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Una
mirada crítica al extractivismo
desde
el feminismo
25 de octubre de 2018
Por Eleuterio Gabón
Diario
El Salto, 24.10.2018
El
Yasuní es un parque nacional ecuatoriano situado en la Amazonia. Solamente
en una hectárea de su bosque se pueden encontrar más especies que en todo
Estados Unidos y Canadá juntos, lo que lo convierte en uno de los pulmones más
importantes del planeta.
En
las luchas por la defensa del Yasuní, que se vio amenazado hace seis años por
las políticas petroleras del gobierno de Rafael Correa, se encontraron varias
activistas que terminaron por formar el colectivo Miradas Críticas del
Territorio desde el Feminismo.
Fruto
del trabajo de este colectivo, cuyos miembros proceden de distintos países como
Ecuador, Brasil, Uruguay o México, se publicó El Yasuní en clave feminista: La
vida en el centro y el petróleo bajo tierra.
El
pasado mes de junio, el colectivo realizó una gira europea para relacionarse
con distintos espacios feministas y colectivos autónomos por la defensa de los
territorios, con el fin de compartir experiencias y plantear sus metodologías.
Aprovechando
su visita a Valencia, España, en la que fueron acogidas por los colectivos
Perifèries y Entre Pobles del País Valencià, Tania Cruz y Gabriela Ruales
aprovecharon para exponer el trabajo de su colectivo.
La
academia y el activismo
Si bien el expolio y la agresión a los territorios es
una constante en la historia de la colonización en Latinoamérica, en los
últimos años los proyectos extractivistas han crecido exponencialmente en todo
el continente de la mano de las políticas neoliberales.
Del
mismo modo, la resistencia contra estos proyectos se ha mantenido siempre, y ya
no sólo desde un activismo que pone el cuerpo (y en ocasiones, lamentablemente,
la vida) sino también desde el academicismo, tratando así de aportar soportes
intelectuales a estas luchas.
Tania
y Gabriela hablan de su condición de activistas anti-extractivas feministas y
de su relación con la academia.
Como
explica Tania: “Aunque muchas de nosotras estamos vinculadas a la academia,
teníamos la necesidad de formar un colectivo no académico. Pensamos que es
necesario romper con la individualización del conocimiento que se hace desde la
academia”.
Gabriela
añade que su apuesta es la de crear un conocimiento colectivo, “es por esto que
la academia se vuelve también un territorio de disputa.
Uno
puede reflexionar por sí mismo pero el conocimiento te viene por quienes lo
escriben, en los contextos y las relaciones que se dan en distintos espacios,
geografías y personas”. Y precisa: “Pensamos que el conocimiento es relacional
y colectivo”.
Para
analizar las problemáticas que sufren en sus contextos y trabajar con las
herramientas adecuadas a su lucha, no basta con importar los modelos de
conocimiento occidentales: “Como feministas del sur, en muchas ocasiones se nos
ha visto como objetos desde Occidente, pero somos sujetos”, señala Gabriela.
Se
reivindican como sujetos creadores y, como expresa Tania, “qué mejor manera de
hacer esta reivindicación que precisamente desde un paradigma distinto al del
individualismo occidental, un paradigma de lo colectivo”.
Categorías
cuerpo y territorio
En esta ruptura con el paradigma occidental, además
de reivindicar un conocimiento colectivo frente al individual, se apuesta por
reemplazar el análisis tradicional de la realidad, según el cual un sujeto
individual y racional hace frente a un objeto de estudio externo y pasivo.
En
su metodología, las categorías de sujeto y objeto no son válidas y se emplean
otras, las de cuerpo y territorio, de forma que, según argumenta Tania, “el
cuerpo tiene una sabiduría ancestral que hemos retraído debido a los paradigmas
occidentales dominantes”, indicó.
“Nosotras
tratamos de recuperar esa sabiduría, mostrar que no está perdida, evidenciar
que siempre ha estado ahí”, agregó en otro momento.
Se
debe entender que el cuerpo habla de sí, por sí y para sí, pues como argumenta
Gabriela, “el cuerpo es el primer lugar del territorio, es nuestro límite y
nuestro lugar de reivindicación; es también un mediador entre lo personal y lo
colectivo, un vehículo de las relaciones que suceden dentro de los espacios
comunes”.
Reconocer
el cuerpo como principio de nuestra manera de ser y estar en el mundo, al
tiempo que reivindicar la importancia de las emociones en nuestra forma de
relacionarnos, supone un punto de partida totalmente diferente al modelo
tradicional de conocimiento racional.
Como
explica Tania: “Tratamos de poner la subjetividad al descubierto para reconocer
el cuerpo como lugar habitado que hace política. Queremos despertar el cuerpo
para hacerlo político, para que las emociones sean afectividad, es decir,
afecten nuestra vida cotidiana”.
Gabriela
continúa: “A esto lo llamamos hacer política del cuerpo, expresar lo que
sentimos, ver cómo nos relacionamos con las demás para entender que no podemos
vivir sin los otros. Para reconocer esto es fundamental poner nuestras
subjetividades encima de la mesa”.
Estos
planteamientos llevan a poner en cuestión la figura del sujeto de conocimiento
individual y reconocer que la vida es, en sí misma, una cuestión relacional.
Ambas
insisten en que “es necesario entender que, aunque nos enseñen lo contrario,
vivimos en un mundo en el que nadie puede existir por sí solo. Somos en
relación con los otros, las otras, les otres, también con el aire y el agua, la
tierra, el sol y
la luna”.
La
metodología de análisis que plantean Tania y Gabriela proviene de la educación
popular feminista, que trata de repensar la relación de nuestro cuerpo con el
territorio para romper la distancia y la sumisión que se establecen con el
esquema occidental sujeto-objeto.
Las
activistas explican que “nuestros cuerpos están constituidos por el espacio que
habitamos, su clima, su geografía, su historia, su alimento.
”De
aquí se deriva la idea de que, al mismo tiempo, “también el espacio que
habitamos está constituido por nuestros cuerpos, por nuestros comportamientos y
por cómo nos relacionamos entre nosotros y con el medio.”, comenta Tania.
“El
territorio se entiende a partir de nuestra forma de relacionarnos con el espacio,
cómo estamos en él, cómo lo cuidamos, lo trabajamos, lo vivimos –apunta
Gabriela–, por eso cuando se violentan los lugares que habitamos se afectan
nuestros cuerpos, del mismo modo que cuando se violentan nuestros cuerpos se
afectan los lugares donde habitamos”.
Es
así como entienden esta otra categoría, la de territorio. Una categoría que
viene de los pueblos originarios en resistencia contra los despojos y las
violencias sufridas en las últimas décadas. “Es una categoría que surge para
reivindicar su espacio, su lugar de vida”, concluye Gabriela.
Todo
este planteamiento crítico establece una manera de plantear las problemáticas
que genera el extractivismo, pues como expone Gabriela: “Es a partir de las
categorías de cuerpo y territorio que podemos analizar cómo estamos viviendo
los ataques de las políticas extractivistas en nuestros países”, dijo.
“Pensamos
que es necesario entender cómo nuestros cuerpos están encarnando, padeciendo y
reproduciendo las relaciones de poder que existen en el sistema capitalista,
patriarcal, colonial, racista y especista”.
A
lo que añade Tania que “también hay que ser conscientes de las grandes
desigualdades que produce el sistema; no todos los territorios valen lo mismo,
ni todos los cuerpos valen lo mismo dentro de los territorios”.
El
extractivismo: un modelo patriarcal
Desde su mirada feminista, Tania y Gabriela no dudan
en calificar al extractivismo como un modelo patriarcal.
Las
consecuencias de la implantación de este modelo afectan varias facetas de la
vida en los territorios, pues como cuenta Tania “es desde lógicas masculinas
desde donde se decide qué territorios van a ser explotados y de qué manera se
debe operar en ellos”.
Lo
que sucede, continúa Gabriela, “es que cuando un territorio es elegido, debe
ser controlado, y esto implica una militarización del espacio que supone
siempre la imposición de una masculinidad violenta, agresiva y armada tanto
hacia el territorio como hacia los cuerpos que en él habitan”.
Toda
esta agresión al territorio es, para ellas, “intrínseca al correcto
funcionamiento de los proyectos petroleros”.
Cuando
el extractivismo se impone, se potencia la lógica patriarcal que produce
importantes cambios en la convivencia de los lugares donde llega.
Es
notorio cómo, con su implantación en un territorio, se genera un tipo de
relaciones donde lo central es el dinero.
“La
centralidad en lo económico profundiza a su vez en la división sexual del
trabajo. Se produce un cercamiento sobre los cuerpos”, explica Gabriela.
La
presencia en el territorio de petroleros y militares hace que el espacio se
masculinice y que las mujeres se vean acosadas, incluso agredidas o abusadas en
sus propios espacios, viéndose recluidas a los espacios privados y perdiendo la
presencia que habían logrado en los espacios públicos”, concluye.
Además,
no hay que olvidar la dimensión ecológica, como advierte Tania, “en una
extracción se violentan los propios recursos naturales comunes como el agua o
la tierra, que jamás vuelven a ser iguales”.
“Esta
violencia hacia los recursos provoca en muchos casos una agresión también
contra las mujeres, por ser ellas las encargadas de los trabajos de cuidado y
de gestión de estos recursos, ahora violentados”.
Norte-Sur
De su compartir con los distintos colectivos europeos
con los que coincidieron durante su gira, Tania y Gabriela extrajeron algunas
reflexiones con las que finalizan la entrevista.
Tania
hace un llamado “a todas las que luchan por la defensa de sus territorios, a
aprender a mirarnos en relación; hace falta mirarse hacia dentro, tanto en el
norte como en el sur global.
Los
despojos en América Latina, en África y en amplias zonas de Asia, producen
grandes violencias de las que también somos responsables en el sur”.
Gabriela
llama al norte, pues “aunque aquí no se extraiga petróleo sí hay un uso, unas
refinerías… Hay que preguntarse cuál es la relación entre lo que sucede aquí y
lo que ocurre allá.
La
lucha debe ser diversa y en relación. Debemos mirarnos a nosotras mismas y
dejar de mirar a los demás como objetos para que la lucha sea más fuerte y más
honesta”.
Fuentes
originales:
https://www.elsaltodiario.com/extractivismo/mirada-critica-extractivismo-feminismo
https://www.servindi.org/actualidad-informe-especial/24/10/2018/una-mirada-critica-al-extractivismo-desde-el-feminismo
Fuente: https://redlatinasinfronteras.wordpress.com/2018/10/25/una-mirada-critica-al-extractivismo-desde-el-feminismo/
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