranacionales, las cuales pasan a estar por sobre sus parlamentos
y sistemas judiciales.
Independencia es socialismo
La apuesta a la Alianza del Pacífico y el TPP, presentados por el
gobierno y los medios masivos de comunicación como un avance hacia el
desarrollo y la inserción en los mercados, no es otra cosa que una propuesta de
mayor sometimiento y dependencia. Supone una fuerte avanzada por parte de los
grandes capitalistas contra los trabajadores y el pueblo humilde en pos de
recomponer sus tasas de rentabilidad que vienen erosionándose en el marco de la
crisis mundial aún abierta. Ubica al gobierno y al capital local como socios
menores de los intereses imperialistas, y condena al resto del país al atraso y
la pobreza.
La alternativa frente al sometimiento y la entrega sólo puede
venir de las entrañas profundas de nuestro pueblo. Las ejemplares tradiciones
de resistencia que han nutrido nuestra historia de combate contra el
colonialismo y la opresión nutren en la actualidad las experiencias de lucha de
los trabajadores y el pueblo contra la dominación imperialista y la explotación
capitalista.
Sabemos que la entrega nacional que hoy encarna el macrismo debe
ser enfrentada sin ambigüedades, y somos concientes que las experiencias
“nacionales y populares" no han roto con el capitalismo y la subordinación
al imperialismo. Por eso apostamos a la única salida que tenemos como pueblo
para alcanzar la verdadera emancipación e independencia, la lucha incansable
hasta alcanzar un gobierno de los trabajadores y el pueblo, la conquista de una
patria socialista.
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