Publicado el 16 March 2015 |
La
cumbre agropecuaria sembrando Bolivia convocada por el gobierno abre las
puertas a la oligarquía agroindustrial de Santa Cruz para desaparecer al pequeño
productor familiar campesino y poner en riesgo la seguridad alimentaria
del país, con sus demandas ya conocidas como: la ampliación de la
frontera agropecuaria, la eliminación de la FES(función económica social
de la tierra) para apropiarse de tierras fiscales y de territorios
indígenas o profundizar la negociación de tierras, la incorporación de
biotecnología en otros productos (transgénicos), y primar la exportación
de productos.
Desde la reforma agraria del 1953 se inicia la marcha al Oriente, con el
cual tanto allegados al Gobierno de entonces como extranjeros se
favorecen de tierras, créditos, y apoyo estatal para desarrollar el
sector agropecuario desplazando a indígenas de tierras bajas, en la
década de los 80 con la crisis minera, se fortalece a los sectores de
producción agroexportadores entre ellos los soyeros.
Ante
la marcha de tierra y territorio; en 1996 surge la ley INRA para
proceder al saneamiento y la redistribución de tierras y respeto del
derecho propietario demanda de campesinos e indígenas, pero nuevamente
esta medida sirve solamente para legalizar grandes y medianas
propiedades en manos de una oligarquía legalizando únicamente las TCO
que siempre estuvieron en manos de las comunidades y no revirtiendo las
tierras de privados para su redistribución por lo que el problema de
fondo continua.
La
Ley del Fondo de Reactivación Económica (FERE, 2000) reduce impuestos a
la empresa agropecuaria a 0,25 %, haciendo que estos sectores se
enriquezcan sin contribuir al Estado.
En
la década de las 90 épocas de las privatizaciones en nuestro país se
consolida y fortalece este sector otorgándole créditos a partir de la
banca privada y apoyo en crisis directamente por el Estado, como la
apertura a los mercados de la comunidad Andina de Naciones, aranceles
preferenciales etc.
La
nueva CPE del Estado Plurinacional, legaliza el derecho propietario de
las grandes haciendas sin límite de tamaño que existían hasta febrero de
2009 y con la ley de reconducción comunitaria no modifica el patrón
agroexportador vigente y se continúa fortaleciendo las políticas
agropecuarias para favorecer a este sector burgués fuerte económica,
política y elitista que no apoya al Estado a mejorar las condiciones de
seguridad alimentaria ni de soberanía alimentaria, tampoco efectúa
aportes al Estado, ni es generador de empleo dado a que el sector soyero
por ejemplo genera apenas el 5% de empleo de todo el sector
agropecuario, por el uso de maquinaria y semilla transgénica que reduce
al mínimo la utilización de mano de obra,
más
ante
el riesgo de uso de glifosato producto altamente tóxico que junto a los
transgénicos no tiene procedentes en la afección a la salud de la
especie humana así como a la madre tierra; en consecuencia son un sector
explotador y extractivo de los recursos naturales y de la mano de obra.
Esta
práctica aprovecha los relativos bajos precios de la tierra en el país,
los controles ambientales absolutamente laxos y una estructura agraria
regional que permite la gran propiedad ociosa (en muchos casos, de
tierras obtenidas gratuitamente del Estado) y su aprovechamiento
especulativo, convirtiéndose en atractivo para empresarios, brasileños y
argentinos estén actualmente produciendo el 50% de la producción de soya
permitiendo fuga de capitales y poniendo en riesgo la soberanía del
país.
Los
agroindustriales efectúan la explotación irracional de los recursos
naturales (desforestación), la apropiación de tierras fiscales e
indígenas originaria campesinas, destrucción del medio ambiente, la
privatización y concentración de la tierra, la dependencia económica de
las grandes empresas, el monopolio que exprime a productores campesinos
familiares, incrementando la brecha entre ricos y pobres u obligando al
campesino a migrar a la ciudad.
En
tanto que nuestras importaciones crecen marcando en el 2014 récord en
importación de alimentos por 812 mil toneladas compradas de países
vecinos por un total de 688 millones de dólares, y la migración campo
ciudad que según el censo 2012 vuelca la población a las áreas urbanas
en un 67.3 urbanos y reduciendo a 32,7 la población rural, acercándonos
cada vez más a una crisis alimentaria.
Siendo esta la verdadera problemática del sector y por ende de la
dependencia y fragilidad económica del país en el tema productivo si no
es la deficiente producción para autoabastecimiento o consumo interno;
pero en lugar de cubrir el mercado interno pensamos no en calmar el
hambre del pueblo, sino en exportar para favorecer intereses financieros
de empresas transnacionales, se ha posibilitado la introducción de
transgénicos a diestra y siniestra, no existe un control del manejo de
agroquímicos nocivos para la salud no sólo de los productores sino de
toda la población consumidora, como de la madre tierra, propiciando el
ingreso de productos de otros países en detrimento de los nuestros.
Desde siempre y en todos los gobiernos se ha favorecido al sector agro
empresarial del oriente, postergando a los verdaderos proveedores de la
canasta familiar como son los productores campesinos, las leyes y todos
los mecanismos antes y hoy se orientan para favorecer a este sector,
ahora a nombre de seguridad alimentaria pretenden favorecerse nuevamente
con políticas gubernamentales, acaso la soya es un producto de primera
necesidad en la canasta familiar; las familias pobres prescinden del
consumo de carne pero nunca prescinden del consumo del maíz, papa, haba
entre algunos, esos productos que llenan la olla de los pobres; pero las
medidas nunca están orientadas para favorecer a estos otros productores,
solo se los considera para bajar los precios, haciendo que los mismos
incidan para la migración campo ciudad.
La
cumbre convocada para favorecer al sector empresarial no debe
constituirse en un evento de socialización de medidas de políticas
públicas a los cuales el campesino refrendara con su asistencia, sino
más bien el espacio donde el Gobierno Plurinacional elegido por el
pueblo apoye efectivamente al verdadero sujeto responsable de la
soberanía y seguridad alimentaria que constituyen las comunidades
indígenas- originarias campesinas de Bolivia.
Por
lo cual las propuestas para garantizar la seguridad y soberanía
alimentaria de la población ante la crisis de caída de los precios del
petróleo es favorecer al sector del campesinado por primera vez en la
historia de Bolivia en cambiar si, las leyes como lo expresó el Vice
Presidente para:
·
Posibilitar el acceso a tierra a los pequeños productores agrícolas
campesinos, la eliminación de corrupción en el INRA que posibilita que
latifundistas se apropien legalmente de la tierra, a la verdadera
reforma agraria.
·
Garantizar la tierra y territorio indígena y posibilitar mecanismos de
sostenibilidad
·
Acceso al agua, a semillas naturales a créditos a pequeños productores
·
El
derecho a definir las políticas públicas agrícolas y agroalimentarias.
·
Precios justos en los mercados agrícolas acordes a los costos de
producción
·
Regulación para la producción agroindustrial considerando los derechos
de la madre tierra
·
Rechazo a la introducción de biotecnología y transgénicos porque atenta
con las semillas y producción local que garantiza la vida de las
personas y evita la dependencia económica
·
La
implementación de la producción ecológica, como vía para eliminar la
dependencia tecnológica y garantizar la vida de productores y
consumidores.
·
La
protección del mercado interno de las importaciones agrícolas y
alimentarias que atentan la producción local.
·
Prioridad a la producción interna diversa para mercado interno frente a
la exportación
·
Autorice a los países/uniones a protegerse contra las importaciones a
precios demasiado bajos.
·
Gestión y manejo de cuencas y suelos
·
Recuperación del germoplasma nativo de especies existentes en el
territorio nacional, establecimiento de banco de germoplasma nativo y la
patente del Estado de las semillas y productos locales
·
Producción de peces en ríos y estanques de agua por seguridad
alimentaria
·
profundización de educación ambiental e implementación de legislación de
control del medio ambiente sobre todo en áreas urbanas
·
Monitoreo y evaluación ambiental a todas las empresas productoras y
comercializadoras
·
Control riguroso de agroquímicos que se comercializan en el mercado y
asistencia técnica en manipulación a productores.
·
Control en fronteras para ingresos de productos de contrabando y fuga de
semillas y germoplasma local
·
Generar políticas de incentivos para el campesino productor mediante
estudios y orientaciones de mercado por cosechas.
·
Control de toxicidad a los productos y asistencia técnica a los
productores para producción sana y prohibición a la venta libre de
productos nocivos a la salud humana y la madre tierra
·
Apoyo
a la producción integral de productos estratégicos ancestrales (quinua,
maíz, coime, maní, etc.) para reconstituir las matrices
agroalimentarias comunitarias campesinas e indígenas (como la
recuperación y certificación de semillas criollas de alimentos
nutritivos y valorando los conocimientos locales y prácticas
ancestrales) garantizando mercados locales (desayunos escolares)
·
Regulación y control a la circulación de productos importados nocivos a
la madre tierra, bolsas plásticas, pesticidas, etc. para evitar la
contaminación de suelos, agua y preservar la calidad de vida de los
habitantes y de la madre tierra.
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Por
qué cuestionamos la "Cumbre Agraria"
Abril 2015
Los
días martes y miércoles
21 y 22 de abril el gobierno realizará en la ciudad de Santa Cruz la Cumbre
Agraria “SEMBRANDO BOLIVIA”.
Esta Cumbre fue postergada varias veces porque hubieron voces de protesta; voces de mucha preocupación por el tema de los TRANSGENICOS.
Esta Cumbre fue postergada varias veces porque hubieron voces de protesta; voces de mucha preocupación por el tema de los TRANSGENICOS.
Lo que pasa es que el principal cultivo de Bolivia, que es
la SOYA, actualmente es totalmente TRANSGENICA. Un presidente anterior
al gobierno de Evo Morales aprobó en el 2005 una Ley que permite la soya
transgénica y lamentablemente en los últimos 9 años NO SE HIZO NADA
para cambiar esta ley.
Más
al contrario. La Nueva Constitución aprobada en Oruro decía
claramente "NO A LOS TRANSGENICOS", pero después cambiaron muchos
artículos. Y hoy el artículo 409 de la NCPE dice “La producción,
importación y comercialización de transgénicos será regulada por Ley”.
Con esta frasecita abrieron las puertas de par en par para luego poder
aprobar nuevas leyes que permiten el uso de semillas transgénicas, no
solo de soya, sino también de otros productos, como es el maíz, el
algodón, el azúcar, hasta el trigo!!
Y aunque la Ley No. 300 de la Madre Tierra “obliga al
Estado a reducir gradualmente los transgénicos”, en
la práctica parece que todo camina al revés y ahora son sobre todo los
grandes empresarios del Oriente -de la Cámara Agropecuaria del Oriente (CAO)
y de ANAPO- que insisten en
que de una vez haya más transgénicos. Claro que estos empresarios
cuentan con el apoyo de las empresas de alimentos y semillas más grandes
y más nefastas para una alimentación sana y soberana a nivel mundial,
como es la transnacional MONSANTO.
Aunque el gobierno ha dicho en varias oportunidades que “no
aceptará la ampliación del uso de semillas transgénicas para la
producción de maíz, algodón y caña de azúcar” (18
de marzo, La Razón),
en la práctica vemos que este tema será abordado en
la cumbre “Sembrando Bolivia”, que se realizará a puerta cerrada con la
participación de 50 empresarios del Oriente, 25 dirigentes campesinos de
la CSUTCB ligados al MAS y 25 indígenas representantes de organizaciones
fieles al MAS. ¡Que tal!
Es
muy seguro que los resultados de la Cumbre estén más en función de los
dueños de grandes tierras y agroindustriales, que de los pequeños
agricultores.
Por
eso muchas organizaciones, instituciones y movimientos nos reunimos en
diferentes lugares del país para expresar nuestra preocupación y nuestro
rechazo a cualquier política a favor de los transgénicos.
Fuente: http://bolivialibredetransgenicos.blogspot.com.ar/2015/04/cumbre-agraria-sembrando-bolivia.html
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Miguel Urioste: La cumbre agropecuaria va a cambiar el mapa del país
10 de abril de 2015
La
Cumbre Agropecuaria ‘Sembrando Bolivia’ (Santa Cruz, 23 y 24 de abril)
bien debería servir para poner en debate los grandes problemas de la
agropecuaria nacional, sugiere el investigador, y no que sea solo para
discutir el desarrollo agroempresarial.
Por
La
Paz
Después de haberse postergado en tres oportunidades, finalmente el 23 y
24 de abril en la ciudad de Santa Cruz tendrá lugar la Cumbre
Agropecuaria “Sembrando Bolivia”. La cita, según dijo el presidente Evo
Morales cuando la convocó (en enero), es para ver “cómo relanzar al
sector agropecuario”; además de fijar como objetivo la seguridad y
soberanía alimentaria, cuestión de fondo también será la ampliación de
la frontera agrícola. Para el investigador en temas agropecuarios Miguel
Urioste, es tal la importancia del encuentro que lo que se decida allí
literalmente cambiará el mapa del país, en el sentido de modificar la
actual estructura agraria y del uso del suelo.
—
¿En qué contexto se puede ubicar a esta cumbre?
—
Esta es una cumbre particularmente importante, porque se realiza justo
cuando hay una caída del precio del gas y de los minerales y, por tanto,
una disminución de los ingresos por exportaciones. El Gobierno, a través
de la Agenda 2025, y los productores agropecuarios del oriente están
viendo la oportunidad de diversificar las exportaciones de Bolivia,
convirtiéndola en un país productor de alimentos. Esta cumbre también
viene precedida por anuncios del Vicepresidente sobre la expansión de la
frontera agrícola al ritmo de un millón de hectáreas cada año durante
los próximos diez años. No olvidemos que hoy Bolivia en la agricultura
tiene sólo tres millones de hectáreas, de las que un millón está en el
occidente y valles, y dos millones, en el oriente; de esos dos millones,
un millón es soya.
—
¿En qué medida pesará el cultivo de la soya en la cumbre?
—
Justamente, el objetivo de ampliar la frontera agrícola a diez millones
de hectáreas en los próximos diez años tiene como finalidad convertir a
Bolivia en uno de los grandes productores de alimentos y particularmente
de soya. Brasil tiene aproximadamente 30 millones de hectáreas de soya,
ha desplazado a Estados Unidos, que tiene 28, 29 millones; luego está
Argentina, con alrededor de 20 millones; en cuarto lugar, Paraguay, con
6 millones; luego viene Bolivia, y después Uruguay.
—
¿Cómo ubicar el caso boliviano, por lo menos en Sudamérica?
—
Nos interesa Paraguay: ahora, cultivando 6 millones de hectáreas de
soya, Paraguay hasta hace unos años tenía 8 millones de hectáreas de
bosque; ya no los tiene más; en estos últimos diez años, más de un
millón de campesinos e indígenas han abandonado el campo y han emigrado
a Asunción. El gran desafío, por tanto, es que esta cumbre agropecuaria
que va a haber en Santa Cruz no repita el desastroso modelo paraguayo de
ampliación indiscriminada de la frontera agrícola, sin control
ambiental, sin control ecológico, desplazando a pueblos indígenas y
quitándoles las tierras a los campesinos; que ha significado casi una
absoluta deforestación.
—
Pero el tema de la cumbre es la seguridad o soberanía alimentaria.
—
El actual Gobierno empezó su gestión en 2006 prometiendo una radical
reforma agraria para eliminar el latifundio, promoviendo un modelo de
base campesina, indígena, diversificada, con una producción que permita
la seguridad y soberanía alimentaria; pero estamos cada vez más lejos de
eso.
Hoy en Bolivia se importa el triple de alimentos que hace diez años. Lo
que quiere decir que el aumento en el consumo que está viviendo la
población boliviana no proviene de la producción local, sino de la
importación de alimentos.
—
Para la cumbre, se habla mucho de Santa Cruz; el nuevo granero
boliviano, el que alimenta al resto del país; pero qué del pequeño
productor campesino y su aporte a la seguridad alimentaria.
—
Estamos constatando que la economía agrícola familiar está estancada; no
ha habido un aumento significativo ni de la productividad ni de la
producción agrícola familiar, salvo excepciones como el caso de la
quinua, eventualmente el cultivo del cacao o del café; pero en los
alimentos básicos, está estancado, tendiendo a disminuir, y esto se
debe, entre otras cosas, al masivo contrabando de alimentos; así,
para el productor familiar no es negocio producir, no es rentable.
Seguramente en la cumbre los campesinos y los indígenas van a reclamar:
queremos efectiva priorización de la agricultura familiar,
diversificación productiva, seguridad alimentaria, más sistemas de
riego, caminos vecinales, electrificación rural; que el Estado ha hecho
en los últimos diez años, pero no en la medida suficiente como para
estimular y hacer despegar la agricultura familiar, que hoy está
estancada.
— El
problema estará en definir bien la agenda de la cumbre…
—
Ojalá que los campesinos, indígenas, interculturales, cooperativas
agrícolas tengan derecho a la palabra y sean escuchados y sus
planteamientos sean recogidos; se trata de una cumbre agropecuaria
transcendental que va a cambiar el futuro de la agropecuaria en Bolivia
por los próximos 30, 40 años; las decisiones que se van a tomar en Santa
Cruz van a cambiar el mapa del país. Si se mantiene la propuesta de la
Agenda 2025, de ampliar la superficie agrícola en diez millones de
hectáreas, significa que vamos a desmontar, desboscar, tumbar diez
millones de hectáreas de bosque, que nunca más van a reponerse. Esto,
para mí, no es un buen negocio para el país.
—
Desde el lado de los pequeños productores, ¿cuáles son sus mayores
limitaciones, qué sectores se puede impulsar en lo inmediato?
— La
ventaja es que Bolivia tiene varios pisos ecológicos, varias zonas
productivas; pero tiene una limitante estructural. Y es que en el
altiplano y los valles sólo entre un 25 y 30% de los productores tienen
acceso al riego. Entonces, el gran desafío es cambiar la matriz
productiva de la agricultura familiar, pasando de una a secano hacia una
a riego. En Bolivia se han hecho esfuerzos, hay el programa Mi Agua,
ahora Mi Riego; se ha invertido más de 300 millones de dólares en los
últimos diez años, pero no es suficiente. No se ha priorizado el cambio
de la matriz productiva de la agricultura familiar, para convertirla de
secano a riego. Y eso significa investigación, programas de extensión,
sistemas de riego comunales, familiares, provinciales, que deben cambiar
la manera de producir; el riego permite dos cultivos por año y genera
una dedicación a la agricultura a tiempo completo.
—
Para las cumbre, los empresarios adelantaron sus cuatro grandes
preocupaciones: seguridad jurídica, uso de biotecnología, liberación de
exportaciones e infraestructura caminera...
—
Los únicos que tienen una agenda clara son los empresarios, la
agroindustria cruceña, y además han tenido un acercamiento notable hacia
el Estado y el Gobierno en los últimos dos años, que ha llevado a una
suerte de alianza productiva, como la han denominado. Eso no está mal,
parece interesante y positivo; en lo que yo no estoy de acuerdo es el
uso de transgénicos (biotecnología); es dañino para el consumidor,
además no es cierto, como dicen, que aumenta la productividad; el uso de
transgénicos sólo disminuye los costos de producción.
—
Ahora ¿quiénes deben asistir a la cumbre? ¿Acaso el censo agropecuario,
por ejemplo, no debió de servir para esto, para saber quiénes son los
actores agrícolas?
—
Efectivamente, ojalá que en esta cumbre el INE presente los datos del
censo agropecuario de 2013, por lo menos que sirva para eso, para que
sea un motivo de presión al INE, que le obligue a actualizar su base de
datos. Pero el problema no es tanto cuántos campesinos o indígenas irán
a la cumbre, sino con qué criterios o argumentos, y con qué propuestas
alternativas. Aquí sí es importante que estos movimientos sociales
reflexionen, miren al futuro, no se dejen presionar por las
condicionantes políticas de la coyuntura, y tengan una mirada de su
sector, de su clase social, de su condición étnica, de pequeños
productores familiares; eso es más importante que ser militante del MAS
o del proceso de cambio. Aprovecho para hacer un llamamiento a que estos
sectores reivindiquen esta su condición en la cumbre agropecuaria.
—
Con la introducción de la soya, usted dice (Concentración y
extranjerización de la tierra en Bolivia, Tierra, 2011) que buena parte
de la propiedad de la tierra en Santa Cruz no está en manos bolivianas.
— La
cumbre va a reunir a ciudadanos bolivianos, representantes de todos los
sectores, pero los principales productores de soya y de productos
agroindustriales en el oriente no son bolivianos, son de diferentes
nacionalidades, brasileños, argentinos, menonitas, que no ponen como
centro de su preocupación ni a la nación ni al Estado sino el negocio.
Entonces, el Gobierno y otros tendrán que saber efectivamente con quién
tienen que hablar. Si quieren que Bolivia entre al agronegocio del cono
sur, no tienen que hablar con directivos regionales de Santa Cruz, tiene
que hablar Monsanto, ADM, Cargil, Dreyfus, Syngenta (grandes empresas
soyeras); ahí se deciden las condiciones que van a exigir para que
inviertan masivamente en la ampliación de la frontera agrícola. Y van a
exigir que no haya control a la extensión de la propiedad, que se
siembre con semillas transgénicas, que se use herbicidas, se amplíe la
superficie agrícola reduciendo los territorios indígenas recientemente
titulados, que están rodeando la mancha soyera en Santa Cruz. Una
limitante estructural a la expansión del cultivo de la soya en Santa
Cruz es que es un territorio que está rodeado de territorios indígenas;
va a ser muy difícil que Bolivia en estas condiciones pueda competir con
los países vecinos ofreciendo mejores condiciones a las empresas
transnacionales para que inviertan en Bolivia. Van a preferir invertir
en Brasil, Argentina y Paraguay, porque aquí tenemos territorios
indígenas, movimientos indígenas organizados, que van a reivindicar sus
derechos y el mandato de la Constitución, que establece de manera
explícita que los indígenas son dueños plenos de los recursos renovables
de sus territorios, donde además pueden ejercer el autogobierno.
—
Por eso se dice que en verdad se cambiaría el mapa…
— Es
muy importante, porque lo que se decida aquí va a afectar los
territorios indígenas; van a exigir un nuevo plus, plan de uso de suelo,
van a expandir la frontera agrícola, vamos a tener soya en toda la
carretera Santa Cruz-Puerto Suárez, en todo el límites de la provincia
Chiquitos (con Brasil), que limita con Mato Grosso del Sur (Estado
brasileño); es decir, la mancha soyera de Brasil se va a entrar a
Bolivia. ¿Queremos eso? Yo como boliviano, no.
— ¿Y
el consumo en la cumbre? Porque se tiene que hablar, por ejemplo, de los
estándares del consumo...
—
El problema es que los consumidores no estamos invitados, ni los
investigadores ni estudiosos del tema.
Esta es una reunión típicamente corporativa, están participando las
corporaciones, que tienen cuotas de poder en el Estado, en el Parlamento
y en la torta de la producción de alimentos; pero los consumidores no
hemos sido tomados en cuenta.
— Le
digo el consumo, en el sentido de ver para qué finalmente se debe
producir alimentos…
— El
crecimiento de la obesidad en las poblaciones pobres, en El Alto, en las
zonas mineras, es notable, lo que es fruto de la comida chatarra y la
cantidad de fritos que se consumen diariamente y eso es un grave
problema de salud, que tiene directa relación con qué cosas se están
produciendo; en lugar de consumir productos nativos originarios estamos
consumiendo pollo frito, papa frita, que no son sanos.
Perfil
Nombre: Miguel Urioste Fernández de Córdova
Nació: 6 de septiembre de 1948
Profesión: Economista, investigador en la Fundación Tierra
Vida
Es
economista graduado de la Universidad Católica Boliviana (UCB), con
estudios de especialización en Desarrollo Rural y Reforma Agraria en
Bélgica e Inglaterra. Ha publicado varios libros, ensayos y artículos
sobre esos temas. Perteneció al extinto Movimiento Bolivia Libre, del
cual fue su candidato presidencial en 1997. Actualmente es investigador
en Fundación Tierra, donde trabaja desde hace 24 años.
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