El nuevo dominio
petrolero
en América Latina
22 de mayo de 2018
Por
Agustín Ávila Romero (Rebelión)
Para nadie es un secreto que detrás de la llegada de Donald Trump
a la presidencia de Estados Unidos se encontraron claramente los intereses
económicos de la industria armamentista, los petroleros partidarios de las
nuevas técnicas de explotación vía fracking y las grandes empresas promotoras
de organismos genéticamente modificados, acaparamiento y especulación con del
precio de alimentos.
Detrás de la lógica de estos grandes corporativos debemos entender
las últimas acciones que Trump ha emprendido en América Latina como el envió de
la guardia nacional a cubrir la frontera con Estados Unidos y México y el apoyo
incondicional para la ocupación de espacios petroleros estratégicos en el continente.
Es relevante también sus decisiones respecto a Irán, cuyo impacto fue inmediato
en las cotizaciones de las acciones de las empresas militares y en el precio
del petróleo. Este último ya ronda los 80 dólares por barril y puede elevarse
aún más, para proporcionar una alta rentabilidad a las empresas dedicadas a la
explotación petrolera a través de la fractura hidráulica que necesitan un
precio alto.
Es tal la fiesta del dinero que hace tan sólo
unos meses atrás Estados Unidos producía 145 mil barriles de petróleo shale y
ahora está a punto de lograr un record histórico en Junio de este año de 7.18
millones de barriles de petróleo shale diariamente, según información de la
Administración de Información Energética de Estados Unidos. Lo cual es
acompañado también por el aumento impresionante de la producción de gas natural
estadounidenses que se encontraría por arriba de los 68.100 millones de pies
cúbicos por día.
Todo ello junto con la caída de producción de
países latinoamericanos ha llevado al mercado financiero a impulsar al alza el
precio futuro a 6 meses del crudo Brent, donde las empresas estadounidenses no
pierden, mientras
a las empresas petroleras del cono sur les imponen condiciones de compra a
precios fijos, cuando la tendencia es probablemente que el petróleo alcance
nuevamente la barrera de los 100 dólares por barril a finales de año.
Esta dinámica ha colocado a Estados Unidos en
el el tercer lugar como extractor de petróleo del mundo, sólo detrás de Rusia y
Arabia Saudita quedando ya muy atrás en este rubro la extracción en Brasil
(10º.), Venezuela(11º.) y México (12º.). (OPEP, 2018)
Las grandes empresas corporativas petroleras están viviendo un
sueño hecho realidad, los mercados y la producción petrolera latinoamericana en
manos de empresas estatales hasta hace unos años, se está abriendo y
proporcionando ganancias extraordinarias para la clase capitalista
trasnacional.
Desde Brasil y México hasta Colombia, Argentina y Uruguay los
gobiernos están abriendo sus tierras, aguas someras y mares a subastas
internacionales. Son más de 500 mil kilómetros cuadrados -el tamaño de España-
lo que están ofreciendo en bloques los diferentes países latinoamericanos.
Por ello en las geografías latinoamericanas no
hay nada que festejar. Por ejemplo, en México la producción de petróleo viene
cayendo drásticamente. A marzo de este año PEMEX –la petrolera estatal
mexicana- tuvo una caída anual de 7.6% en su producción generando solamente 1,
864 millones de barriles diarios de crudo, una baja anual de 153 mil 340 barriles
por día. Todo ello en un contexto de apertura energética que inicio en 2013 y
que permitió la llegada de inversión privada nacional y extranjera, a las
cuales se les han entregado proyectos de exploración y posterior explotación de
pozos petroleros terrestres y en aguas someras y profundas. Existiendo ya más
de 100 contratos privados que significan una inversión de 160 mil millones de
dólares. Ello
ha significado la apropiación de espacios estratégicos por parte de empresas
extranjeras como Total y Exxon, Chevron, China Offshore y el nacimiento de
otras empresas de políticos mexicanos como Sierra Energy. Más de 100 mil
kilómetros cuadrados –similar a todo el territorio griego- se encuentran ya
bajo exploración y posible explotación petrolera y sus derivados en México.
A este negro panorama se suma la importación
de gasolinas en México aumentándose dramáticamente la dependencia. Ya
que mientras el año pasado se importaban 6 de cada 10 litros de gasolina,
para el primer trimestre de 2018 se introdujeron del extranjero 7.5 de cada 10 litros , lo cual
también ha impactado la vida de los mexicanos al ocasionarse la espiral
inflacionaria más alta de las últimas décadas.
Desde 1982 el gobierno mexicano no ha
construido una nueva refinería y 3 de las 6 refinerías que tiene México fueron
cerradas temporalmente en los dos primeros meses de este año por problemas de
operación. A ello se suma la colusión entre la delincuencia y la clase política
en el robo de gasolina, de 3 mil tomas clandestinas de robo que existían en
2014, en el 2017 fueron localizados más de 9 mil 500 tomas fundamentalmente en
los estados de Guanajuato, Puebla y Tamaulipas.
La situación en Venezuela de explotación de
petróleo no es diferente. En Agosto del año pasado su producción era de 2.1
millones de barriles de petróleo diarios y según el reporte que presentó la
OPEP la semana pasada en Marzo de 2018 sólo bombeó una media 1.5 millones de
barriles diarios, una caída de la producción del 28%. A ello se suma la
creación de dificultades por parte de los grandes corporativos para que la empresa PDVSA cumpla
sus compromisos de abastecimientos con empresas de operaciones mixtas.
Todo ello en un momento en el cual las
importaciones de petróleo venezolano en Estados Unidos alcanzan el menor nivel
desde 1982 como parte de la estrategia de dominación-intervención de la
producción y los mercados petroleros.
Por ejemplo, la empresa Total
durante el 2017 dejó de comprar el crudo venezolano, Motiva, Phillips 66,
Citgo, Valero u Chevron disminuyeron sus importaciones desde Venezuela el 70%,
56%, 17%, 13% y 6% respectivamente, esta reducción innegable es el preámbulo
del embargo petrolero que anunciará Trump próximamente sobre
la producción petrolera venezolana, para cerrar su estrategia de dominio del
oro negro y buscar la rendición del gobierno nacionalista venezolano.
Frente a ello el gobierno de Venezuela ha
colocado el 40% de sus exportaciones de petróleo en el abastecimiento de China
e India, los cuales dependen tanto de Venezuela como de Irán para su funcionamiento,
lo cual no será fácil de eludir por Trump. Por ello, en la dinámica de dominio
estadounidense se ha colocado a la estadounidense
ConocoPhillips con el papel de sabotear el abastecimiento
petrolero venezolano a los mercados asiáticos, tomando el control de activos de
PDVSA en Curazao -donde se reciben los buques petroleros más grandes que envían
combustibles por el Pacífico- para exigir el pago de bonos internacionales, lo
cual pone bajo amenaza el movimiento del crudo ya que los cargueros pueden salir
a aguas internacionales y correr la amenaza de ser incautados. A la estrategia
de ConocoPhillips lo más seguro es que se sumen otras empresas mineras y
petroleras para intentar la caída de la gigante petrolera venezolana.
Un colapso del gobierno de Venezuela no
conviene a China que ha realizado inversiones (prestamos) cuantiosos en ese
país ni a Rusia que ha aprovechado el escenario para colocarse en la
explotación de yacimientos petroleros, por lo que las perspectivas de tensiones
internacionales se mantendrán en la zona con la respectiva tendencia al alza
del precio del petróleo que contribuye a la rentabilidad de los corporativos
que apoyaron a Trump en su campaña electoral.
En Brasil la otrora fuerte Petrobras mira como
espectadora preferencial la llegada de inversiones crecientes de corporativos
petroleros. Para junio de este año 16 grandes firmas petroleras como la Royal Dutch se han
registrado para participar en la espectacular cuenca de petróleo de Presal de
Brasil que posee miles de millones de barriles de petróleo en el fondo de
océano. A ella se suma el interés de las estadounidenses Chevron y ExxonMobil
junto con la noruega
Statoil y la francesa Total. El alza del precio de petróleo
impulsada por Trump les ayuda en sus inversiones, ya que el precio de
equilibrio que requieren es de 45 dólares por barril para hacer rentable su
actividad, por ello British Petroleum y Exxon Mobil ya han participado en
subastas anteriores en esa zona por las grandes perspectivas de ganancias.
Mientras los corporativos están de fiesta,
Petrobras se suma a los resultados menores de Pemex y PDVSA con respecto al año
pasado. En su informe trimestral de 2018, Petrobras informa que la producción
total de petróleo y gas natural en el primer trimestre de 2018 fue de 2 millones
680 mil barriles de petróleo diarios, un 4% inferior al primer trimestre de 2017. A ello se suma la
caída de ventas en un 9% y de 7% en la producción de derivados del petróleo.
Petrobras paso de controlar en 2010 el 93% de la producción de petróleo de Brasil
a sólo el 75% en febrero de este año. Con el expresidente Lula en la cárcel
todavía, es el campo petrolero que lleva su nombre el que aporta la mayor
cantidad de petróleo y gas a ese país con más de 850 mil barriles de petróleo
diarios.
La producción de petróleo argentino también
cayo 3.8% en 2016 y 6.3% en 2017. La estatal YPF suma también una caída en la
producción de petróleo de 2017
a 2018, al pasar de 3.18 millones de metros cúbicos, a
3.15 millones de metros cúbicos. Mientras eso sucede con la principal empresa
petrolera argentina, Pan American Energy tuvo un alza de 3.49% y Petroquímica
Comodoro de 28.89%. Además Argentina destaca en la entrega impresionante de vastas
áreas de exploración para los corporativos internacionales, se espera que en julio
de este año ponga más de 225 mil kilómetros cuadrados -2 veces el territorio
cubano- bajo exploración corporativa petrolera en alto mar.
Y es en territorio argentino y en específico en la provincia Neuquén
donde se instalan los pozos de fractura hidraúlica (fracking) que ocasionan
grandes problemas de contaminación y que destruyen la forma de vida comunitaria
de los mapuches. Además que producen una demanda impresionante de agua de la
región, ya que dicha actividad requiere más de 11 millones de litros de agua.
El gran yacimiento de Vaca Muerta presentado como el detonante del crecimiento
gasífero argentino –y la principal reserva de gas de América Latina con más de
30 mil kilómetros cuadrados- es hoy un punto de disputa central entre la
dinámica capitalista petrolera y el derecho a la vida y a la ecología de las
poblaciones locales.
Y es que en todo este proceso de dominio de las
trasnacionales del oro negro de América Latina está en disputa el derecho a un
ambiente sano, al territorio de los pueblos y al uso de sus bienes naturales
para el beneficio y la buena vida de las comunidades, NO para las ganancias
extraordinarias y la economía de la destrucción de naturaleza y el cambio
climático que promueven dichos corporativos.
Frente a esta panorama de despojo y
devastación nos queda como mejor opción aquella que formuló Eduardo Galeano en
las Venas Abiertas de América Latina: “Tenemos todo prohibido, salvo
cruzarnos de brazos?”.
Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=241911
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