PARA QUORUM GLOBAL
Versión 14 Junio 2017
Por qué un Quorum
Global: CONSTRUYAMOS UN PROYECTO COMPARTIDO POR EL FUTURO
Tres
décadas de acelerados cambios son suficientes para comprender que, en realidad,
vivimos en un cambio de época, una encrucijada marcada por el desbordamiento
ecológico y los retrocesos democráticos, que se expresan en altísimas
concentraciones de riqueza y de poder en minorías sociales y nos sitúan ante la
necesidad de abordar grandes transformaciones en las próximas décadas. Se trata
del desafío común de nuestro tiempo: ofrecer una respuesta democrática y
ciudadana a la crisis ecosocial. Organizaciones y movimientos sociales que
ofrecemos resistencias, formas de lucha, acciones diversas para responder a las
amenazas y construir alternativas, estamos convencidas de que ha llegado el
tiempo de un llamamiento articulado y común a la ciudadanía global, para
abordar las transformaciones profundas que demandan la justicia y la dignidad,
para comenzar y consolidar los cambios y las transiciones precisas si queremos
un mundo a salvo y con futuro que incluya a todas las personas.
Así nace Quorum
Global, como un proceso de articulación, mediante el encuentro y el diálogo,
para construir una nueva narrativa de lo que es posible y de lo que no, para
que el cambio de paradigma que se avecina sea un paradigma de poder ciudadano.
Tenemos mucho construido, ahora es tiempo de compartir y conectar las líneas
esenciales en un debate amplio y comprehensivo que sume fuerzas y
legitimidades, que construya un relato nuevo y acciones transformadoras para un
proyecto compartido de futuro.
2.
Contexto: DÉCADAS DE LUCHAS Y RESISTENCIAS EN BUSCA DE UN CAMBIO GLOBAL
Más
de dos décadas de luchas ciudadanas han supuesto algunas victorias y han
alumbrado grandes desafíos. Movimientos ecologistas advierten del
desbordamiento de los sistemas de vida, los feminismos nos alertan sobre cómo
el patriarcado y el capitalismo producen nuevas formas de violencia y
explotación, los movimientos sindicales luchan contra la precarización y el
retroceso de los derechos, organizaciones sociales se activan
contra la pobreza y las desigualdades, el campesinado organizado enfrenta los
monopolios transnacionales de la alimentación, movimientos ciudadanos denuncian
la crisis de representación política y claman por la dignidad y la democracia.
Cada
uno de los procesos de lucha ha conseguido avances innegables en diversos
lugares, aunque el relato dominante parece quedar intacto. Esa explicación
oficial del mundo que nos cuenta el paradigma del crecimiento económico
ilimitado como el único realista y viable, y su apelación al individualismo
como la única respuesta a los riesgos y amenazas. Grandes movilizaciones
también han sido neutralizadas. España también es reflejo y protagonista de las
luchas y demandas ciudadanas. De las primaveras árabes y la ocupación en plazas
para reclamar derechos y libertades, brotaron también en Europa movimientos. El
movimiento del 15M marcó un antes y un después en las movilizaciones; entre
otras herencias, fue un ejercicio amplio de empoderamiento y toma de conciencia
ciudadana, que ha influido notablemente en la participación social y en el
panorama político.
Los
recortes, la austeridad, el rescate bancario y las mal llamadas políticas de
ajuste han favorecido a un capitalismo depredador y han movilizado a millones
de personas en muchas ciudades de manera continuada. La defensa de la sanidad
pública, las reformas educativas, la privatización del agua, los recortes en la
cooperación internacional, la guerra en Siria y la situación de l@s refugiad@s
y migrantes en Europa, el acceso a la vivienda, el impuesto al sol, la pobreza
y los recortes sociales, Bankia, la corrupción de la clase política, la
violencia machista, los abusos a los consumidores, la ley mordaza o la reforma
laboral son algunos ejemplos de protestas que han conseguido sacar a la calle a
muchos colectivos. Un dato muy esclarecedor es que entre 2012 y 2013 se
registraron cerca de 45.000 peticiones de manifestación. Además las
manifestaciones impulsadas por las ONG y asociaciones ciudadanas empiezan a
tener mucho peso. Si en 2007 promovieron menos de 5.000, en 2014 promovieron
casi 15.000 manifestaciones. L@s estudiantes, sindicatos, l@s trabajador@s, las
mareas, las asociaciones y plataformas han salido a la calle y han impulsado
litigios estratégicos mostrando su inconformismo, y que las nuevas formas de
movilización tienden a la articulación de distintos actores.
En
muchos casos han sumado victorias políticas a los Gobiernos a nivel autonómico
y nacional y en otras obtenido compromisos a partidos políticos ahora en el
Congreso. Se han parado privatizaciones en la sanidad, frenado la reforma del
aborto, parado desahucios o ganado a los bancos en las preferentes y las
cláusulas suelo, entre otras. Pero es distinto defenderse y resistir que
conseguir que el presente se vaya pareciendo a un futuro más justo, con nuevas
relaciones con la naturaleza, marcadas por sus límites y la sostenibilidad de
nuestra actividad humana, feministas, donde las sociedades se basen en el
reconocimiento de los derechos y no en la capacidad de consumo, en el que la
economía vuelva a hablar de relaciones humanas.
Las amenazas actuales
no nos permiten relativizar. El desbordamiento ecológico y el crecimiento de la
desigualdad combinados nos sitúan ante un escenario a pocas décadas vista, en
el que el colapso ambiental y la exclusión de las mayorías son más que
probables. Por eso no son extrañas las soluciones machistas, fascistas y
xenófobas. Las organizaciones y movimientos sociales muestran caminos
alternativos, reconociendo que el problema no está en el “otro”, ni en el
“distinto”. Es hora de articular un relato compartido que ponga en valor un
cambio de paradigma anclado en la vida y universal, al alcance de todas las
personas.
3. Elementos para un
diagnóstico compartido:
Afrontamos un cambio de época con
desafíos vitales
La
evidencia del desbordamiento ecológico causado por la actividad humana nos
sitúa ante un cambio de época. Los geólogos anuncian que hemos entrado en el
Antropoceno, puesto que por primera vez en la historia la actividad humana es
la principal causante de cambios críticos en los ecosistemas que reproducen la vida. Las respuestas
políticas y económicas muestran tendencias muy preocupantes, haciendo crecer la
exclusión y la desigualdad, la justificación de la violencia y las guerras para
instaurar la paz, hasta apuntar retrocesos democráticos limitando las
libertades, debilitando el marco de los derechos humanos y cuestionando la idea
misma de soberanía ciudadana ante el creciente poder de los mercados.
La combinación de
estos cambios —ecológico, económico, cultural, social y político— sugiere que
estamos viviendo un cambio de época, el que el desbordamiento de los límites ambientales
determinarán en un futuro muy próximo la posibilidad de una crisis
civilizatoria de consecuencias impredecibles, ya que si no fuéramos capaces de
transitar hacia sociedades sostenibles ancladas en la justicia y la inclusión,
podríamos tener que afrontar opciones sociales de corte fascista y excluyente.
El carácter y la
profundidad de los desafíos actuales pueden exigir análisis complejos y
extensos a menudo difíciles de realizar y de compartir. Pero contamos con suficientes elementos que muestran la degradación de un
modelo de sociedad anclado en el crecimiento económico ilimitado que está
destruyendo las bases de la vida y las posibilidades de convivencia.
●
El modelo liberal está agotado: el sistema fundado sobre la idea de crecimiento
económico muestra sus límites sistémicos y estructurales, por los límites
naturales del planeta, por la incapacidad política de regular los repartos y
por su fundamento basado en la idea antropológica de la “avaricia” como motor
del progreso.
Las
propuestas socialdemócratas pierden capacidad de dar respuesta a multitud de
problemas sociales, nuevos o clásicos mal resueltos, así como las políticas de
austeridad. Además la corrupción se ha convertido en un elemento de
desconfianza añadida y de descrédito hacia la clase política.
●
La progresiva expansión económica según el modelo de crecimiento ya ha
desbordado los límites biofísicos desestabilizando los sistemas vitales del
planeta y generando situaciones dramáticas.
●
Las tendencias de concentración de poder global y de riqueza en minorías
sociales apunta a la ruptura de los “pactos sociales”, como “la Europa del
Bienestar”, aumentando las contradicciones geopolíticas y sociales, el
retroceso de los derechos humanos, de la solidaridad y de la democracia. Asistimos
a una concentración de poder en pocas manos, la mayoría ajenas a la idea de
soberanía democrática. El poder se difumina en operadores financieros, mercados
transnacionales y grandes corporaciones que aumentan su opacidad y hacen
imposible la rendición de cuentas. Los poderes públicos
estatales se subordinan en esta nueva distribución y concentración del poder
global.
●
Los Estados y organismos internacionales han dejado de asumir sus
responsabilidades en asuntos tan cruciales como: las cuestiones derivadas del
cambio climático; la crisis generada por los conflictos bélicos y su
consecuencia en forma de migraciones masivas; la intensificación del trabajo de
cuidados y reproducción social que está afrontando las mujeres consecuencia de
los recortes en políticas públicas; las solicitudes de asilo y refugio, y el
fortalecimiento de las políticas de seguridad frente a otras relativas a la
construcción de paz. Los Estados están demostrando una gran incapacidad para
resolver estas situaciones desde la responsabilidad política compartida y
principios básicos de humanidad y dignidad.
●
El incremento de la violencia en sus múltiples formas como vía para sustentar
esas relaciones de poder: la criminalización y persecución de movimientos
sociales y de activistas por la defensa de los Derechos Humanos, las violencias
machistas con el feminicidio como última expresión, el desplazamiento forzoso
de pueblos y comunidades indígenas, o la militarización y la guerra como
garantía para mantener “la paz”.
●
Cambios en la geografía política de la pobreza: el mundo ya no se explica según
la división de países “ricos y pobres”, Norte-Sur. Hay nortes en el Sur y sures
en el Norte. Lo que nos lleva a preguntarnos cuáles son
las dinámicas y las políticas que generan la exclusión, la pobreza y la
desigualdad en todas las latitudes. Sin perjuicio de que su expresión
deba diferenciarse en función de su dramatismo y alcance, no cabe ya defender
que por ejemplo España es un país adecuadamente desarrollado y por lo tanto un
modelo a imitar.
●
Los problemas de la agenda de desarrollo son cada vez más complejos y están
interconectados. Las migraciones, la salud, la identidad de género, la
degradación del medioambiente, los modelos de consumo o producción, o el peso
de las transnacionales en ello, están cada vez más relacionados y no pueden
abordarse de manera aislada.
●
Dificultades para generar procesos de transformación con narrativas, mensajes y
objetivos aglutinadores donde la sociedad civil en su sentido más amplio, se
vea reflejada y tenga una respuesta convincente. Los relatos que surgen desde
los márgenes, que constituyen alternativas y demandas potentes, son fácilmente
reapropiados por las fuerzas y medios de comunicación dominantes. Vemos cómo
cambian el lenguaje, los discursos, los conceptos, para asegurar que realmente
nada cambie.
●
Mientras tanto el avance de la ultraderecha, los totalitarismos, los
nacionalismos excluyentes, las violaciones de DDHH por “razones” económicas, la
exclusión y el miedo al “otro”, el machismo, la xenofobia y la homofobia están
ganando elecciones y peso político real. El terror a estas expresiones viene a
proporcionar un nuevo valor a las políticas agotadas del establishment, que
ahora pueden ser vistas como espacios seguros ante la amenaza fascista o
terrorista. Las tendencias señaladas se están produciendo en un nivel global y
transnacional, aunque su expresión puede variar en función de latitudes y
contextos.
En el Estado español, todos ellos se concretan de manera
evidente, algunos presentando cifras y tendencias dramáticas: ● España viene sufriendo desde mediados del siglo
pasado una profunda degradación ecológica que ha llevado a que el 45% de sus
ecosistemas (en términos de servicios ambientales) se encuentren en mal estado.
Ello, unido a la inacción de los últimos gobiernos, hace que nuestro país sea
uno de los más vulnerables de la Unión Europea ante los desafíos planteados por la
evolución del binomio energía-clima y que, entre otros aspectos, el 80% del
territorio afronte riesgos de desertización. ● Se ha convertido en los últimos
años en uno de los países europeos con mayor desigualdad. Los datos muestran un
incremento de la brecha entre ricos y pobres de un 15% desde 2007. La
injusticia social amenaza nuestra cohesión social e indica la mala salud de nuestra
democracia. 4 ● Es patente el empeoramiento de las condiciones de vida de las
mujeres. Así nos lo muestran indicadores como: la tasa de pobreza y exclusión
de mujeres en edad laboral que, desde 2008, se ha disparado nueve puntos hasta
situarse en el 32,2%; o la falta de corresponsabilidad de los hombres en el
trabajo doméstico –las mujeres siguen invirtiendo el doble de tiempo-, que las
sitúa, entre otros motivos, en altas tasas de temporalidad y parcialidad. En
los últimos 15 años, casi 900 mujeres han sido asesinadas por sus (ex)parejas;
a día de hoy siguen sin garantizarse los mecanismos de prevención, protección y
reparación ante este tipo de violencia. ● Desde el
inicio de la crisis, se ha producido una regresión en los derechos sociales y
económicos como consecuencia de las políticas de austeridad que han traído
recortes drásticos en políticas sociales, sanitarias y educativas importantes.
Comenzando con los recortes sociales y de la dependencia, se ha reducido la
protección de los más vulnerables: de acuerdo a datos recientes, más de
una cuarta parte de la población en España está ahora en riesgo de pobreza y
exclusión social. En 2014 casi 13 millones de personas se encontraban en riesgo
de exclusión social. Según datos de UNICEF 2,7 millones de niños/as están en
riesgo de pobreza, 800.000 más que en 2008. ● Ejemplo claro de ello han sido
las reformas sanitarias, que han acabado con la universalidad de la salud y
afectado a la accesibilidad, asequibilidad de fármacos y terapias sanitarias
así como a la calidad de los servicios sanitarios. Así dos quintas partes de la
comunidad de migrantes han perdido el acceso a la asistencia sanitaria por el
Real Decreto-ley 16/2012. Por otra parte, la oleada de privatizaciones ha
puesto en riesgo uno de los pilares fundamentales del sistema de bienestar.
Sea
cual sea el desarrollo profundo de un diagnóstico complejo, las tendencias
sugieren que nos encontramos ante un cambio de época marcado por desafíos
vitales para la especie humana. Desafíos que muestran una dimensión global y
múltiples expresiones locales. El mundo de la política no ha logrado hasta hoy
constituir respuestas democráticas globales y el gobierno de los asuntos
globales es poco más que una aspiración como muestra la sucesión de
declaraciones, acuerdos y protocolos que adolecen de la eficacia que los
desafíos requieren. Si bien dichas declaraciones y acuerdos de la comunidad
internacional pueden ser útiles como diagnósticos, no cabe esperar que por sí
mismos cambien la distribución actual del poder y generen las transformaciones
necesarias.
La gobernabilidad
democrática de los asuntos globales tiene aún un largo camino por delante, que
exige la construcción de un relato desde la participación local para asegurar
sus pilares democráticos. En definitiva, son tiempos de EMERGENCIA en los que
la urgencia y amplitud de los desafíos nos convocan a compartir un relato por
un futuro común, sobre la dignidad humana, para estos tiempos de amenazas
globales y pérdidas en los ámbitos democráticos y de los derechos. Los procesos
puestos en marcha por organizaciones y movimientos sociales constituyen
intentos de nuevas narrativas que están en marcha. Ahora se trata de articular
estas respuestas en un relato que enfrente el desbordamiento, las amenazas a la
democracia y las desigualdades, que se exprese inicialmente como una llamada a la ciudadanía. En
resumen existe un contexto de oportunidad favorable para iniciar procesos de
encuentro con múltiples actores con agendas políticas susceptibles de ser
enmarcadas de manera conjunta. Los elementos comunes pueden construirse a
partir de la demanda de repolitización de los espacios de ciudadanía, una
reclamación de los derechos de las personas a ser soberanas de su futuro común,
en el marco de una ciudadanía global, más allá de identidades, cosmovisiones y
fronteras políticas.
4. Quorum Global es una invitación:
Nuevos tiempos, nuevos paradigmas
El
llamamiento debe ser claro: construyamos nuevos
paradigmas que nos proporcionen respuestas apropiadas para los nuevos tiempos.
Se trata de articular en un relato comprehensivo nuevos enfoques para afrontar
los desafíos del complejo ambiental, económico, social y político que conforma
la realidad en este cambio de época. Nuevos paradigmas que orienten y apelen a
las acciones transformadoras, porque los viejos paradigmas del crecimiento, del
desarrollo y del progreso ilimitados han tocado fondo hasta poner en peligro la
consideración de las personas como seres vivos, la de la ciudadanía como sujeto
de derechos, y la de la soberanía como poder democrático de los pueblos.
Los
nuevos paradigmas son construcciones en marcha, asentados en unos principios y
aspiraciones generales que están íntimamente interrelacionados. Los siguientes
principios no tienen una jerarquía entre ellos, constituyen más bien el mínimo
sobre el que avanzar un relato compartido que nos permita mirar y actuar de
manera articulada y orientada hacia delante, el germen de un proyecto
compartido por el futuro. Constituyen los pilares sobre
los que empezar a construir un relato emancipador y coherente con la vida, al
mismo tiempo.
Re-politizar para transformar en clave de ciudadanía global
La clave de las transformaciones reside en la acción colectiva sobre
los asuntos públicos y comunes, es decir, en el carácter político de las
acciones humanas.
El
neoliberalismo y la globalización contribuyeron a generar mitos sobre el
consumo individual, los mercados mundiales y el pensamiento tecno científico
como principales llaves del progreso de las sociedades, causando desafección y
desprestigio por lo político. Es tiempo de clamar por un nuevo paradigma de la
política en perspectiva de ciudadanía global. Esto es, asumir las
responsabilidades de los intereses comunes pero en una perspectiva planetaria,
asumiendo las diversidades y los límites que configuran nuestro entorno ecosocial.
Se trata de renovar el “actúa localmente y piensa
globalmente” para recuperar espacios de soberanía ciudadana en los asuntos de
interés público. La participación y la deliberación ciudadanas constituyen un
principio de garantía para que las transformaciones avancen por la senda de la
inclusión, la sostenibilidad y el cambio en las actuales relaciones de poder.
Necesitamos un nuevo paradigma de participación política, que alcance a las
organizaciones sociales, una democracia del siglo XXI, construida desde la
cooperación local/global.
Conocer
cuáles son los procesos e itinerarios de participación ciudadana que se están
produciendo en los ámbitos locales —desde abajo— y sus desafíos para articular
organizaciones sociales y sus relaciones con las instituciones políticas. Tener
claridad sobre cuáles son los espacios y actores desde donde se ejerce poder y
cómo nos resituamos las organizaciones sociales en dichas relaciones de poder.
Aunque los espacios democráticos siguen operando principalmente en el marco de
los Estadosnación, atender a los procesos de construcción de redes
transnacionales que vinculan experiencias, prácticas y demandas locales con
trabajo —presencia, incidencia, influencia— en los ámbitos globales. Se trata
de explorar las posibles equivalencias que pueden construirse entre demandas
feministas, ambientalistas, de derechos, etc., para configurar un “Quorum
Global” de respuestas articuladas.
La
principal garantía para construir un futuro común como respuesta a los desafíos
es la participación política. El empoderamiento político de la ciudadanía del
siglo XXI constituye un fundamento general para cualquier acción en todos los
ámbitos o sectores desde los que se vienen proponiendo respuestas.
Los límites los marca el planeta: apenas queda tiempo para
reaccionar
Sabemos
que hemos superado los límites ambientales y que los niveles de producción y
consumo solo se sostienen debido al injusto reparto de los recursos y los
impactos ecológicos. Esta forma de vida supone que millones de personas sobrevivan en la miseria y cada vez más superficie del
planeta se encuentre en tal estado de degradación que es imposible recuperarlo.
Parece clara la necesidad de actuar, pero sin embargo las respuestas no llegan
de las instituciones políticas y, mucho menos, desde el modelo económico
capitalista; que lejos de reconocer nuestra ecodependencia, ofrece parches y
falsas soluciones. El viejo paradigma del desarrollo debe ser abandonado, para
formular uno nuevo que incorpore los techos ambientales y los suelos sociales
para todas las personas, configurando un espacio para la vida y la convivencia. La
necesidad de asumir los límites del planeta se impondrá antes o después; cuando
los recursos sean tan escasos y el territorio esté tan degradado que sea
imposible escapar de esta realidad.
Disponemos
de pocos años para construir democráticamente alternativas que sean capaces de
adaptarse a la escasez de recursos, permitiendo que las personas satisfagan sus
necesidades. Entre otras, las propuestas encaminadas al reparto del trabajo, a
la democratización de las empresas y los operadores económicos, al
reconocimiento de prácticas económicas basadas en los cuidados de las personas
y el planeta, son caminos de exploración imprescindibles para lograr
transformaciones de calado.
Derechos Humanos, el suelo social que queremos pisar
Si
buscamos un relato y un marco de acción con carácter universalista, no puede
tener mejor anclaje que en los Derechos Humanos. Es necesario asumir en
profundidad las oportunidades de un enfoque basado en DDHH en toda su amplitud
e integralidad, no como herramienta instrumental, sino como una propuesta de
fundamentación para la articulación de respuestas políticas. Aporta no sólo las
posibilidades de incidencia jurídica propias de un marco de derechos —y por
tanto de obligaciones— , también su potencial para establecer procesos de
incidencia política.
Por ejemplo, es muy diferente demandar acceso a los alimentos o a la
energía, que demandar el derecho a la alimentación o la energía, nos abre
diferentes itinerarios de trabajo político. Entre otras, las propuestas sobre el derecho a una renta básica y a
una vivienda digna, a una vida libre de violencias y discriminaciones de todo
tipo, las regulaciones en materia fiscal que detengan la primacía del capital
especulativo, la libre movilidad de las personas, la transparencia y la
justicia fiscal en niveles nacionales y global, deben constituir un programa de
recuperación democrática del control sobre decisiones fundamentales para la
vida en común. La denominada agenda de las políticas sociales y sus marcos de
reivindicación basados en los derechos deben ser centrales. No sólo para lograr
que se cumplan y satisfagan los derechos, sino para situar el discurso político
de los DDHH como configurador de las relaciones políticas y sociales.
Perspectivas feministas y equidad de género para una nueva sociedad
En
un momento de reofensiva patriarcal a nivel global, en todas las direcciones y
formas, ante el recrudecimiento de las violencias en múltiples expresiones o la
discriminación por razón de género en todos los ámbitos, asistimos también, y
consecuentemente, al movimiento imparable de los feminismos, con expresiones y
realidades muy plurales, generando estrategias y respuestas emancipadoras y de
transformación, diseminados y presentes en lo local, con una notable visión y
tradición internacional. Para la generación de un nuevo relato y una nueva
sociedad, la mirada feminista contribuye un doble sentido: con un análisis de
la realidad desde un enfoque interseccional y multidimensional, que recoge la
diversidad de personas y situaciones, y que, en diálogo con otras corrientes de
pensamiento crítico, genera lecturas complejas de las causas y consecuencias de
vulneraciones de derechos, poniendo en tela de juicio nuestras propias formas
de organizarnos y relacionarnos. Por otro, como marco ético y político para la transformación. En
sociedades donde el bienestar se equipara a altos niveles de consumo, seguridad
e independencia, la ética de los cuidados surge como un paradigma sólido y
exigente, como ingrediente base para una sociedad que tenga a las personas y al
planeta como epicentro. Eso sí, la propuesta nos llama, en lo individual y en
lo colectivo, en lo público y en lo privado, entre otros, a: identificar y
renunciar a nuestros diversos privilegios; a reconocernos interdependientes y
vulnerables a lo largo de la vida; a reconocer y redistribuir saberes y
trabajos de cuidados, esenciales para la vida.
Una economía para salvaguardar el bienestar de las personas
y los ecosistemas de vida del planeta
Un
nuevo paradigma económico ha de reconocer el desbordamiento de los límites
ambientales y de los recursos de un planeta finito y debe de enmarcarse en el
tránsito necesario hacia una economía y una tecnociencia que se orienten a las
necesidades de las personas y a la pervivencia de los sistemas de vida en la Tierra. La nueva
estrategia económica ha de dimensionar y redistribuir la actividad de los
cuidados realizada principalmente por las mujeres, generar un empleo digno y
sin ningún tipo de discriminación, y velar porque los recursos disponibles, el
redimensionamiento de la esfera económica, los avances tecnológicos y las
transformaciones del sistema productivo se gestionen teniendo en cuenta los
intereses de las mayorías sociales. Asimismo, es imprescindible abordar la
democratización y descentralización del enorme poder fáctico acumulado por los
oligopolios, recuperar el sentido territorial y la proximidad de las
actividades económicas, favoreciendo formas de cooperación e iniciativas de
interés social y solidario.
5. Propuesta de campos de
acción:
Construyamos entre tod@s un proyecto
de país más democrático, justo y sostenible
Los
relatos y los nuevos paradigmas no se construyen sólo desde principios. Son las
acciones y las prácticas existentes las que están visualizando las
posibilidades de un nuevo tiempo más democrático, más justo y sostenible. Por
ello es preciso reconocer y alentar las prácticas en campos de acción comunes.
Disponemos de algunos campos de acción en los que centrar las transiciones y
las transformaciones necesarias para alumbrar formas de vida en común basadas
en la justicia y la
sostenibilidad. Son campos de acción porque al mismo tiempo
señalan espacios y aspiraciones para el trabajo transformador, constituyen un
decálogo como punto de encuentro, de partida y de trabajo en común para Quorum
Global. a) Urgente regeneración y profundización democrática: superar la crisis
de representación política mediante la profundización de la democracia,
fortaleciendo el sistema representativo, la apertura de los cauces de
participación política, en especial a los grupos tradicionalmente excluidos de
la misma, y las respuestas contra la corrupción y la instrumentalización
ilegítima de las instituciones del Estado. Incorporar valores e instrumentos
democráticos en defensa de los intereses de la ciudadanía en los ámbitos de los
poderes económico y político, de forma que puedan disponer de los recursos
precisos para abordar las transformaciones necesarias. b) Los territorios y las
ciudades como espacios claves del cambio: en los que resolver la ecuación de
práctica democrática y economía de proximidad, compatibilizando mundo urbano y
entornos rurales y naturales, particularmente con la producción de alimentos.
Las ciudades tienen gran peso político, socioeconómico y un gran impacto
ecológico, por lo que son potencialmente escenario de impulso para las
transformaciones que el cambio requiere. c) Alumbrar la emergencia de relatos e
imaginarios culturales para el cambio: ante el hartazgo del discurso neoliberal
vigente, emergen relatos culturales e imaginarios sociales emancipatorios que
todavía no disponen de la fuerza suficiente para constituirse en convicciones
sociales mayoritarias, en “poder blando”, que orienten las acciones humanas. El
desafío cultural tiene una enorme importancia, en tanto que construye la
realidad social, orienta preferencias y decisiones. d) Reconocimiento
constitucional e implementación efectiva de los DDHH en su sentido amplio:
contemplando derechos políticos, sociales, económicos, culturales y
ambientales, y reforzando los programas relacionados con la acción contra la
pobreza y la situación de las personas más desfavorecidas y vulnerables.
Incorporar la lucha contra las desigualdades de renta y riqueza, así como
contra el patriarcado y contra las discriminaciones por cualquier causa que
sufren colectivos determinados. Un marco legal que refleje los valores éticos
fundamentales que queremos que nos regulen como sociedad. e) Reconocimiento
constitucional y compromisos concretos de emergencia contra el desbordamiento
ecológico: constituyendo un programa de reducción del consumo energético, de
transición a modelos renovables que permitan escenarios de emisiones climáticas
“casi 0”
antes de mediados de siglo. Combatir la desertización y la pérdida de
biodiversidad mediante la recuperación de ecosistemas y ciclos naturales clave.
Es fundamental la reconversión de espacios y formas de vida adaptadas al medio
en los ámbitos locales y del litoral. f) Reorientación y democratización del
sistema socioeconómico: es necesaria una fase de transición que reoriente y
renueve la economía de modo profundo. Donde se reorganicen las actividades y
trabajos, el conjunto de sectores –incluidos los cuidados de las personas- y se
les dé valor (económico, social) en base a su impacto ambiental, qué
necesidades y derechos están cubriendo, cómo contribuyen a la equidad social y
territorial, o por su nivel de descentralización y transparencia democrática.
Desde esa mirada, es posible valorar la apuesta por la reducción del consumo y
las energías renovables; el impulso de la agricultura ecológica como un recurso
vital; la reconsideración del binomio transporte/proximidad, por su factura
energética y climática; la transformación de los territorios y las ciudades
como espacios centrales del bienestar y la sostenibilidad; la reconversión
hacia una industria limpia para vertebrar la economía productiva y generar
empleo estable; la preservación de las instituciones públicas y los comunes como
herramientas al servicio de la democracia y el bienestar social; o los cuidados
de las personas y los servicios naturales, claves para la reproducción de la
vida en un marco saludable. g) Reorientación de presupuestos públicos y
financiación privada para garantizar los derechos sociales y los cambios
ecosociales del modelo económico y territorial: reformulando políticas fiscales
y financieras adecuándolas a la emergencia social y ambiental durante un tiempo
sostenido para apuntalar las transformaciones precisas. El esfuerzo debe
canalizar recursos desde los ámbitos locales, pasando por los presupuestos
nacionales hasta los espacios transnacionales de gobernanza, como la UE. h)
Impulso a las iniciativas económicas y de convivencia alternativas desde los movimientos
sociales: especialmente, hay que reconocer el valor de aquellas experiencias
que están impulsando otras formas de convivir con menores niveles de consumo,
pero no necesariamente menos bienestar y que se enraízan en redes de
proximidad, a los recursos mediatos, a las relaciones comunitarias y a la
responsabilidad con los entornos que les rodean. Merece la pena destacar
experiencias como las ciudades en transición, el movimiento de simplicidad
voluntaria, las monedas locales o las iniciativas comunitarias de
sostenibilidad que engloban grupos de consumo agroecológico, los mercados de
intercambio de objetos, los consumos colaborativos, los bancos de tiempo, los
huertos colectivos, etc. i) Reorientar el conocimiento científico y técnico
hacia la integración de bienestar de las personas y la preservación de los
sistemas de vida: cuestionando la primacía de la perspectiva de la
tecno-ciencia sobre otros saberes. Apostando por la interdisciplinariedad y las
propuestas que alumbren paradigmas integrados de sociedad y naturaleza. La
Universidad y las políticas públicas de investigación, innovación y educación
tienen un papel muy relevante tanto en la construcción de nuevos paradigmas
como en desmontar otros elaborados desde el prestigio de la marca científica al
servicio de las élites. j) Participar activamente en la reformulación de un
proyecto europeo más democrático, justo y sostenible: la refundación de una
Europa avanzada, más próxima a los intereses de las personas y más
profundamente comprometida con la sostenibilidad ecológica y la equidad social
o la justicia social, constituye un factor fundamental para poder afrontar con
éxito en cada país, territorio y localidad, los desafíos que el cambio de ciclo
histórico depara. Mención especial requeriría la cuestión de la cooperación
exterior y, muy especialmente de la acogida de personas migrantes/refugiadas
que huyen del hambre, las guerras y persecuciones o los desastres naturales,
porque ante un drama humano tan excepcional solo cabe solidaridad o barbarie.
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Este documento, elaborado por la comisión de contenidos, es un punto de
partida, una síntesis, una herramienta, y ante todo, una carta de invitación
para sentarnos a reflexionar y explorar otras formas de trabajo conjunto. No
pretende ser un posicionamiento, ni contener los múltiples matices ni
propuestas de pensamiento y acción con las que nos identificamos.
Fuente: http://quorumglobal.org/repo/repo_10.pdf
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