Carta urgente de Nacho Levy, de La Garganta Poderosa :
“Gracias, gracias, y fuera Bullrich”
26
de octubre de 2018
El referente de La Poderosa y director
de la Revista villera del mismo nombre, Nacho Levy, reflexiona sobre la
detención que sufrió él y otras 25 personas al desencadenarse la cacería
represiva que protagonizó la Policía este pasado miércoles en el centro
porteño.
La
verdad, me duele todo, me siento como el orto. Hasta físicamente. Salimos en
libertad a la madrugada, no pudimos dormir una mierda y ahora nos levantamos
así, molidos a palos. Recibí una cantidad inmensa de mensajes que responderé
con el mismo amor que los enviaron, cuando ya pueda levantar el brazo hasta arriba,
cuando se me destrabe la mandíbula y pueda sacar todas las lágrimas que me tomé
ayer, escuchando a un laburante de Hudson que no pertenece a ninguna orga, que
no militó nunca y que ni siquiera había pasado por el Congreso, pero compartió
conmigo todo ese calvario, por haber tenido el tupé de viajar hasta Flores para
comprarse ropa. Asfixiado por los gases que bajaban las escaleras del subte A,
salió a la superficie y se topó con los grupos de tareas. Un policía lo tiró
arriba mío. Y un minuto después, todos los terroristas de Télam, Astillero Río
Santiago, SUTEBA Moreno y La Garganta Poderosa , ya sabíamos que su hija se
llamaba Eluney. Pero le dicen Elu. Lo sabíamos porque Lucas balbuceaba su
nombre entre las burbujas de dolor que le brotaban de los ojos y la boca, cinco
minutos después de avisarle a su mujer que ya estaba por volver, que se fuera
tranquila a trabajar, que dejara un ratito a la chiquita con su primita de 15
años. Lloraba por su nena, lloraba por su dignidad y lloraba por su laburo, porque
hace changas como pintor, albañil, jardinero o cuidador en los countries y “si
tenés antecedentes, no trabajás nunca más”. Dale, está bien, los dirigentes
gremiales, los movimientos sociales, los medios populares, somos todos malos,
feos y sucios, ¿Lucas?
Pensando
cómo, cuándo y con qué fuerzas les agradecería todo el aguante de ayer, caí
sentado recién sobre la silla de un bar cualquiera, para pensar, hacer
fotosíntesis y no escribir nada, pero la rabia me trajo hasta acá, hasta un
segundo párrafo que ahora escribo así, desgrabando mi cerebro y llorando, por
los ojos y por los dedos, que ya están un poco menos hinchados gracias al turco
que nos acompañaba en el calabozo y nos ayudó a desajustar los precintos,
cuando habíamos pasado tres horas y cuarto arriba del móvil, sin poder bajar ni
para mear. Turco sí, pero no Turco de apodo, turco de nacimiento, un chabón que
nació en Estambul y tuvo la osadía de venir a visitar un amigo de Buenos Aires,
antes de caer preso, ya no sin haber ido al Congreso, ¡sin siquiera saber que
se votaba el presupuesto! No podía deletrear su nombre, porque una de las
letras no figura en nuestro alfabeto. ¿Y si hubiera ido? ¿Y si hubiera
militado? ¿Y si se hubiera manifestado? ¡Qué! Quién carajo pondrá la cara para
explicarnos por qué salieron a cazar seres humanos por la 9 de julio, porque
pusieron en riesgo la vida de todos los manifestantes, de todos los pibitos que
volvían del colegio en sus micros escolares y de todos los choferes varados en
el corazón del tránsito porteño. ¿Quién hace la conferencia, ahora? ¿Ocampo?
¿D’Alessandro? ¿O quien verdaderamente maneja la Policía de la Ciudad? Usted,
ministra, sólo usted puede diseñar una salvaje persecución céntrica en hora
pico, vomitando una vez más a nuestra mal llamada democracia, tal como cuando
necesitó silenciar el rechazo a la Reforma Previsional.
Nos
emboscaron caminando por la principal avenida del país, a quince cuadras del
Obelisco y a cinco de Constitución: queremos ver la filmación, que pasen las
imágenes de nuestra detención. Queremos que todos vean cómo le pegaron a Laura,
cómo la tiraron de trompa en la vereda y cómo nos recagaron a palazos por
intentar ayudarla. Miles de involuntarios testigos o potenciales víctimas
vieron todo lo que hicieron sobre la 9 de julio, donde no había ninguna
manifestación de nada, donde mujeres y niños circulaban hacia sus hogares,
donde los únicos encapuchados armados tenían un casco, una moto, una chapa y un
arsenal de balas que pagamos entre todos nosotros. ¿No será hora de blanquear
las internas en Seguridad? ¿No será hora, D’Alessandro, de salir a denunciar
públicamente los manejos siniestros de Patricia Bullrich, que tan privadamente
lo avergüenzan? Cuando el ministerio decidió montar una conferencia para
demonizar a La Poderosa, abriendo el paraguas para la histórica condena que
seis subordinados suyos recibirían por torturar a nuestros compañeros, la
ministra quiso acusarnos de “cubrir a los narcos”, justo a nosotros, que
pusimos el grito en el cielo cuando mataron a mi ahijado, en una zona liberada
por las Fuerzas. Y tan burdo resultó su sketch, que D’Alessandro se las ingenió
para llegar a nosotros mediante funcionarios de alto rango, transmitiéndonos la
“vergüenza” que le había causado tal “bochorno”, aunque le tocaba estar paradito
ahí, como parte del decorado. ¿Otra vez te pasaron por arriba, muñeco? ¿Otra
vez? Hablá, cagón, hablá para que dejen de matar pobres.
Y calma, sí, calma
porque ni en pedo nos interesa discutir las responsabilidades de sus esbirros
asalariados, ni de sus trolls televisivos, porque también por ellos luchamos,
por el país que les dejarán a sus nietos y por la educación que tendrán los
hijos de los policías que ayer ganaron plata por cumplir un papel tan triste,
sin advertir la plata que les estaban robando a sus espaldas, adentro del
Congreso: por eso, chicos, ¡estudien y no sean policías! No son malos en
seguridad, son malos en matemáticas. Pero tampoco nos interesa discutir eso,
porque nuestra idea no era concentrarnos en una comisaría, ni descargar “una camioneta
con molotovs”. Ojalá tuviéramos una camioneta. Un DNI, una llave y una sube,
fue todo lo que pudieron meter en mi bolsa para los efectos personales.
Pero no, tampoco nos
interesa discutir eso, porque nuestra movilización exigía una respuesta que
todavía nadie nos dio: cómo van a morfar el año que viene, nuestros compañeros
entrerrianos que hoy mismo marchan en caravana hasta el basural El Volcadero,
para rescatar algo comestible. O cómo van a llenarles la panza a los pibes que
conforman las interminables listas de esperas que tienen todos nuestros
comedores, donde vecinas y vecinos trabajan gratis para poder asegurarse el
alimento que se reparte gratis, porque todo el mundo sabe que no alcanza. O
cómo van a salvarles la vida a los enfermos de la villa 31, que hoy deben
atenderse adentro de un container, porque la salita médica se volvió literal y
oficialmente una morgue judicial. O cómo van a garantizar la vida de nuestros
hijos, poniendo un 77% menos de presupuesto para la infraestructura escolar que
ya nos costó las vidas de Sandra y Rubén. A ustedes, les digo, a todos los
oficialistas que votaron el presupuesto, a los 138 o-fi-cia-lis-tas que votaron
el presupuesto, ¿nos explican cómo carajo hacemos para sobrevivir al 2019?
Ayer todo el pueblo
argentino pudo ver una perfecta postal de cómo piensan sostener ese plan
criminal escrito en inglés que acaban de aprobar, así, de la misma manera que
sostuvieron su votación: con balas, con gases, con mentiras y con represión.
Sin trabajo, sin pan, sin paz.
Que la cuenten como
quieran,
pero el barrio no se calla nunca más.
pero el barrio no se calla nunca más.
Fuente: ontrahegemoniaweb.com.ar/carta-urgente-de-nacho-levy-de-la-garganta-poderosa-gracias-gracias-y-fuera-bullrich/
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