Simulacros
democráticos argentinos
19 de junio de 2017
Por Emilio Cafassi (Rebelión)
Esta semana la política argentina ha vuelto a dar una verdadera
exhibición de sus miserias. El jueves venció el plazo para presentar sellos
partidarios para las Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias (PASO),
aunque sin candidatos ya que el procedimiento establece que serán formalizados
10 días después. A última hora se presentaron exclusivamente todas las opciones
de alianzas y alternativas electorales que constituyen cientos en todo el país.
Se trata de la primera escala hacia las próximas elecciones legislativas que
renovarán parcialmente las cámaras. Sin embargo, el hecho de que se trate de
nominaciones partidarias, antiguas unas y novedosas otras, no oculta los
nombres de dirigentes que las proponen y organizan, ni los probables
encabezamientos de las listas que se propondrán a la ciudadanía en menos de dos
semanas. Una primera mirada necesariamente superficial de las alianzas
conformadas en cada distrito, dejaría un sedimento de perplejidad ante la
diversidad de competencias entre fuerzas que en otras regiones se presentan
aliadas. Sólo exponerlas para el conjunto del país, ocuparía todo el espacio de
esta página y no haría más que sumar desconcierto. Prefiero intentar comprender
las razones de la movilidad a partir de la propia concepción de ciudadanía y
representación que esta arquitectura política conlleva.
Las PASO se
proponen una intervención del conjunto del electorado nacional en las internas
partidarias convertidas en algo muy similar a las “primarias” estadounidenses,
aunque aquí tienen un carácter obligatorio. Resultan un “paso” obligado hacia
niveles mayores de simulación democrática. Lejos de democratizar los partidos,
de garantizar la participación decisoria de sus afiliados y adherentes en la
selección de candidatos, se le propone a la ciudadanía, optar por candidatos
decididos en transacciones y pactos a puertas cerradas. Su objetivo es
disimular (mediante la obligatoriedad y la consecuente disolución del militante
informado y comprometido en una masa plebiscitaria indefinible y no vinculante)
la crisis de legitimidad y la credibilidad en el sistema. No sólo no amplían la
democraticidad del dispositivo electoral, ni partidario ni estatal, sino que
alientan la manipulación publicitaria y la ilusión participativa produciendo
una suerte de refuerzo imaginario de la legitimidad de los postulantes. El
sistema obliga a la “mayoría silenciosa”, a acompañar dócil y pasivamente,
todos los entuertos de las oligarquías partidarias. Los partidos dejan de ser
colectivos, para ser clientes de los personalismos. La salvedad que podría
hacerse es que la obligatoriedad es sólo formal, ya que al menos hasta ahora,
si bien están previstas sanciones económicas, no conozco caso en que se hayan
efectivizado. Personalmente jamás participé de este simulacro, ya que no milito
en -ni adhiero a- partido argentino alguno, sin consecuencia a Los partidos argentinos conservan ya muy poco de la influencia masiva y participación activa que poseyeron en los años ´70 e inclusive a la salida de
Justamente la pregunta sobre “quién” articulará la oposición al devastador gobierno de Macri, resulta el protagonista excluyente de la insólita ingeniería electorera. La principal interesada en encabezarla es la ex presidenta Cristina Kirchner aunque tímidos dirigentes de su propio partido, el “Justicialista” (PJ), se muestran dubitativos cuando buena parte de sus ex ministros han construido otras alternativas. Ante el aparente resquebrajamiento de su otrora indiscutido liderazgo y con el único objeto de evitar cualquier posible competencia, ha presentado una insólita variante propia por fuera de la estructura partidaria que construyó a lo largo de una década: el Frente para la Victoria (FPV) al interior del PJ. Tan sólo para eludir la confrontación con su ex ministro Randazzo (con quién pergeñó, impulsó e implementó este engendro de las PASO) ante la voluntad del último de postularse. El lema llamado “Unidad Ciudadana” (UC) para la provincia de Buenos Aires, es una suerte de frente familiar, integrado por la agrupación “La Cámpora” liderada por su hijo Máximo Kirchner, “Kolina” en manos de su cuñada, la actual gobernadora de la provincia de Santa Cruz, Alicia Kirchner, el “Nuevo Encuentro”, pequeño grupo de un ex intendente antiguamente crítico cooptado durante su gobierno, un partido vecinal del conurbano bonaerense y otro provincial de escasa densidad poblacional. En otras regiones, sin insinuaciones de competencia, se presentan los logos del PJ y FPV unificados.
El quién o posteriormente quiénes, no expresa sólo la disputa caudillista ni el desenfreno de las vanidades, sino que las bancas traen consigo fueros parlamentarios, que si bien no constituyen un reaseguro de plena impunidad ante condena con sentencia firme, complementan la presión sobre el poder judicial, como de hecho sucedió y sucede con el ex presidente Menem, que para obtenerlos y eludir la justicia obtuvo el cargo de senador por el kirchnerismo, habiendo sido su más firme opositor y competidor en la elección de 2003. No es despreciable en un país atravesado por la corrupción pasada y presente.
Lo cierto es que las PASO fueron implementadas por la ex presidenta con el fin, según su ex ministro del interior, al que hoy pretende eludir con su nuevo sello, como un “sistema de selección participativo que va a mejorar muchísimo la calidad de la democracia, la calidad de las instituciones y la calidad de los dirigentes que conducen esas instituciones”. Sin embargo nunca se sometió a él y sólo permitió que en su espacio político se implementara en contados casos provinciales, cuando ambos competidores reconocían su liderazgo. Debe recordarse además que impidió dirimir la última candidatura presidencial por este medio, vetando directamente al hoy pretendido competidor Randazzo para digitar la candidatura de Scioli, con la consabida derrota posterior.
Es así que las PASO sólo fueron utilizadas por la derecha (el PRO, partido del Presidente Macri) mediante la competencia por la candidatura a Jefe de Gobierno de la ciudad de Buenos Aires y por la izquierda radical del Frente de Izquierda y los Trabajadores (FIT). Aunque no pueda aseverarse hasta que no sean presentados los candidatos, todo indicaría que en esta oportunidad, el paso de las PASO será sólo una formalidad.
El arreo de la ciudadanía hacia un estéril e ilusorio ejercicio seudo participativo profundizará aún más el mayoritario desinterés por
Yo paso.
Emilio Cafassi. Profesor titular e investigador de la Universidad de Buenos Aires.
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