Un movimiento fluido: construyendo
un buen gobierno del agua en México
mayo 2018
mayo 2018
Gerardo Alatorre Frenk
Los conflictos sociales, políticos y ambientales ligados a la gestión del agua en el mundo actual son clara muestra de las tensiones características de este momento histórico, en el que el sistema capitalista desata su voracidad por lo que considera “recursos energéticos, hídricos y minerales”. Este modelo neoliberal de acumulación tiene graves consecuencias para el tejido social, el acceso de la gente al agua, las cuencas hidrográficas y los territorios. Muchas regiones del planeta, incluyendo a México, son un campo de batalla, y lo que está en juego es la vida misma de las comunidades y de los ecosistemas.
Los conflictos sociales, políticos y ambientales ligados a la gestión del agua en el mundo actual son clara muestra de las tensiones características de este momento histórico, en el que el sistema capitalista desata su voracidad por lo que considera “recursos energéticos, hídricos y minerales”. Este modelo neoliberal de acumulación tiene graves consecuencias para el tejido social, el acceso de la gente al agua, las cuencas hidrográficas y los territorios. Muchas regiones del planeta, incluyendo a México, son un campo de batalla, y lo que está en juego es la vida misma de las comunidades y de los ecosistemas.
Vivimos en un mundo
transnacional; una élite global corporativa maneja los flujos financieros y
comerciales, la geopolítica, los grandes medios
de comunicación; y la mayoría de nuestros gobiernos latinoamericanos son
engranes de esa máquina. Esto impacta directamente las políticas de gestión
hídrica: además de fomentar la privatización de los servicios de abasto y
saneamiento de agua, se impulsan reformas estructurales que buscan asegurar la
disponibilidad del líquido para la minería a cielo abierto y los
emprendimientos energéticos (hidroelectricidad, extracción de hidrocarburos
mediante fractura hidráulica y cultivo de agrocombustibles).
Sin embargo, los Estados pueden
verse obligados (o están viéndose obligados) a abrir espacio político a otras
maneras de concebir e instrumentar la gestión de las cuencas y el agua.
Veremos
aquí el caso de Agua para Tod@s Agua para la Vida, un ejemplo de cómo están
gestándose futuros distintos al que el sistema hegemónico nos presenta como
único posible. Quizá en todo el planeta están emergiendo futuros de carácter
comunitario, solidario y sustentable; si en ocasiones resulta difícil
percibirlos es, probablemente, porque son tan nuevos que faltan palabras para
nombrarlos.
Una coyuntura propicia para la defensa del agua y el territorio.
Una coyuntura propicia para la defensa del agua y el territorio.
Al ir estructurándose el proyecto corporativo
de control del agua como elemento de la acumulación capitalista, y al hacerse
visibles sus efectos sociales y ambientales, también van surgiendo otros
proyectos, en los que el agua es concebida como un bien común, un elemento
vital para los seres humanos y no humanos, y un sustento para la salud, la
alimentación y diversas necesidades sociales básicas. Frente a las pretensiones
de centralizar la toma de decisiones al servicio de la acumulación de riqueza y
poder, surgen actores políticos que buscan instaurar formas de gobierno
democráticas y descentralizadas donde las comunidades, a distintas escalas,
asumen el control de la gestión del agua y las cuencas. Así va adquiriendo consistencia
un poder alternativo, un poder emergente, un contrapoder, que cristaliza en
organizaciones, instituciones, redes, programas, agendas de acción política,
etc., desde la escala local hasta la mundial.
El agua se ha convertido en un
campo de batalla y es, a la vez, un poderoso aglutinante político. Actores
sociales y políticos con intereses muy distintos convergen cuando del agua se
trata, llegando, inclusive, a la alta diplomacia. Una chispa aportada por el
Gobierno boliviano encendió en 2010 toda una presión internacional que llevó a
la firma, por parte de la
Asamblea General de las Naciones Unidas, de la Resolución que
establece el derecho humano al agua y al saneamiento.
El
Gobierno mexicano suscribió dicha Resolución y, dos años después, el derecho
humano al agua quedó plasmado en la Constitución mexicana, reconociéndose la
necesidad de una nueva legislación del agua, capaz de garantizar el ejercicio
de dicho derecho; la nueva ley habrá de llamarse Ley General de Aguas (LGA). El
artículo 4 constitucional establece que “toda persona tiene derecho al acceso,
disposición y saneamiento de agua para consumo personal y doméstico en forma
suficiente, salubre, aceptable y asequible. […] El Estado garantizará este
derecho y la ley definirá las bases, apoyos y modalidades para el acceso y uso
equitativo y sustentable de los recursos hídricos estableciendo la
participación de la Federación, las entidades federativas y los municipios, así
como la participación de la ciudadanía para la consecución de dichos fines”.
A raíz de esta reforma
constitucional se produce en México un fenómeno muy poco común: la sociedad
civil se organiza, sin pasar por los partidos políticos, para elaborar una
iniciativa ciudadana de ley. Un grupo de profesionistas políticamente activos
en distintos lugares del país convocó a diversas organizaciones de la sociedad
civil, comités comunitarios de agua e investigadores que desde años atrás ya
veníamos movilizándonos a escala local, regional o de cuenca, para construir
contrapoder en cuestiones ligadas a la gestión del agua. Consideramos que se
trataba de una coyuntura favorable para avanzar hacia una más consistente
coordinación de esfuerzos, con vistas a incidir políticamente a escala
nacional, así como a potenciar, fortalecer y proteger las luchas regionales.
En
diciembre de 2012 tuvo lugar un primer Congreso Nacional, al que asistimos
cerca de 400 personas y así nació la Coordinadora Nacional
Agua para Tod@s Agua para la Vida (www.aguaparatodos.org.mx), en la cual ha venido
participando quien esto escribe. No solo se planteó la redacción de una
Iniciativa Ciudadana de Ley General de Aguas (IC-LGA); en última instancia, lo
que nos convocó fue el propósito de construir lo que llamamos un buen
gobierno del agua, es decir una gestión democrática, participativa,
descentralizada y sustentable del agua y las cuencas. Actualmente participan en
Agua para Tod@s algunos sindicatos, centrales campesinas, comunidades
eclesiales de base, periodistas y abogados, además de distintos comités
comunitarios de agua, organizaciones de la sociedad civil y académicos.
¿Cómo se
tejen sinergias entre tan diversos actores? ¿Cómo se articulan distintas
escalas temporales y espaciales de construcción de contrapoder? ¿Cómo dialogan
y se complementan –o no– los distintos saberes, haceres y poderes que confluyen
en Agua para Tod@s? Son cuestiones que aquí abordaremos; pero antes, veamos qué
es lo que está en juego.
La gestión hídrica en México.
La gestión hídrica en México.
Nuestro país es sumamente contrastante en lo
social, lo cultural y lo climático. Más de la mitad de la población vive en la
pobreza, en tanto que algunas familias figuran entre las más acaudaladas del
mundo. Hay una importante diversidad étnica, que se refleja, por ejemplo, en
los 7,4 millones de hablantes de lenguas originarias, de las que hay más de 70;
el náhuatl es la lengua materna de casi dos millones de personas y el maya, de
más de 860 000. En cuanto a la diversidad climática e hídrica, todo el norte del
país está expuesto a las sequías, mientras en el sur hay zonas que se inundan
durante las temporadas de lluvias. Tres millones de habitantes no tienen acceso
al agua potable, y 40 millones sufren las consecuencias de la sobreexplotación
de los mantos acuíferos.
Son muy diversas las formas de
organizar el abasto de agua. En las áreas rurales y semiurbanas de México, las
comunidades suelen tener Comités de Agua, encargados de dar mantenimiento a los
manantiales o pozos donde las familias se abastecen, y de convocar el trabajo
comunitario para dotarse de infraestructura de almacenamiento y distribución
del líquido. En el extremo opuesto están las gigantescas obras de
infraestructura con que las megalópolis buscan resolver su abasto de agua y el
drenaje de las aguas servidas.
La política hídrica mexicana ha
tenido un carácter centralizador. El Gobierno federal, a través de la Comisión Nacional
del Agua (CONAGUA), tiene el poder de concesionarlas o no. Aunque desde 2004 ha habido procesos de
descentralización, estos no se han traducido en más participación social,
comunitaria, sino del sector privado.
En la escala local, el abasto y
saneamiento están a cargo de los gobiernos municipales. En general, sus
procedimientos de gestión excluyen la participación de los habitantes y, en
lugar de ello, propician el clientelismo y la corrupción. Los
fondos se manejan, en muchos casos, de manera discrecional, en beneficio de
intereses político-partidarios o privados.
La
ineficacia de los organismos operadores municipales ha venido utilizándose como
argumento a favor de la privatización de los servicios. Al mismo tiempo, como
ya dijimos, el agua se convierte en elemento clave para los emprendimientos
mineros y energéticos. Estas políticas vulneran el derecho al agua del 10 % de
la población del país1, afectaciones que están agudizándose por los
ya mencionados contrastes climáticos, que podrían ir acentuándose como
consecuencia del cambio climático global.
Distintos proyectos de país, distintas propuestas de LGA.
Distintos proyectos de país, distintas propuestas de LGA.
En 2015, el Gobierno federal mexicano sometió
su proyecto de LGA a la aprobación de la legislatura. No lo
logró, en parte por las violaciones al reglamento que conllevó su intento de
hacerlo en modalidad fast track, y en parte por la fuerte oposición que suscitó
por parte de la ciudadanía y sectores de la clase política. Se trataba de un
proyecto de ley favorable a los procesos de privatización y al uso de agua para
megaproyectos de distinta índole. Además, se perpetuaban con él los esquemas
“lineales” y “tuberos” característicos de la actual legislación; lineales,
porque sigue planteándose una gestión del agua basada en la secuencia
extracción > conducción > utilización > contaminación > desecho, y
no un esquema cíclico. Y “tuberos” porque, para abastecer a las poblaciones, se
plantea la construcción de obras de conducción, bombeo y trasvase, trayendo
agua de donde sea, y afectando a las cuencas y a las comunidades expropiadas,
en ocasiones de manera irreversible.
Por su parte, la Iniciativa Ciudadana
de Ley General de Aguas (IC-LGA) va encaminada a construir un gobierno del agua
basado en los principios ético-políticos de sustentabilidad, equidad y
participación. El primero establece nuestra responsabilidad de asegurar el
acceso al agua tanto para las comunidades humanas como para las demás especies
y los ecosistemas. El principio de equidad establece la obligatoriedad del
Estado de garantizar el acceso de la gente al volumen mínimo necesario para
cubrir sus necesidades cotidianas, independientemente de su poder adquisitivo,
edad, género y lugar de residencia. El de participación postula que es en lo
local, en la gestión de los manantiales, arroyos, pozos y tomas de agua, en
cada comunidad o colonia, donde pueden potenciarse los saberes de la gente, sus
formas de organización y sus mecanismos para planear, conducir y supervisar la
gestión del agua. Existe aquí una apuesta por descentralizar los saberes y el
poder.
En la redacción de la IC-LGA
participaron personas de muy distintos sectores: profesionistas de diversas
organizaciones y redes de la sociedad civil, así como equipos de académicos que
trabajamos con comunidades rurales y urbanas en temas de gestión territorial.
Durante 2012 y 2013 el trabajo se organizó en comisiones que generaron
propuestas de políticas para distintos ámbitos temáticos: sistemas municipales
de agua y saneamiento, manejo de cuencas, protección de acuíferos, sistemas de
concesiones, justicia hídrica, prevención de la contaminación, soberanía
hídrico-alimentaria y otros. Un equipo de abogados tradujo estas propuestas al
lenguaje jurídico y así se llegó a un borrador final en 2014.
Durante
2013 y 2014 se organizaron 99 foros públicos en distintas regiones del país,
con la participación de organizaciones de base, asociaciones ciudadanas,
instituciones académicas y algunos funcionarios de gobierno y legisladores. De
esos foros surgieron propuestas que permitieron afianzar la iniciativa de ley.
En febrero de 2015, la Iniciativa Ciudadana
de LGA fue presentada a
diputados y senadores en un acto
público de entrega-recepción y
ese mismo mes fue publicada en la Gaceta del Senado, respaldada con las firmas
de 22 senadores de cuatro partidos políticos.
El
proceso de elaboración de la IC-LGA y la conformación de un movimiento nacional
por un buen gobierno del agua han conllevado diálogos entre saberes y discursos
de muy distinta índole. Un ejemplo ilustrativo concierne a las distintas
maneras de concebir y ordenar el territorio: el enfoque de cuenca, que
acostumbran emplear los hidrólogos, los geógrafos y los ecólogos, puede ser muy
diferente a la territorialidad mítica ancestral, la lógica de gestión
productiva y el control agrario en que suele basarse la gestión territorial
comunitaria; pero del diálogo entre ellos surgen aprendizajes muy útiles para
unos y otros, y las posibles contradicciones se convierten en
complementariedades. Asistimos a una ‘polinización cruzada’ entre el saber
científico y los saberes arraigados de quienes trabajan en los territorios. En
el ámbito de los derechos, se retroalimentan mutuamente las exigencias
inmediatas de las comunidades con las reivindicaciones de quienes, en el ámbito
nacional e internacional, luchan por mayor transparencia y contra la impunidad
de las empresas transnacionales3.
La IC-LGA establece prioridades
de uso y destino del agua, colocando en primer lugar a los propios ecosistemas,
en segundo al consumo personal doméstico y, en tercero, a la soberanía
alimentaria. Las concesiones quedarían supeditadas a la disponibilidad del
líquido una vez cubierto lo prioritario. En la planeación del manejo del agua y
las cuencas, el instrumento central serán los Planes Rectores, que se
elaborarán por consenso desde el nivel local.
Se trata de una propuesta bien
fundamentada en términos técnicos, sociales, políticos, financieros y
jurídicos. Señal de ello fue su adopción por parte de la Comisión de Recursos
Hidráulicos de la Cámara de Diputados, durante un lapso de año y medio
(2013-2014).
Para la gestión del agua
(planeación, ejecución, vigilancia y sanción), la IC-LGA propone un diseño
institucional conformado por instancias ciudadanizadas en distintas escalas,
respetando los usos y costumbres de las poblaciones, en particular sus formas
organizativas. Se busca asegurar el acceso de la gente al agua mediante una
gestión integral de las cuencas, y se aplica el principio precautorio:
cualquier actividad o proyecto que pudiera significar un riesgo para las
comunidades, su territorio y sus aguas necesitará someterse a su consentimiento
libre e informado.
Agua para
Tod@s está potenciando y enlazando las corrientes de contrapoder que en la
dimensión local, regional o institucional ya venían alimentando quienes en ella
confluyen. La IC-LGA ha sido un elemento aglutinador, que se complementa con
las estrategias para construir, en el aquí y el ahora, un buen gobierno del
agua. (De hecho, sabemos que una ley no es suficiente para el ejercicio del
contrapoder; numerosas leyes mexicanas, que podrían propiciar una gestión
territorial participativa y sustentable, se quedan en el papel cuando la
correlación fáctica de fuerzas les es desfavorable.) Pero veamos cuál ha sido
la estrategia legislativa.
Estrategias legislativas de construcción de contrapoder.
Estrategias legislativas de construcción de contrapoder.
Prevén las leyes mexicanas dos figuras para
dar cabida a las propuestas de política emanadas de la ciudadanía: la
Iniciativa ciudadana (que requiere el respaldo de poco más de 100 000
ciudadanxs) y la Consulta popular (que, suscrita por 1,6 millones de
ciudadanxs, haría obligatorio el examen de una propuesta de ley por parte del
poder legislativo).
Ya se han colectado suficientes
firmas (con los respectivos números de identificación oficial) para presentar
la Iniciativa ciudadana, gracias a la activa participación en la campaña de
colecta de diversos sistemas comunitarios del agua, pueblos originarios,
estudiantes, investigadores, sindicatos y organizaciones campesinas.
Agua para Tod@s ha seguido
abriendo espacios de debate, tanto para ir sumando voluntades como para
realizar ajustes que requiera la propuesta de ley. En 2015 y 2016, a convocatoria de
cinco rectores universitarios, se llevó a cabo el Consenso Nacional por el
Agua, proceso de análisis y propuestas con visión nacional e internacional. Se
realizaron 23 eventos y foros de trabajo, en los que se generaron propuestas
para fortalecer la IC-LGA y se involucró a nuevas organizaciones en su
promoción y en la construcción del buen gobierno del agua.
Agua para Tod@s ha reflexionado
en torno a las perspectivas de las distintas propuestas de LGA en la actual
coyuntura política pre-electoral (en 2018 habrá elecciones federales).
Actualmente el Partido Revolucionario Institucional (PRI) controla el poder
ejecutivo y el Congreso, pero sus perspectivas para las elecciones son sombrías
y en lo relacionado con la LGA el propio grupo en el poder está dividido: el
PRI no ha aceptado la propuesta del Ejecutivo federal. La tensión política en
torno a la legislación del agua es muy fuerte. Por un lado, a las corporaciones
de la energía y de la minería les urge tener en las leyes mexicanas la garantía
que eventualmente les permitiría interponer demandas contra el Estado mexicano
ante el Centro Internacional de Arreglo de Diferencias relativas a Inversiones
(CIADI); por otro lado, hay una fuerte oposición, tanto en las organizaciones
sociales y en la opinión pública como en parte del aparato estatal, frente a
las pretensiones de privatizar la gestión del agua y autorizar su uso para los
megaproyectos.
Se trata de una cuestión política
delicada. Las autoridades saben, por experiencia, que es riesgoso intentar una
aprobación fast track de su propuesta de ley: los intentos realizados hasta
ahora se han convertido en oportunidades para que Agua para Tod@s, aprovechando
los reflectores de la prensa y la opinión pública, dé a conocer ampliamente su
contrapropuesta. Es poco probable que el poder ejecutivo federal asuma el costo
político de un posible rechazo a su Ley General de Aguas, lo cual permite
suponer que será en el sexenio 2018-2024 cuando veremos enfrentarse, en las
arenas legislativa y sociopolítica, a las distintas iniciativas de ley.
Dos
elementos centrales tiene, en este ínterin, la estrategia de Agua para Tod@s:
por un lado, se busca redactar e impulsar leyes estatales del agua inspiradas
con la IC-LGA; desde 2016 organizaciones de 12 estados del país se han
involucrado en este esfuerzo, y han realizado gestiones con diputados locales
de diversos partidos para ir generando consensos. Por otro lado, como veremos
enseguida, Agua para Tod@s intenta construir –aquí y ahora– un buen gobierno
del agua. Para contextualizar, vale la pena hacer un breve recuento histórico.
Estructura agraria y control del agua y el territorio en México.
Estructura agraria y control del agua y el territorio en México.
De la Revolución Mexicana
se derivó una constitución agrarista (la de 1917). Durante el reparto agrario
del siglo XX pasaron a manos campesinas 100 millones de hectáreas, equivalentes
a la mitad del territorio de México y a cerca de las dos terceras partes de la
propiedad rural total del país. Se establecieron aproximadamente 30 000 ejidos
y comunidades. El artículo 27 constitucional señala que las aguas, incluyendo
las subterráneas, son de la nación; solo pueden usarse mediante concesión
otorgada por el Ejecutivo federal. Pero a principios de la década de 1990
asumieron el poder los hijos de la escuela de Chicago y se negoció el Tratado
de Libre Comercio con Estados Unidos y Canadá (TLCAN, NAFTA en inglés), para lo
cual el Gobierno promovió cambios en la ley minera, la forestal y la Ley de
Aguas Nacionales. Se desconocieron los derechos históricos al agua,
sustituyéndolos por un sistema único de concesiones que incluye mecanismos para
su compra y venta. También se modificó el artículo 27 para establecer un
mercado de tierras y desmantelar la propiedad social. Al entrar en vigor el
TLCAN, se levantaron en armas las comunidades zapatistas en Chiapas.
Un cuarto de siglo después, sin
duda ha avanzado la “regularización” de la propiedad ejidal y su transformación
en propiedad privada. Pero también se desarrollan, en todo el país,
movilizaciones de los pueblos, buscando resguardar el control de sus tierras y
aguas frente a amenazas diversas, incluyendo megaproyectos energéticos y de
minería metálica a cielo abierto.
Combinando acciones jurídicas con el control físico del terreno y con otras
diversas estrategias, surgen en todo el país movilizaciones para defender el
agua y el territorio. Las comunidades campesinas e indígenas se han venido
apoyando en herramientas de defensa jurídica como la jurisprudencia de la Corte Interamericana
de Derechos Humanos (CIDH), que ordena: “1) antes de tomar siquiera la decisión
de implementar un proyecto el Estado deberá proporcionar a los pueblos y a las
comunidades la información completa, lo cual debe incluir los estudios de
impacto social, cultural y ambiental, y 2) antes de expedir cualquier
autorización y/o permiso, el Estado deberá realizar la consulta para obtener el
consentimiento de la comunidad, la cual deberá celebrarse en su lengua, bajo
sus usos y costumbres y durará todo el tiempo que sea necesario”4.
La
legitimidad internacional del control comunitario sobre los territorios y el
agua descansa en la
Observación General 15 del Pacto Internacional de Derechos
Económicos, Sociales y Culturales (PIDESC), así como en el Convenio 169 de la
OIT, que pone en primer plano a los pueblos originarios, pero que también
empieza a respaldar a los pueblos equiparables. Estos, en el caso de
México, son los pueblos campesinos o urbanos con raíces culturales
mesoamericanas.
En
Chiapas, Oaxaca, Michoacán y la
Sierra Norte de Puebla hay experiencias importantes de
control comunitario del territorio. Un ejemplo notable es el del municipio
poblano de Cuetzalan. En 2009,
a raíz de afectaciones graves al suministro de agua
provocadas por proyectos turísticos, se realizó una serie de talleres de
diagnóstico comunitario con amplia participación popular y apoyo de un equipo
de universitarios. En 2010 este equipo presentó en las comunidades los
resultados del diagnóstico y puso a consulta una propuesta de ordenamiento
territorial que definía una zonificación del municipio y establecía lo que
puede o no hacerse en cada zona. Después de 14 meses de trabajo, en sesión
solemne del Cabildo, se aprobó unOrdenamiento Territorial Ecológico, que
de esta manera adquirió un estatus de ley y que, desde entonces, permite a las
comunidades protegerse de los proyectos energéticos y mineros impulsados por
las instancias de gobierno y por diversas empresas.
Construyendo, desde la sociedad civil, un buen gobierno del agua.
Construyendo, desde la sociedad civil, un buen gobierno del agua.
Los esfuerzos de Agua para Tod@s y de las
organizaciones regionales y comunidades que ahí confluimos van encaminados a
construir una gestión democrática, participativa y sustentable del agua, en la
cotidianidad de los espacios micro, abarcando, en la medida de lo posible,
dimensiones meso, y manteniendo esfuerzos (como la campaña de firmas) para
lograr transformaciones en lo macro.
Seis ejes
estratégicos nos parecen fundamentales: el fortalecimiento de los sistemas
comunitarios de agua, la creación de instancias de contraloría ciudadana, la
resistencia frente a los procesos de privatización, la cogestión de cuencas con
participación ciudadana, la construcción de capacidades de presión política a
partir de la opinión pública y el tejido de redes amplias a escala nacional e
internacional. Abordaremos, ahora, cada uno de estos ejes, esperando
proporcionar pistas para otros movimientos en México y otras regiones del
continente y del mundo.
Profesionalización de los sistemas comunitarios de agua.
Profesionalización de los sistemas comunitarios de agua.
Hicimos ya mención de los Comités de Agua,
formas organizativas que perviven, como “usos y costumbres”, en numerosas
comunidades de México y que han permitido la protección y el mantenimiento de
las fuentes de agua (pozos, manantiales, arroyos). Actualmente, estos sistemas
se ven sujetos a tensiones políticas, no solo por los intentos de privatización
de los servicios de abasto de agua: la ‘municipalización’, término que en otros
contextos implica un regreso al control público de los servicios de provisión
de agua (después de procesos privatizadores), en estas comunidades puede
significar lo contrario: la pérdida de control comunitario al quedar esos
servicios a cargo de autoridades municipales que no rinden cuentas, que suelen
corromperse y que gestionan el agua de manera clientelar.
¿Existe hoy margen político para
un control territorial directo por parte de las comunidades? Esto depende tanto
de las correlaciones de fuerzas (tensiones y negociaciones entre las distintas
partes con intereses en la gestión del agua) como del grado de organización de
las propias comunidades. Agua para Tod@s enlaza varias experiencias regionales
en las cuencas de la región central del país: la Ciudad de México y el Estado
de México. Se han fomentado vínculos entre los sistemas comunitarios y algunas
universidades que colaboran en la realización de diagnósticos, el monitoreo de
la calidad de sus aguas, el diseño de sistemas de potabilización, y el mapeo y
protección de sus zonas de recarga y descarga.
Desde
2015 el Sistema de Agua Potable de Tecámac (Estado de México) convocó a
integrantes de organismos comunitarios de agua y a investigadores y estudiantes
universitarios a debatir en torno a la situación y necesidades de estos
órganos. En un evento de ese año varias organizaciones deciden apostar por la
profesionalización de los Comités. Les da ánimos un video sobre la lucha de
Cochabamba, Bolivia, en 2000, que invita a “recuperar la confianza, la alegría,
la transparencia, la reciprocidad y la lucha permanente en el trabajo colectivo
de los grupos, así como la capacidad de gestionar y convivir con el agua como
un ser vivo y no como un recurso”5.
En 2016
Tecámac pone en marcha la Escuelita del Agua, que incluye cursos y talleres de
formación y coaprendizaje para que quienes conforman los Comités de Agua de
distintas regiones se doten de habilidades organizativas y técnicas (políticas
de tarifas, distribución, sustentabilidad económica, manejo de
infraestructura). Han tenido logros en el control democrático por parte de las
asambleas de usuarios y la rendición de cuentas por parte de las mesas
directivas electas.
Las contralorías ciudadanas.
Las contralorías ciudadanas.
La ciudadanía está formándose y construyendo
capacidades para vigilar el desempeño de las autoridades y denunciar casos de
incumplimiento. Entre los casos donde están involucradas las organizaciones de
Agua para Tod@s están los de Tabasco, Puebla, Saltillo (Coahuila) y Ciudad de
México. En algunas delegaciones de esta ciudad, como Xochimilco e Iztapalapa,
la vigilancia va dirigida a evitar la sobreextracción de agua subterránea, que
ya ha provocado hundimientos graves.
A escala
nacional, la instauración en 2016 de un Sistema Anticorrupción abre el espacio
institucional formal que requiere una Contraloría Social del agua.
Alternativas a la privatización de sistemas municipales o metropolitanos.
Alternativas a la privatización de sistemas municipales o metropolitanos.
Ha venido reduciéndose el presupuesto de la
CONAGUA para infraestructura de agua potable, alcantarillado y saneamiento. El
correspondiente a 2017 tuvo un recorte de 72 % en relación con el de 2016.
Suponemos que estas restricciones económicas van encaminadas a ejercer presión
sobre los organismos operadores para obligarlos a aceptar la participación
privada.
Ya se han dado en México procesos
de privatización de organismos operadores de agua en algunas poblaciones de los
estados de Aguascalientes, Quintana Roo, Coahuila, Chiapas, Puebla y Veracruz.
El incumplimiento de contratos y de las metas establecidas (con excepción de la
eficiencia de cobranza, para lo cual se recurre a cortes de agua a los usuarios
morosos), la información incongruente presentada por las empresas
concesionarias, la falta de transparencia y la nula de respuesta de las
autoridades ante las quejas de los usuarios, además de los arreglos
subrepticios entre autoridades y socios privados, hacen suponer actos de
corrupción.
La
movilización de organizaciones de usuarios del agua ya logró la
remunicipalización de dos de los organismos privatizados (el de Navojoa,
Sonora, y el de Ramos Arizpe, Coahuila). Y donde esto no ha sido posible, están
desarrollándose luchas importantes.
Espacios formales de participación ciudadana en la gestión de cuencas.
Espacios formales de participación ciudadana en la gestión de cuencas.
Estipulan diversas leyes mexicanas mecanismos
para la participación ciudadana en política pública. Desgraciadamente, su
alcance es limitado, por falta de autonomía financiera y porque no son
vinculantes: solo pueden hacer recomendaciones. Tal es el caso de los Consejos
de Cuenca. No dan voto pero sí, a veces, voz a los distintos tipos de usuarios
del agua (uso público urbano, agrícola, industrial, etc.) así como a otros
sectores interesados (entre ellos, el académico).
Varios integrantes de Agua para
Tod@s participan o han participado en los Consejos de Cuenca. A través de
estos(as) compañeros(as) se ha logrado sensibilizar a algunos de los Consejos
de Cuenca. Esto fue palpable en 2016, cuando la Comisión Nacional
del Agua (CONAGUA) promovió un proceso de "consulta" sobre la LGA;
varios Consejos de Cuenca insistieron en la importancia de integrar las
propuestas de la IC-LGA.
En
algunas regiones hay organizaciones que impulsan esquemas de cogestión de
cuencas, en los que se establecen convenios con comunidades rurales y
municipios urbanos. Es el caso de la cuenca del río Pixquiac, en Xalapa,
Veracruz. Los usuarios urbanos nos “corresponsabilizamos” del cuidado de la
cuenca donde se genera el agua que usamos; se incluye en el pago por el
servicio de provisión de agua una cuota con la que se constituye un
fideicomiso, que a su vez permite financiar programas comunitarios encaminados
a un manejo sustentable de la cuenca, que incluyen, por ejemplo, la creación de
viveros forestales para la reforestación y la restauración de zonas degradadas,
la diversificación de los sistemas productivos, el ecoturismo comunitario y la
construcción de estufas ahorradoras de leña.
Presencia y visibilidad en el espacio público.
Presencia y visibilidad en el espacio público.
La presencia activa en los espacios públicos
de debate y la difusión de información, de manera directa y a través de los medios masivos, han permitido formar una opinión
pública que está ejerciendo presión política. Por ejemplo, dar a conocer el
recorte de 72 % del presupuesto federal destinado a la Comisión Nacional
del Agua en 2017 (en comparación con el de 2016) permitió hacer visibles los
planes del Gobierno federal de impulsar la ‘privatización inducida’ de los
servicios de agua y saneamiento.
Se han
dado a conocer los problemas, las luchas y las alternativas viables. Y también
se ha recurrido al ciberactivismo, como fue el caso de la movilización vía
Change.org en contra de los “Lineamientos” que legalizarían el uso de
agua para extraer hidrocarburos mediante fracturación hidráulica.
Ha habido
concentraciones masivas en las calles y plazas, y recorridos como la Caravana Nacional
en Defensa del Agua, el Territorio, el Trabajo y la Vida (convocada por la Tribu Yaqui en 2015).
Esta Caravana, siguiendo tres rutas, recorrió durante 10 días el país para
confluir en la Ciudad de México. Participaron más de cien organizaciones,
pueblos indígenas y movimientos sociales, recorriendo 85 poblaciones rurales y
urbanas, y logrando visibilidad en los medios
(más de 5000 notas en la prensa, TV y redes sociales). Estos actos masivos
permiten aprender todos de todos y también alimentan las esperanzas, pues nos
ayudan a recordar que no estamos solos. Si bien el contrapoder se construye en
el espacio público, una de sus bases de sustento está en la dimensión
subjetiva, donde se genera y se reproduce la motivación de participación.
Redes nacionales e internacionales.
Redes nacionales e internacionales.
El posicionamiento político de las propuestas
y acciones de Agua para Tod@s se ha afianzado gracias a los vínculos
(solidaridad, apoyo mutuo y confluencia en coyunturas clave) con varias
organizaciones campesinas de alcance nacional, universidades, sindicatos
importantes como el de telefonistas y redes de índole socioambiental (Alianza
Mexicana contra el Fracking, Movimiento de Afectados por Presas y en Defensa de
los Ríos, etc.). La relación con el Centro Mexicano de Derecho Ambiental
también ha sido fructífera.
También
se tejen lazos en la dimensión internacional: con la RedVIDA (Vigilancia Interamericana para la
Defensa y Derecho al Agua), con la Red para el Agua Pública (Reclaiming Public
Water) y con organizaciones europeas como Agua de Todos (Portugal), K136
(Tessaloniki, Grecia) y Acqua Benne Comune (Italia).
Gradualmente, con ayuda de los “agentes bisagra” (personas u organizaciones
familiarizadas con distintos códigos culturales, lingüísticos y
organizacionales) se van articulando diferentes ámbitos de lucha.
En síntesis.
En síntesis.
La experiencia de Agua para Tod@s muestra los
límites y alcances de la organización ciudadana para construir contrapoder. Un
día podemos tener la satisfacción de ver suspendido (aunque sea de manera
provisional) un proyecto minero o hidroeléctrico, y al día siguiente nos
enteramos, con frustración y enojo, de la aprobación (sin consulta ni debate)
de leyes que atentan, directamente, contra el derecho humano al agua. Cada vez más gente está
alerta y se fortalece la capacidad organizativa en lo local y lo regional, pero
subsisten las estructuras que permiten a las instituciones gubernamentales
ejercer el poder de manera vertical.
¿Qué hemos aprendido, en términos
de la construcción de contrapoder? Para comenzar, constatamos la importancia de
combinar distintas estrategias; conjuntar las de tipo legislativo y la acción
directa sobre los territorios; articular, de manera dialogal y complementaria,
a una diversidad de actores, de culturas, de epistemes y de escalas espaciales
y temporales. Paralelamente, ir construyendo saber transdisciplinario, a partir
del diálogo entre saberes académicos y no académicos. De manera gradual ir
articulando, también, distintas escalas: lograr que las luchas locales,
arraigadas en territorios concretos, retroalimenten y sean retroalimentadas por
los esfuerzos que realizan las organizaciones de la sociedad civil y los
universitarios en las escalas regional, nacional e internacional. Tejer
sinergias con las luchas por los derechos humanos, por el derecho a la
alimentación y a la salud, por el derecho a la información y a la consulta, por
el ambiente sano, por el derecho a la diversidad cultural.
En estos tiempos de políticas
neoliberales y Estados amafiados, el principal aprendizaje apunta, quizá, a la
importancia de mantener las esperanzas de poder construir futuros más sustentables
y justos, en los que todos y todas podamos ejercer nuestro derecho al agua y
muchos otros derechos fundamentales.
NOTAS:
1. Valadez Rodríguez, A. (2017). "Las industrias extractivas despojan de agua a 10% de
mexicanos: académico", La Jornada, [consultado
el 13 de febrero de 2018].
2. Ver La Jornada del
Campo, Nº 80, del 17 de mayo de 2014, sobre El buen gobierno del agua.
3. Ver Alatorre,
G. (2015) 'El
derecho humano al agua y la movilización ciudadana por cambios legislativos y
políticos en la gestión del agua'. En: García López y Travieso (coords.) Derecho
y Gestión del Agua, pp. 75-100. Ciudad de México: Ubijus Editorial.
4. Ver el artículo de X.
Martínez Esponda (2014):
'Los derechos humanos, la defensa de los pueblos y los proyectos de desarrollo
en Veracruz. Historia de un desencuentro'. El Jarocho Cuántico, Suplemento
de La Jornada
Veracruz. Número especial: 'Ríos y territorio, despojo y
resistencias'.
5. Ver artículo.
6. Ver Alatorre (2017) 'Apprentissage social et mobilisation citoyenne pour une
gestion démocratique, équitable et durable de l’eau au Mexique'. Canadian
Journal of Environmental Education, 22:11-26.
SOBRE EL AUTOR
Gerardo Alatorre Frenk es fundador del Grupo
de Estudios Ambientales (GEA
A.C.), donde trabajó de 1977
a 2000. Tiene una maestría en Desarrollo Rural y un
doctorado en Antropología. Desde 2010, es miembro de La Asamblea
Veracruzana de Iniciativas y Defensa Ambiental (LAVIDA). Es investigador-activista en
el Instituto de Investigaciones en
Educación de la
Universidad de Veracruz y su trabajo académico se centra en promover los
aprendizajes que se generan en torno al manejo y defensa del territorio por
parte de los movimientos sociales.
Este artículo forma parte del informe Estado del poder 2018, editado en castellano por Transnational Institute (TNI) y FUHEM Ecosocial.
Este artículo forma parte del informe Estado del poder 2018, editado en castellano por Transnational Institute (TNI) y FUHEM Ecosocial.
Fuente: http://www.fuhem.es/ecosocial/articulos.aspx?v=10422&n=0
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