Agroecología frente a
la
ineficiencia industrial
31 de mayo de 2018
Por
El salmón contracorriente
La ineficiencia de la agricultura
industrializada española
La agricultura española, máximo exponente de
las condiciones agroambientales mediterráneas, experimentó un gran proceso de
intensificación a lo largo del siglo XX basado en la aplicación de insumos energéticos
externos.
Durante el siglo XX, el campo español ha visto
cómo se incrementaba un 33% la energía necesaria para su funcionamiento para
aumentar la productividad tan solo un 27%. Además, la intensificación de la
agricultura española se ha basado en el incremento de energía externa, que se
multiplicó por 20 a
lo largo del siglo XX. Un ejemplo, la energía dedicada a plaguicidas es la que
más creció entre 1960 y 2000, multiplicándose por 33,6.
A la falta de productividad hay que sumar las
consecuencias sobre los ecosistemas como la degradación de suelos, la
contaminación de las aguas y la pérdida de biodiviersidad, tal y como señalan
los autores en “Transición del
metabolismo agrario español en el siglo XX”, articulo perteneciente al dossier
elaborado por Fuhem Ecosocial“Agroecología. Un paso más hacia la calidad de
vida”.
“Ni siquiera la agricultura ecológica
profesional, fuertemente dependiente del petróleo, podría calificarse hoy como
ecológicamente sostenible, por no hablar de los problemas de autoexplotación de
la fuerza de trabajo propia y ajena en las pequeñas experiencias que
denominamos como agroecológicas”, apunta Daniel López García investigador en
agroecología de Ecologistas en Acción, en “Cooperativismo
agroecológico y saltos de escala”.
Agroecología como alternativa real
“La agroecología es, sobre todo, una visión
política de la construcción de una nueva sociedad global y local, que ponga en
el centro la vida, partiendo de los procesos que tienen que ver con la
producción, la distribución y el consumo de alimentos ambientalmente sanos,
socialmente justos, económicamente viables, culturalmente apropiados, completos
nutricionalmente en sistemas agroalimentarios y territorios sustentables”. Es
la definición aportada por David Gallar (Instituto de Sociología y Estudios
Campesinos), y Ángel Calle (Universidad de Córdoba), en “La construcción de sujetos políticos
y la agroecología: una lucha por la vida”.
En España, la producción ecológica representa
el 5% de la superficie agraria útil, alrededor del 2,5% de las explotaciones, y
algo menos del 2% de la producción final agraria en la escala estatal. En
contraste, el consumo de alimentos ecológicos aún no alcanza el 1% del total,
viene creciendo por encima del 5% anual en los últimos años, hasta los 1.018
millones de euros estimados en 2015.
Experiencias como los grupos de consumo de las zonas
metropolitanas siguen siendo los canales que absorben un mayor volumen de las
producciones ecológicas locales, pero conforman un modelo que empieza a dar
signos de agotamiento. Apostar por la extensión práctica del modelo a través de
políticas alimentarias locales y sostenibles es el mayor reto al que se
enfrenta este modelo. “El futuro inmediato pasa por la capacidad del
cooperativismo agroecológico de diversificar las formas para llegar a una
mayoría de grupos sociales y articularse con otros proyectos locales que tratan
de satisfacer necesidades básicas desde una perspectiva de sostenibilidad, en
proyectos y estructuras sociopolíticas en torno al territorio compartido”,
apunta Daniel López.
Un caso de éxito: los catalizadores de la innovación en Cuba
Cuba pasó de ser el mayor consumidor de
agroquímicos del mundo a convertirse en una de las experiencias más extensivas
de agricultura orgánica de América Latina. Tras el colapso del campo socialista
en Europa del Este en 1989, Cuba lanza este programa, apoyado por
organizaciones internacionales e instituciones de investigación y desarrollo
cubanas que facilitó a los pequeños/as agricultores familiares el acceso a semillas
y apoyo técnico.
La experiencia cubana “confirma la tesis de
que el aprendizaje colectivo entre el sector público y el de la agricultura
familiar y los emprendedores locales es una alternativa para el desarrollo
rural”, señala Humberto Ríos Labrada, Coordinador ICRA para Hispanoamérica, en “Los catalizadores de la innovación en
Cuba”.
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