La lucha proletaria en
el nuevo contexto capitalista
9 de mayo de 2018
Por
Homar Garcés (Rebelión)
La historia humana de los dos últimos siglos tiene como rasgo
característico el antagonismo y las contradicciones existentes entre el capital
y el trabajo asalariado. Esto generó concepciones políticas e ideológicas
(algunas con intenciones conciliadoras) que defienden o justifican a uno u otro
elemento en pugna. Otro tanto hay que decir de la diversidad de derechos
socioeconómicos que conquistaran los trabajadores, a costa de sus vidas, luego
de librar múltiples luchas en diferentes épocas, las cuales no son, por
consiguiente, concesiones generosas y espontáneas de quienes conforman la clase
capitalista dominante. En contrapartida, la clase capitalista dominante -como
siempre- busca expandir sus ganancias a expensas de la fuerza de trabajo
asalariada, juntamente con los recursos existentes en toda la naturaleza, en un
proceso de explotación y depredación que amenaza seriamente con destruir todo
vestigio de vida sobre la Tierra; cuestión ésta que se ha acelerado gracias a
la globalización neoliberal y a la oferta engañosa sostenida de un progreso
compartido armoniosamente entre todos (que nunca deja de ser desigual y
excluyente, pero que aún motiva a muchos a creer que sí es posible).
«Cuando las fuerzas conservadoras toman la ofensiva, quien paga el
precio más caro es el trabajador. Él ve amenazado su empleo, sus derechos, su
salario, su educación, su salud. Este primero de mayo -día del trabajador y no
del trabajo, como algunos insisten en decir- encuentra a la gran mayoría de los
trabajadores del mundo en situación penosa. Perdiendo derechos y con muchas
dificultades para defenderlos»,
explica Emir Sader en su artículo «El día y la noche del trabajador». Amparados
en su poder económico y, ahora, político, los dueños del capital globalizado (junto
a sus asociados nacionales) han conseguido «socializar las pérdidas» y
«privatizar las ganancias», imponiendo sus intereses por encima de las
mayorías. Esto hace que la lucha proletaria se disperse, se desmovilice y se
reduzca a conquistas laborales parciales, favoreciendo en muchos casos la
posición del sector privado de la economía, en la confianza absurda de que éste
compartirá sus dividendos con todos.
La confrontación entre las fuerzas productivas y las relaciones de
producción (propiedad, dominación), fuerza de trabajo, medios
de trabajo y medios de producción
materiales trasciende los marcos de entendimiento y de lucha del pasado.
Asimismo, aun cuando algunos insistan en su simplificación, la realidad creada
por el capitalismo neoliberal en el mundo contemporáneo traspasa los límites
nacionales, convirtiéndose en una realidad global, cuyos tentáculos abarcan ya
no solamente lo económico, sino que se desparraman abiertamente hacia lo
político y su rama militar, como en los casos de Estados Unidos, Brasil y
Argentina.
«No es necesario leer El Capital de Marx -nos
asegura Octavio Alberola, histórico teórico y militante anarquista de origen
español- para comprender que la apropiación de la plusvalía, producida por la
explotación del trabajo, es la única razón de ser del capitalista y que esta
ambición de apropiación no tiene límites para él, salvo lo que en ciertos
momentos históricos le ha impuesto la lucha de clases. Así ha sido hasta ahora
y, por el momento, nada indica que los capitalistas estén dispuestos a
renunciar a la acumulación sin límites, pues ni siquiera les parece suficiente
una justa retribución entre el trabajo y el capital». A pesar del tiempo
transcurrido y de las diferentes mutaciones que ha podido sufrir el capitalismo
desde que Marx la revelara al mundo, esta es una verdad incuestionable; máxime
ahora cuando el capitalismo global apunta a controlar enclaves productivos de
exportación en diferentes puntos del orbe que gozarían de una excepcionalidad
jurídica y arancelaria, sin que se vea perjudicado o sometido por las
legislaciones locales o nacionales donde éstos funcionen, en una especie de
nuevas regiones coloniales. Ello enmarca la lucha proletaria en la actualidad,
lo que impone como reto adoptar una serie de objetivos por obtener como lo son
la democracia económica, la sostenibilidad ecológica, la justicia ambiental, el
desarrollo de las economías locales, la libre determinación y la soberanía de
los pueblos, la defensa de las tierras comunitarias, la cooperación mutua y
equitativa, además de otros bienes comunes que resultan inconvenientes e
incompatibles en el nuevo contexto capitalista.
No hay comentarios:
Publicar un comentario