lunes, 29 de octubre de 2018

Veamos cómo los pequeños productores de Bolivia hacen a su propia desaparición forzada por el sistema global de agronegocios.

Los transgénicos, 

ampliaron la frontera agrícola y

el importe de más agroquímicos.

29 de octubre de 2018
El mito de que las semillas transgénicas permiten producir más, no existe. El año 1995, y son reportes de Anapo y el CIAT, se producían variedades no transgénicas que tenían un rendimiento de 2 a 3,5 toneladas por hectárea. Y ahora con la soya transgénica se produce solo un promedio de dos toneladas. Eso refleja que hemos retrocedido", apuntó Miguel Ángel Crespo, director de Probioma.

Transgénico, sólo amplió frontera agrícola e importe de más agroquímicos
A casi 20 años de haber introducido la primera semilla transgénica en Bolivia para la producción de la soya, según un informe de Probioma (Productividad Biosfera Medio Ambiente), los resultados han sido totalmente insuficientes en términos de mejora de los rendimientos productivos. Al contrario, el estudio menciona, con indicadores del Instituto Nacional de Estadísticas (INE) y otros datos de entidades de comercio exterior,  sólo contribuyó a una ampliación de la frontera agrícola y  una mayor importación de productos agroquímicos y fuerte impacto al medio ambiente en términos de contaminación ambiental y deforestación.

"El mito de que las semillas transgénicas permiten producir más, no existe. El año 1995, y son reportes de Anapo y el CIAT, se producían variedades no transgénicas que tenían un rendimiento de 2 a 3,5 toneladas por hectárea. Y ahora con la soya transgénica se produce solo un promedio de dos toneladas. Eso refleja que hemos retrocedido", apuntó Miguel Ángel Crespo, director de Probioma.

En la misma línea, un informe reciente de la Fundación de Jubileo detalla que entre 2000 y 2006, el valor de las importaciones de plaguicidas, considerando insecticidas, fungicidas, herbicidas, inhibidores de germinación, reguladores del crecimiento de las plantas y desinfectantes, no pasaba de 81 millones de dólares. Sin embargo, a partir de 2006, y durante los últimos 12 años, el valor de las importaciones de plaguicidas se triplicó. 

El 2017 fue una de las gestiones con el mayor valor de importaciones de plaguicidas, por el monto de 249 millones de dólares y un incremento de 22,5% respecto al año anterior, enfatiza el informe.
En respuesta a esta situación, Deysi Choque,  secretaria ejecutiva de la Federación Sindical Única de Trabajadores Campesinos Productores Agropecuarios de las Cuatro Provincias del Norte cruceño, señaló que puede entenderse a los defensores verdes de la naturaleza, pero en los hechos quienes a diario sufren y viven cómo es producir alimentos, así sea en una hectárea son los campesinos, pequeños productores, por lo que mencionó que no todo es malo. 
“Los biólogos y los ambientalistas pueden defender todo, pero que nos entiendan: somos nosotros los que vivimos en el campo y sufrimos las pérdidas por insectos, por sequías, plagas y competencia desleal con los productos del exterior”, respondió, luego que el mes de septiembre los pequeños productores del Oriente, dieran al Gobierno un plazo de 30 días y exigiendo  la conformación del Comité Nacional de Bioseguridad para analizar las solicitudes de aprobación de biotecnología o la implementación de más transgénicos. 
El informe en detalle. El informe Probioma refiere que de acuerdo a los datos del Instituto Nacional de Estadísticas (INE), la superficie cultivada al 2017 alcanzó a 3.498.203 hectáreas.

El crecimiento fue significativo en los últimos 30 años, cuando entre 1985 y 1986 la superficie cultivada fue de 902.483 hectáreas, donde la producción de cereales ocupaba el 45%, las oleaginosas solo un 17% y los tubérculos y raíces un 17%. Pero entre el 2005-2006, con la introducción de la semilla transgénica en la soya el panorama cambió, cuya superficie cultivada creció casi tres veces al ubicarse en 2.423.678 hectáreas, con 49% de presencia de las oleaginosas e industriales, 31% en cereales y solo un 7% en tubérculos y raíces. 

Actualmente en una superficie cultivada de 3,5 millones de hectáreas, a diferencia de hace 12 años atrás, las oleaginosas  registran un 45%, los cereales un 35% y en tubérculos solo un 6%.
Por departamentos, Santa Cruz lidera en superficie cultivada del país. Si entre 1983 y 1984 la superficie agrícola de Santa Cruz representaba el 33% con relación al resto del país, al periodo 2016-2017 este alcanzó el 69%. Junto con Pando y Beni, ocupan el 71%. Un 13% de la superficie agrícola corresponde a los departamentos de Cochabamba, Chuquisaca y Tarija y un 16% a La Paz, Oruro y Potosí.

Respecto a los agroquímicos:
La importación de agroquímicos a Bolivia, en los últimos casi 20 años se ha multiplicado, en volumen en 500%, casi seis veces. Según datos del INE y datos de comercio exterior, el 2000 se importó por alrededor de 30 millones kilos; en tanto que dicha cifra se fue incrementando significativamente hasta el 2003 cuando Bolivia introdujo los transgénicos, al situarse el 2005 en 75,38 millones de kilos de agroquímicos importados. Pero con relación al 2017 dicha cifra creció más del doble, al situarse en 152,31 millones de kilos, de los cuales según estimado por el Senasag, un 30% que ingresa al país son por vía del contrabando. 
Pero en la relación de agroquímicos con producción y superficie cultivada, entre el 2001 y 2017 se tiene que el 2001 el uso de agroquímicos alcanzó a un promedio de 17,4 kilos por hectárea, cuyo incremento al 2017 fue del 150%, cuando se aplica 43,5 kilos por hectárea. 
En la relación kilo/tonelada la utilización de agroquímicos alcanzó el 2001 a 3,5 kilos por tonelada, el mismo que al 2017 alcanzó un incremento de 151% al situarse en 8,8 kilos de agroquímicos por tonelada. 

Rendimientos productivos:
En tanto el rendimiento de producción por hectárea el 2001, por entonces sin transgénicos fue de 4,93%, cuyo incremento en 17 años solo fue de 06% en  rendimiento productivo que el 2017  tuvo un promedio menor, solo con 4,96 toneladas por hectárea. 
Según el último reporte de la Asociación Nacional de Productores de Oleaginosas y Trigo (Anapo), la producción de soya en el periodo 2016-2017, tuvo un rendimiento de 1,8 toneladas por hectárea. El bajón, según el sector, se atribuye a factores climáticos que golpearon una mejor producción.
En su momento, Richard Paz Aponte, presidente de Anapo, mencionó el desafío de incrementar la frontera agrícola para producir más y mejores alimentos para los bolivianos.
Al contrario de las observaciones que hace Probioma, reiteró el pedido de la aprobación de nuevas herramientas biotecnológicas, para que se logre producir más, para que se pueda competir con otros países, además que mencionó la necesidad de una libre exportación de los productos oleaginosos y la construcción de Puerto Busch.
15  Años de producir con transgénicos se ha llegado al 99% de cobertura en la soya.
70 Por ciento del maíz que se produce en la zona del Chaco boliviano es con semilla transgénica.

Apuntes
• Según el análisis contextualizado de Probioma, la Fundación Rockefeller creó la Revolución Verde a mediados de 1946 con  la excusa de resolver el hambre del mundo, pero su objetivo principal era desarrollar los agronegocios sobre todo de los norteamericanos.
La Revolución Verde también fue un buen negocio para los Rockefeller(petroleros) ya que el paquete tecnológico diseñado tenía como eje la petroquímica, base para los pesticidas y fertilizantes.  Asimismo, la implementación de maquinaria agrícola impulsada con hidrocarburos. También se implementó la privatización de las semillas.
• La revolución genética. Término acuñado por la Fundación Rockefeller, para referirse a la promoción y diseminación de semillas transgénicas patentadas.
• Proceso que empieza en 1980  cuando la Corte Suprema de Estados Unidos, aprobó el derecho a patentar “un microorganismo vivo hecho por el ser humano”, de esta manera se sentó las bases para que un puñado de corporaciones químicas a la cabeza de Monsanto empiecen a monopolizar la oferta de semillas casadas con sus agroquímicos. 
• De los países que producen con transgénicos, el 91,3% de la superficie cultivada de transgénicos se concentra solo en cinco países: Estados Unidos y Canadá con el 46,4%, tres países emergentes: Brasil, Argentina e India con el 44,9%. La cantidad de países que utilizan esta tecnología en 2015 eran 28 naciones, en tanto que el 2017 solo 24.  Y el 8,7% corresponde a 19 países.
• El 2017 por segundo año consecutivo, Argentina y Uruguay redujeron la superficie cultivada con transgénicos en 200 mil hectáreas, cada uno; mientras que Paraguay redujo en 600 mil hectáreas y Filipinas en 200 mil.
• De la superficie global de cultivos con transgénicos, entre 1996-2017, el 99,1% de la superficie cultivada con transgénicos se concentra en cuatro cultivos (fuente ISAAA Clive James, junio de 2018): soya en 94,1 millones de hectáreas, maíz en 59,7 millones de hectáreas, algodón en 24,1 millones y trigo con 10,2 millones.
• Los cultivos con eventos de Biotecnología (BT) y Tolerancia a herbicidas también crecen. 88,7 millones de hectáreas de cultivo a nivel mundial tienen que ver con tolerancia a herbicidas, en tanto 77,7 millones de hectáreas  a stacked traits 23,3 millones de hectáreas con resistencia a los insecticidas.
• La crisis del modelo de la revolución verde: Contrariamente a lo que se podría imaginar, entre 1950 y 2018 hubo un aumento considerable de especies de malezas resistentes a herbicidas en todo el mundo. Hasta abril de este año se han reportado 494 especies de dichas características. A partir de 1980, el crecimiento fue virtiginoso. Con respecto a las malezas resistentes al glifosato, entre 1996, año de introducción de los transgénicos hasta abril de 2018 se tiene registrados 40 especies de malezas resistentes al glifosato.
• El caso emblemático es Argentina, según los investigadores ambientalistas, el avance de las malezas resistentes a glifosato continúan su expansión, en especial el amaranthus. Según encuesta de la empresa Syngenta en Argentina, entre el 50 a 60% de las hectáreas sembradas tiene un rango de entre moderada y alta infestación.
• El avance de la resistencia es notable, en 2011 la superficie afectada era solo del 1% y circunscripta al sur de Córdoba. En la última campaña, el control del amaranthus demandó entre 60 a 80 dólares por hectárea en el cultivo de la soya y entre 30 y 40 dólares en el maíz.

Punto de vista: 'Los rendimientos siempre fueron de  dos toneladas'
"Ellos, los activistas, el mito que manejan es no aceptar la novedad de la tecnológica del mundo. De todas maneras lo que manejan es algo aislado. Los argumentos que utilizan los defensores verdes son argumentos infundados, dado que el país hace años ha alcanzado la producción con semilla transgénica, tanto es así que hoy, 2018  la semilla transgénica cubre más del 98% de la producción agrícola de la soya.
Es raro ver que agricultores produzcan con semilla tradicional. 
El activista, en ese contexto, pone argumentos infundados con el solo objetivo de hacer daño a quienes están trabajando  en el campo. Es más, ni ellos mismos tienen idea cuánto se siembra con semilla orgánica. 
La producción con semilla tradicional no debe llegar ni  a 100 hectáreas. En el caso de los plaguicidas en Bolivia solo hay un evento aprobado, que es el glifosato; no hay más otro. Por lo tanto, no pueden atribuir otro tipo de productos.
Con respecto a las importaciones de insumos, que evidentemente en los últimos años se ha incrementado, pero es atribuible al calentamiento global  lo que ha generado muchas plagas, malezas, entre muchos factores complejos. También está habiendo un poco de resistencia de estos patógenos a los pesticidas. Entonces hay muchos factores que solo puede ser explicados científicamente.
Con respecto a la biotecnología y la  transgénesis evidentemente hay una gran diferencia, dado que está en todo, hasta lo que consumimos de la transformación de la leche en un queso, el pan, el vino, es fruto de la biotecnología. 
En tanto, la transgénesis es una manipulación de genes que no necesariamente está en el acervo de la misma especie; son genes foráneos. En ese contexto, los transgénicos representan una pequeña parte de la biotecnología. No podemos encontrar un material con resistencia o tolerancia a una sequía solamente en la misma especie; tenemos que buscar otra especie que podrían aportar esas características, como en el caso de la soya, donde se tiene un gen extraído del girasol. En el fondo el que quiere sembrar o no con transgénico es el agricultor, luego el consumidor que demanda el producto. Debe haber la coexistencia de ambos sistema, quien al final tiene la decisión es la población consumidora, está en su derecho de hacerlo.  

Los pequeños productores piden activar transgénicos:
Contraflecha - Pese a que en Bolivia,  está prohibido el uso de semillas genéticamente modificadas (excepto en soya), el 35 por ciento de la producción de maíz es transgénico, informó el presidente de la Cámara Agropecuaria de Pequeños Productores del Oriente (Cappo), Isidoro Barrientos.
Acciones. El pasado 3 de septiembre, en predios del campo ferial de la Fexpocruz, diferentes organizaciones campesinas y de pequeños productores que conforman el Bloque Oriente exigen al Gobierno nacional la inmediata conformación del Comité de Bioseguridad para que este, en base a fundamentos técnicos, viabilice el uso formal de semillas transgénicas a partir de 2019 en cultivos de soya y maíz.
El pedido, según las entidades y colectivos defensores del medio ambiente, fue tomado como una sorpresa  y de profunda preocupación, cuando según ellos, el país no puede seguir alentando el agronegocio. El Gobierno vio conveniente generar un espacio para concretar la ruta que permita mirar el futuro sin dejar de lado los componentes científicos, pero dentro de la doctrina y la filosofía del vivir bien.

Fuente: http://www.biodiversidadla.org/Noticias/Bolivia-Los-transgenicos-ampliaron-la-frontera-agricola-y-el-importe-de-mas-agroquimicos

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