Resistencias
antiextractivistas: en el corazón de la práctica de la ecoteología
13
de junio de 2017
Por Fernanda Sánchez
Jaramillo (Rebelión)
En Latinoamérica la apuesta es por la ecoteología a través de la
cual representantes de la Iglesia ejercen su misión liberadora del hombre y la tierra. Uno de los
propósitos es cambiar de paradigma, ubicar al hombre como parte de la
naturaleza, integrado a ella, en una nueva relación ya no de dominación sino de
codependencia.
En Suramérica y Centroamérica diferentes
comunidades eclesiásticas acompañan comunidades campesinas, afrodescendientes e
indígenas, en sus resistencias pacíficas contra empresas, nacionales y
multinacionales, y sus proyectos extractivistas.
“La ecoteología constituye una nueva
cosmovisión con inspiración ética y religiosa que cuestiona el modelo de
civilización tecnocientífica imperante y propone un paradigma que salvaguarde
armónicamente los derechos de la naturaleza y los humanos, pues la actual
crisis se da por la civilización hegemónica. El mesianismo prometido por la
ciencia y la tecnología resultó ser selectivo y discriminatorio”, explica
Richard Acostai.
En su libro, Acosta plantea el reto de la
teología: responder a la realidad social y sus nuevas formas de opresión que
avasallan a los pueblos. Añade que si el discurso teológico pretende ser
pertinente se requiere la coherencia entre la fe y la praxis, una práctica que
responda a esos nuevos contextos sociales y sus desafíos.
“Si la teología ha de ser impertinente, ha de
serlo al ejemplo de Jesús, el Cristo, quien importunó el statu quo y las
estructuras alienantes y opresoras de su contexto”, dice enfático Acostaii.
En el corazón de esa praxis está el
acompañamiento de la Iglesia a los procesos de resistencia pacífica liderados
por comunidades indígenas, campesinas, y afros que habitan en las entrañas de
Nuestra América.
Además asumir una posición de liderazgo que
confronta los nuevos modelos de desarrollo que promueven el extractivismo como
fuente de “progreso” a costa del sacrificio y el rompimiento del tejido social,
del equilibrio de los ecosistemas.
Un desequilibrio que ha enfermado a la tierra,
Uma Kiwe, para los Nasa de Colombia. “El suelo el lugar donde nos encontramos
hoy, donde desarrollamos nuestras actividades, es un ser vivo. Es la piel de la
madre tierra, Uma Kiwe, y allí dentro de esta capa existen seres espirituales
que denominamos tapanos, espíritus que toman formas diferentes con las hojas de
los árboles, con las ramas que se van descomponiendo y que generan equilibrio
con todo el territorio”, señala Luz Mery Pachacué, indígena Nasa quien vive en
el departamento del Caquetá.
Según la cultura Nasa el
suelo, la piel de la tierra, se desarmoniza y enferma cuando hay quemas, se
aplican químicos, se destina a monocultivos como la palma; además, cuando hay
minería y deforestación.
Es en este momento de crisis planetaria le
corresponde a la teología cristian a
saldar una deuda pendiente. En palabras de Acosta:
“Le corresponde a la reflexión teológica,
incluso, redimir la cosmovisión cristian a
heredada e impuesta por ella desde la Modernidad que distorsionó la designación
divina del hombre como “dominador” “sometedor” atribuida en el Génesis, y la
entendió como sinónimo de depredacióniii”.
Esta “deuda” fue debatida en el año 1967 en el
artículo de la Revista
Science The
historical roots of our ecological crisis”, las causas históricas de
nuestra crisis ecológicas del estadounidense Lynn White Jr.
En ese artículo, White planteó que,
especialmente en su forma occidental, no hay religión más antropocéntrica que
la Cristiana y que incluso en el mito de la creación se observaba que todas
criaturas físicas no tienen otra finalidad que servirle al hombre, que fueron
hechas para su beneficioiv.
No obstante Alirio Cáceres, diácono permanente
de la Arquidiócesis de Bogotá y animador ecológico de la Iglesia del Continente
y Bogotá, opina que hay que se cautelosos en este punto.
“No se puede ser tajante al decir que el cristian ismo es antropocéntrico y depredador.
Génesis 1, 28 habla de un Dios permisivo que le da el mandato, el dominio y ese
dominio se entendió como servirse de todos los servicios de la naturaleza en
función del ser humano, que es lo que se conoce como antropocentrismo.
“Pero penetrando en la mentalidad bíblica, los
estudiosos, los hermeneutas llegaron a la conclusión de que ese verbo ha sido
mal traducido mal interpretado, porque en realidad el dominar es servir, es
cuidar”, agrega Cáceres.
También en su artículo White reconoció el
papel “radical” de San Francisco de Asís para superar esa perspectiva de
aparente superioridad del hombre sobre la naturaleza.
“La clave para entender a Francisco es su
creeencia en la virtud de la humildad –no solo para el individuo sino para el
ser humano como una especie. Francisco trató de deponer al hombre de su
monarquía sobre la creación e instaló una democracia para todas las criaturas
de Dios”, dijo Withe.
En América Latina, la ecoteología como
evolución o nueva perspectiva de la teología de la liberación incluye a la
Tierra -Madre Tierra, Pacha Mama, Uma Kiwe, con las diferentes denominaciones
que pueda adquirir, es otro sujeto a liberar; además, del pobre.
La tierra es también oprimida. Se escucha su
insistente clamor, su grito que interpela a teólogos y ciudadanos, en general,
para protegerla.
La ecología tiene en Leonardo Boff uno de sus
grandes exponentes quien en sus escritos como en Grito a la tierra, grito a los
pobres, la considera una pobre más.
“Boff habla de una cuarta ecología que es
integral y que la opción por los pobres implica ese grito de la tierra porque
la ecología se entiende como la ciencia de los pobres, ciencia de la casa
común, el planeta”, indica Alirio Cáceres.
“Laudato Sí fue el cántico que Francisco de
Asís entonó al Dios creador, el proyecto humano es que podamos devolver a Dios
todo lo donado, por su misericordia”, enfatiza Cáceres.
¿Antropocentrismo o biocentrismo?
Pensar un territorio común, una forma nueva de
entender Dios al ser humano, al cosmos es un reto para la teología del Siglo
XXI.
“La presencia de lo ecológico en la teología
ha llevado a cuestionar el antropocentrismo que entiende al humano como dueño y
señor (lógica imperialisa), pues así el humano puede transformarse en biocida y geocida; también
ha logrado dar el paso a la comprensión de una concepción cosmocéntrica de la existencia que pretende
armonizar los derechos humanos con los derechos de los demás seres”v, explica Acosta.
En el centro de la crisis actual adquiere
mayor importancia la discusión sobre el lugar del hombre en el planeta, su
responsabilidad en la crisis ecológica actual y el rol que debería cumplir.
“El antropocentrismo ha mostrado sus límites y
hasta se ha vuelto contra el ser humano mismo. Por lo demás el enfoque
antropocéntrico se ha descubierto cómo parte de la racionalidad patriarcal
colonizadora que nos está llevando a la destrucción de la madre tierra. Sin una
formación ya no solo de los derechos humanos sino más radicalmente de los
derechos de la tierra y de la naturaleza no es posible vivir en paz con
nosotros mismos, con el Creador”, añade Marco Arana exsacerdote peruano.
También J. L Ruiz de la Peña en su libro Teología della Creazione hizo una pregunta similar:
¿Cosmocentrismo o antropocentrismo? ¿la realidad es antropocéntrica?
Ruiz es claro al afirmar que si bien el hombre
creado es tratado casi como un Dios y que ese principio antrópico establece una
línea de relación con la doctrina de la creación, el cual le atribuye a la fe cristian a su renuencia a que el hombre abandone su
posición central en el mundo, cristocentrista, antropocentrista.
No obstante este autor sugiere que la ilusión
de creerse en una posición central como individuo y como especie ha sido
revalorada debido a la grandeza del cosmos, la vía láctea y, en ella, la
pequeñez del hombre.
“La teología de la liberación y el discurso
ecológico tienen algo en común: parten de dos heridas sangrantes. La primera,
la herida de la pobreza y de la miseria, rompe el tejido social de los millones
y millones de pobres en el mundo entero. La segunda la agresión sistemática a
la tierra, desestructura el equilibrio del planeta amenazado por la depredación
hecha a partir del modelo de desarrollo planteado por las sociedades
contemporáneas y mundializadas”, asegura Juan José Tamayo en su librovi.
Ambos, nos dice Boff, tienen como objetivo la
liberación, de los pobres hecha por ellos mismos sin un salvador si no como
sujetos políticos y la segunda, la Tierra, Gaia, Uma Kiwe, Pacha Mama,
estableciendo una relación entre el ser humano y ella en la que no es el ser
dominante y procurando un modelo de desarrollo que haga la vida sostenible para
todas las especies sin primacía de ninguna.
En esta apuesta están inscritas las propuestas
de teólogos, sacerdotes y no sacerdotes, que abogan por un modelo de desarrollo
distinto y que promueva el respeto de la tierra.
“Un modelo de desarrollo que no esté
sustentado en el extractivismo ni en el neo extractivismo “progresista” en el
cual Latinoamérica es fundamental como reserva para generar riqueza con base en
la explotación de la naturaleza”, afirma Jhon Caraballovii.
Tan importante es el rol que cumple América
Latina que se ha pretendido internacionalizar la Amazonia para favorecer los
intereses de trasnacionales que ven en ella un gran botín.
En medio de esta disputa por los recursos de
América Latina, han surgido propuestas que promuevan esa nueva relación entre
el ser humano y la naturaleza, una relación horizontal y no de dominio sobre
los ecosistemas y el resto de las criaturas.
Una perspectiva que hay que decirlo, no es
nueva, pues esta ha sido fundamental para los pueblos originarios y, por ello,
sostienen una relación de respeto por las demás criaturas y por los ciclos de
la tierra que conocen y comprenden a la perfección.
En Latinoamérica han surgido diversas
iniciativas que responden a la interpelación que hace el modelo económico y de
desarrollo en esta fase neoliberal del capitalismo y que promueven modelos
diferentes, que tienen como centro la cuestión ecológica.
Además fomentan la solidaridad entre los
pueblos, las diferentes organizaciones y se comprometen con luchas y
resistencias en los territorios para frenar los daños contra la tierra.
Encontramos entonces la Red Eclesial Panamazónica
(Repam), el Observatorio de conflictos mineros (Ocmal), Organización
Medioambiental Peruana (Grufides), Equipo Nacional de Pastoral Aborigen
(Endepa), Movimiento Católico Mundial por el Clima, Franciscans International,
Missionários Combonianos, la Comisión Inter Eclesial de Justicia y Paz y Rede
Justiça nos trilhos, entre otras.
Otra iniciativa importante es La Red Iglesias y
Minería, espacio ecuménico, conformado por comunidades cristian as,
equipos pastorales, congregaciones religiosas, grupos de reflexión teológica,
laicas, laicos, obispos y pastores creada para responder a los impactos y
violaciones de los derechos socio-ambientales causados por la minería según lo
explican en su página web.
Acompañamiento a resistencias pacíficas
Algunos exponentes de este trabajo que han
acogido los presupuestos de la teología de la liberación y de la ecoteología en
Latinoamérica los encontramos en Colombia, Brasil, Perú, Honduras, y otros
países de Centro y Sur América.
En Colombia, en el departamento del Chocó
Monseñor Juan Carlos Barreto, Obispo de la diócesis de Quibdó, afirma que la
Diócesis apoya a los Consejos Comunitarios Mayores y locales, lo mismo que a
los Resguardos indígenas y sus autoridades en la defensa de su territorio y en la explotación legítima y
responsable de los recursos naturales.
“La diócesis de Quibdó apoya la minería
tradicional y a pequeña escala, pero rechaza la minería irresponsable realizada
con dragas y retroexcavadoras, pues causan enormes estragos ambientales por la
destrucción de la selva y los ríos y quebradas. Además de esta minería utiliza
el mercurio, químico contaminante”.
“La diócesis rechaza igualmente la concesión
de títulos mineros a empresarios nacionales y a las multinacionales, sin tener
en cuenta procesos de consulta previa y desconociendo la riqueza biodiversa del
territorio”, añade Barreto.
Monseñor también agrega que una de las
opciones pastorales de la Diócesis es la defensa del medio ambiente. Por ello,
han denunciado actividades madereras de explotación irracional, los cultivos
declarados de uso ilícito y la minería irresponsable.
De igual manera, han ofrecido oportunidades de
formación a las comunidades, promovido campañas para mejorar las prácticas
ecológicas en las comunidades parroquiales y apoyado y promovido acciones
jurídicas ctan importantes como las de los ríos Quito y Atrato, este último
reconocido como sujeto de derechos por la Sentencia T-622 de
2016 y presentado una petición formal ante el Ministerio de Medio Ambiente y
Desarrollo Sostenible (MADS) solicitando la protección de la selva húmeda
tropical de las Costa Pacífica).
“Estas acciones se hacen desde la perspectiva
de la fe cristian a católica, la cual
ha bebido de los aportes de la teología de la liberación, pero no tiene en ella
su única y principal fuente, pues la reflexión teológica del magisterio de la
Iglesia es abundante, se funda en la revelación bíblica y ha tenido un gran despliegue
en la enseñanza de los obispos de América Latina.
“Un aporte fundamental y sintético lo ha
hecho últimamente el papa Francisco en la encíclica Laudato Sí, la cual
constituye en una carta de navegación actualizada que conjuga teología y
ciencia”, enfatiza Juan Carlos Barreto.
De igual manera en Perú, el ex sacerdote Marco
Antonio Arana, inició su participación en la resistencia pacífica contra la
mega minería depreadora en el año 1993 en Cajamarca y en otras poblaciones
tales como Tambogrande, Ayabaca y Huancabamba en Piura o Del Valle del Tambo en
Arequipa, en el sur del Perú.
Marco Arana inició su participación en la
resistencia pacífica contra la mega minería depreadora en el año 1993 en los
Andes del Norte del Perú, en Cajamarca donde ha apoyado procesos como las
consultas populares en Tambogrande, Ayabaca y Huancabamba en Piura o Del Valle
del Tambo en Arequipa, en el sur del Perú.
“En mi opción espiritual llegué a estas luchas
desde la teología de la liberación que en mi trayectoria pastoral desembocó en
la ecoteología liberadora. Si bien puede darse una perspectiva de Teología de
la liberación (TL) que sea neoextractivista, desde mi experiencia considero que
no se puede afirmar la TL sin que esta sea la vez profundamente eco-teológica.
“La afirmación conservadora o racional
científica de una perspectiva ecológica no bastan, para ser transformadoras
necesitan afirmar su dimensión eco-política liberadora. Se necesita no sólo
liberar al ser humano de las cadenas de la opresión social, sino a la madre
tierra entera de la opresión y la injusticia ecológica que la depreda y amenaza
con la destrucción de nuestra propia especie”, explica Arana.
En Perú, la principal estrategia de
resistencia pacífica utilizada, según Arana, han sido los procesos de consulta
ciudadana previa y la movilización pacífica que ha trascendido el espacio local
como la gran
Marcha Nacional del Agua, en el año 2012, que recorrió más de
mil kilómetros.
Desde julio del año pasado, Arana asumió su
labor como congresista de la República por la región de Cajamarca. Fue elegido
de la lista de representantes del Frente Amplio, como parte del Movimiento
Tierra y Libertad. “Mi labor actual es parlamentaria, no se restringe a una
comunidad en específico, aunque sigue priorizando el apoyo a las comunidades de
Cajamarca. Como miembro de las comisiones agraria y de energía y minas me
aseguro que sean las propias comunidades afectadas las que puedan expresar su
voz y no sea ignorada”, agrega.
Mientras tanto en Brasil el sacerdote italiano
Darío Bossi quien vive en Açailândia, Maranhão, ha apoyado la resistencia de
las comunidades que habitan a lo largo del corredor de Carajás, en los estados
brasileños de Pará y Maranhão, ante los grandes proyectos de minería y
siderurgia.
En esa región está la mayor mina de hierro del
mundo (Mina de Carajás), administrada por Vale S.A., empresa estatal
privatizada en 1997 y una de las tres mayores compañías mineras al mundo.
En el corredor de Carajás viven comunidades
indígenas, afrodescendientes, campesinas, de periferias urbanas, de pescadores
y la mayoría han denunciado violaciones de derechos por causa de las
operaciones mineras.
Alrededor de la mina, a lo largo del
ferrocarril de 900 Km
para la exportación del mineral, donde hay polos de siderurgia con mucha contaminación
y ningún control ambiental, alrededor del puerto, cuya expansión amenaza la
vida de las comunidades tradicionales.
“Los mayores impactos son deforestación,
polución de aire y agua, accidentes de trabajo y por causa de las operaciones
del tren, los ríos que se secan por las operaciones de la mina y de la
infraestructura de transporte del minero, grietas en las paredes de las casas
por las vibraciones del tren cuando pasa, contaminación sonora, etc”, explica
el padre Darío.
¿Qué papel cumplen el padre y la Iglesia en
este proceso?
Principalmente, reforzar las conexiones de red
y resistencias entre comunidades impactadas por los mismos daños y perjudicadas
por los mismos actores (las empresas y también el Estado, que es cómplice de
ese modelo neoextractivista).
“Trabajamos con asesoría jurídica, educación
popular, denuncia multiescalar de las violaciones (nivel local, estatal,
nacional e internacional), incidencia política, comunicación para la
transformación, propuestas de alternativas para el cuidado del territorio, la
participación política y la autodeterminación de las comunidades”, añade Darío.
¿Cómo aplican la teología de la liberación y
la ecoteología en las causas ambientalistas?
El padre Darío hace parte de la Red con
Iglesias y Minería y con la Red Eclesial Panamazónica ,
lo que refuerza nuestras acciones locales gracias a esas alianzas eclesiales y
espirituales.
“La mística que sustenta la lucha de las
comunidades y de los movimientos sociales se encuentra con la espiritualidad cristian a y las visiones holísticas de las
espiritualidades de los pueblos originarios y afrodescendientes. No hay
resistencia sin esas motivaciones profundas y el amor al territorio como
fuente, raíz, principio de nuestra vida y casa, que nos ampara y recibe al fin de
nuestro caminar”, añade el padre Darío.
Para él como para otros sacerdotes, teólogos y
laicos, la Encíclica Laudato
Sí, del Papa Francisco, renueva sus fuerzas y fortalece la lucha social y
ambiental en diálogo con los valores cristian os.
Por su parte en Guatemala, el padre César
Espinoza, cmf., de la
Congregación Religiosa de los Misioneros Hijos del Inmaculado
Corazón de María, más conocidos como Misioneros Claretianos lucha por las
mismas causas.
Ingresó a su comunidad desde los 17 años y su
primer destino como misionero fue en la Costa Abajo , Colón (Panamá) donde sirvió durante
cuatro años hasta el año 2007.
A causa de su trabajo al lado de la comunidad
y contra la
Empresa Minera Petaquilla el obispo Audilio Aguilar
atendiendo a los reclamos de la empresa y del presidente de la República, que
tenía inversiones en la misma- explica el padre- pidió a la Congregación
entregar la Misión, después de 80 años de acompañamiento a las comunidades
campesinas de la región.
Pero eso no impidió que perserverara. En el
año 2008 fue destinado a la Parroquia Nuestra Señora del Pilar del municipio
de Arizona, en el Departamento de Atlántida, al norte de Honduras. Atlántida
tiene una belleza natural incomparable, con 12 áreas protegidas como parques
nacionales, que representan el 40 % de su territorio.
En el año 2009 Honduras el Golpe de Estado
favoreció la flexibilización de las leyes en favor de empresas multinacionales,
entre ellas las que se dedican a la actividad minera.
Además a las compañías con proyectos
hidroeléctricos según lo señaló también el informe publicado por el Movimiento
Mundial por los Derechos Humanos (FIDH) que este 31 de mayo advirtió sobre el
otorgamiento de licencias ambientales para hidroeléctricas en áreas protegidasviii.
En Honduras el padre César se comprometió con
esa causa a pesar de las amenazas de muerte en su contra, en el año 2013, por
su acompañamiento a la defensa legítima por parte de las comunidades en el territorio
en el cual no querían minería a cielo abierto.
La comunidad claretiana publicó entonces
sendos comunicados rechazando sus amenazas y responsabilizando en su momento a
un empresario por lo que ocurriera con el padre César.
Entre tanto, él sostenido por el valor que lo
caracteriza, el mismo que caracterizó a Berta Cáceres su amiga y compañera de
lucha, siguió adelante porque su compromiso era mayor.
“Entiendo eco-teología a la mirada del
universo, y a todo lo que éste contiene, desde una mirada de fe. Mi
comprensión de ésta tiene influencia de la tradición cristian a
a la que pertenezco (…) En esta mirada aprender a contemplar la belleza, la
bondad y la genialidad de cada especie y de cada realidad, visible e invisible,
y las múltiples relaciones y codependencias unas de otras.
“Ciertamente ha influido también la teología
de la liberación que tuve la oportunidad de profundizar en mis cuatro años en
El Salvador. Y la pastoral liberadora que conocí en mi primer experiencia de
Misión en Panamá. La lectura de los evangelios, y de la Biblia en general,
desde la clave de compromiso por la justicia, la paz y la libertad han sido
fundamentales para orientar mi ministerio”, puntualiza el padre César.
Dário, César, Marco, Juan Carlos, Richard y
Alirio son solo algunos de los muchos sacerdotes, diáconos, teólogos y laicos
comprometidos con la práxis de la teología de la liberación y la ecoteologóa en
las resistencias contra los proyectos extractivistas.
Sus voces, su trabajo y su obra impactan en
los territorios allí donde han llegado para andar al lado de las comunidades
que ejercen su derecho a la defensa de la naturaleza de la cual se sienten
parte, ni inferior ni superior a ella solo parte de Gaia, Madre Tierra, Pacha
Mama, Uma Kiwe…
Notas:
i Acosta,
Richard. Libro Dios, hombre creación, hacia una ecoteología bíblica. San Pablo
editorial. 2015. Página 31.
ii Ibidem.
iii Ibidem.
Página 26.
v Acosta,
Richard. Libro Dios, hombre creación, hacia una ecoteología bíblica. San Pablo
editorial. 2015. Página 29.
vi Tamayo, Juan José.
Leonardo Boff, ecología, mística y liberación. Editorial Desclée de Brouwer.
1999. Página. 55.
vii Caraballo, Jhon Fredy.
Responsables de la casa común. Reflexiones sobre la Encíclica Laudato Sí.
Centro Editorial Uniminuto. 2015.
viii http://www.fidh.org/spip.php?page=spipdf&spipdf=spipdf_article&id_article=21465&nom_fichier=article_21465
Fuente:
http://www.rebelion.org/noticia.php?id=227874
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