La revolución
socialista de 1917
y la cuestión nacional y colonial
21 de octubre de 2017
Por Gilberto López y Rivas (La Jornada)
Por siglos, las clases dominadas habían padecido diversas formas de opresión y servidumbre. Sus movimientos de resistencia fueron siempre salvajemente reprimidos. Los explotados por los distintos sistemas de clase experimentaron todas las formas de lucha, en búsqueda permanente de una vida mejor; desde la rebeldía armada contra los opresores, hasta movimientos de naturaleza mesiánica y utópica. Incluso formas primitivas de rebeldía social como el bandolerismo dirigido contra los ricos y conquistadores extranjeros, producto del impacto del capitalismo en el mundo periférico y rural, expresaban el ardiente anhelo de sobreponerse a la miseria extrema impuesta por las clases dominantes. Los pueblos cantaban y mitificaban a esos irreductibles que se lanzaban a una muerte segura en aras de una vida nebulosamente imaginada de igualdad y libertad. La Revolución de 1917 fue el triunfo de los millones de hombres y mujeres que sufrieron prisión, tortura, hambre, persecución, destierro; de los que depositaron su fe en un futuro distinto para
Muchas son las enseñanzas y experiencias vigentes que para los y las revolucionarias de hoy día mantiene la revolución bolchevique. Una de ellas, que es particularmente significativa, se refiere al aporte que la Revolución de 1917 hace a la llamada cuestión nacional y colonial, y, particularmente, al derecho de pueblos y naciones a
cárcel de los pueblos, un nuevo tipo de comunidad estatal nacional, la Unión de Repúblicas Soviéticas Socialistas, la URSS, en la que se buscó suprimir la desigualdad económico-social entre las naciones, nacionalidades y grupos étnicos, y, en la que, paralelamente, se experimentaron formas de gobierno inéditas para la época, los soviets, que pretendían integrar a representantes de esa alianza de obreros, campesinos y soldados que había hecho posible el triunfo revolucionario. Lenin, como dirigente máximo de la revolución, procesa teórica y políticamente la autodeterminación como el derecho de pueblos y naciones a la independencia, la separación estatal, la formación de estados propios. La autodeterminación era una reivindicación democrática que emergía de los principios liberales de la democracia burguesa, aunque en sus análisis conceptuales Lenin va más allá de la interpretación liberal. En realidad, la Revolución del 1917 fue el acontecimiento decisivo que influyó en la radicalidad de este principio. En marzo de ese año, el gobierno provisional de la Rusia revolucionaria anuncia que desea establecer la paz unilateralmente, sobre la base del
derecho de las naciones a decidir sobre sus destinos. Lenin y los bolcheviques comprendieron el valor que tenía el sentimiento nacional para sus fines de transformación social, asumiendo en los hechos las omisiones y posiciones equívocas de Marx y Engels con respecto a la cuestión nacional. Partiendo del mismo presupuesto teórico de Marx sobre la revolución mundial, Lenin vislumbra –sin embargo–, el significado de la cuestión nacional como un elemento que fortalecería la lucha por el socialismo. En su
balance de la discusión sobre la autodeterminación, Lenin señalaba que los socialistas:
Deben estar en favor del aprovechamiento para los fines de la revolución socialista de todos los movimientos nacionales dirigidos contra el imperialismo. Cuanto más pura sea la lucha del proletariado contra el frente común imperialista, tanto más esencial será, evidentemente, el principio internacionalista de que el pueblo que oprime a otros pueblos no puede ser libre. Planteamiento fundamental en el proceso descolonizador del siglo XX.
Contrario a la tesis que mantienen autores
como Richard Pipes y Neil Harding, de que hay una continuidad programática e
ideológica entre Lenin y Stalin, considero que en la cuestión nacional esta
supuesta continuidad no sólo no existe, sino de hecho asistimos a una ruptura
sin retorno entre ambos dirigentes, que no puede ser soslayada. A pesar de la
influencia negativa del estalinismo en la política sobre la cuestión nacional,
se dieron avances significativos a partir de la Revolución de 1917 en el
desarrollo de naciones, nacionalidades y pueblos de la Unión Soviética. El
estalinismo y la desaparición de la URSS no pueden afectar un juicio objetivo
sobre el significado y los alcances de esa gloriosa revolución, incluso en la
derrota del nazi-fascismo en la Gran Guerra Patria. Uno de los logros cardinales
fue la construcción nacional de pueblos y nacionalidades que no habían podido
integrarse como naciones y nacionalidades en la etapa prerrevolucionaria, como
Ucrania, Bielorrusia, Georgia, los pueblos de Transcaucasia y Moldavia; los del
Asia Central, Siberia y el Extremo Oriente, muchos de los cuales antes de la
revolución vivían en el aislamiento y en la marginación en todos los órdenes.
La revolución dio la posibilidad de integrar a la vida del país a sujetos
sociopolíticos que posteriormente reclamaron derechos y reivindicaciones. Sería
una tergiversación histórica negar, igualmente, el notable desarrollo
económico, político, cultural alcanzado por los más de 100 pueblos, naciones y
etnias que integraron la URSS a partir del establecimiento del poder soviético.
Asumir el claroscuro de esta experiencia dramática de lo que fue la historia de
la cuestión nacional en la URSS es la base para un planteamiento realista y
objetivo del balance histórico de la revolución bolchevique en torno a esta
importante problemática del mundo actual.
Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=233059
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