Brexit, una salida reaccionaria
29 de junio de 2016
Por Rolando
Astarita
Algunos lectores del blog me consultaron acerca del triunfo del
voto a favor de la salida de Gran Bretaña de la Unión Europea. Lo
central, en mi opinión, es que ha
triunfado la opción más reaccionaria. Por supuesto, quedarse o
salir de la UE son dos alternativas del capitalismo. Hoy, con un gobierno y un
Estado capitalista, no existe ninguna posibilidad de que haya un “Remain” o un
“Leave” por izquierda. Sin embargo, de las dos alternativas, la permanencia era
la menos reaccionaria (o el mal menor, para utilizar una expresión tradicional
en el reformismo). Era la menos reaccionaria porque tomaba distancia del
nacionalismo extremo.
No hay manera de disimular el contenido reaccionario del resultado
del referéndum británico. La campaña por Leave tuvo como eje el “primero Gran
Bretaña”. Claramente, el triunfo de esta opción va a alentar la xenofobia, el
nacionalismo y el rechazo a los inmigrantes. No es casual que la
intención de voto a favor de la salida haya crecido en los últimos meses a
medida que crecía la cuestión de la inmigración. Por eso, una de las promesas
centrales del movimiento Leave es terminar con el libre movimiento de
ciudadanos europeos, que permite la
UE. El líder del derechista Partido por la Independencia del
Reino Unido (UKIP), Nigel Farage, incluso ha dicho que no se debería permitir
la permanencia de aquellos inmigrantes que viven en el país. Y los líderes del
Leave (conservadores en su mayoría) sostienen que al dejar la UE Gran Bretaña
retomará el control en áreas como la ley de empleo y seguridad e higiene
laboral, algo que los capitales consideran favorable para sus negocios.
Tengamos presente también que el triunfo del Leave se inscribe en
el ascenso de una peligrosa ola nacionalista y de derecha: en Austria, el
Partido de la Libertad (FPÖ); en Alemania, Alternativa para Alemania (AfD); en
Francia, el Frente Nacional; en Dinamarca, el Partido Popular; en Ucrania el
Partido de la Libertad; en Finlandia, los Verdaderos Fineses; en Suecia, los
Demócratas de Suecia; en Holanda, el Partido por la Libertad (PVV); en Noruega,
el Partido del Progreso; en Grecia, Amanecer Dorado. Todas estas fuerzas han
registrado avances o se han consolidado de forma significativa en los últimos
años. Agreguemos que en Polonia está en el gobierno Ley y Justicia, promoviendo
medidas retrógradas y xenófobas. En Hungría la derecha nacionalista y xenófoba
también está en el gobierno con la Unión Cívica , flanqueada por otra fuerza todavía
más a la derecha.En
Letonia integra la alianza gubernamental la ultraderechista
Alianza Nacional. El ascenso de Donald Trump en EEUU también
puede considerarse parte de este fenómeno. Y en Gran Bretaña el ya mencionado
UKIP. Todas estas fuerzas promueven políticas nacionalistas y xenófobas como
respuesta al estancamiento económico, a la desocupación, a las crecientes
desigualdades sociales y a la falta de perspectivas de las masas trabajadoras.
Una nueva demostración de que las crisis no generan mecánicamente conciencia
anticapitalista o socialista. Es significativo que en localidades obreras, con
tradición socialista, laborista o comunista, crezca el voto a partidos de la
ultraderecha nacionalista.
En definitiva, es imposible encontrar algún elemento positivo en
la salida de Gran Bretaña de la
UE. Ni siquiera se puede sostener que haya algún rasgo de
nacionalismo progresista, como se suele alegar con respecto a los nacionalismos
en los países del tercer mundo. En Gran Bretaña estamos ante un nacionalismo de gran potencia.
Oponerse a la internacionalización del capital desde el punto de vista de los
intereses de la “gran nación” no tiene nada de progresivo.
La segunda cuestión a señalar es que esta retirada de la UE no va a revertir la tendencia a la
internacionalización de la economía británica. El capitalismo no
puede sobrevivir en los límites de las fronteras nacionales. El comercio anual
de Gran Bretaña con la UE alcanza los 575.000 millones de dólares anuales. El
45% de las exportaciones británicas van al área europea. Esta es una presión
objetiva para negociar alguna forma de relación similar a la que tiene Noruega
o Suiza con la UE; o incluso algún acuerdo como el que negoció Europa con
Canadá. Los políticos partidarios del Leave prometen, además, establecer nuevos
acuerdos de libre comercio, entre ellos con China.
Sin embargo, las
consecuencias de la salida de Gran Bretaña pueden ser graves. Las negociaciones
por la forma en que conectará el capital británico con la UE, o el resto del
mundo, estarán plagadas de tensiones. Y la economía de Gran Bretaña es la
segunda mayor de Europa. Los mercados están reaccionando con fuertes caídas;
las acciones europeas y las del Deutsche Bank se hundieron; capitales líquidos
buscan refugio en los bonos del Tesoro de EEUU, o en el oro, como acostumbra
ocurrir en las crisis agudas; y la libra tocó el nivel más bajo en 30 años.
Además, en Escocia ganó la permanencia en la UE y en consecuencia las demandas
por la independencia de Gran Bretaña pueden incrementarse. Dada la debilidad de
la economía mundial, esta situación afectará a las inversiones globales y con
ello contribuirá a la caída de la demanda. No se puede descartar incluso que este
evento sea el disparador de una nueva recesión mundial.
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Fuente: https://rolandoastarita.wordpress.com/2016/06/24/brexit-una-salida-reaccionaria/
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