Karl Marx y el
socialismo en su bicentenario
5 de mayo de 2018
Por
Cristóbal León Campos (Rebelión)
“Todo lo sólido se desvanece en el
aire”.
Karl Marx
I
Después del derrumbe del muro de Berlín en
1989 y la desintegración del bloque socialista en 1991, el capitalismo creyó
haber encontrado la vía libre para su expansión a lo largo y ancho de casi todo
el mundo. Para muchos, estos acontecimientos marcaron el fin de la modernidad,
e incluso, para Francis Fukuyama, el apocalíptico “fin de la historia”. Esta
postura declaraba al capitalismo como el último estadio humano, como el fin de
la evolución social del hombre, dejando fuera toda posibilidad de cambio, de
transformación y revolución. Se consideraba que el fin de las utopías y de las
ideologías había llegado, y que la democracia liberal es la forma final de
gobierno, todo esto, con base en la presunta muerte del pensamiento de Marx y
del marxismo.
Sin embargo, la realidad ha dado la mejor
respuesta a estos postulados, desmintiendo el llamado “fin de la historia” y la
supremacía del capitalismo, pues e n las últimas décadas se han desarrollado en
muchas partes del mundo y particularmente en el seno de la América Latina ,
diferentes focos de resistencia como los Sin Tierra en Brasil o los piqueteros
en Argentina, además de los movimientos indígenas de Ecuador, Bolivia, Perú y
del EZLN en México. Junto a los movimientos de resistencia popular de Chile,
Honduras, Colombia y Nicaragua, entre otros países latinoamericanos. Todos
ellos luchan por demandas sociales cada vez más urgentes en nuestra América y
en el mundo golpeado por los nefastos efectos de las políticas económicas neoliberales,
como el derecho al trabajo, la defensa de la propiedad de la tierra para quien la trabaja. Derecho
a una vivienda digna, a los servicios básicos como el agua, electricidad y
servicios de salud, derecho a la educación. Estas exigencias sociales, económicas
y políticas son imposibles de cumplir por los gobiernos
neoliberales-capitalistas actuales de México, Latinoamérica y el mundo. La
explotación y la marginación siguen siendo las principales huellas del
capitalismo.
II
La vigencia del pensamiento de Karl Marx a
doscientos años de su natalicio, tiene razón en cada una de las laceraciones
provocadas por el capitalismo, es el mismo sistema opresivo y explotador, el
que da sentido y vitalidad al marxismo en la actualidad, el análisis que Marx
realizó sobre las particularidades, las funciones y las formas de operación del
capitalismo siguen siendo en su mayoría los principios básicos para comprender
el colosal reto que implica plantearnos en el siglo XXI la construcción de
alternativas para el mejoramiento humano, y que a mi juicio, sigue siendo el
socialismo el proyecto a edificar. La gran disyuntiva que afronta la humanidad
hoy en día, es su propia persistencia, por una lado; por las condiciones de
vida, y por otro; por las propias concepciones que de la humanidad se han
divulgado en los últimos años, generando un abierto y claro incremento de la
desesperanza, la sinrazón y la desmemoria, la humanidad ha comenzado a negarse
a sí misma, debido a las formas ideológicas de control que el capitalismo difunde
mediante la educación, los medios
masivos y la ruptura paradigmática en el seno de las academias, cuyos análisis
van perdiendo profundidad y utilidad para la vida diaria.
La lectura y relectura de la obras de Marx y el marxismo, bajo la
mirada crítica de los tiempos que vivimos, considerando las experiencias
históricas del socialismo real, y los movimientos sociales actuales, debe ser
la semilla que fecunde las nuevas utopías emancipadoras de nuestra América, los
gobiernos populares de las últimas décadas, reabrieron el debate sobre la
posibilidad de construir el socialismo, procurando una actualización de las
interpretaciones, el socialismo del siglo XXI surgió como una corriente más
dentro de estos debates, sus postulados, como la puesta en práctica de ellos
también deben considerarse para la renovación del proyecto socialista. Hoy el
imperialismo ha vuelto a mover sus piezas y procurado duros golpes a la
realidad latinoamericana, hoy más que nunca debemos volver a Marx y al marxismo
para generar respuestas a las interrogantes que vivimos.
III
Entre las muchas aportaciones teóricas es
necesario regresar a los textos fundacionales, como El Manifiesto Comunista, que sintetiza pensamiento de Marx y
Engels, en él se expresa la esencia del marxismo; la teoría de la realidad, la
crítica de todo lo existente, el proyecto de emancipación y la interpretación
práctica para la transformación del mundo.
El Manifiesto es ante todo un
llamado a la acción, a la transformación de la sociedad capitalista explicada
casi en su totalidad de detalle en la obra de Marx y referida de manera
concreta en el documento programático, las razones del porqué es necesario
superar al capitalismo están ahí en las páginas de El Manifiesto , pero tanto Marx como Engels siempre
fueron prudentes en describir la sociedad futura comunista, dibujan algunas
líneas a seguir y algunos aspectos necesarios para dejar atrás la explotación y
opresión capitalista, más no plantean un molde estático y dogmático, como se ha
querido decir tergiversando sus postulados, desde luego, lo anterior llevado a
cabo por los intelectuales al servicio del capital.
La vigencia de El
Manifiesto es la misma de
Marx a doscientos años de su natalicio, un pensamiento tan abierto y
dialéctico, que fueron justamente, Marx y Engels, los primeros en cuestionar
algunos postulados de El
Manifiesto , y rectificarlos
a lo largo de su obra posterior, baste para comprobarlo, leer lo diferentes
prólogos que escribieron para las diferentes ediciones que se hicieran de El Manifiesto , ellos mismos superaron y
contribuyeron con una aguda crítica a superar aquellos aspectos que fue
necesario desarrollar o superar.
IV
El Capital, la obra cumbre de Marx, cumplió
ciento cincuenta años de publicada en septiembre de 2017, en ella se revela la especificidad
de la explotación en el capitalismo y examina las formas de justificación
ideológicas, el fetichismo y demás ilusiones que genera para poder funcionar.
Es una obra clara escrita para contribuir al movimiento obrero que
convulsionaba el mundo, busca proporcionar claridad en la lucha, pues enumera,
desenmascara y explica el orden del capital, su naturaleza antagónica,
destructiva e inhumana. Con claridad expone Marx los motivos y razones por las
cuales es inútil la ilusión de que el capital puede ser reformado, mejorado o
humanizado, y que para ello el Estado habría de contribuir, El Capital es la obra demoledora de la razón del
capitalismo y la luz anunciadora de la necesidad de la construcción de otra
sociedad de carácter socialista.
La crítica del capital y de la economía política que expone Marx
en El Capital, revierte la
manera de interpretar políticamente que los economistas burgueses usaban a las
categorías con que explicaban el modo de producción, dándoles el grado de
eternas e inmutables, queriendo dar lugar a la creencia de que el capitalismo
es la expresión y culminación de la naturaleza humana. Marx con su aguda mirada
pone de cabeza toda la lógica explicativa burguesa y da lugar al profundo
análisis a favor de los oprimidos. Marx explica cada uno de los elementos
fundamentales del capitalismo, las formas de explotación, la enajenación, el
carácter del trabajo, el plusvalor, las crisis, la operación totalizante del
capital que impone las condiciones materiales de vida, además de las culturales,
políticas y tecnológicas que garanticen la producción de mercancías.
Ahora bien, El
Capital como toda la demás
obras de Marx establece las bases para la comprensión y crítica de los
fundamentos primordiales del capitalismo, dando lugar a la posibilidad de
generar proyectos revolucionarios que superen las condiciones de vida en la
actualidad, pero sin importar la gran obra que nos legó, en nuestras manos está
profundizar el estudio y la lucha contra el capital, buscar las formas de
superar la explotación y superar cada una de las laceraciones hoy vigentes
contra la humanidad.
V
En frente se tiene una gran tarea, pues pensar
que el capitalismo está en crisis o se encamina a su fracaso es engañamos a
nosotros mismos, y si pretendemos demostrarlo con la creciente miseria en el
mundo y en particular en Latinoamérica, con el enorme sufrimiento humano, la
acumulación de la riqueza en manos de pocos y la pobreza de muchos, tendríamos
que preguntamos ¿cuándo le ha importado el sufrimiento de los pobres y desprotegidos
a los capitalistas?
La muerte del pensamiento de Marx ha sido
anunciada en muchas ocasiones y en todas ellas ha resucitado. Aceptar el
planteamiento “posmoderno” del fin de las utopías y admitir que no existe
posibilidad de crear una mejor sociedad -sólo una basada en un capitalismo más
“humano”- es en definitiva dejar morir a la historia.
El proyecto socialista está aún vigente y es posible de realizar,
pues la misma persistencia del capitalismo, el incremento de los males sociales
engendrados por su propia naturaleza, convierten al socialismo hoy más que
nunca en necesario, y ya no únicamente para los individuos, grupos sociales o
pueblos que sufren, sino también por los desastres ecológicos, nucleares o
genéticos que amenazan a toda la humanidad. La utopía socialista, de inspiración
marxiana, de una sociedad más justa, más digna, más libre y más igualitaria, en
pleno siglo XXI mantiene su vitalidad y vigencia, más allá de los obstáculos de
todo tipo que pretenden imposibilitar su construcción.
Como mencionara Rosa Luxemburgo, los peores utópicos, que están
completamente divorciados de cualquier base, son en realidad aquellos políticos
que siguen proclamando la idea de una desaparición estable y sin
enfrentamientos del capitalismo. Para alcanzar la meta de una mejor sociedad es
necesario organizamos, crear un debate continuo y abierto sobre el camino que
hemos de tomar y los medios para
conseguirlo, es aquí donde el intelectual juega un papel muy importante. Hay
que tener siempre presente que la población mundial vive en el presente y se
debe satisfacer sus necesidades.
Marx sustentó, que “la historia es la
historia de la lucha de clases” y que “la emancipación de los trabajadores será
obra de los trabajadores mismos”. La autogestión y autoorganización de los
oprimidos son la semilla que dará el fruto emancipado del renacimiento humano.
Sólo a raíz de nuestras acciones, de nuestra reflexión y nuestra capacidad de
respuesta a las complicadas situaciones del mundo, conseguiremos lograr el
objetivo de garantizamos a quienes vivimos el mundo actual y a las próximas
generaciones, la creación de un mundo mejor y superior al que ahorra vivimos,
que sin duda aún es posible.
Cristóbal León Campos es integrante del
Colectivo Disyuntivas
Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=241202
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