miércoles, 27 de julio de 2016

II. Constatemos, tanto gobierno neoliberal como progresista, garantizan la “acumulación por exterminio” del capitalismo.

Código Civil y Comercial: una reforma antidemocrática, clerical y privatista
23 de octubre de 2014
Por Luís Zamora
Una reforma tan de fondo que hace a la organización familiar, el derecho a la vivienda, los contratos de alquiler, el derecho a la tierra, los bienes comunes (por ej. el derecho al agua), los pueblos originarios, y tantos más que influyen en nuestra vida cotidiana fue hecha por tres personas y solo debatida en comisiones y ámbitos reducidos.

Algunos antecedentes
En el Congreso se está por aprobar la unificación y reforma del Código Civil y del Código Comercial. El proyecto de ley fue enviado por el gobierno de Cristina Fernández. Los orígenes de esta reforma se encuentran en un decreto presidencial de Menem de mediados de los 90 con el argumento de “modernizar” esos Códigos. Recordemos que esa fue la palabra utilizada en esa década para avanzar en el saqueo privatizador y justificar el atropello a tantos derechos arrancados al pueblo trabajador.
 (…)Insólitamente el gobierno nacional eliminó del anteproyecto original (recuerdo que fue redactado, entre otros, por Lorenzetti y Highton de Nolasco) el artículo 241 del Anteproyecto que rezaba: “Derecho fundamental de acceso al agua potable: Todos los habitantes tienen garantizado el acceso al agua potable para fines vitales”. Esa enunciación garantizaba poco y nada ya que no iba acompañada de regulación complementaria alguna como sería exigible respecto a la propiedad pública (del pueblo) de lagos y humedales como a último momento se incluyeron glaciares y lagunas. Pero más allá de su carácter meramente enunciativo la eliminación es demostrativa del objetivo de desprotección y privatista de los bienes comunes como de priorizar el lucro capitalista por sobre las necesidades populares y el cuidado ambiental.

-También el gobierno propicia reducir el llamado “camino de sirga”, es decir el terreno que debe dejarse entre las propiedades inmobiliarias y el agua fluvial o marítima que en la actualidad es de 35 metros y que el proyecto baja a 15 metros. Y esto se hace cuando desde hace años poderosos propietarios, grandes empresarios o empresas no sólo no dejan ningún terreno libre entre sus propiedades y el agua sino que encima impiden el acceso público al agua, por ejemplo de lagos, con el uso de la violencia policial o de patotas armadas contratadas como seguridad privada llegando a asesinar personas que intentaron arribar a esas aguas que son públicas invocando que son intrusos que se introducen en predios privados. Y en vez de exigir que se respeten caminos de acceso al agua en todos los casos, se propicia reducir el llamado camino “de sirga”. (…) Leer

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