La
"democracia" mexicana
23 de junio de 2017
Por Aldo Fabián Hernández
Solis (Rebelión)
Dos noticias sobresalieron está semana, los casos de espionaje
gubernamental a periodistas y luchadores por derechos humanos; y la reunión de
la OEA en que la cancillería mexicana aliada a la norteamericana busca condenar
al gobierno de Venezuela, acusándolo de atentar contra los derechos humanos y la
falta de democracia. Estas noticias se conectan y muestran que el discurso que
predomina en el gobierno es el del cinismo. Pero al mismo tiempo demuestra la
farsa de que en México se vive en una democracia.
El discurso de la transición democrática plantea
el paso de sistemas políticos autoritarios a democráticos. Un discurso de
finales del siglo XX que además concebía como parte de esta transición, la
apertura de las economías al libre mercado. Se concibió a la democracia como
correlato de la instauración del neoliberalismo. Un cuento fantástico, que hoy
se cae a pedazos.
Gran cantidad de trabajos académicos se han
desarrollada alrededor de la llamada transición democrática, un generación de
estudiosos de la ciencia política se embarcaron a este objeto de estudio. Se
instauró un sentido común que presentaba como una verdad irrefutable la
existencia de democracia política. Es cierto, se hablaba de una democracia
procedimental, sin adjetivos, con escaso margen para transformar
las sociedades. Una democracia ligada al proyecto neoliberal, que funcionó como
justificación ideológico de un modelo de clase, que aumentaba la pobreza y la
desigualdad.
La democracia es más que un procedimiento de cambio de gobierno,
esta no puede existir mientras se condena a la pobreza y exclusión social a
millones, mientras las decisiones de gobierno se toman pensando en unos
cuantos. Aun aceptando la democracia procedimental como deber ser y aspiración,
sigue quedando a deber la realidad mexicana. La transición democrática chocó con
el fraude, la coacción del voto, el talente represor del sistema político, la
corrupción, la cooptación y el clientelismo. La razón mercantil colonizó la
esfera política desvirtuando la democracia.
La transición “democrática” mexicana resultó
un proceso de violencia, de imposición del neoliberalismo por medio de fraudes
electorales, de asesinato, de defraudación de la voluntad popular, de
empobrecimiento de las mayorías y de pérdida de derechos sociales. Bonita farsa
nos vendieron.
Los rasgos autoritarios, espiar, por ejemplo,
no han estado ausentes un sólo momento de esta transición, la defraudación de
la voluntad popular ha estado en todos las elecciones desde 1988, el fraude
electoral es parte del sistema de la transición. Los medios
de comunicación están entregados al régimen, la violencia a opositores es una
constante, el aparato represivo nunca se desmontó, al contrario se ha
perfeccionado.
Los casos de espionaje no son ninguna
sorpresa, el Estado tiene un aparato de inteligencia, el CISEN y otras instituciones
encargadas a ello, que han servido al régimen neoliberal y nadie desde el poder
ha intentado desmontar. Aun así intelectuales y comentaristas hablan de la
“democracia mexicana”, el canciller ataca a un país a partir de la bandera de
la democracia, mientras el gobierno espía, compra elecciones, manipula y
defrauda la voluntad popular. La lógica del cinismo es el sello de los
neoliberales.
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