Feminismo & Teoría política feminista
El sujeto político feminista
en la 4ª ola
24 de octubre de 2018
Por
Luisa Posada
Kubissa
No podemos dejar que se nos quiera usurpar el sujeto a las
mujeres precisamente ahora, cuando la lucha feminista más necesita de un sujeto
fuerte.
Defender que se deconstruya hoy el sujeto “mujeres”, que prescindamos de él como sujeto político del feminismo, sólo puede venirle bien a los propios intereses del patriarcado.
Defender que se deconstruya hoy el sujeto “mujeres”, que prescindamos de él como sujeto político del feminismo, sólo puede venirle bien a los propios intereses del patriarcado.
Si
hablamos de una 4ª ola feminista, habrá que establecer que hablamos de algo
reactivo, ya que toda ola es reactiva, es decir, es algo que supone un avance
frente a un repliegue. Hablamos entonces de una 4ª ola como reacción, como
impulso hacia delante, frente a la actual contrarreacción patriarcal.
Preguntarnos si se está realmente produciendo esta ola será preguntarnos qué la
impulsa, cómo se expresa y quiénes la protagonizan.
Me voy a referir sólo
brevemente al qué y al cómo, para centrarme en lo que me parece urgente que nos
volvamos a plantear hoy: el quiénes, es decir, el sujeto político del feminismo.
Tras las
grandes conquistas feministas, lo que hoy está sacando al feminismo a las calles
y haciéndolo un movimiento de masas yo diría que es -no sólo pero sí
centralmente- una auténtica insurrección, una rebelión contra la violencia
patriarcal. Una violencia en sentido amplio, que se expresa de muchas maneras:
como violación, como acoso, como maltrato, como asesinato, como desigualdad
económica y laboral, como pornografía, como prostitución, como trata… Hoy habría
que añadir otros fenómenos de este poder sexualmente expresado, como la práctica
de los vientres de alquiler. Por tanto, en cuanto al qué de esta cuarta ola, el
qué la impulsa, yo diría que fundamentalmente es una rebelión contra lo que creo
que se está configurando como el nuevo paradigma del patriarcado: el patriarcado
violento.
En
cuanto al cómo se expresa esta reacción, el feminismo está aglutinando a muchos
sectores sociales, a muchas mujeres y a muchos hombres en sus masivas
manifestaciones contra esa violencia. De lo que se trata es de crear en todos
ellos no sólo rechazo, sino también conciencia crítica: es decir, que no se
queden sólo en condenar los efectos más cruentos de esa violencia, como los
asesinatos de mujeres, sino que tomen conciencia de que se trata de un poder
sexualmente expresado de muy diversas maneras y que es estructural al sistema
patriarcal.
Si
atendemos ahora al quiénes protagonizan esta nueva ola, hay que recordar
brevemente que a partir de los años 80 del siglo pasado el feminismo reconoció
la diversidad entre las mujeres por raza, clase, preferencia sexual, etc. Y lo
hizo sobre todo a raíz de las críticas chicanas al feminismo tradicional de las
feministas lesbianas, negras y por no contemplar sus diferencias y no sentirse
representadas en un feminismo centrado en la mujer blanca, occidental,
heterosexual y de clase media. Pero el reconocimiento de las diferencias entre
mujeres plantea un problema en el feminismo: ¿Cómo pensar las identidades que se
reconocen como diversas? ¿Cómo evaluar las diferencias? La teórica
norteamericana Nancy Fraser advierte que no todas las diferencias deben ser
reconocidas, que no todo vale y que hay que rechazar aquellas diferencias que
fomentan la subordinación o que implican desigualdad. El debate abierto acerca
de qué hacer con las identidades diversas, qué hacer si reconocemos las
diferencias entre mujeres, abre también el debate de qué hacemos con el sujeto
político del feminismo, con el quiénes de esta nueva ola.
Hay quien defiende que estaríamos ante una 4ª ola en la que el sujeto político
del feminismo habría cambiado: de ahí vienen las propuestas del transfeminismo y
de la teoría queer.
Estas propuestas postmodernas se vinculan directamente con la filósofa
norteamericana Judith Butler: Butler propone que cabe deconstruir las
identidades por normativas y excluyentes, ya que toda identidad establece unas
normas a las que hay que ajustarse para pertenecer a la misma y deja fuera todo
lo que no se ajusta a esas normas. También la identidad "mujeres" deberá ser
desestabilizada y deconstruida, pues como toda identidad es normativa y excluye
a parte del grupo que dice representar. Ahora estaríamos en un momento de
postfeminismo en el que el sujeto ya no serían las mujeres sino un sujeto en
coalición de identidades diversas y contingentes, aliadas en la resistencia al
orden heteropatriarcal (como los gays, las lesbianas, los transexuales, los
transgénero, los bisexuales, etc). Pero hay quien, lógicamente, ve un peligro
para el feminismo en estas propuestas postmodernas. Así la filósofa feminista
Seyla Benhabib le contesta a Butler que, si deconstruimos la identidad mujeres,
nos quedamos sin sujeto político que pueda llevar adelante el proyecto de
emancipación que el feminismo es. Benhabib pregunta cómo sería posible siquiera
pensar un proyecto político de emancipación feminista sin un sujeto político del
mismo, sin el "nosotras" feminista.
Creo que hoy indudablemente hay que pensar el sujeto feminista en alianza con
otras identidades que se crean en su resistencia al orden heteropatriarcal.
Pero, a mi juicio, de lo que no se trata es de disolver el sujeto del feminismo
en esas otras colectividades, que deben tener sus propios sujetos. Lo que sí me
parece urgente es que hoy, con las masivas movilizaciones feministas en la
calle, con esta cuarta ola en puertas, repensemos y volvamos a estabilizar el
sujeto político del feminismo. Porque no podemos dejar que se nos quiera usurpar
el sujeto a las mujeres precisamente ahora, cuando la lucha feminista más
necesita de un sujeto fuerte. Un sujeto que tiene que llevar adelante un
proyecto feminista tan fácil de enunciar y tan difícil de hacer como es
erradicar el patriarcado. Y hacerlo además a escala transnacional, a escala
planetaria, reconociendo desde luego las diferencias culturales, locales,
raciales, de clase, de orientación sexual, etc. Entre las mujeres. Pero
reconocer esas diferencias no significa que se pueda hablar hoy de un
postfeminismo, o incluso hablar de la postmujer (como hacen algunos discursos
actuales). Y no cabe hacerlo, no cabe hablar de tanto post, cuando, como dice
Fraser, todavía no estamos ni mucho menos en condiciones de hablar de un
postpatriarcado.
En
otras palabras, no podemos admitir que se siegue la hierba bajo nuestros pies y
se pretenda acabar con el sujeto "mujeres" justo cuando el feminismo está
volviendo a ser un movimiento emergente. Las mujeres, repitámoslo, pueden
coaligarse con otros sujetos que como los homosexuales, las lesbianas, los
transexuales, los bisexuales o los transgénero están embarcados en una lucha
contra el orden patriarcal heteronormativo. Pero sabiendo que centrar el foco de
reivindicación en el reconocimiento de las reclamaciones de libertad sexual,
como hacen esas colectividades, no será suficiente para hablar de un proyecto
feminista que tiene que impugnar el patriarcado como sistema de dominación
total. Es decir, entender el patriarcado sólo como heteropatriarcado es
reductivo, ya que definir el patriarcado prioritariamente como sistema de
dominación heterosexual es obviar que, además de eso, es también un sistema de
opresión política y económica. Y el feminismo tiene que impugnar el patriarcado
en toda su complejidad.
En
nuestro mundo globalizado la realidad material de las condiciones de vida de
muchas mujeres exige todavía pensar desde el feminismo un proyecto de
emancipación social, político, cultural y personal. Y para ese proyecto se
necesita hoy un sujeto fuerte, un sujeto "mujeres", que a pesar de sus
diferencias indudables tenga objetivos políticos comunes. Y las mujeres tenemos
objetivos políticos comunes porque padecemos dominaciones comunes por el hecho
mismo de ser mujeres, como es el caso paradigmático de la violencia patriarcal.
En definitiva, y por decirlo brevemente,
yo tengo muy clara una cosa: que defender que se deconstruya hoy el sujeto
"mujeres", que prescindamos de él como sujeto político del feminismo, sólo puede
venirle bien a los propios intereses del patriarcado.
Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=248146
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