La falacia de la deuda
como solución de la pobreza
30 de octubre de 2017
Por Fabiana Arencibia (Red Eco Alternativo)
A diferencia de lo que opina el presidente Mauricio Macri, la
batalla contra la inflación y la pobreza no se ganan con endeudamiento. La
solución pasa por definir de dónde se obtienen los recursos genuinos para hacer
frente a los gastos imprescindibles para el desarrollo de un país que no
expulse a las mayorías sino que garantice sus derechos.
En la conferencia de prensa del pasado lunes,
el presidente Mauricio Macri afirmó: “Mientras la Argentina tenga déficit
fiscal como tiene, va a tener que seguir teniendo que tomar deuda porque
tenemos un compromiso central de reducir la pobreza. Y el primer
camino para reducir la pobreza es bajar la inflación, que es lo que más afecta
a aquellos que menos tienen. Por lo cual si uno no va a financiar el déficit
con inflación (emisión) lo tiene que financiar con deuda. Y es algo que como
todos sabemos no podemos hacer eternamente. Por eso es tan importante seguir
avanzando con esta reducción gradual del déficit fiscal que es un compromiso
que asumimos desde el primer día”.
Lo que Macri omitió decir es que gran parte del déficit fiscal tiene
justamente origen en los intereses de deuda. Y éste no es un dato nuevo porque
durante el gobierno anterior también eran los intereses de deuda los que
provocaban gran parte del mismo. Sólo hay que mirar los presupuestos de los
últimos años para corroborar esta afirmación.
Por lo tanto, plantear que el endeudamiento es
la única salida a la reducción del déficit es una falacia.
Para expresarlo en forma sencilla: si los
gastos superan los ingresos, esto provoca déficit, ya sea que hablemos de las
cuentas de nuestras economías hogareñas o las de un país.
La salida que tomemos para cubrir ese déficit
dependerá de en quienes pensemos como los que deben aportar más ingresos
genuinos al Estado (impuestos) y qué es lo que privilegiamos en los gastos,
cuáles son los que podemos eliminar por considerarlos superfluos.
Si creemos que el recorte debe venir por el
lado de los presupuestos en salud, educación, vivienda, previsión social,
pensamos en un país donde sobrevivirá el que esté mejor acomodado en la escala
social
Si consideramos bajar los impuestos que gravan
los ingresos de los sectores con mayor capacidad contributiva, o mantener
exenciones impositivas a las especulaciones financieras, beneficios impositivos
para los capitales concentrados, estamos pensando en que los ingresos genuinos
de un Estado, que son los impuestos, deberán ser reemplazados por
endeudamiento.
Como ejemplo, y según detalló un informe del
IEF (Instituto de Estudios y Formación de la CTA-A), “a septiembre, el ritmo de
aumento del Gasto sigue superando la evolución de los ingresos de la Administración Nacional
llevando el déficit financiero por encima de los 450.000 millones de pesos. De
estos, 198.956 millones de pesos tienen que ver con el pago de intereses de la
deuda pública. Este monto supera en más de un 30% el total de recursos
destinado al gasto de capital”.
Compartimos algunas opiniones que refuerzan
con datos y análisis los efectos nocivos del endeudamiento.
Deuda externa: la enfermedad crónica de los
países dependientes
“La contracción y emisión de deuda a lo
largo de nuestra historia ha significado para nuestra sociedad la pérdida de
soberanía política, económica y social. El ritmo vertiginoso de
endeudamiento de la actual gestión es insostenible a mediano plazo y es de
prever que culminará en una crisis de importantes proporciones que afectará a
todo el tejido social dejando un pesado legado para las generaciones futuras” .
Por Abraham Leonardo Gak - Director de la publicación digital Voces en el
Fénix. (Artículo fue publicado en el número 64 de la Revista).
Entre las causas por las que la Argentina no
ha logrado un desarrollo acorde con sus posibilidades, está la deuda externa.
La imposición de comisiones exageradas, la
colusión de intereses, el direccionamiento de las decisiones políticas
claramente vinculado a intereses económicos y, en definitiva, la hipoteca de
bienes de la comunidad, son algunas de las consecuencias que trae aparejada la
contracción irresponsable de deuda externa, como lo demuestra nuestra historia
pasada reciente.
Estas circunstancias, de por sí graves, tienen
un costado aún más peligroso ya que las
condicionalidades establecidas por los acreedores, sean privados o públicos,
son las verdaderas limitantes del desarrollo económico del país.
La aceptación de la preeminencia en caso de
litigio de la jurisdicción extranjera por encima de las normas de nuestro
propio sistema legal y la aquiescencia de nuestros gobiernos a las imposiciones
que reclaman los acreedores en materia de políticas económicas hacen que el proyecto
del país esté dirigido a favorecer a los grandes grupos de poder externos e
internos.
Cuando desde la distancia observamos el primer
préstamo externo que tomó la Argentina, el famoso empréstito Baring Brothers, y
analizamos los descuentos por comisiones, las elevadas tasas de interés y el
manejo del saldo del préstamo, podemos visualizar la continuidad de una película en la que, con el correr del tiempo,
fueron cambiando sus protagonistas y guionistas, pero que tiene un contenido
común.
El desmedido endeudamiento externo ha sido, es
y será el cepo que nos encadena a un presente y a un futuro con desigualdad e
inequidad social y económica. Cabe aclarar que esto no significa denostar
in limine toda deuda externa, ya que esta puede, por un monto limitado y con
plazos e intereses razonables, tener como objetivo complementar la inversión
basada en el ahorro interno.
La toma de deuda es muchas veces el resultado
de la ineficiencia, la corrupción y la deshonestidad de quienes tienen la
responsabilidad ocasional de gestionar el gobierno. De tal modo, a medida que
aumentan las dificultades para el financiamiento, se recurre a iniciativas de
política económica con el fin
de disimular un déficit que fue, incluso, motivado por dicha deuda. Aquí
entran en juego, por supuesto, diversos intereses financieros.
El camino
para terminar con la dependencia del crédito externo para cubrir el déficit es establecer un rígido control de
cambio, cortar de cuajo la libertad irrestricta en la compra y venta de
divisas, la regulación de la fuga de capitales y limitar los ingresos volátiles
que aprovechan las diferencias de tasas entre las locales y las
internacionales.
Para hacer efectiva esta política, es imprescindible desarrollar un
mercado interno generado por una demanda sostenida por una mejora importante en
los ingresos de amplios sectores de la sociedad consumidora.
También requiere de cambios estructurales en cuanto a las posibilidades de financiamiento por parte
del Estado argentino. Se ha demostrado ya con creces que el sector exportador de productos
primarios no produce suficientes ingresos para
atender las exigencias del comercio internacional, lo que contribuye –y mucho–
con la tendencia al déficit estatal. La
visión neoliberal ortodoxa propone cubrir ese déficit con nueva deuda y,
además, con una reducción drástica del gasto público, lo que termina
afectando el crecimiento económico con equidad.
Asimismo es
imprescindible la modificación de base de la estructura productiva argentina,
que ponga el énfasis en un sector
industrial capaz de generar verdadero valor agregado y sea parte fundamental de
nuestras exportaciones. Sólo así será posible pensar en una economía con
ahorro interno, alta inversión y, por lo tanto, un Estado capaz de recurrir
ocasionalmente al endeudamiento como impulso y no a modo de ancla tanto para el
crecimiento económico como para el desarrollo social.
También será necesario que toda toma futura de
deuda prevea un retorno que compense los costos y la devolución de los
créditos.
La contracción y emisión de deuda a lo largo
de nuestra historia ha significado para nuestra sociedad la pérdida de
soberanía política, económica y social. El ritmo vertiginoso de endeudamiento de la
actual gestión es insostenible a mediano plazo y es de prever que culminará en
una crisis de importantes proporciones que afectará a todo el tejido social
dejando un pesado legado para las generaciones futuras.
Cuadro de situación de la deuda pública
En su último trabajo publicado, el Licenciado
Héctor Giuliano puntualiza sobre cuál es la situación del endeudamiento público.
Una deuda que aumentó alrededor de 100.000 millones de dólares durante la
gestión del kirchnerismo (a pesar de haberse abonado casi 200 mil millones
durante los 12 años de gobierno) pasando de 151.000 millones de dólares a
mediados de 2003 a
254.000 millones de dólares cuando Cristina Fernández finalizó su segundo mandato. Y una gestión del actual
gobierno de Cambiemos que la incrementó a marzo pasado a 298.000 millones de
dólares, previendo cerrar este año y el que viene alrededor de 85.000 millones
de dólares más.
Este es el detalle de Giuliano respecto al
cuadro de situación de la deuda pública:
Según la última información oficial disponible
del Ministerio de Finanzas el saldo de la Deuda Pública al 31
de marzo pasado es de 298.000 millones de dólares.
Ésta es sólo la deuda en cabeza del Estado
Central, es decir, que no figuran aquí las deudas de Provincias, Municipios,
Empresas del Estado, Organismos Nacionales y Fondos Fiduciarios ni Juicios
contra el Estado con Sentencia en Firme.
Ello significa que la actual administración –
como todas las anteriores – mantiene en secreto los montos totales de la Deuda Pública Nacional
y no presenta demostración alguna de la capacidad de repago sobre dichas
deudas, que siguen creciendo en forma extraordinaria.
El nuevo gobierno Macri aumentó la Deuda en
unos 35.000 MD en el 2016, tiene previsto por Presupuesto un aumento adicional
de la misma en más de 38.000 MD este año 2017 y propone para el Ejercicio 2018
otro aumento ulterior de unos 47.000 MD más (46.400): un total de 120.000 MD de
nueva deuda en 3 años (más de la que tomó el Kirchnerismo durante su larga
década de gestión).
La estructura de la Deuda Macri empeora
hoy no sólo el quantum de las obligaciones (los casi 300.000 MD del último stock)
sino también su composición, debido a la proporción creciente de Deuda Externa
sobre Deuda Total (más del 35 %), las mayores tasas de interés (del orden de un
6-7 % anual), la menor vida promedio (7.2 años) y el monto rápida y fuertemente
creciente de los intereses a pagar).
Conforme al Proyecto de Ley de Presupuesto
2018 enviado al Congreso, el año que viene le caen al gobierno central
vencimientos de capital por 66.600 MD y – siguiendo la regla histórica general
– la totalidad de ese importe (hasta el último centavo) no se amortiza en forma
neta sino que se cancela cubriendo dichas deudas con nuevas deudas, colocando
en total nuevas obligaciones por valor de 113.000 MD, o sea, con el aumento
adicional citado de los 46.400 MD durante el próximo ejercicio.
Esto significa que el Ministro de Finanzas
Caputo estará firmando emisiones de Deuda del Estado el año que viene a un
promedio de 6.000 M$ por día.
Pero mientras estos vencimientos de capital se
refinancian íntegramente, los intereses correspondientes – en cambio - se pagan
y son parte del Gasto Público Corriente; y para el año 2018 esos pagos están
previstos en 406.000 M$ (equivalentes a 21.000 MD).
Son un promedio diario de 1.100 M$ por día, el
equivalente de financiar un hospital público pero que se destinan a cubrir
servicios de la deuda financiera del Estado.
Con el agravante que no todo este importe de
intereses se paga sino que un 30 % de los mismos no se puede pagar y se
capitaliza entonces por anatocismo, que es el interés devengado y no pagado que
se transforma en capital y devenga nuevos intereses.
Por eso el anatocismo es el sinónimo de la
Usura dado que cuando un deudor – como la Argentina de hoy – no devuelve un
centavo de capital ni puede abonar la totalidad de los intereses de la Deuda, ello
quiere decir que ese deudor – el gobierno Macri – se encuentra en una crisis de
Deuda en estado crítico.
Según el Proyecto de Ley de Presupuesto 2018
los Intereses son el principal rubro neto del Gasto Público: 28 de cada 100 $
que gasta la
Administración Central – casi una tercera parte – se destinan
al pago de estos servicios y, como dijimos, no
todos se abonan. Ergo, los Intereses son el principal rubro del Gasto del
Estado y, consecuentemente, el principal factor determinante del Déficit
Fiscal.
Está previsto que se gaste más en Intereses de
la Deuda (406.000 M$) que en Educación (163.000 M$), que en Ciencia/Tecnología
(19.000 M$), que en Salud (57.000 M$), que en Defensa (117.000 M$) y que en
Seguridad (121.000 M$).
Y la única respuesta de la administración Macri
frente a este macro-problema de la deuda es seguir tomando más Deuda.
Sin esta Política institucional de Gobernar
con Deuda la
administración Macri perdería automáticamente tanto su
estabilidad financiera como su estabilidad política.
Todos los medios
y la prensa del establishment, el oficialismo macrista, gran parte de la
partidocracia del Sistema y la mayoría de los sectores empresariales privados y
sus opinólogos viven lamentándose del alto Gasto Público Argentino y del
consiguiente Déficit Fiscal que el mismo genera para el Estado pero todos
soslayan mencionar siquiera que el principal rubro de ese gasto oficial y la
causa de ese Déficit que denostan es la Deuda Pública y sus
Intereses.
Ante la gravedad de la situación, los
acreedores del Estado –fundamentalmente los acreedores externos – le estén
exigiendo a la
administración Macri una serie de reformas estructurales que
les garanticen que el país va a poder seguir pagando los intereses de la Deuda Pública y,
simultáneamente, tomando más endeudamiento.
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