¿40 años de
democracia?
20 de junio de 2017
Por Rafael Silva (Rebelión)
"La Transición fue un decreto
para la impunidad"
(Marcos Ana)
"Por todo ello, la necesaria y urgente regeneración democrática deberá pasar por una profunda reforma del Estado que lo refunde de acuerdo con la realidad del país, es decir, que represente la España plural y multicultural, que sea expresión de la soberanía popular y no de minorías y élites influyentes, en definitiva un Estado de todos y no de unos pocos"
(Juan Antonio Molina)
"Cuando los de arriba declaran la guerra social a los de abajo, la democracia se convierte en un lujo reservado a la oligarquía… pero también en un grito de guerra de los oprimidos"
(Yorgos Mitralias, periodista griego)
(Marcos Ana)
"Por todo ello, la necesaria y urgente regeneración democrática deberá pasar por una profunda reforma del Estado que lo refunde de acuerdo con la realidad del país, es decir, que represente la España plural y multicultural, que sea expresión de la soberanía popular y no de minorías y élites influyentes, en definitiva un Estado de todos y no de unos pocos"
(Juan Antonio Molina)
"Cuando los de arriba declaran la guerra social a los de abajo, la democracia se convierte en un lujo reservado a la oligarquía… pero también en un grito de guerra de los oprimidos"
(Yorgos Mitralias, periodista griego)
Mucho se está hablando durante estos días sobre los supuestos "40 años de democracia" que han transcurrido desde las primeras Elecciones "libres" (#15J) de 1977.
A la muerte del dictador, que lo dejaba todo
"atado y bien atado" según sus propias palabras, se reinstauró la
Monarquía de los Borbones, algo anacrónico y antidemocrático por definición. El
Rey Juan Carlos I, hoy Rey Emérito, fue aupado al trono por obra y gracia de
Franco, juró lealtad a los "Principios Generales del Movimiento"
(asumiendo todas las leyes franquistas), con la bochornosa complicidad de los
gobernantes de la época, como Adolfo Suárez, que llegó a reconocer en una
entrevista que había "colado" la Monarquía poniendo la palabra
"Rey" en los textos de la Ley para la Reforma Política ,
sometida a referéndum del pueblo español, ante unas encuestas que revelaban
claramente que el pueblo hubiese preferido la vuelta de la República. El
proceso histórico denominado de Transición consistió únicamente en un lavado de
cara para simular que pasábamos de un régimen dictatorial a un régimen
democrático, elaborando una Constitución que fue refrendada por el Rey en 1978,
y que aunque recogía declarados avances en temas sociales, instauraba de facto
el capitalismo como modelo económico. Bajo los mantras de la
"concordia", "reconciliación", "convivencia",
etc., todos muy deseables y altisonantes, aderezados con bellos discursos de
las autoridades de la época, el pueblo fue conducido a través de un periplo que
parecía desmontar el engranaje de la anterior etapa franquista, pero que en
realidad dejaba a los mismos poderes fácticos que continuaran en el timón de
los designios del país. La Transición fue un período de garantía continuista,
nunca rupturista, donde las fuerzas políticas de la izquierda tuvieron que
aceptar los nuevos moldes políticos, económicos y sociales que forjarían la
nueva etapa "democrática". Y así se asentaron los pilares para lo que
había de venir.
Muchos de los jerifaltes franquistas se convirtieron de un día para otro en "demócratas de toda la vida", e incluso tuvieron la desfachatez de fundar un partido político, llamado entonces "Alianza Popular", que sería el germen del Partido Popular de hoy día, que aglutina a todo el arco de la derecha política, social y mediática, desde la más suave hasta la extrema derecha, desde la más conservadora hasta la más ultraliberal. El intrincado conjunto de intereses, poderes e influencias de la etapa franquista no se desmontó, y llega hasta nuestros días. El aparato del Estado franquista siguió intacto durante un tiempo. La Constitución consagró el poder del Ejército, la influencia de
Por su parte, la Ley de Amnistía de 1977 supuso una especie de "punto final" pactado y acordado entre los poderes fácticos procedentes de las estructuras de poder del franquismo, y las nuevas fuerzas políticas que intentaban construir ese nuevo contexto democrático. Al no superarse en todas sus facetas el franquismo, dicho período transicional, lejos de ser "modélico", como nos lo suelen presentar, tuvo bastantes tintes relativos a la conservación de la correlación de fuerzas provenientes del régimen anterior, es decir, de la dictadura recién acabada. Ello explica que después de estos 40 años de "democracia", aún nos queden muchas asignaturas pendientes en cuanto a la plena superación del franquismo, tales como la anulación de las sentencias y condenas de los tribunales franquistas, la exhumación de los cuerpos de las fosas comunes, el desmontaje del Valle de los Caídos, la retirada de todos los símbolos y nombres franquistas de nuestras calles y plazas, la anulación de subvenciones públicas a las fundaciones que ensalzan la figura del dictador, o el juicio a los cargos franquistas de la época aún vivos. En una palabra, después de 40 años de democracia, aún el Estado definido en aquélla Constitución de 1978 no ha ofrecido a las víctimas ni Verdad, ni Justicia ni Reparación. El famoso "consenso" político y social de la Transición impuso la ley del olvido, y a partir de ahí, los dirigentes políticos herederos de la época franquista argumentan la peligrosidad de "reabrir las heridas", para legitimar aquélla infame Ley de Amnistía, y poner broche final a aquélla negra etapa de nuestra reciente historia. Pero en cualquier sociedad auténticamente democrática que se precie, las cosas no pueden quedarse así. De hecho, en todos los países donde han existido períodos dictatoriales, se ha procedido después, en las posteriores etapas democráticas, a la implementación de procesos de reparación, justicia y dignidad para las víctimas y sus familiares.
Nuestros "40 años de democracia"
sólo han consistido en pequeños cambios de apariencia, en forma y modo, en
dinámica política, en cosmética y en estética de los grandes poderes fácticos
que nos continúan gobernando, a pesar de que no se presentan a las elecciones.
Nuestra democracia es aún recortada, limitada y encorsetada. Las grandes
formaciones políticas poseen enormes complejos para aceptar los verdaderos anclajes de una
democracia real, tales como la democracia participativa, la democracia
decisoria, la democracia revocatoria, o la democracia económica, por citar sólo los principales. La
Constitución de 1978 continúa hoy absolutamente blindada a cambios profundos, y
únicamente se han gestionado pequeños cambios que obedecían a nuestra entrada
en el funesto "club" de la Unión Europea , o a la garantía del pago de
nuestra deuda por encima de cualquier otro gasto social, como consagra la
redacción del nuevo artículo 135,
a instancias del PP y del PSOE. Cuando las fuerzas
políticas emergentes plantean cambios constitucionales profundos, en seguida
son subliminalmente ignorados por las grandes fuerzas políticas, ancladas en el
búnker y la dependencia hacia los poderes económicos que las mantienen. Desde
ese punto de vista, vivimos en una democracia autocontenida en sí misma, sin
posibilidades de avance y actualización, que únicamente reconoce lo que los
famosos "padres" de la misma redactaron cuando gran parte de las
generaciones actuales ni siquiera habían nacido. De la Constitución se hace hoy
una sola lectura, interesada, parcial, limitada y unidimensional, conservadora
y anclada, que no permite que podamos disfrutar de un marco constitucional que
avance en la consecución y el desarrollo de muchos buenos principios que se
contienen en ella. Sin ir más lejos, habría que desarrollar no sólo las
características para un marco de convivencia federal, o de respecto a la
plurinacionalidad del Estado, sino también recoger la plasmación de todos los
derechos humanos emergentes, y desarrollarlos mediante normativas anexas que
los consagraran y protegieran.
Hoy día, tras esos 40 años de "democracia", el "Estado Social" declarado en
Necesitamos por tanto desarrollar un nuevo Proceso Constituyente que deje atrás la "democracia" de estos últimos cuarenta años, que vuelva a reconocer la legitimidad constituyente del pueblo, y que permita levantar y desarrollar todo el nuevo andamiaje que regule nuestra convivencia para los próximos años. Una nueva Constitución para un nuevo proyecto de país, para una nueva democracia amplia, total y completa, para una democracia real. Una democracia comprometida con los intereses de la inmensa mayoría social, hoy día secuestrados por un Estado condicionado por los espurios intereses de las grandes empresas transnacionales y de los poderes financieros. Y es que hoy día seguimos incumpliendo con total descaro leyes, convenios, tratados y normas internacionales (sobre derechos humanos, sobre torturas, sobre normativas hipotecarias, sobre memoria histórica, etc.), y aquí no pasa nada. Nos han sancionado un montón de tribunales y organismos internacionales, pero nuestros gobernantes ignoran todas sus sentencias. Y esta es la explicación de que las autoridades y las administraciones se tomen tan pocas molestias en garantizar plenamente los derechos humanos, reprochar penalmente a los culpables, e impartir justicia para las víctimas. Y a estas alturas, desgraciadamente, después de estos 40 años de "democracia", vivimos en una sociedad que aún no ha llegado a comprender que no podemos tener democracia verdadera si tenemos a gente enterrada en fosas comunes, en las cunetas, si tenemos a miles de ciudadanos/as que aún siguen buscando su identidad, si la gente es torturada impunemente en dependencias policiales, si protestar reivindicando los derechos fundamentales o la soberanía popular puede suponer multas millonarias, si la gente es detenida, procesada y encarcelada por defender las luchas y conquistas obreras, los derechos humanos, la paz o la justicia, o si no se les garantiza a las personas la satisfacción de sus necesidades básicas. No podrá existir democracia mientras las fuentes de trabajo y de vida sigan siendo potestad y propiedad de una minoría. En definitiva, no podemos afirmar que disfrutamos de un sistema democrático si aún poseemos todas estas carencias sociales.
Blog del autor: http://rafaelsilva.over-blog.es
Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=228080
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