jueves, 7 de julio de 2016

"Sabemos que la entrega nacional que hoy encarna el macrismo debe ser enfrentada sin ambigüedades, y somos concientes que las experiencias “nacionales y populares" no han roto con el capitalismo y la subordinación al imperialismo. Por eso apostamos a la única salida que tenemos como pueblo para alcanzar la verdadera emancipación e independencia, la lucha incansable hasta alcanzar un gobierno de los trabajadores y el pueblo, la conquista de una patria socialista".

Macri apuesta a la Alianza del Pacífico

Los CEO´s de la dependencia

6 de julio de 2016

En momentos en que se cumplen 200 años de la independencia, el gobierno de Macri consolida la dependencia nacional estrechando sus lazos con el imperialismo yanqui, apostando a la Alianza del Pacífico y al TPP. Como contraparte es fundamental desarrollar la resistencia y aportar a la construcción de una alternativa antiimperialista y socialista.
Por Izquierda Revolucionaria
Mauricio Macri prometió una “Argentina de cara al mundo" y está cumpliendo el compromiso a su manera: profundizando la subordinación y dependencia de nuestro país, arrastrándose ante los más poderosos del globo, y en primer lugar frente al imperialismo yanqui.
Por eso, aunque huela a provocación, no es sorprendente que el presidente haya decidido convocar, nada menos que al rey emérito de España Juan Carlos I, para el momento en que se cumplen dos siglos de la independencia frente a la dominación colonial española. Es completamente coincidente con la voluntad manifestada por el ministro Prat Gay dos meses atrás, cuando pidió “perdón" al país europeo, por el supuesto maltrato recibido por sus empresarios, a los que prometió un “paraíso de oportunidades" en la Argentina.
En el mismo sentido, mientras el gobierno se vanagloria por hacer un festejo “austero" del bicentenario de la independencia, todos los gestos, y sobre todo las medidas económicas se orientan en el sentido de la dependencia frente al gigante del norte.
No en vano, en pleno 24 de marzo, al cumplirse 40 años del golpe genocida que fue financiado y promovido por EEUU y su Plan Cóndor, Mauricio Macri recibió al presidente yanqui lavándole la cara a esa potencia guerrerista. Del mismo modo, en este mes de julio, en un gesto claro de compromiso político, seis ministros del gobierno actual se hicieron presentes en la embajada norteamericana para acompañar los festejos por la independencia de EEUU. Allí el embajador de Estados Unidos en la Argentina, Noah Mamet, destacó que “bajo el liderazgo del Presidente Macri, la Argentina ha vuelto a figurar en el escenario global, y nuestras relaciones bilaterales están alcanzando nuevos niveles", considerando que “el cambio positivo que ha ocurrido… ha superado todas nuestras expectativas".
Es comprensible esa visión optimista. En lo que va de su corto gobierno, Cambiemos pagó sumas millonarias a los fondos buitres, se identificó con la cruzada continental contra Venezuela, otorgó recientemente grandes beneficios a los empresarios extranjeros liberalizando la compra de tierras en el país, y apuesta a estrechar mucho más las relaciones económicas con los EEUU.

De cara al mundo
El “modelo" macrista apuesta a reconfigurar la inserción geopolítica y productiva de la Argentina mediante un nuevo esquema de alianzas con los principales centros capitalistas del mundo. Este nuevo rumbo obviamente no augura nada bueno para quienes vivimos de nuestro trabajo.
En el plano de la política exterior, el Gobierno ha tomado la iniciativa de que la Argentina inicie un camino de reconversión, buscando desandar sus membrecías del Mercosur, la Celac y la Unasur (acuerdos geopolíticos, económicos y comerciales que fueron parte estructural de la política económica durante los 12 años kirchneristas) y avanzar a paso firme hacia la Alianza del Pacífico (AdP), los tratados de libre comercio (TLC) con diversos países y, en perspectiva, hacia el llamado Tratado Transpacífico de Cooperación Económica (conocido como TPP por sus siglas en inglés), recientemente lanzado.
La participación de Macri en la reunión de Jefes de Estado de la AdP del pasado 31 de junio, a propósito de la incorporación de la Argentina como “país observador" de la Alianza, o la confesión del Secretario de Comercio de la Nación, Miguel Braun, de las intenciones que tiene el Gobierno de que la Argentina forme parte del TPP, son un botón de muestra de la reconfiguración del bloque en el poder que entró en vigencia a partir del 10 de diciembre de 2015. Esta reconfiguración implica que los nuevos administradores del capitalismo argentino avancen hacia una profundización de la dependencia frente a las principales potencias mundiales que todavía padecen las consecuencias de la crisis iniciada en 2009 y que buscan el modo de sostener sus niveles de rentabilidad transfiriendo el costo de la crisis a los sectores populares de los países dependientes.
En este marco, el sector del capital financiero y productivo encabezado por EEUU apuesta a defender sus posiciones en gran parte del globo, desplegando su fuerza militar e interviniendo con fuertes políticas comerciales que le permitan reconfigurar su dominación, algo que se refuerza para el caso de América Latina. El fracasado ALCA como proyección del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (NAFTA por sus siglas en inglés), los TLC bilaterales que los yanquis mantienen con gran parte de los países de la región, la Alianza del Pacífico y el lanzamiento del TPP, son ejemplos claros de estas políticas.

La Alianza del Pacífico y el TPP
La Argentina acaba de ser aceptada como “país observador" en la AdP. Esta instancia de integración regional en la que están México, Chile, Perú y Colombia fue creada en 2011 a instancias de EEUU, e implica básicamente una gran área de libre comercio entre todos los países que la componen. Es decir, todos los bienes y servicios producidos por uno de los socios del bloque pueden venderse libremente en los demás, impidiendo la constitución de protecciones aduaneras y barreras comerciales internas. Este bloque regional tiene como gran socio a EEUU, con quienes todos los miembros de la AdP mantienen TLC, permitiendo que los yanquis inserten sin dificultad sus productos (que son sustancialmente más baratos debido a las notables diferencias en la productividad) en la estructura comercial, haciendo inviable el desarrollo industrial y productivo local.
Las estadísticas de Chile hablan por sí solas. Su estructura comercial abierta ha llevado a que su aparato productivo sea altamente primarizado y que por tanto sus principales exportaciones estén compuestas por cobre y derivados seguido por frutas, pescado, papel y celulosa. Por tanto, Chile mantiene el TLC prácticamente con medio mundo: Estados Unidos, China, Canadá, México, Centroamérica, Corea del Sur, Noruega, Suiza, Brunéi, Nueva Zelanda, Singapur, Panamá, Colombia, Perú, Japón, Australia, Turquía, Malasia y… Liechtenstein, quienes le proveen a nuestro país vecino casi la totalidad de los productos manufacturados que consume. La estructura socioproductiva chilena expone lo que constituye una las constantes en los países miembros de la AdP, como lo es configurar aparatos productivos exclusivamente de commodities que reciben del exterior todos los bienes que consumen. El acercamiento a este bloque por parte de la Argentina implicaría entonces que, el poco y limitado desarrollo productivo (ya que prácticamente todos los rubros dependen de la importación de gran parte de los insumos y bienes de capital, constituyendo lo que Milcíades Peña denominó como “pseudo industrialización"), implosione con correr del tiempo, destruyendo millones y millones de puestos de trabajo que hoy están insertos en este entramado productivo local.
En el caso del flamante TPP, firmado el pasado 4 de febrero en Nueva Zelanda por Australia, Brunéi, Canadá, Chile, EEUU, Japón, Malasia, México, Nueva Zelanda, Perú, Singapur y Vietnam, el potencial impacto en la estructura productiva y social argentina es todavía más destructivo y pro yanqui. Este tratado, que oficia de complemento a la Asociación Transatlántica para el Comercio y la Inversión (TTIP, por sus siglas en inglés, firmada entre EEUU y la Unión Europea), viene a redefinir las relaciones económicas internacionales, permitiendo que EEUU mantenga negocios comerciales sin aranceles aduaneros con prácticamente todo el planeta. Pero además de constituir un acuerdo de libre comercio, el TPP pretende regular las inversiones, servicios financieros, telecomunicaciones, comercio electrónico, política de competencia, empresas estatales, propiedad intelectual, medio ambiente, derechos de los trabajadores, coherencia regulatoria, desarrollo, transparencia y anticorrupción y mecanismos de solución de controversias. También, y como objetivo estratégico fundamental, el TPP busca crear una instancia supranacional para que las corporaciones (especialmente las internacionales) puedan demandar a los gobiernos en cortes especialmente diseñadas para dicho fin, si sienten que han sido tratadas de forma que las perjudica. Al reconocer esta nueva institucionalidad, los estados miembros aceptan que en el futuro parte de sus atribuciones queden limitadas por estas instancias supranacionales, las cuales pasan a estar por sobre sus parlamentos y sistemas judiciales.

Independencia es socialismo
La apuesta a la Alianza del Pacífico y el TPP, presentados por el gobierno y los medios masivos de comunicación como un avance hacia el desarrollo y la inserción en los mercados, no es otra cosa que una propuesta de mayor sometimiento y dependencia. Supone una fuerte avanzada por parte de los grandes capitalistas contra los trabajadores y el pueblo humilde en pos de recomponer sus tasas de rentabilidad que vienen erosionándose en el marco de la crisis mundial aún abierta. Ubica al gobierno y al capital local como socios menores de los intereses imperialistas, y condena al resto del país al atraso y la pobreza.
La alternativa frente al sometimiento y la entrega sólo puede venir de las entrañas profundas de nuestro pueblo. Las ejemplares tradiciones de resistencia que han nutrido nuestra historia de combate contra el colonialismo y la opresión nutren en la actualidad las experiencias de lucha de los trabajadores y el pueblo contra la dominación imperialista y la explotación capitalista.

Sabemos que la entrega nacional que hoy encarna el macrismo debe ser enfrentada sin ambigüedades, y somos concientes que las experiencias “nacionales y populares" no han roto con el capitalismo y la subordinación al imperialismo. Por eso apostamos a la única salida que tenemos como pueblo para alcanzar la verdadera emancipación e independencia, la lucha incansable hasta alcanzar un gobierno de los trabajadores y el pueblo, la conquista de una patria socialista.

Fuente: http://izquierda-revolucionaria.org/articulo/1125/los-ceos-de-la-dependencia/

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