Cuba y Nicaragua
Para sacar lecciones
desde la izquierda
9 de mayo de 2018
Por
Marcelo Colussi (Rebelión)
Los movimientos de izquierda en todo el mundo no están en alza.
Estas últimas décadas muestran un triunfo casi absoluto del capital sobre los
intereses de la clase trabajadora, del campo popular en el sentido más amplio.
Conquistas laborales y sociales históricas, conseguidas a través de años de
lucha, han ido desapareciendo con los programas neoliberales vigentes, con un
capitalismo cada vez más rapaz y agresivo.
El ideario
socialista, que de ningún modo desapareció (pues nació, justamente, para luchar
contra la explotación capitalista), está en retroceso. La ideología dominante
ha sido capaz de hacerlo retroceder, presentándolo como una pieza del pasado,
pretendidamente tendiente a desaparecer. Hoy por hoy, ya pocos bastiones
socialistas quedan en el mundo, abriendo interrogantes sobre por qué las
experiencias anticapitalistas del siglo XX no se mantuvieron y/o ampliaron.
China, por ejemplo, la gran potencia en alza, habla de un “socialismo de
mercado”, Norcorea y Vietnam desarrollan economías mixtas, y el “socialismo del
Siglo XXI” de Venezuela no logró crecer como modelo real. Todo eso podría hacer
pensar en una extinción del socialismo o, al menos, en una crisis de las
izquierdas.
Que las izquierdas actuales están (¡estamos!, digámoslo en primera
persona) en crisis, es más que evidente. Se perdieron referentes, hay cierta
desazón, se rema contra la
corriente. Muchos de los movimientos revolucionarios de
otrora cambiaron sus banderas transformándose en fuerzas reformistas,
socialdemócratas. Es decir, izquierdas parlamentarias de saco y corbata, o
tacón y buenas joyas; izquierdas que hacen el coro al capital, no ofreciendo
alternativas transformadoras reales. En Guatemala, por ejemplo, algunos
sectores de la Unidad Revolucionaria Nacional Guatemalteca
–URNG, partido político surgido de la vieja guerrilla socialista– mandan
condolencias por el fallecimiento del oligarca y máximo exponente de la
aristocracia guerrerista del país Álvaro Arzú, principal cabeza visible del
enemigo de clase, lo que hace pensar realmente en qué izquierda es la que se
presenta allí.
“El socialismo clásico fue prepotente y arrogante. Siempre nos enviaba a ver tal página para encontrar verdades y soluciones. Nos dieron catecismos. Y eso es un grave error”, pudo decir el ecuatoriano Rafael Correa, refiriéndose a la experiencia estalinista. Cuando cayó
En Nicaragua, con un ideario de izquierda, se intentó construir un mundo nuevo a partir de
Socialismo no son programas asistenciales, clientelares, parches puestos sobre las penurias del capitalismo con negociaciones de las cúpulas a espaldas de los pueblos. “No miren lo que digo sino lo que hago”, pudo decir Néstor Kirchner en una conferencia con empresarios españoles, invitándolos a la inversión en Argentina. ¿Doble discurso de un “revolucionario montonero”? ¿Qué negoció Daniel Ortega con el cardenal Miguel Obando y Bravo: complicidad y silencio mutuos (los supuestos ocho hijos del prelado y las empresas del presidente)? Pactos en secretividad a espaldas de las clases populares no tienen nada que ver con el socialismo. Ni tampoco los “capitalismos con rostro humano”. Eso ya lo propugnaba hace décadas John Keynes como salvataje del capitalismo ante un período de crisis. ¡Y Keynes no era socialista precisamente!
La economía nicaragüense no va mal en términos macros, según las mediciones de los organismos del Consenso de Washington (Banco Mundial y Fondo Monetario Internacional). En el período 2010-2017 creció en promedio un 5,2% anualmente. Valga apuntar que actualmente el 96% del PIB del país proviene del sector privado. Repartir esa riqueza con algún criterio social benefactor no está mal, pero la izquierda no puede quedarse en eso. En definitiva, un país gobernado por el capital –con el modelo de alianza público-privado que aplauden la derecha mundial y los organismos crediticios– puede alivianar las penurias, pero no las termina. ¿Nos quedamos resignadamente con ese discurso del posibilismo? ¿Eso debe ser la izquierda?
En este momento en Nicaragua se vive una profunda crisis política.
La izquierda –nicaragüense e internacional– también debe sacar lecciones de
eso. ¿Por qué se da la crisis? Como en todo complejo fenómeno social, hay una
sumatoria de causas. El gobierno de Ortega y de su esposa Rosario Murillo ha
abandonado los principios históricos del sandinismo, aquél fundado por Carlos
Fonseca en la década de los 60 del pasado siglo. El sandinismo revolucionario,
antiimperialista y anticapitalista que fue poder en la década de los 80, ha quedado en la historia. Se han
sustituido los ideales y la mística por el mundo de los negocios, haciendo del
Frente Sandinista un partido para la defensa corporativa de un grupo de interés
que lo controla. Pero ese capitalismo reinante en Nicaragua, con una política
asistencial redistributiva, contribuye a un clima de tranquilidad social. ¿Es
de izquierda? No en la forma en que la entendemos clásicamente, pero sí está
alineada con los países del ALBA, espinita atravesada para el imperialismo, con
un discurso populista que no es el que se habla en el FMI y el BM. Además,
Nicaragua abrió las puertas a China para la construcción del canal
interoceánico (¿futura base militar china allí?), y a Rusia para la instalación
de la Estación satelital Glonass, desplegada por la agencia espacial rusa
Roscosmos en Managua, destinada al espionaje electrónico contra Estados Unidos.
Todo eso hace que para Washington, el actual gobierno de Ortega sea un
candidato a derribar, así como lo son todos los gobiernos con un talante
social. De ahí el formidable acoso de Washington a todas estas iniciativas; los
acontecimientos actuales lo muestran. “ No
tengo la menor duda que Estados Unidos alienta a los jóvenes nicas a voltear a
Ortega. Pero eso no tiene la menor importancia, porque no estamos para jugar al
ajedrez geopolítico sino para defender la vida de los pueblos, esa vida que el
gobierno de Managua se empeña en destruir ”,
razonaba el uruguayo Raúl Zibechi. ¿Un gobierno revolucionario puede reprimir
al pueblo que protesta? ¿Por qué eso no pasó en Venezuela? ¿Qué lecciones sacar
de esto?
Blog del autor: https://mcolussi.blogspot.com/
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