Violenta
represión sufre marcha por la Resistencia Indígena en Santiago
11 de octubre de 2017
Por Andrés Figueroa Cornejo (Rebelión)
Este año el gobierno determinó que el día del
inicio de la invasión colonialista en contra del que luego sería el continente
latinoamericano, no se conmemore el 12 de octubre sino que el lunes 9, tres
días antes que en la realidad histórica. En consecuencia, el lunes 9 fue
declarado feriado o asueto y el 12 será un día cualquiera.
Sin embargo, y volviéndose una sola manifestación a propósito del
medio siglo desde el asesinato de Ernesto Che Guevara en Bolivia, el 9 de
octubre diversas agrupaciones mapuche y no mapuche, solidarias con la causa de
los pueblos indígenas, convocaron a una marcha por la arteria principal de la
metrópolis chilena que logró reunir a alrededor de 10 mil personas.
Las razones de la protesta que arrancó al mediodía en el ombligo
de Santiago, la Plaza
Italia , de acuerdo a los propios convocantes, están en que
“La represión desatada del Estado chileno sigue articulando montajes en contra
de nuestras dignas Comunidades en Resistencia y contra nuestros Presos
Políticos Mapuche. Hoy son más de treinta los hermanos y hermanas que enfrentan
la persecución judicial tras las rejas (…) Los gobiernos de Chile y Argentina
se articulan para frenar las justas reivindicaciones mapuche y nuestra
histórica lucha como un solo pueblo a ambos lados de la cordillera. La
mafia estatal se coordina con sus diversas instituciones para proteger las
inversiones de latifundistas, empresas forestales y otras multinacionales
capitalistas que explotan y depredan nuestro territorio y recursos naturales,
afectando la armonía con la mapuñuke y también el futuro y derecho de nuestros
hijos a crecer en nuestro Wallmapuche. La ley “antiterrorista” heredada de la
dictadura de Pinochet y perfeccionada por la Concertación y Nueva mayoría sólo
persigue a opositores, luchadores sociales y principalmente a Comuneros
Mapuche”.
La represión
Como es costumbre en la dictadura capitalista chilena, la masiva
marcha por la resistencia mapuche y de otros pueblos originarios, fue
violentamente reprimida con carros lanza-aguas cuya composición contiene
químicos que queman la piel y las vías respiratorias; lacrimógenas antimotines
igualmente dañinas; detenciones por doquier y palizas de las Fueras Especiales
de Carabineros. Al cierre de esta nota, aún se desconocía el número de personas
apresadas. Lo cierto es que en su enorme mayoría se trata de jóvenes.
Si la marcha partió hacia el sector poniente de la ciudad, siempre
por la Alameda, de manera compacta y pacífica, la represión policial se encargó
de ir fracturando y disolviendo la protesta durante su trayectoria. La
violencia uniformada impidió que se realizará el acto central de los
organizadores en el bandejón de la Alameda a la altura de la estación República
del metro subterráneo.
Tras la opresión
Las causas profundas del despojo territorial, el extractivismo o
acumulación originaria incesante, el racismo, la expoliación y sobre
explotación, entre otras maldiciones, provienen de las relaciones sociales
capitalistas. Chile, históricamente, ha sido gobernado por una oligarquía
dependiente de los Estados centrales del capital. Al colonialismo español, le
siguió el inglés y luego el estadounidense. En las últimas décadas, el capital
chino también juega un papel cada vez más relevante, posible de testear en la
balanza de pagos. Mucho después viene la Unión Europea. El
entramado entre los grandes grupos económicos nativos con las grandes
corporaciones transnacionales y sus Estados han convertido a Chile, salvo
breves períodos (como el de la Unidad Popular de Allende), en una simple y
subordinada economía primario extractivista y exportadora. Las mercancías de
mayor valor agregado, como las tecnologías, siempre han sido importadas,
incluso como capital constante para la precaria y casi inexistente industria
productiva local. De hecho, la pobre industria productiva está asociada a la
exportación de las mercancías salidas directamente del extractivismo (agro,
minería, pesca, entre otras), cuyos precios y movimiento están determinados por
la especulación de los denominados mercados internacionales, u oligopolios
planetarios.
Ocurre que la resistencia de los pueblos indígenas y del Mapuche,
en particular, está ligada a una cosmogonía y desenvolvimiento que se
contradice inmediatamente con la ideología de la modernidad y del liberalismo.
La ficción del progreso infinito y el fetiche de la ganancia chocan con las
relaciones de vida indígenas fundadas en un vínculo armonioso con la
naturaleza, no destructivo. De allí la represión estatal ante las distintas formas
de resistencia y lucha mapuche y de otras comunidades originarias. La
acumulación capitalista de los Estados corporativos y empresariales que ordenan
contradictoriamente la competencia y guerras intercapitalistas globales, no
puede tolerar ni la menor insumisión ante el saqueo de las materias primas que
demandan sus propios complejos productivos.
La resistencia mapuche no hace más que colocar
al desnudo la crisis civilizatoria de la reproducción capitalista, su ideología
o falsa conciencia. Ese combate que se inició hace más de 500 años, en la
actualidad obstruye el movimiento interno del capital. Una vez más, los grandes
ausentes son las y los trabajadores y sus fuerzas sociales aliadas en la guerra
social entre opresores y oprimidos. La conquista de la independencia y la
libertad de los pueblos indígenas en resistencia, supone la independencia de
los grupos sociales subalternos chilenos, esto es, del conjunto de las
opresiones. El Estado capitalista chileno tiene una dentadura implacable, y
ningún grupo social por sí solo podrá echarlo abajo solitariamente.
Ya sería una gran cosa que las y los chilenos que sobreviven de la
venta de su fuerza de trabajo, al menos comenzaran a luchar por el aumento del
salario, como línea condensada del conjunto de derechos sociales inexistentes y
por alcanzar. Y que las múltiples iniciativas de organización popular cuyo
horizonte de sentido es definida como anticapitalista y socialista radical,
organizaran puntos de confluencia concretos, mientras, a la vez y en la práctica,
crearan las estrategias urgentes en contra de la alienación y el
disciplinamiento social, enemigo principal de la llamada “toma de conciencia” de
la inmensa mayoría oprimida.
Frente a la lucha por la superación de las
relaciones capitalistas, las y los chilenos tienen un ejemplo precioso en la
resistencia e incluso en aspectos sustantivos del proyecto de sociedad que
subyace en las batallas históricas que hoy mismo ofrece el segmento social en
resistencia de la liberación colectiva mapuche.
Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=232599
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