Acumulación por
exterminio
9 de julio de 2016
9 de julio de 2016
Por
Raúl Zibechi (La Jornada)
La evolución de la guerra en el último
siglo, en relación con la población, nos ofrece pistas sobre el tipo de
sociedad en que vivimos. Hasta la Primera Guerra Mundial
los combates sucedían entre ejércitos nacionales, en las barricadas, donde se
producían las grandes carnicerías que inflamaron la conciencia obrera.
Afectaban a la población de manera indirecta, por la muerte masiva de hijos y
hermanos. Cuando lo hacían de forma directa, eran las más de las veces efectos colaterales del conflicto o, en ocasiones,
escarmientos para debilitar la moral de quienes peleaban en el frente.
Con la
Segunda Guerra Mundial las cosas cambian de manera radical.
Desde los bombardeos de Hamburgo y Dresde hasta las bombas atómicas sobre
Hiroshima y Nagasaki, pasando por el bombardeo japonés a Chongqing hasta los
campos de concentración alemanes, el objetivo pasó a ser la población. Hay un
antes y un después de esa guerra y de los campos de concentración, como señala
Giorgio Agamben, ya que tanto el campo como el bombardeo estratégico se convirtieron en paradigmas de la
política y de la guerra modernas.
No se trata de la aparición de la aviación como forma central del
combate. Al revés: la aviación se convierte en decisiva porque el objetivo pasa
a ser la población.
Vietnam es otro punto de inflexión. Es la primera vez que los
muertos estadunidenses se cuentan por miles, con un impacto mucho mayor que en
las guerras anteriores. A partir de ahí, la guerra aérea redobla su importancia
para evitar entrar en el cuerpo a cuerpo con el inevitable saldo de bajas
propias.
La acumulación por despojo (minería a cielo
abierto, monocultivos como la soya y las megaobras) tiene una lógica similar a
la guerra actual, no sólo por el uso de herbicidas ensayados en la guerra
contra el pueblo vietnamita, sino por la propia lógica militar: despejar el
campo de población para hacerse con los bienes comunes. Para despojar/robar, es
necesario quitar del medio a esa gente tan molesta; es el razonamiento del
capital, una lógica que vale tanto para la guerra como para la agricultura y la
minería (http://goo.gl/OBH7an).
Por eso, es importante referirse al modelo
actual como cuarta guerra
mundial, como hacen los zapatistas, ya que el sistema se comporta de ese modo,
incluyendo por supuesto la medicina alopática que se inspira en los principios
de la guerra. Los
argumentos del EZLN cuadran con los de Agamben, cuando señala que el dominio de
la vida por la violencia es el modo de gobierno dominante en la política
actual, en particular en las regiones pobres del sur global.
La brutal represión a los maestros en Oaxaca
muestra la existencia de un totalitarismo disfrazado de democracia, que según
Agamben se caracteriza por “la instauración, mediante el estado de excepción,
de una guerra civil legal, que permite la eliminación física no sólo de los
adversarios políticos, sino de categorías enteras de ciudadanos que por
cualquier razón resultan no integrables en el sistema político (El Estado de
excepción, p. 25). El mismo
autor nos recuerda que desde los campos de concentración no hay retorno posible
a la política clásica, aquella que estaba focalizada en la demanda al Estado y
la interacción con las instituciones.
¿Cómo denominar una forma de acumulación
anclada en la destrucción y muerte de una parte de la humanidad? En la lógica
del capital, la acumulación no es un fenómeno meramente económico, de ahí la
importancia del análisis zapatista que pone el acento en el concepto de guerra.
Quiero decir que el tipo de acumulación que necesita el capital en el periodo
actual, no puede sino ir precedido y acompañado estructuralmente de la guerra
contra los pueblos. Guerra y acumulación son sinónimos, a tal punto que
subordinan al Estado-nación a esa lógica.
El tipo de Estado adecuado para esa clase de acumulación/guerra es
el punto débil de quienes analizan la acumulación
por desposesión o el posextractivismo.
En estos análisis, más allá del valor que poseen, encuentro varios problemas a
ser debatidos para fortalecer las resistencias.
El primero es que no se trata de modelos económicos, solamente. El
capitalismo no es una economía, es un sistema que incluye una economía
capitalista. En su etapa actual, el modelo extractivo o de acumulación por robo
no se reduce a una economía, sino a un sistema que funciona (desde las
instituciones hasta la cultura) como una guerra contra los pueblos, como un
modo de exterminio o de acumulación por exterminio.
México es el espejo en el que podemos mirarnos
los pueblos de América Latina y del mundo. Los más de 100 mil muertos y las
decenas de miles de desaparecidos no son una desviación del sistema, sino el
núcleo del sistema. Todas las partes que integran ese sistema, desde la
justicia y el aparato electoral hasta la medicina y la música (por poner apenas
ejemplos), son funcionales al exterminio. Nuestra música y nuestra justicia (y así con todos los aspectos
de la vida) son parte de la resistencia al sistema. Están desgajadas o
separadas del mismo. No forman parte de un todo sistémico, sino que integran ya
el otro mundo.
La segunda cuestión es que las instituciones
estatales han sido formateadas por y para la guerra contra los pueblos. Por eso
no tiene el menor sentido dedicar tiempo y energías en incrustarse en ellas,
salvo para quienes crean (por ingenuidad o interés mezquino) que pueden
gobernarlas a favor de los de abajo. Este es quizá el principal debate
estratégico que afrontamos en esta hora sombría.
En suma, crear y cuidar nuestros espacios y protegernos del arriba
sin dejarnos seducir por sus escenarios, se torna en la cuestión vital de
nuestros movimientos. Recordemos que, para Agamben, los recluidos en el campo
son personas a las que cualquiera
puede matar sin cometer homicidio. Esta forma de ver el mundo actual explica
mejor los hechos de Ayotzinapa y Nochixtlán que los discursos sobre democracia
y ciudadanía, que apelan a la justicia del sistema.
http://www.jornada.unam.mx/2016/07/08/opinion/019a1pol
Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=214305
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