Honduras
Las rutas que tienen
que cambiarlo todo
27 de octubre de 2018
Por Gustavo Duch y Patricia
Dopazo
Revista SABC
La otra noche hablamos con Wendy Cruz y Rafael Alegría, dos líderes del campesinado hondureño. Estaban en el descanso de una reunión de urgencia de las organizaciones de
La fecha de partida ha sido este mes de octubre, pero debemos
remontarnos al 2009, porque fue entonces cuando el viaje empezó a fraguarse.
Ese año las oligarquías locales, con el apoyo de EE. UU., destituyeron con un
golpe de estado al presidente Zelaya, que se había alejado de los mandatos de
Washington y prometía un proceso constituyente. «Han sido 9 años de una crisis
social, económica y política que se mantiene y agranda en un escenario de
violencia permanente en el que cada día hay asesinatos. Solo en este año
llevamos más de 60 masacres; nuestro país se ha convertido en el más peligroso
de toda América», cuenta Rafael.
Honduras es un país inmensamente rico en bienes naturales;
paradójicamente, una maldición. «El Gobierno actual, producto de un fraude
electoral, está permitiendo todo tipo de proyectos: minería, represas,
monocultivos… Estas intervenciones expulsan a la población agraria y rural.
Para hacerse una idea de la dimensión de esto, solo para represas y minería se
han aprobado más de 400 proyectos a favor de grandes multinacionales desde
2013», explica Wendy. Como decían los movimientos campesinos en México hace
unos años, en Honduras el campo está en venta, pero no para producir alimentos:
«la mayoría de tierras las controlan grandes empresarios que gestionan
monocultivos de palma africana para la exportación de su aceite». Tal y como ha compartido
recientemente la organización Entrepobles, las fincas de palma
ocupan más de 300.000 ha
y consumen la misma cantidad de agua que 18 millones de personas (en un país de
8 millones de habitantes).
Wendy y Rafael cuentan el caso de la empresa campesina La Montañuela. Después de 36 años de inversiones en una finca de titularidad propia para generar mano de obra y producción de consumo interno y exportación, la empresa ha sido expulsada en favor de un terrateniente de la zona a partir de un fallo de
Según el Instituto Nacional de Estadística de Honduras, la mitad de la población activa no tiene trabajo y un 68 % del total de la población vive en condiciones de pobreza. Pero el gobierno no solo no asume sus responsabilidades, sino que pretende crear un relato donde son los dirigentes sociales quienes instigan una marcha provocada para desestabilizar el país. «Existe una verdadera cacería contra quienes defendemos la tierra, como el mundo pudo ver con el caso de
La fecha final del viaje la desconocemos. En
cualquier caso, no será cuando lleguen a EE. UU. La Caravana de Honduras, como
los miles de personas que atraviesan el Mediterráneo, refleja una crisis
global: el colapso del sistema neoliberal, programado ciegamente para acumular
riqueza. ¿Podemos acompañar esos días de camino, de cruzar fronteras, de
hambres, violencias y fríos? Wendy y Rafael señalan la importancia de la
solidaridad de los pueblos y la denuncia conjunta a un sistema opresor. La
interpretación de esta llamada, que pasa por revisar nuestros privilegios,
puede convertirse en un gran viaje colectivo hacia los cambios globales que
nuestra civilización necesita urgentemente. Ese debe ser el final del viaje.
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